Partida Rol por web

La repentina aparición de Mergun me sobresalta, y hace que me prepare mentalmente para invocar la ayuda del Divino Ptah. Afortunadamente parece que no es agresivo, si bien parece gravemente enfermo.

Permanece alejado Mergon, o no respondo por tu seguridad. Pareces muy enfermo y no debes acercarte, aunque podemos hablar.

Dime Mergon de Askania, pues pareces sufrir, ¿qué te ha pasado? ¿por qué te han expulsado de Askos? ¿y cuál es tu enfermedad, aunque yo lo sospecho?

Mefred está con su vara adelantada, la otra mano mostrando su palma hacia adelante, preparado para actuar con su magia si Mergun se acerca. No piensa permitir que el grupo corra el riesgo de contagiarse de alguna enfermedad debido a los malos espíritus que puedan tener poseído al hombrecillo.

Las sospechas de Tao no estaban mal fundadas, si había algo acechando, pero en vez de un explorador, no era mas que un mendigo, y no sabía si también era un leproso, pero eso no significa que quiera tenerlo cerca, por lo que no relajo postura de en guardía para que no se me acerque, aunque parecía que el sacerdote egipcio sabía lo que se hacía, por lo que se podía confiar en el, "No creo que sea buena idea dejar a este mendigo cerca del barco, puede que este hablando solamente para que no lo matemos por espiarnos" digo sin quitar un ojo al hombre.

Aunque a simple vista no había nadie, parece que la  llegada a Askania del grupo no ha pasado inadvertida. Adon observa el rostro del sujeto, sus pústulas son repulsivas, y quién sabe si será contagioso.

-“Estoy con Buntalos, este podr... leproso no me agrada…”

Guardando la distancia con el supuesto Mergun Adon le señala con la puntiaguda kopis:

-¡Haz caso al hombre santo y responde a sus preguntas Mergun o te sacaremos los ojos con hierro al rojo pues parece lo único que te queda sano!

Mientras vigila los flancos por si aparecen “amigos” del podrido.

El anciano mantiene la distancia y emite una risilla entre sus dientes putrefactos.

-jijijijijijijiji, Mergun no mendigo, Mergun hombre ilustre, diseñador de templos, Mergun muy listo, gente querer a Mergun “El Geómetra”

-Mergun caer enfermo un día, gente de Askos golpea y expulsa a Mergun al islote de la muerte, pero Mergun listo, escapar y sobrevivir oculto en Askos, muchos enfermos en Askania, islote de la muerte lleno, gente de Askos encerrada en sus casas por miedo…

-Pero Mergun listo, saber de dónde viene enfermedad, enfermedad estar en todos sitios, en la tierra, en el mar, en el aire... y Mergun saber de dónde venir, jijijjijijiji

Avanzo en la trasera del grupo, mis ojos no me suelen engañar y es posible que nos estén observando, y es más seguro ir detrás de Tomiris y Buntalos, pues detrás de ellos no pasan ni los rallos del Sol.

Escucho atentamente las palabras de Mergun, pobre leproso desterrado y no muy cuerdo, no me fio de su aparente inocencia. Esa mirada perdida me hace desconfiar.

Mantengo la distancia con Mergun, según tengo entendido la lepra es muy contagiosa.

-Ni por todos los dioses dejaría que este pobre hombre cuidara nuestro barco, nuestra única salida de este oscuro lugar no puede estar en manos de un loco.- Apoyo a Buntalos en que no debe permanecer cerca del barco, sino tendrá que probar la reluciente falcata de nuestro amigo, su único esfuerzo seria tener que volver a limpiarla.

Saco el trozo de piel de cabra donde había dibujado a Kalimos y se lo enseño a Murgun, prestando especial atención a sus reacción al ver el retrato.

Las palabras del hombre hacía que reafirmara mi postula de tener a este hombre lo mas lejos posible del barco, no iba a dejar que este loco estuviera cerca del barco, aparte, ya teníamos a Higinio y su hijo, los cuales sabían usarlo y era suyo,  eso sin contar lo de que no sabía que enfermedad tenía, pero al parecer había escapado de una zona donde dejaban a los que estaban enfermos para que mueran, y no creía nada de que fuera diseñador de templos, "viendo que la mayoría no nos agrada este hombre, estoy por darle unos minutos para que se aleje de nosotros, y si lo volvemos a ver cerca, lo matamos, ¿alguien apoya mi idea?" no tenía muchas ganas de ensuciar mi falcata con su enfermedad y luego arriesgarme a que su enfermedad se quedara en el arma y pudiera pillarla yo mismo.

Mergun, espera aquí, te lo ruego, mientras hablo con mis compañeros.

