Partida Rol por web

La noche se volvió confusa cuando el vino comenzó a fluir por las gargantas de las dos mujeres, en un principio Eralissa no hubiera querido beber, pero a fin de evitar que Ammaranza bebiera más de la cuenta, decidió compartir con ella la botella.

El despertar fue confuso, en el suelo de la habitación había tres botellas de vino, una a medio beber pero las otras dos vacías, y de las cuales no quedaba ni una sola gota. Lo último que recordabais de esa noche es estar hablando de los guerreros del reino de Eralissa, con Ammaranza más interesada en los asuntos carnales que en los asuntos marciales. Despertasteis en la cama de Ammaranza, ambas ligeras de ropa, con la cabeza de Ammaranza apoyada sobre el hombro y pecho de Eralissa... Las sábanas estaban algo humedecidas por el sudor.

Abre los ojos despacio, y el dolor de cabeza aparece casi de inmediato. Vuelve a cerrar los ojos como si de esa forma fuese a desaparecer, pero enseguida los abre de nuevo al comprobar que no es así. Levanta un poco la cabeza y echa un vistazo a su alrededor. Ammaranza duerme a su lado, usando su pecho como almohada. Intenta recordar algo de lo sucedido unas horas antes, pero su memoria frena de golpe en el momento en que entraron a la habitación. Es la primera vez que le pasa algo así, por lo que se queda totalmente paralizada sin saber como actuar. Ni su padre ni sus maestros le prepararon para algo así. Sin duda, su dios necesitará más oraciones de lo habitual.

- Ammaranza - dice casi susurrando mientras da unas suaves palmaditas en su hombro - Despierta, por favor

La semielfa se removió ligeramente. Sus piernas desnudas se estiraron sobre la cama, esbeltas y fuertes, mucho más que sus brazos o el resto de su cuerpo. Este era ahora más visible, pues sólo lo cubría la camisa que había lucido la noche anterior, con el cordaje de su pecho entreabierto, aunque tampoco es que hubiera demasiado que ocultar allí, destacando mucho más los medallones que esa parte de su anatomía.

Movió su mano derecha buscando la cara de la persona que le hablaba, para ponerle un dedo en sus labios, en un gesto de que guardara silencio.

Shhhh, calla Kairellan, todavía es muy temprano dijo perezosamente, mientras la misma mano bajó de manera involuntaria hasta posarse directamente en el pecho izquierdo de la chica déjame un ratito más pidió como una niña pequeña mientras movía la cabeza readaptando su postura al ligero movimiento de la guerrera.

Parecía claro que para despertarla iba a hacer falta algo más que unos golpecitos en el hombro, y es que su respiración había vuelto a ser rítmica y profunda, como si la breve interrupción apenas hubiera importunado su sueño.

La puerta del burdel se abrió con tal estruendo que la escuchasteis como si fuera la de vuestra propia habitación. No se había abierto de la manera habitual, pues aquel que entraba no esperaba que le abrieran por las buenas. Se escucharon los gritos del dueño del lugar que pronto se convirtieron en los gorgoteos ahogados de un hombre moribundo.

- Registrad las habitaciones y arrasad con todo lo que veáis, matad a los defensores de la ciudad, matad a las putas... matadlos a todos.

Pasos acorazados subían a la carrera a la segunda planta, seguidos por gritos de miedo e ira.

Ni siquiera responde a las palabras de Ammaranza. Sigue dormida, y no se atreve a sacarla del que parece un agradable sueño. Respira hondo un par de veces y sonríe amargamente. Por una vez ha decidido dejarse llevar, y olvidarse de sus habituales obligaciones. Cierra los ojos y comienza a pensar en todo lo que ha vivido desde que salió del monasterio en el que creció, pero los recuerdos terminan pronto. Un estruendo en la sala común le hace abrir los ojos de par en par, y salta de la cama sin preocuparse demasiado por la semielfa.

- Ammaranza, despierta! - No llega a gritar, pero se asegura de que su compañera puede oírle - Vienen por nosotras

Busca la espada y el escudo con la mirada y se coloca en posición defensiva, esperando la llegada de los que han irrumpido en el burdel. Mientras lo hace, cierra los ojos y susurra una plegaria a su dios.

El brusco movimiento de Eralissa la hace girar de medio lado sobre la cama, soltado un reniego ante lo inesperado, abriendo los ojos con expresión de odio sobre quien se ha atrevido a despertarla de aquella manera. Observa a la guerrera, y escucha sus palabras, parpadeando confundida un par de veces. Le dolía la cabeza a horrores, y el simple hecho de incorporarse le pareció un horrible sufrimiento.

Pero parece que la búsqueda de la espada por parte de Eralissa la hace reaccionar por fin.

No hay nada mejor que alguien quiera matarte para eliminar la reseca.

