Partida Rol por web

El camino se le había hecho largo, pero comenzaba a dar sus frutos, y en la lejanía, contempló cómo se alzaban las murallas de Nightshade, la primera ciudad del reino de Aam. Tras dejar a su maestro y comenzar su viaje en solitario hacia tierras desconocidas y retomar su viaje para conocer leyendas e historias de otros lugares en su tarea de viajera. Ammaranza tomó el paso de las montañas, que aunque peligroso y frío era el único posible para llegar a Nightsade, y con sigilo y destreza, consiguió esquivar las patrullas de gnolls que había en los bosques, evitando con soltura cualquier altercado, y enfrentándose solo cuando era imprescindible.

Aquella mañana se había levantado cansada y un sudor muy frío le envolvía, había soñado con la última noche en la que vio a su maestro, y la discusión que tuvieron, un pensamiento que le rondó la cabeza durante toda la mañana, y que le enfurecía y entristecía a la vez. Su distracción hizo que no se diera cuenta de que en la lejanía se veía la enorme Torre del Archimago, donde se suponía que residía el propio Gandalf Vintur, toda una leyenda viviente y conocido como el Inmortal.

Los días previos le habían hecho olvidar toda riqueza y comodidad, advirtiendo que fuera de si misma había otro mundo desconocido, fuera de su reino. Sus pasos ahora pisaban las últimas nieves del invierno, ya bien entrado el mes de abril, lo que no era de extrañar en las proximidades de Nightshade, situada en la umbría del Cerro del Lobo, del cual también se contaban muchas historias.

Ammaranza no se percató que un grupo de maleantes comenzaban a rondarle, y que llevaban siguiendo su rastro unos días, hasta que esa mañana le alcanzaron y rodearon. Primero, un grandtrasgo le cortó el paso, blandiendo una espada bastarda, y siete gnolls le rodearon. A pesar de su experiencia, sabía que no podría derrotarlos a todos ella sola, y el temor le sobrecogió, sin embargo, desenvainó su estoque y se dispuso a morir matando.

Primero atacó uno de los gnolls, por la espalda, a traición, pero el agudo oído de la semielfa hizo que con una media pirueta le esquivara y ensartara al gnoll con su estoque, primero en el cuello y atravesando su cabeza, un golpe preciso y mortal. Otro gnoll le agarró con fuerza, ayudado por un compañero, e inmovilizando a Ammaranza, mientras que el capitán de la partida, el grandtrasgo, se acercaba a ella, babeando.

Pero la suerte, aunque no lo pareciera, estaba esa mañana con la aventurera. Cascos de caballos se escuchaban a lo lejos, y desde las cercanas murallas, dos guardias descargaron dos virotes que mataron a sendos Gnolls, a la par que una jabalina, procedente de un sitio por entre los árboles, atravesó la cabeza del grandtrasgo, quedando este a los pies de Ammaranza. Otros dos virotes llegaron al lugar, uno hirió en la pierna al gnoll que sujetaba a la semielfa, mientras que el otro se perdió entre los árboles, sin embargo la presa aún era férrea por parte del gnoll restante.

Los cascos del caballo se escucharon más de cerca, y un caballero acorazado surgió, cabalgando sobre un castrado marrón de guerra. En la carga se llevó por delante a un gnoll, y se bajó del caballo, sediento de sangre. Los gnolls que no tenían sujetada a Ammaranza le atacaron con hachas de batalla. Uno de los ataques impactó al caballero en el brazo, causándole una herida superficial, mientras que el resto fueron desviados por el escudo y la armadura del guerrero.

Con tres cortes rápidos y precisos, se quitó de encima a dos gnolls, mientras que el que sujetaba a Ammaranza huyó despavorido hacia los árboles, dejando los cadáveres de sus compañeros tiñendo de rojo la nieve.

Un tipo corpulento y acorazado, toda una máquina perfecta, preparada para la guerra. Se trata de un guerrero imponente, de una altura colosal, que supera los seis pies, acorazado y pertrechado para el combate con una armadura completa de gran calidad, cortesía de la orden de los insignes caballeros Rantanos. La armadura consta de una coraza de acero, tintada de dorado pálido y gravada con la cruz Rantana en el pecho, guanteletes de gran calidad, unas grebas del mejor acero enano y un yelmo que proporciona al guerrero, un aspecto terrible. Sobre la armadura, porta un chaleco de tela blanca, con la cruz negra Rantana sobre el pecho. A su espalda, un escudo de pesado acero, que le convierte en una verdadera fortaleza humana.