Mefred se hace un aparte, para hablar con todos mientras comprueba cada poco que efectivamente Mergun no intenta nada.

Amigos - empieza Mefred - este hombre parece trastornado, pero encuentro interesante lo que dice. De ser cierto, podría conducirnos a la fuente de los problemas en este desgraciado islote. O al menos de alguno de ellos. ¿Creéis prudente llevarlo con nosotros? Deberíamos mantenerlo a una distancia suficiente como para no tener contacto con él y por lo demás, no perderíamos nada. Si es cierto lo que dice, será una valiosa fuente de información. Si es mentira, traerlo con nosotros lo alejará del barco, previniendo alguna fechoría mientras no estamos cerca. "Mantén cerca a tus amigos, pero más aún a tus enemigos" dice el dicho.

En fin, ¿qué os parece? Ah, y se me olvidaba. Creo que debemos llevar nuestro propio alimento y agua de las reservas del barco, y no comer ni beber nada de la isla. Me lo dice la intuición.

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   Por un instante observo a Mergun y sonrío para mi al oir el nombre del lugar, Askos, un nombre muy apropiado. Mefred y los demás, emplean la diplomacia y por ello le dejó hacer.

   Al menos un rato.

   Agarro la hacha Labrys, la balanceo y la clavo en un tocón a escaso un metro de las narices del tal Mergón.

   - Quietas esas manos ahí, o te las cortaré, junto con tu cuello y otras partes que no necesitarás. - Le fulmino con la mirada unos segundos para que asimile el mensaje y continuo. - El barco ya tiene quien lo vigile y si te acercaras sin permiso tendrías tres flechas en tu cuerpo que de seguro que acabarían con todas tus desdichas... y tu vida. -

   Desclavo el hacha del tocón con una mano y me la coloco al hombro mientras hablo tanto para mí, como para los demás y para el mendigo.

   - Dices que estás enfermo, que sabes de donde viene la enfermedad y quieres ayudar... tendrás tu oportunidad. - Señalo al barco con la cabeza. - No te acercarás ahí, pero si tus palabras son sinceras, avisarías a los del barco si hubiera peligro, alguien tan listo como tú hallará la manera, sea con gritos o señales. -

   Le señalo con el hacha. - Buscamos a un hombre, este es su nombre y descripción: - le explico brevemente lo que nos contó el tabernero de su hermano Kalimos. - Dinos lo que sabes de él, pero antes... -

   Agarro con fuerza el hacha con las dos manos.

   - Afirmas ser diseñador de templos, pero un templo no admitiría a un fiel no afin que los diseñara, así que lo primero que vas a hacer es jurar en nombre de los dioses de los templos de la isla que ningún mal nos quieres y luego cuentanos desde la distancia todo lo que sabes de la enfermedad y del hombre que buscamos. Y quizás, podamos acabar con la enfermedad y tu sanarás. Quizás. -

   Con el hacha bien sujeta, por si se hay que poner al tal Mergun en audiencia con los dioses por si se se pone tonto, espero.

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Adon asiente las palabras de sus compañeros y  habla en voz baja para que no le oiga Mergun:

-Estoy con vosotros el podrido no debe cuidar el barco. Que nos cuente lo que sepa y que alguien se encargue de “alejarlo”.- Adon es deslumbrado por los reflejos de los metales de las armas empuñadas- No creo que se atreva a atacarnos, me preocupa más su mal ya que  no parece lepra, sino algo todavía mas peligroso y purulento. He visto algunos leprosos en mis viajes pero nunca he visto un leproso que se ria de su enfermedad.

Mergun observa el boceto que le muestra Tao y abre los ojos sorprendido:

-Mergun conocer, ser miembro de la asamblea de Askos, ayudar al Geómetra a levantar el templo, pero ahora ya no más ayuda, jijijijijiji

Ante las rudas palabras de la princesa Mergun parece un poco intimidado.

-jijijijiji, Mergun no cuidar barco porque gente no confiar en Mergun, jijijijiji. Mergun jura por el dios del mar y sus huestes, Mergun ser el Geómetra, jijijijijiji

El mendigo mira a ambos lados y baja el tono de voz como si temiera que alguien estuviera escuchando

-Mergun contar todo pero necesitar algo a cambio, Mergun querer recuperar su caja de ofrendas debajo del altar del templo grande, solo Mergun el Geómetra saber donde esta, nadie busca la baldosa con la ɣ, jijijijijiji

Después se aleja dando pequeños saltitos mientras emite su risilla nerviosa.

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   Desclavo el hacha del tronco y asiento. Luego me aseguro que nadie está por las cercanías, el tal Mergun aparte.

