Partida Rol por web

.

   Lentamente me preparo para salir, a pesar de estar prácticamente fuera, ya que estaba apostada en el muro vigilando que nadie viniera desde el exterior. Pero avanzo despacio, dudando si es honorable salir aún, a pesar de que el mercader me acaba de adelantar por al lado levantándose la túica. ¡Quien lo diría que un hombre tan poco habituado al ejercicio corriera tan rápido!

   - ¡Vamos salir! -

   Me preparo por si hay que lanzar otra flecha al coloso.

   Pero esta vez, le apuntaré a la cabeza.

.

Consigo impactar en el coloso. Iluso de mi, pensé que podía derribarlo, es como si no sintiera daño. -O mi magia no es suficientemente poderosa-, pienso.

Sin saber que hacer, veo a mis compañeros como emprenden la huida del templo, Adon corre como meteorito caído del cielo y consigue alcanzar la salida con rapidez.

Intento salir pero los cascotes del suelo y mi poco habilidad hacen que tarde demasiado, a mitad de camino Buntalos y Adon ya están fuera. Veo que Tomiris ha corrido la misma suerte que yo, ¿pero que veo se dispone a disparar de nuevo?

- ¡Hay que salir del templo! - grito a Tomiris.

Mefred, una vez envuelto en el manto de luz divina de su Diox Ptah, que era capaz de protegerle de parte del daño que pudiera sobrevenirle, intentó salir fuera del templo.

Mefred era viejo, y sus débiles piernas le fallaban ya más veces de las deseables. Sin embargo en aquella ocasión supieron hallar el camino entre los cascotes y restos del arruinado templo. Suspiró aliviado al salir al aire libre y pararse a mirar atrás.

Le sorprendía lo intensa que había sido la reacción defensiva. Normalmente los lugares sagrados tenían protecciones, claro que sí. Pero aquello era algo de gran calibre. El que una estatua de aquel tamaño se animara y además lanzara aquellos rayos sólo podía significar que era un sitio de gran poder. Mefred sabía del increíble esfuerzo que suponía encantar una mole así. El desgaste en la energía de los sacerdotes participantes. Porque por supuesto unas defensas así no podía armarlas un sólo practicante. A no ser que se dedicara toda su vida a concentrar energía en aquella estatua.

Ahora ¿qué? ¿Saldría la estatua del recinto del templo? si no estaba confinada en el espacio sagrado, tenían un gran problema.

Alzó su bastón y suplicó la ayuda de su Dios. Enseguida la vibrante energía recorrió sus brazos, llenando de poderosa luz una vez más su endeble figura.

Dentro del templo la estatua cambia de objetivo y esta vez el resplandor en la punta del tridente es mas intenso, un poderoso rayo vuelve a surgir del artefacto.

Esta vez el Tao Wing, es su objetivo, al cual coje de lado ya cerca de la salida, mientras mira hacia a Tomiris y la grita.
Aunque el pelo liso del moño de Tao se encrespa por un momento el relámpago es absorbido por el aura mágica del filósofo y se desvanece. 
 

Aun alterados os reunís en las postrimerías del derrumbado Templo. Os miráis aliviados de encontraros a salvo aunque algunos quedaron dentro. Pero casi sin que os de tiempo a recobrar el aliento descubrís a una cierta distancia bultos en movimiento. Al principio es difícil distinguir que son ya que se camuflan con el amarillo pálido de la arena.

De repente se oye un grito en griego:
-¡Mirad! ¡Están Robando La Reliquia!

De todas partes se alza una decena de figuras humanoides. Están cubiertas con harapos parecidos a los que llevaba  Mergum pero menos sucios y ajados. Se bambolean mientras de forma tosca cargan contra vosotros. Algunos blanden arcos cortos y os apuntan y disparan. Otros llevan herramientas y aperos de trabajo que levantan de forma violenta por encima de sus cabezas mientras vociferan:
-¡¡Sacrilegio!! ¡¡Sacrilegio!! ¡A por ellos!

Están como a 50 metros y prácticamente os rodean, dejando como única salida el Templo que queda a vuestras espaldas. La primera ráfaga de flechas parece de advertencia ya que estas se clavan en el suelo a una  considerable distancia vuestra.

La cosa van de mal en peor, no solo el templo estaba maldito, y para empeorar, la gente se ha enterado de que hemos entrado en el templo y hemos cogido el artefacto, "mierda, ahora están viniendo y nos disparan, hay que escapar de este sitio y no va ha ser por encima de los cadáveres de esta gente" le digo al resto y levanto mi escudo por si cae alguna flecha, "¿Alguien tiene una idea de que hacer?"

Mefred examina la situación. No pinta nada bien.

Debemos abrirnos paso o moriremos aquí. Parece que volver al interior del templo es la muerte segura. Enfrentar a los adoradores ofendidos es casi seguro la muerte, pero al menos hay una posibilidad si conseguimos salir.