Las partes desprotegidas en los brazos sacan a la luz unos enormes brazos marcados por los músculos, entre los cuales quedan atrapados los rayos del sol, fruto del entrenamiento intensivo de los guerreros de élite de la guardia de Corps. Su brazo izquierdo tenía una herida causada por el hacha de batalla de un Gnoll, sin embargo la herida no parecía importarle.

El caballero se acercó a Ammaranza con pasos rápidos a pesar de lo pesado de su armadura, y se plantó frente a ella. - ¿Estáis bien? - La voz metálica salía del yelmo del caballero, una voz grave - No parecéis herida.

Respiración entrecortada, pequeña nubes de vapor con cada jadeo, temblando de manera notable, el frío y el miedo haciendo estragos en el porte de la pequeña semielfa, remarcado aún más este adjetivo frente al caballero que acababa de salvarle la vida. El estoque aún en su mano izquierda, rastros de sangre ligeramente coagulada por la temperatura en su rostro y en su capa, que colgaba de manera irregular, desencajada de su hombro derecho por el brusco movimiento y la posterior presa a la que había sido sometida.

Gracias a vos  su voz, suave, apenas un susurro en un intento de recuperar la compostura idiota, a punto de ser jodida sin ni siquiera haber llegado a una ciudad en Aan sonrió ligeramente, reafirmando sus palabras de agradecimiento, dirigiendo sus brillantes ojos marrones a la herida que había sufrido su salvador, y señalándola con el dedo de la mano libre, pero sin decir ni una palabra, el gesto dejó al descubierto una buena parte de los adornados ribetes de una armadura de cuero que parece recíén sacada de la tienda.

No está nada mal, les ha dado una paliza apenas sin despeinarse se permitió la licencia de echar un vistazo a su alrededor, e hizo memoria sobre lo que sabía del símbolo que portaba en el pecho aquel hombre, se había informado un poco sobre la ciudad a la que venía, y pudo reconocerlo.

Un Rantano haciendo honor a su fama

Al limpiarse con el antebrazo de su mano armada una gota de sangre que se deslizaba por su mejilla, se percató de que aún tenia el estoque en la misma, y lo envainó, mientras intentaba descubrir algún rasgo tras el yelmo no me di cuenta de que me seguían dijo con un tono que sonó a disculpa avergonzada.

Ante la curiosidad de la semielfa que señalaba la herida de su hombro, este hizo un gesto de despreocupación, tratando de tranquilizar a la dama. Se dio cuenta que Ammaranza trataba de vislumbrar curiosa los rasgos del caballero tras el yelmo, que a penas dejaba entrar la luz e hizo el gesto de levantar las manos y retirar su pesado yelmo, revelando un rostro curtido y maduro, serio, bajo un pelo corto y peinado militar.

Soy Artas, Caballero de la orden de los caballeros Rantanos, y capitán de la guardia de la ciudad. Patrullaba la frontera en busca de gnolls, pues se han convertido en una verdadera lacra estos días. - Se trataba de un guerrero paladín experimentado, prototipo y ejemplo para los caballeros más jóvenes. - Subid, Brego os llevará hasta la ciudad. -  Señalando hacia su caballo - Esos de allí, dijo señalando a los arqueros que se veían en la lejanía, son Geralt y Dartos, son hermanos gemelos, su puntería es precisa y mortal, incluso a esta distancia, no me extrañaría que ahora estuvieran discutiendo sobre la flecha que ha herrado el tiro - dice señalando la flecha clavada en el suelo.

Es un honor conocerle inclinó la cabeza hacia delante en señal de respeto, deteniéndose unos instantes en grabar en su memoria aquellos rasgos nada menos que el capitán soy Ammaranza Ir-Irym, de la Casa Farania de Ganariel musitó con voz queda, aún seguía teniendo frío, y aunque el miedo había pasado, no la inquietud.

Necesito un descanso, es sólo eso, me duelen las piernas y los brazos, sólo ha sido un mal día, si, pero visto lo visto, un mal día en el camino es más que suficiente para que te maten, rápido si tienes suerte

Ese pensamiento la hizo estremecerse de nuevo, no quería que aquel caballero lo notara aún más, así que aprovechó para abrir la capa y descolgar de su cuello una bolsa de tamaño medio que cruzaba su cuerpo de izquierda a derecha, de la misma pendía también un pequeño estuche de recia madera donde guardaba su instrumento. Dejó ambas en el suelo.

