Partida Rol por web

Sales de la posada, buscando un sitio donde hacer una hoguera, esperando que tu hermana estuviera donde estuviese, no le ocurriera nada y encontrara un buen sitio para vivir. Por lo que te habían dicho, necesitabas un pase para entrar en el barrio noble, por lo tanto esperabas que en cualquier momento tu hermana apareciera con buenas noticias.

Caminaste hacia las afueras de la ciudad hasta que finalmente encontraste un buen lugar para hacer un gran fuego, carca de las casas de los campesinos, a los cuales podrías pedir carbón para ello.

Me acerco a una de las casas más cercanas y llamo a la puerta pidiendo con toda la amabilidad que puedo (y mi aura me brinda) un poco de carbón para poder encender mi fragua. A cambio me ofrezco a reparar cualquier herramienta que necesite el inquilino.

No te pediré nada por el carbón, caballero, y mis herramientas están muy abajo, en los valles para que me las repares, solo te pido una cosa. Llegan tiempos turbios, encarcelan a la buena gente y su puesto será sustituido por las malas personas. Solo te pido que cuando la cosa se ponga fea, haya alguien para defender a los pobres y campesinos, pues los comerciantes y los ricos tienen dinero y guardia, pero nosotros no tenemos más que nuestro trabajo y nuestro cuerpo, con el que poca resistencia podremos ofrecer. - El anciano parecía saber lo que se viene encima tras la disolución de los Rantanos.

No te pido que me defiendas a mí, sería muy egoista, y demasiado por un poco de carbón, te pido que tu espada se guíe por el bien, no por el dinero.

-Así será-Respondo.-No debe preocuparse por ello. 

Dicho esto, comienzo con mis labores de fragua. Tengo más tiempo del que necesito, así que me pongo a ello sin prisa y con dedicación. Una espada y arreglar una armadura no parece demasiado esfuerzo, pero nunca se sabe.

Arreglas la armadura a base de calentarla y martillearla, dándole forma a base de golpes de martillo, cerrando las mellas que le había dejado el tiempo y la lucha a la que se había visto sometida. Luego, a base de martillo y fuego das forma al filo del hacha para posteriormente ponerte a buscar un mango justo para el hacha. Finalmente encuentras un tronco de cerezo perfecto que cortaste con tu espada. Era un cerezo joven, flexible con el que poder tallar un buen mango.

Tras varias horas frente al fuego, acabando el mango del hacha, la noche empieza a caer y va siendo hora de volver. El tallado del hacha no ere al más fino pero si suficiente.

Al ver caer la noche, termino el hacha lo mejor que puedo, recojo mis cosas, doy las gracias al hombre por el carbón, me despido y regreso a la posada.

-Espero que mi hermana no las necesite.-Pienso mientras guardo el hacha y la armadura en la mochila.

Vuelves andando viendo algo inusual, algo que no estaba allí cuando saliste de la ciudad. Ves un par de patrullas con armaduras de escamas completamente rojas. Sin duda ya había Garras Rojas en la ciudad, antes incluso de la disolución de los Rantanos, pues el grueso de las tropas no había llegado todavía. No vigilaban las calles, más bien se dedicaban a buscar algo o a alguien entre las tiendas. Por la calle principal viste un puesto mercantil completamente destrozado y saqueado.

Continuaste tu camino hacia la posada donde te hospedabas; en el distrito militar no viste ninguna patrulla, los Garras Rojas aún tenían miedo de entrar en éste, porque sabían que aún quedaba un grueso ejército de setenta hombres que podría acabar con todas las patrullas de Garras Rojas que había en ese momento en la ciudad.

Maldiciendo para mis adentros, entro en la posada con gesto de ira en el rostro. Yo solo no puedo hacer nada contra una patrulla, deberé buscar a algunos de los rantanos para que me ayuden a cazar.

Con estos pensamientos en la cabeza, me dirijo a la barra de la posada.

-Buenas noches.-Saludo a quien esté allí.- Cena para uno y una habitación individual, por favor.

Dicho esto, miro a mi alrededor paraver quien hay en la posada.

Llegaste a la posada y ésta vez había una chica muy hermosa, la verdadera dueña de la taberna, Tymora. Te recibió con una sonrisa en la cara, esa noche no había gente en la posada, solo el sonido chisporroteante de la leña al arder quebrantaba el silencio. La gente que había la noche anterior había desaparecido, tampoco estaba la muchacha con la que habías hablado por la mañana, a si que Tymora te puso tu cena, con una jarra de cerveza y de dio la llave de un habitación.

-Muchas gracias.-Respondo al recibir la cena y la llave de la habitación.- Digame. ¿Cómo está la situación en la ciudad? He visto las nuevas patrullas y sus... modales.

Dos patrullas intentaron entrar en el distrito, pero el caballero blanco salió de la ciudadela con cincuenta hombres, con lanceros, hombres con espada y escudo y el caballero blanco al frente de todos les dijo que hasta que no llegara el capitán de los Garras Rojas no podrían entrar al distrito. Por otro lado, los guardias del distrito noble no van a cambiar, y nadie puede entrar sin un pase, por lo que allí también están seguros. 

La peor parte se la ha llevado el distrito comercial, donde no hay quien los pare y se dedican a asaltar a la gente sin razón de ser...

-Lo sé. Lo he visto.-Respondo con tristeza.-Lamentablemente, dada la fama que tienen los garras rojas... ¿No creéis que correréis peligro cuando se hagan con el distrito?

