Partida Rol por web

Fenrir sólo le prestaba atención a la niña. Karkaroth detrás de él, como una gran sombra, lo acompañaba en silencio pero jadeando por el esfuerzo y las heridas. Ya tendrían tiempo para lamerse las heridas...

Siguió al que los guiara, pero de forma ausente, como si su consciencia no estuviera en ese lugar. Sus ojos miraban a Ginevra, pero en realidad estaba absorto pidiendo auxilio a los Dioses: tanto para él, que guiaran su mano, su vista y su mente para salvar a la pequeña, como para los demás. Ya había corrido demasiada sangre.

   Subieron los peldaños de las mazmorras al patio exterior, Aníbal con Ginebra seguido por Fenrir. Tyr les seguía con su último aliento y no lejos debían andar el tío Rorgo y Dánae. Desde el patio, otrora verde y cuidado con su arciano ahora casi deshojado y la hierba levantada llena de jergones restos de pillaje y brasas rodeadas de huesos de alimaña, pasaron al fortín, siguiendo la muralla entraron al edificio principal del castillo.

Subieron las anchas escaleras hasta la primera planta donde torció un pasillo lóbrego al que no llegaba la luz, hasta unas habitaciones cuyos ventanales enrejados que dejaban claro que el castillo de Robledo no había tenido necesidad de ser defendido nunca.

Allí en las ahora revueltas habitaciones, habían camas de somieres destrozados cuyos colchones y mantas se mantenían en su sitio pisoteados y llenos de barro, sangre y semen. Aún así, era lo mejor que habían tenido en mucho tiempo para descansar.

 Aquí podemos recuperarnos de nuestras heridas - Dejó a Ginebra sobre un montón de mantas, esperando aún que algun vasallo se presentara ante ellos para darles noticias de los salvajes o les trajera algo que les ayudara.

Esperó a que Fenrir pudiera allí obrar con más facilidad, y prestó atención repasando las heridas que el propio chamán trataba de ocultar con su recio semblante.

¡Nooo, Cornelio! - se acercó al pequeño y sostuvo su mano unos segundos. Tras ver la sangre chorreando del cuello sabía que no había vuelta atrás. Lo habían matado sin motivo alguno, tan solo era un niño y no tenía culpa de nada.

Se secó las lágrimas que bajaban por su rostro dejando un reguero limpio entre el polvo y sudor que cubría su cara, cerró los ojos del pequeño y lo cargó en sus brazos. Sabía que sus compañeros no aprobarían que cargara con el cuerpo en vez de combatir, pero ese muchacho merecía recibir el descanso eterno en un sitio digno y no en un castillo que ya no era propiedad de los Flechanegra y apestaba a orín de salvaje.

Rorgo atravesó la celda y la sala adyacente cargando con el cuerpo inerte de Cornelio. Subió los peldaños que llevaban al patio y se encontró a la pelirroja con su gatosombra, la miró con gesto serio y negó con la cabeza, indicando el estado del muchacho.

Vayamos hacia la sala principal, seguro que han subido hacia allí. Es la zona más segura y resguardada, podremos descansar antes de volver al campo de batalla.

Entró en la torre principal donde vio a los dos hermanos malheridos observando a Ginebra reposar en el cúmulo de marcas, se acercó a ellos y sin demorar más el momento les, pidió que se acercaran a él y les dio la mala noticia - Cornelio ya no sigue con nosotros - dejó el cuerpo en el suelo y lo tapó con una manta. No sería agradable para nadie que lo conociera, que lo vira en ese estado, con el cuello profundamente cortado y ahora sin vida - Le daremos una despedida digna y vengaremos su muerte.

Dánae caminaba en silencio, por su propio pie, aunque si en algun momento tropezaba su fiel amigo no la dejaba llegar muy lejos pues le daba el apoyo justo para volver a ergirse en pie. La chica sentía pena por las pérdidas, pero lo que más rabia le daba era la poca utilidad que había proporcionado en este combate. Malditos seres incapaces de sentir dolor.