   - De acuerdo, Mergun. Te ayudaremos a recuperar la caja de ofrendas si ello no incurre en sacrilegio. - Tras mirarlo suspicaz, añado. - ¿Para que la quieres y que contiene? -

    Examino los templos, o lo que creo son los templos y empiezo a darle vueltas.

   - ¿Cuál es el templo al que debemos, ir, a que dios está dedicado y que defensas podemos encontrar? - Me giro y le señola con el dedo. - No digas que ninguna, o habrías recogido la caja tu mismo si fuera tan sencillo. -

   Y me quedo a la espera de sus respuestas.

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Espera, Mergún. Dice Mefred. Me gustaría hacer algo por ti. Ven. Ponte aquí y quédate quieto. Intercederé por ti ante el gran Ptah.

No puedo asegurar el resultado, pero haré lo que pueda.

A continuación eleva sus manos al cielo, quieto, mientras se tranquiliza y se comunica con el Mundo Universo Todo.

-¡Ra!- ¡Amón!- ¡Ptah! - ¡Nu!-

Su voz restalla con sorprendente energía, en un hombre de su edad y apariencia. En efecto, Mefred se ve delgado y envejecido, pero es como el seco y resistente sarmiento de la vid, flexible como el junco del papiro, o el esparto.

Ahora junta sus manos y, con los pies bien juntos y él bien erguido, cierra sus manos sobre su bastón multicolor, símbolo de su Orden. El bastón se sitúa justo delante de él, vertical, alineado con la linea que cruza el centro de su cuerpo.

"Estaba perdido, y me encontraste.

Estaba solo, me consolaste.

Era débil, me levantaste.

Por los cielos, tras las montañas, bajo el oscuro mar, te buscaré y regresaré a Ti.

Regresaré a Ti.

Regresaré a Ti.

Regresaré a Ti.

¡Por Ptah, regresa!"

Con el último verso, el bastón baja, y golpea el suelo. Un sonido como de campana, y una onda de luz se extienden hasta una cierta distancia.

Luego, al señalar a Mergún con el bastón, se vuelcan se pronto sobre él.

Tras ello, cansado, Mefred baja los brazos, y cierra los ojos unos instantes. Tras recuperarse un poco, mira de nuevo, para ver cuál habrá sido el resultado de sus oraciones.

¿Cómo te encuentras, Mergún?

Escucho atentamente lo que Mefred lo que nos cuenta.  Sus sabias palabras hacen que esté totalmente de acuerdo con él; nos puede ayudar, no perdemos nada, y lo mantenemos alejado de barco que es nuestra única salida.

Respecto a su enfermedad, nunca vi nada parecido, son heridas abiertas, que a mi humilde entender tienen pinta de contagioso, por lo que creo que deberíamos mantenernos alejados de Mergun.

Miro a Tomiris  y Buntalos, se que sabrán que hacer cuando llegue su momento.

Observo a Mefred y su ritual. Siempre me resulta interesante las artes mágicas.

- Dejemos que nos guíe hasta el templo.  Pero no me fío nada de Mergun.

Fracaso absoluto.

No se si es pifia.

Le chupo las ampollas como un helado.

Los ojos vidriosos del anciano escrutan a la princesa mientras escucha las preguntas con su expresión sardónica:

-Oh  guerrera, son cosas del Geómetra,  las guardo allí, ahora son las cosas de Mergun, no sacrilegio, solo papiros…-dice mientras niega con la cabeza. Seguidamente señala con el dedo hacia la lejanía en la playa.- En el templo grande, del gran Poseidón, jijijijijijijijijijijijijijijij….

El extraño tarda unos instantes en recomponerse de sus risitas:

-Pero Mergun no va, Mergun espera aquí escondido, si gente de Askos ver a Mergun, gente capturar a Mergun... y Mergun listo.

A continuación con cierta curiosidad recibe las oraciones de Mefred. La letanía  que emite el sacerdote resuena poderosa en el silencio del ambiente y tras el destello fulgurante  Mergun termina acurrucado cubriéndose con su sotana mientras se retuerce entre lamentos. -¡NO MAGIKÓS! ¡NO MAGIKÓS! ¡NO MAGIKÓS! 

Mergun se queda acurrucado y catatónico ajeno a  todo estimulo externo.

Mefred da un paso atrás, sorprendido de la reacción de Mergún. Pero aunque el hombrecillo no desee su magia, está hecha. Para bien o para mal, el poder ha sido canalizado a través suyo. Y los Dioses no se desdicen jamás.

Mergún, ¡levanta hombre! A ver, ¿cómo te encuentras?

Mefred siente auténtica curiosidad. Se adelanta con prudencia, para observar el resultado de sus oraciones.

¿Estará Mergún curado, o no ha sido posible?