No, no, no podemos luchar, estamos en el tercer piso, tenemos tiempo señaló el amplio ventanal que daba a la calle ábrelo, y confía en mí, puedo hacernos invisibles a las dos, esto es una ratonera, perderemos cualquier lucha estaba cansada, y simplemente por agotamiento, si eran varios, vencerían.

Se levantó de golpe y recogió sus cosas a toda prisa, ni siquiera se paró a vestirse, por suerte lo tenía todo en un par de bultos.

Coge todas tus cosas le dijo mientras ya preparaba el hechizo, primero haría invisible a la guerrera, y luego a ella no ataques ni hagas nada o te volverás visible de nuevo le advirtió antes de tirar el conjuro.

Sin perder de vista la puerta de la habitación, piensa en las palabras de Ammaranza. No le enseñaron a considerar la huida como una opción, excepto en casos excepcionales. Sin duda, este era uno de ellos. Gira la cabeza y observa como la semielfa recoge sus cosas con rapidez y se prepara para llevar a cabo el improvisado plan. Posiblemente, era la mejor opción. Muertas no servirían de nada.

- Está bien, hagámoslo

Abandona por fin su posición y corre a recoger sus pertenencias. Afortunadamente, su austera forma de vida no le permite acarrear demasiadas, por lo que no es complicado. Cuando ya está lista, asiente a su compañera esperando a que ejecute el hechizo de invisibilidad. Sólo le queda rezar. Hasta ese momento, siempre le ha funcionado.

Los pasos se oyen más cerca, subiendo las escaleras hacia la tercera planta, unos pasos pesados parecían dirigirse a vuestra puerta, pero acabaron en la puerta de al lado. No sabíais quién había en la habitación de al lado, pues otras noches habías estado vacía, sin embargo ahora se escuchaba el chocar de las espadas.

Vuestros cuerpos se volvieron transparentes y no había más de vosotras que una tenue silueta emborronada que alteraba el fondo al moveros.

Más hombres subían las escaleras hacia la tercera planta, tal vez para ayudar al de la habitación de al lado, tal vez para registrar las demás habitaciones.

Esperemos sin movernos, si ven como la puerta se abre sola o chocamos con alguno de casualidad, nos descubrirán.

Ammaranza no era una experta en estas situaciones, sólo estaba intentando adoptar una actitud conservadora, el menor riesgo posible. Si alguien entraba en la habitación y veía la cama desecha y la ventana abierta, probablemente pensaría que se han largado por la ventana. Además, no sabía el número de asaltantes.

Estaba muerta de miedo, pero intentaba que su voz sonara firme, que Eralissa no se diera cuenta de lo aterrorizaba que estaba una vez más.

Si abrían la puerta y al marcharse la dejaran abierta, tal vez se arriesgara a echar un vistazo, pero de momento era, según el criterio de la semielfa, que la puerta siguiera cerrada por dentro.

La puerta se abrió con un sobresalto, como ya esperabais, alguien destrozó la cerradura con una patada y al otro lado apareció un soldado de roja coraza con un grabado en la armadura de una enorme garra de reptil, echó un vistazo a la habitación y se giró para anunciar su descubrimiento - La habitación está vacía y la ventana abierta. Han huido.

El soldado bajó escaleras abajo a unirse con sus compañeros que seguían en la segunda planta, lo que os dio la oportunidad de ver un cuerpo tirado en el suelo del pasillo, el cuerpo de alguien al que ya conocíais, el cuerpo de Riso.

La habitación donde creíais que había dormido Leonardo estaba abierta y en silencio.

Hace lo que Ammaranza le indica y se mantiene quieta y en silencio mientras esperan a que alguien irrumpa en la habitación. La espera no es demasiado larga, y enseguida comprueban quien se está dedicando a masacrar a la gente del burdel. A juzgar por la armadura que portan, parecen garras rojas. Instintivamente se gira buscando a Ammaranza con la mirada, pero sólo ve la cama de la que acaban de levantarse precipitadamente. Contiene la respiración y espera unos minutos hasta que se asegura de que no queda nadie en su planta.

- Voy a echar un vistazo - susurra sin saber muy bien hacia donde dirigir sus palabras - Quédate aquí

Ni siquiera sabe si la semielfa habrá podido escucharla. De hecho, podría incluso haber salido por la ventana sin que se enterara. Aún así, comienza a caminar despacio hacia la puerta de la habitación, y se asoma al pasillo buscando más soldados.

Ammaranza tragó saliva, le parecía haber hecho una barbaridad de ruido, pero era evidente que no, o el soldado se habría percatado.

Otra vez esos hijos de puta de las Garras Rojas

No les había hecho nada y no paraba de encontrárselos, y siempre intentando matarla, al final iban a tener que caerles mal, o por lo menos joderles de alguna manera para que por lo menos tuvieran un motivo real para no dejarla en paz, por mucho que fuera de manera fortuita.