Una vez en la sala que parecía que sería su lugar de descanso, se deja caer en un rincón, y su mascota Alanka corre a lamerle alguna de las heridas preocupado por su dueña. Ella le acaricia y sonríe para calmarlo. Estaría bien, aunque más dañado había quedado su orgullo.

Ni bien habían depositado a la niña sobre el montón de mantas, él se arrodilló junto a ella y comenzó a rebuscar entre sus pertenencias para buscar todo lo necesario. Probablemente, el combate había acabado para Fenrir y Karkaroth, pero ahora venía una lucha mucho más dura y cruenta que la que se había llevado a cabo: era la vida contra la muerte, y el campo de batalla era una pequeña niña inocente.

-Dioses... que la tierra no reclame aún a esta niña... que las hierbas, los animales y los árboles escuchen mi plegaria... que la vida se aferre a este cuerpo como la hiedra a la roca... que la vida no se evapore como el agua en un charco al sol... que la muerte se aleje como el ratón de la serpiente... que la muerte espere su momento como el cuervo y el buitre... este no es el momento para ella... aún no es su momento de partir y hacerse una con los Dioses- murmuraba Fenrir al tiempo que hacía todo lo posible por sanar a Ginevra o al menos mantenerla lo más lejos posible de la muerte.

Karkaroth se había echado junto a ellos, dándole calor a la niña junto a ella como si de una manta más se tratara. Su respiración también era agitada, pero viviría y no estaba grave. Ambos, Fenrir y Karkaroth, estaban bien para acompañarse en este nuevo enfrentamiento con la muerte...

Mientras otros corren fuera, el grupo se instala como puede. Tyr se recuesta en el pasillo, fatigado por sus propias heridas y sin querer mirar a sus dos pequeños hermanitos, uno muerto y la otra herida. Se muerde el labio inferior, aguantando las ganas de gritar y golpear las paredes.  Danae no está muy lejos de él, junto a su gatosombra

En tanto Fenrir y Anibal se ocupan de Ginevra y Rorgo acomoda el pequeño cuerpo de Cornelio, los soldados se dispersan por la fortaleza cumpliendo las órdenes. La primera en regresar es Alesha y su cara es sombría.

-No tengo buenas noticias… Los pocos que quedaban en el pueblo están escapando al bosque. No encontramos a ningún otro salvaje en la fortaleza, por ahora. Pero hemos divisado dos columnas de salvajes viniendo del Noreste, a unas cuantas millas… Envie a Shiva y Alford a contarlos más de cerca...

Bueno gente, que onda?. 2 semanas esperando. Se que todos se pasaron por la escena y la leyeron, asi que quiero saber que pasa. el unico que parece presente es Fenrir y entiendo muy bien su soledad.

Si esto sigue asi no me queda otra que cerrar, expulsar y negativo a todos. Las ausencias se hacen con aviso respectivo y este no ha sido el caso. Saludos.

Rorgo apesadumbrado por la muerte de Cornelio ya casi ni escuchaba lo que decía la valiente Flechanegra. Se recostó contra la pared cercana a dónde había dejado el cuerpo del pequeño para descansar y recuperarse de las heridas durante unos minutos, pues bien sabía que si habían huido aluno de los salvajes traerían refuerzos.

Alesha, ¿cuantas bajas tenemos? ¿quiénes quedamos operativos para el combate? - No sabía qué era lo mejor para ellos, pero debían pensar en un plan. Él quería quedarse en su fortaleza y defenderla desde dentro hasta la muerte si hac´ñia falta, pero saber que se aproximaba tal cantidad de salvajes no alentaba a quedarse allí y dejarse matar por la superioridad de gente y fuerza.

-Perdimos a los tres que ya sabes…+responde pausadamente+ El resto estamos listos. La mayoría están buscando en la fortaleza si queda alguien y un par vigilando la puerta.