Se esforzó en sonreír a Artas de nuevo al mirar la flecha clavada en el suelo, y le hizo un gesto con la mano de que esperase un instante. Se giró hacia la posición de los gemelos y agitó la mano izquierda varias veces en al aire para asegurarse de que la vieran, y luego realizó hacia ellos una reverencia para mostrarle su agradecimiento. Sin perder la sonrisa, ahora sí que empezaba a calmarse de verdad, se subió al caballo con soltura tras agarrar sus bultos gracias de nuevo, es la primera vez que visitó Nightshade.

El protocolo me obliga a acompañarte a pie mientras vas en mi caballo, pero veo que tenéis frío - Dijo mientras ayudaba a Ammaranza a subir al caballo. - Te recibirán los gemelos, espérame allí.

El caballero se aproximó a la cabeza del caballo y le susurró unas palabras inaudibles, luego alzó la mirada hacia la nueva amazona del caballo, hacer una nueva reverencia y pasar a los cuartos traseros del caballo, para dar una manotada en los cuartos traseros del castrado y verlo partir.

Arre! Brego

El caballo comenzó una rápida cabalgada hacia las murallas, que parecían venirse encima de la pareja, amazona y caballo, que en unos instantes se plantó en las puertas, que se abrían lentamente. El caballo cabalgaba rápido y ligero, amaestrado para sujetar al jinete, prácticamente no movía la silla, haciendo más fácil la tarea del jinete.

Volvió a dar las gracias una vez más a Artas antes de que esté la enviase con viento fresco, literalmente además, muy educadamente por supuesto, como manda el protocolo. No le importó, todo lo contrario, se echó la capucha y disfrutó del breve pero intenso trayecto que la separaba de su destino.

Es una verdadera fortaleza, oscura y fría, nada que ver con Ganariel, pero tiene algo que no sé definir, y se supone que debería poder hacerlo

Al llegar tenía el rostro helado, lentamente detuvo a Brego, aunque él ya se paraba por iniciativa propia, acariciando el musculoso cuello del animal esperó pacientemente a que las enormes y sólidas puertas se abrieran, lanzando alguna que otra mirada a su alrededor, pero centrándose sobre todo ahora en recuperar el calor mientras se frotaba las manos, cuyos ligeros guantes no cumplían con la misión de resguardarla del frío.

En cuanto las puertas se abrieron, se adentró despacio en la ciudad, esperando a los gemelos, tal y como había indicado el Rantano.

Un tipo de pelo largo aparece cuando se abren las puertas, uno de los arqueros que habías podido vislumbrar desde el combate, y supusiste que era uno de los gemelos de los que hablaba Artas.

Buenos días pequeña princesita, por favor, pasad hacia los barracones, allí entraréis en calor... Por cierto, yo soy Dartos - Aquel hombre agarró a Brego por el correaje y le acarició por encima de las fauces, mientras con la otra mano le ofreció un matojo de Heno.

Dartos no parecía un caballero Rantano, no había insignia ni armadura de metal en su cuerpo, sin más bien tenía más pinta de aventurero mercenario. Su arco era de unas dimensiones desorbitadas, incluso dirías que es más grande que tú, pero habías visto arcos como ese antes, era un gran arco, de procedencia elfa, de muy buena manufactura.

El humano se movió hacia el flanco izquierdo de brego y tendió la mano a Ammaranza, ofreciéndose a ayudarle a bajar del enorme caballo de guerra.

Aceptó la mano que le tendían, descendiendo del caballo y cuando estuvo de nuevo con los pies en el suelo se ajustó la capa y retiró la capucha que cubría su rostro, dejando al descubierto un, ahora mismo un poco enmarañado, cabello de color castaño oscuro y una oreja derecha que delataba parte de su sangre.