Ten cuidado, te seguiré, no quiero quedarme aquí sola.

La llamó antes de pusiera un pie mucho más allá de la puerta de la habitación.

Recuerda que si atacas a alguien te volverás visible, tenemos que ser precavidas.

Ojalá no fuera así, pero ahora lo más probable es que dejaran el lugar en paz, pues se suponía que lo tenían bajo control, o por lo menos, poca vigilancia. Bajó la cabeza al ver a Riso, no podía llamarlo amigo, pero desde luego no era forma de morir.

Creo que disponemos de tiempo suficiente para salir del edificio e intentar escapar antes de que nos pillen.

Ammaranza no se planteaba otra cosa que no fuera salir de allí lo más rápido posible, aquel reino estaba resultado más violento de lo esperado.

Quizás Leonardo haya conseguido escapar.

La semielfa se movió hacia la ventana para echar un vistazo al exterior ahora que todavía era invisible, había que sopesar las opciones de huída alternativas.

Camináis en silencio, lo más en silencio que le deja a Eralissa moverse con una armadura completa, por el pasillo, viendo lo que hay en las habitaciones, viendo que en la habitación de Leonardo estaban sus armas y su armadura, así como unos pantalones y un jubón manchados de sangre seca, pero no había ni rastro de él.

Echasteis un vistazo por la barandilla, viendo que había unos cuantos Garras Rojas entre medias de vuestro camino y la salida, así como dos hombres guardando la entrada por dentro, por lo que era poco probable salir por ahí sin luchar.

De repente se escuchó un sonido como de agua moviéndose seguido por unos pies descalzos, mojados, corriendo por el suelo de baldosas que pronto se convirtió en tarima. Pronto visteis cómo Leonardo, completamente desnudo, y exhibiendo unas perfectas piruetas corría a través de los Garras Rojas, evitando los ataques de éstos, y sembrando el caos entre sus filas.

Llegó a la carrera a las escaleras y subió corriendo hasta su habitación mientras tras de sí iba dejando un rastro de agua y una estela de desnudez. Entró a su habitación pasando a escasos cinco pies de Ammaranza, diez de Eralissa. Una vez allí, se puso unos pantalones manchados de sangre que había dejado sobre la cama, cogió sus armas y su mochila y abrió la ventana.

Observa en silencio los movimientos de Leonardo, sin mover un sólo músculo. Parece que el guerrero es mucho más hábil de lo que esperaba, y ha conseguido salir con vida. El problema es que posiblemente su huida atraerá de nuevo a los garras rojas, y si es cierto que el hechizo de Ammaranza está a punto de terminarse, esta vez les tocará luchar.

- Vámonos antes de que vuelvan - comenta en un susurro, esperando que su compañera pueda escucharla - Podemos salir por la ventana? - Acto seguido, se acerca a la misma y echa un vistazo al exterior. No sabe donde está la semielfa en ese momento, pero tal vez se había fijado en si era posible saltar cuando la había abierto. - Esto no puede estar pasando

Leonardo, sin pensárselo dos veces, y al ver que ya no queda nadie por el que tuviera necesidad de pelear dentro del burdel, saltó sin miedo abrazando su destino - Que os den, hijos de puta - Gritó cuando puso el pie en la repisa de la ventana y saltó. Su caída fue vertiginosa, sin embargo al tocar al suelo se revolvió de manera que giró sobre su cuerpo sin hacerse ningún daño.

Los Garras Rojas se acercaban hacia vosotros con furia, tras Leonardo, pero al verle saltar pararon en seco, sin acercarse más y corrieron en masa hacia la puerta, vaciándose el burdel tan rápidamente como Leonardo se había ido.

El guerrero había echado a correr por el camino que va hacia Nightshade, por el mismo camino por el que se iba a la posada, seguido por nueve hombres acorazados.

Ammaranza observó con los ojos platos la ariosa salida de Leonardo entre los guardias. Cuando se recuperó de la sorpresa se le escapó una sonrisa, sabía que aquel hombre no se dejaría atrapar así como así.

Espera

Susurró a Eralissa, sujetándola del brazo tras un primer intento fallido, pues se había orientado por su voz y siempre se había mantenido bastante cerca.

Si suben nosotras bajamos

Ni siquiera se habían puesto las botas, así que sus pasos, ya de por si sigilosos, ahora mismo apenas debían escucharse, sobre todo con el estruendo de las armaduras de los Garras Rojas, si una cosa Él le había enseñado era a ser paciente en estas situaciones, un poco de calma evitaba la gran mayoría de las confrontaciones.

Vamos cerca de la escalera, pero sin interponermos en medio.

No quería soltar a la otra chica hasta asegurarse de que la siguiera, y eso que acababa de recordar que Él siempre le decía que uno sólo era mucho más difícil de detectar que dos.