Resopla quedamente, mirando los cuerpos, tanto el fallecido de Cornelio como el malherido de Ginevra, sin olvidarse tampoco de un reojo a Tyr. Uno menos para el combate, fijo.

-Todavía podemos hacer frente a una fuerza como la de antes o incluso mayor, pero te necesitaremos allá,… y a todos. La otra opción es retirarnos mientras tenemos tiempo y una buena ventaja…

Dánae escucha las noticias apenada y molesta. Esto no estaba saliendo como ella planeaba. Ni si quiera había podido ver a Azoth. Y ahí estaba, tirada en el suelo en un rincón, con su mascota al lado intentando animarla. Ni si quiera había podido ser de ayuda en el combate. Malditos seres sin sensibilidad.

Apoyándose en la pared se pone de pie y mira a Aníbal y família. Se había metido hasta ahí con ellos y con ellos saldría de ahí. Si su vida tenía que terminar ahí, que así fuese. No dice nada, pero con su mirada da el apoyo sea cual sea la decisión. Quedarse y luchar hasta el final, o intentar salir ahora que tenían a Ginevra e intentar volver con más fuerza...

Fenrir escuchaba lejanas las palabras de la mujer. Parecía como si estuviera tan concentrado en curar las heridas de Ginevra que no le prestaba atención a otra cosa. De todas formas, recordó que Tyr estaba más que herido, y que él también necesitaría ayuda.

-Tyr- dijo con voz pausada y sin levantar mucho el tono -Acércate... miraré tus heridas en cuanto pueda dejar a Ginevra descansando-

Y como si de una bruma hubieran salido, recordó las palabras de la mujer. Levantó la mirada y se dirigió a Aníbal.

-Por el estado en el que está, dudo que Ginevra pueda resistir una huida y su persecución. Tyr es otro cantar, tal vez lo logre, lo cual tampoco es seguro- dijo observando esta vez las heridas del guerrero.

Aproximándose con una mueca, se sentó junto a la cama donde tenían a Ginebra. Miro a su hermanita.

-No me quemes tan pronto… +gruño+ Todavía puedo dar pelea. Solo tengo que evitar que me den, ¿no? Eso es todo...

Resoplo como el jabalí del cual venia su nombre. Hasta el último aliento el seria Tyr, asi de simple. No se rendiría solo por estar cubierto de heridas y sangrando. Aparte, la cuenta con aquellos malditos salvajes no hacía más que aumentar. Ni siquiera se atrevía a mirar hacia donde estaba el cuerpecillo de Cornelio…

Se froto la cabeza, pensativo. Estas eran la clase de decisiones que debía tomar un líder. En la balanza pesaban muchas vidas, y de ellas dos que le importaban demasiado. Se mordió el labio inferior, organizando las ideas…

-Bien, haremos lo siguiente. Lucharemos a la vez que ganaremos tiempo.  Así, sin importar el resultado será nuestra victoria.

Enseguida paso a explicar su plan al grupo, apretando los puños. Odiaba tener que ordenar retiradas pero…

-Busquemos un carro pequeño. Debe quedar alguno. En el pondremos a Ginevra y a Tyr… Tio, +mirando a Rorgo+ tú y dos hombres se los llevaran a las ruinas. Fenrir ira con ustedes. Entre Niamh y él, seguro podrán salvarlos.

Suspira profundamente, para luego erguir el pecho.

-Me quedare con todos los demás a defender el castillo. Cerraremos la puerta y aprovecharemos la ventaja de la muralla para detener a los salvajes. Si ganamos, iremos a por ustedes. Si no, nos retiraremos por las cloacas como entramos y huiremos discretamente. Danae, estas invitada a quedarte o irte con ellos, como te parezca. Tu arco seguramente será más útil afuera que aquí dentro, pero por si acaso no estará mal que tengan algo de protección extra al escapar.