Inmediatamente me doy cuenta de que pensar en voz alta según que cosas no es bueno y cambio de tema.

-Por otro lado... me han hablado de un caballero rantano de nombre... Arthas y un tal Karcos, un cazarrecompensas. ¿Los conocéis?

Nadie sabe nada de Artas desde que dejó la ciudadela, y Karcos partió esta mañana con un grupo, no se a dónde iban, pero partían al amanecer... No te cortes, ahora no hay nadie que pueda escucharte... Cuentan los campesinos que ha aparecido un tipo, un encapuchado que les hace frente... no se deja ver, pero dicen que los Garras Rojas están acojonados...

Por otro lado ha aparecido el Caballero blanco... Nadie sabe de dónde ha salido, nunca fue conocido hasta que ayer se puso una armadura blanca y soltó una arenga frente a las tropas que ahora le siguen.

Se pone a sí misma una copa de vino y se sienta en la mesa en la que estabas tú sentado, cenando.

Ayer Artas les dijo a las tropas que rehuyeran de unirse a la Garra Roja y partieran a unirse a los Capas Blancas, la fuerza de élite de Alwin, el ejército del Conde de Vintal; es el contingente más poderoso que hay en éstos días en Aan. La fama de los Capas blancas se extiende por todo el continente, el único que manda sobre ellos es el Conde, no juran fidelidad al rey.

Por otro lado, hay una fuerza que nadie ha tenido en cuenta en esta historia, que está al otro lado de la plaza. En la torre del archimago están los Hijos del hielo, un grupo de magos de guerra... nunca han revelado el grueso de su ejército, y tienen decenas de fortalezas por el mundo, conectadas por portales. Sin contar con el gran Gandalf Vintur... claro. Cuentan que la gran sierpe del rey solo responde a las órdenes de Vintur, a si que el rey tendrá que tragar si los magos quieren, porque las tres grandes sierpes son de Vintur. Yo creo que los magos nos sacarán de ésta y se restablecerá la paz...

No me mires así, una tabernera tiene que saber estas cosas...

-Vaya. qué complicado.-Respondo.-La situación está un poco más revuelta de lo que me esperaba. Es difícil encontrar a alguien en esta ciudad. En fin. Mejor no desesperar. Voy a cenar y a acostarme. Mañana será otro día. Pase usted una buena noche.

Dicho esto, me despido con una cortés reverencia, me encamino a una mesa, tomo mi cena y me dirijo a mi habitación. Una vez en mi habitación, uso el talisman del mago para llamarlo.

Utilizas el talismán, sin mucha convicción pero sigues al pie de la letra lo que te había dicho Gandalf. No a mucho tardar, en la parte plana del talismán apareció el rostro del anciano, mirándote desde el otro lado, en una habitación de piedra, espaciosa, con la luz de la lumbre dándole en la cara.

Habla Dovahkiin, ¿Has averiguado algo?

-Poca cosa.-Respondo casi con un susurro.-Artas está desaparecido y Karcos ha dejado la ciudad al frente de un grupo de hombres. Ignoro hacia dónde van. Por otro lado, hay un caballero blanco cuya identidad ignoro que dirige ahora las tropas de los rantanos que quedan en la ciudad. Impide por el momento que los garras rojas entren en el distrito, pero parece que el grueso de la banda se dirige hacia aquí y no podran hacerles frente. Cuenta con unos 60 hombres.

Finalmente, he conocido a un par de interesantes mujeres que parecen compartir nuestros puntos de vista... puedo servirme de ellas en un futuro para lograr nuestros planes si le parece bien.

Pero para nosotros que venga el grueso de los Garras Rojas nos viene bien, así no tendremos que salir a por sus líderes, sino que vendrán ellos hacia nosotros... te voy a contar lo que vamos hacer. Cuando los Garras Rojas se asienten en la ciudad, necesitamos que haya gente que arme revuelo, que destruya sus barracones... gente anónima que haga que aumente el caos entre la filas de los Garras Rojas; que acaben con sus jefes.

Entonces es cuando llamaremos a los Hijos del hielo, tenemos miles de hombres en todo el continente y podemos traerlos aquí en pocos minutos; ellos tomarán la ciudad, y reclamaremos al Caballero Blanco para que se encargue de la guardia de la ciudad, mientras que nosotros nos instalaremos en la ciudadela y gobernaremos provisionalmente la ciudad.

Cuando el rey venga a la ciudad a lomos de la vieja Agress, le ordenaré a la gran sierpe que se retire y tendremos al rey a nuestra merced para evitar que sus tropas tomen la ciudad... luego me trae sin cuidado quién gobierne la ciudad.

-Me acomoda.-Respondo al mago.- Habré de reunir un ejército o al menos un pequeño grupo para encargarnos de armar jaleo. Por otro lado... ¿Las torres de los magos intervendran? Me han dicho que nunca han mostrado sus fuerzas y pueden ser un ejército a tener en cuenta...

El pueblo nos recela demasiado para intervenir desde un principio, por eso la idea es intervenir cuando la situación sea caótica, cuando el pueblo esté harto del rey, de modo que vea a los magos como salvadores y no como usurpadores. - Aclara el mago, después de entender que no habías acabado de entender que los Hijos del hielo eran las tropas de las que disponían los magos.

-¿Y no deberiamos buscar un soberano apropiado durante la revuelta?-Pregunto con cautela.-No seria el primer reino donde un grupo de magos impone una tirania...