Deberíamos llegar hasta la guarnición de los soldados, y así nos protegerían. O eso espero.

Buntalos el Íbero, Grûnk y Tomiris. Elegid un punto según vuestro instinto guerrero, allí donde el cerco sea más débil. Intentaréis abrir paso y los más débiles y ancianos os seguiremos.

Yo pediré a Ptah que nos ayude a pasar, pero no puedo hacerlo sólo. Quizá se impresionen y asusten ante el poder del Gran Ptah. Pero para tener ese tiempo, es imprescindible que estén concentrados en vosotros.

¿Qué decís? ¿¡Es que vamos a dejarnos cazar aquí en este agujero!? ¿¿¿ QUIÉN ESTÁ CONMIGO???

.

   Al salir me encontré que se aproximaba gente de lejos. Aún tardarían algo en llegar, así que decidí lanzar dos flechas de advertencia. Una se clavo en el suelo delante de ellos y la segunda rozó la pierna de uno de los que estaban más adelantados.

.

Tao resplandece por un instante cuando le impacta el relámpago pero consigue salir ileso. El filósofo susurra una plegaria agradeciendo a tus dioses que le hayan protegido.

Aun algo desconcertado Tao se deja arrastrar por la mano de Tomiris y abandona el recinto junto con la princesa.

Adon aun jadeando por el trance pasado, parece volver en si cuando aparece la muchedumbre gritando. -¡Una emboscada! Surge un ligero temblor en sus piernas y aunque sabe que la magia de Mefred le protege también sabe que no es un guerrero:

-¡Estoy contigo Mefred! ¡si hay que morir que sea luchando como  hombres!!  Pero no me gustaría morir por esta cosa… -Dice mientras muestra la caja- Guárdela usted  sabio Mefred… Tal vez sean los esbirros de  Mergún…

El de Tiro empuña la kopis, se hace un pequeño corte en la palma de la mano y esparce el rojo fluido por la brillante hoja de la espada:

-¡Por Melkart! ¡que mi bella kopis se sacie de la sangre de mis enemigos!

Con una sonrisa forzada se dirige a su guardaespaldas -Amigo, es el momento de   ganarte el jornal … Y adopta una postura defensiva esperando para cargar por donde digan los guerreros.

Mefred, titubeando, acepta la caja y la hace desaparecer entre sus ropajes, en alguno de los numerosos bolsillos de su túnica.

Trataré de hacer honor a vuestra confianza, amigo Adón -contesta animosamente.

Luego, el sacerdote de Ptah, espera a ver hacia dónde se dirigen los guerreros. Al ver que Tomiris dirige sus disparos hacia un determinado sitio, supone que aquel es el lugar más débil de la emboscada. Por la razón que sea, eso se lo ha dejado a los guerreros, que son los que saben de combates.  Si -efectivamente- ese lugar es el que les ofrece más posibilidades de salir, por allí lo va a intentar.

¡OH, PTAH, MIDE Y CLARIFICA!

¡¡OH, PTAH, MIDE Y CLARIFICA!!

¡¡¡OH, PTAH, MIDE Y CLARIFICA!!!

Con cada invocación, su voz se hace más resonante y metálica, acumulando el poder.

Levanta su vara, podéis ver cómo sus ojos sólo muestran el blanco. Un leve resplandor le envuelve.

Deja caer su vara, golpeando el suelo con el extremo inferior. Con un eco metálico, resuena un trueno.

Un relámpago baja del cielo, impactando en el arquero que se encuentre en la dirección elegida para escapar.

.

   Mientras Mefred hace acopio de sus poderes, y el resto se prepara a moverse, enbrazo el arco a la espalda y saco las armas cuerpo a cuerpo, presta a repartir "gracia divina" en froma de tajos, que las dentelladas de una serpiente marina les iban a parecer más suaves.

   - Avanzemos y rajemos a quien ose interponerse, se acabaron las delicadezas. -

   Le hago un gesto a Buntalos.

   - ¿Te animas hombro con hombro y escudo con escudo a cubrir la escapada? -

.

Fuera del templo, la situación parece desconcertante.

Al parecer los extraños lugareños nos estaban observando Nos tienen rodeados y como única salida es la vuelta al templo o enfrentarnos contra estos salvajes. La posibilidad de derrotar al coloso es imposible, por lo que creo correrá sangre.

Dispuesto para la batalla, alentado por mis compañeros, saco de mi mochila mi preciosa ballesta(regalo de mi padre Wonin Ming) y coloco un virote para estar listo. "Padre llego el momento de que estés a mi lado" mis manos sostienen firmemente la ballesta apuntando a la masa, será difícil fallar.

La verdad es que no tenía mucha esperanza, pero miro a Tomiris, la verdad es que no esperaba que fuera con quien tuviera que morir llegado el momento, pero era mejor con alguien guerrero que solo "Os sigo" le digo mientras saco mi falcata, lista para partir cualquier protección y su usuario como si fuera desnudo.