-Haré todo lo que pueda y espero que los Dioses me asistan para poder salvarla- dijo el sabio un poco temeroso de que pudiera morir el heredero de una casa en ruinas, pero la Casa que tenía que defender y realzar.

-¿Quién sabe cómo llegar a las Ruinas?- preguntó para saber si había alguien que pudiera hacerlo.

-Muchacho, no te arriesgues de más, sólo defiende y si ves que ya no hay nada más para defender, recuerda que tu familia está a salvo y que te necesitan- le dijo a Aníbal con un sentimiento de temor por la vida de éste -Que los Dioses los acompañen a todos y especialmente a tí...

Dánae se apoya en la pared que tenía en la espalda para levantarse. Se encontraba bastante mejor. Todos habían dado sus órdenes y sus opiniones, había llegado la hora de ella decir la suya. Acaricia a su mascota con una sonrisa y vuelve a mirar seria a sus compañeros.

Me situaré fuera a las alturas y les cubriré a ellos cuando escapen así como estaré atenta a ayudaros a vosotros si hace falta a huir o pelear. Dice finalmente. Le parecía la mejor opción.

Para Rorgo la huída no tenía cabida y creía que con su fuerza podría ser la mejor defensa tras la muralla, pero sabía que su sobrino era más astuto que él y que organizaba mejor las estrategias de combate. Resignado se despidió de Aníbal y los demás que se quedaban allí - Aguanta y... no mueras - le dio unas palmaditas en el hombro y se fue a por el carro.

En desacuerdo con el plan de Aníbal, asintió con gesto serio y se dirigió hacia los establos - Vosotros vendreis conmigo- dijo señalando a dos compañeros que también parecían heridos pero que aún se mantenían en pie - Coged todo lo que tengáis y peparaos, en cuanto vuelva con el carro, partimos.

No tardó mucho en volver. De las carretas que tenían, a varias les faltaba una rueda o estaban casi destrozadas. Vació una que tenía una bala de heno y que parecía ser la que se encontraba en mejor estado. Suspiró y volvió rápidamente con los demás.

Fenrir, ayúdame a subir a Tyr - dijo tras dejar el liviano cuerpo de Ginebra en la carreta - No recuerdo el camino exacto hacia las ruinas, pero intentaré deshacer el camino hecho desde allí hasta aquí. Sino podemos recurrir a tu vista mas allá de las copas de los árboles - dijo encogiéndose de hombros.

El grupo comienza a separarse. Tyr, frustrado consigo mismo por no ser de ayuda, va con Rorgo y se ocupa en persona del cadáver del pequeño Cornelio. Dos de las mujeres bajan a Ginevra y pronto los tres están acomodados en el carro improvisado. Fenrir les acompaña prestamente y salen del castillo para emprender rumbo por donde más o menos recuerdan que esta el refugio.

Entretanto, Anibal da las órdenes, disponiendo a los arqueros que restan en los muros, dejando a Danae la torre. El y los soldados a pie atrancaran la puerta y esperaran, siendo los que cubran la retirada o salgan a romper las líneas según el caso.

No hay palabras de despedida en los labios del robusto hombre. Volverá a verlos. Tiene que hacerlo. Por eso solo saluda con un cabeceo a todos los que se marchan, instándolos a apurarse antes que la avanzada llegue.

Lo último que ven de él es su rostro mientras empuja los maderos de la puerta principal de Robledo, hasta cerrarla con un tenso y pesado crujido.

Una vez dejan atrás los restos del pueblo, es una carrera a medias por regresar.  Rorgo lidera la marcha, y detrás van sus hombres tirando del carro en el que llevan a los heridos. Cerrando Fenrir con sus animales.

El día no deja mucho margen a perder el tiempo. Hay que volver a las ruinas lo antes posible. El pesado respirar de Ginevra y las graves heridas de Tyr lo exigen… Aunque mucho depende si la magia del bosque los ayuda una vez más, o se vuelve en su contra…