Es un placer conocerte un leve movimiento de cabeza, asintiendo soy Ammaranza Ir-Irym, de la Casa Farania de Ganariel su voz era ya más firme, suave y agradable y dio un par de pasos hacia los barracones, siguiendo la indicación que había realizado aquel hombre, pero se detuvo apenas había comenzado a andar gracias por haberme ayudado antes se lo dijo seria, realmente le debía el seguir con vida, pareció que iba a marcharse una vez más, pero se arrepintió

Por cierto… su boca se fue ensanchando poco a poco, como si hubiera estado conteniéndose, hasta formar una irónica sonrisa ¿Pequeña princesita? Clavó sus brillantes ojos en Dartos, risueños tendré que hacer memoria para ver si recuerdo que me hayan llamado algo peor negó con la cabeza, divertida mientras descargaba del caballo su ligero equipaje sólo soy una viajera que ha tenido la suerte de llegar a un destino señaló una puerta más adelante ¿Por allí?  Esperaba no haberle ofendido, pero es que desde luego ser llamada así no dejaba de tener su gracia.

Ruego me disculpe, su majestad, la reina de los Trols - dice haciendo una graciosa reverencia y esbozando una sonrisa - Le confundí con una hermosa jovencita... Supongo que su destino es Nightshade, aún le queda una buena hora de camino hasta allí, si bien allí no hay enemigo acechando. Se encuentra en el barracón de la Insigne orden de los caballero Rantanos, temporalente tomada por los gemelos Tornarroca, en misión de colaboración con el gran Capitán Artas.

Adentro hay fuego, comida y cerveza, déjeme invitarle a un trago de rica cerveza, a la salud de los caballeros Rantanos, a quienes realmente pertenece, y que a pesar de parecer muy hombres, han jurado voto de castidad y le verán antes como un posible almuerzo que como compañera de cama.

Una puerta a la izquierda se abrió y salió otro tipo, parecido al anterior, aunque no dirías que son gemelos. El hombre era igual de alto de Dartos, pero más corpulento, y que al contrario que éste, no cargaba con un arco, sino con una pesada y exótica ballesta de repetición. 

Disculpad a mi hermano, está acostumbrado a tratar con campesinas que empapan sus faldas solo con soltarle un "princesa" o un "preciosa". - El hombre detuvo la mirada en tu atuendo y en la forma que hacía el arpa en vuestra mochila - No me alejo mucho de la verdad si digo que os dedicáis a la música ¿Verdad?.

Ammaranza sonreía a pesar del frío y del cansancio, lo hacia con sinceridad, algo que le había costado mucho mientras estaba en la casa, todo lo contrario que le sucedió cuando se adaptó a la dura vida de Mytacia.

Lo único que de momento su hermano va a conseguir empaparme es el gaznate, me acaba de invitar a una cerveza, no sabe lo que hace dijo al recién llegado dejando escapar una breve carcajada. No pudo evitar fijarse en el arma que portaba, nunca había visto una ballesta así, pero sus palabras interrumpieron su observación Ammaranza Ir-Irym, de la Casa Farania de Ganariel y, desvió la mirada hacia Dartos recién coronada como reina de los trolls hizo una reverencia rápida y graciosa, bastante parecida a la que correspondería a una autentica reina y si levantó el estuche de su instrumento con la mano izquierda quizás el resto de bardos no os den las gracias por haberme salvado arqueó las cejas de forma traviesa aunque yo desde luego me alegro de que lo hayáis hecho.

Su estómago empezó a quejarse, y la mención de una hora más de camino le daba la razón, necesitaba comer algo y descansar, y la compañia le resultaba agradable ¿os importa si entramos? El clima de este lugar le iba a resultar un problema  no sois gemelos era una afirmación más que una pregunta y por cierto, el tiro errado era una flecha se encogió de hombros y echó a andar en dirección a la puerta que daba al interior del barracón.

Adentro pues. - El gemelo se hizo a un lado y abrió el paso permitiendo que pasaras - Antes de que se enfríe la comida, el Artas es un gran cocinero, además de un prodigioso guerrero, no hay que permitir que la buena comida se desperdicie y enfríe y...  Dice echando un vistazo hacia dentro - Tenéis suerte porque hoy hizo comida para ocho, pero no se acordó que hoy al mediodía pasaban revista a los guerrero de la orden y que no comerían aquí, sino que llegarían una hora más tarde al puesto de guardia, de modo que solo estaríamos tres en éste barracon. Considerate una privilegiada.

Echó un vistazo fuera para ver la distancia a la que estaba Artas de las puertas. - Parece que ya llega... espera, una muchacha se le acerca corriendo... Alta y bonita, con armadura completa, escudo de acero y espada larga ¿Te suena?

Ya la veremos, cuando llegue, venga, a dentro, no quiero que se enfríen los dedos de Ammaranza, no estaría mal que nos tocara alguna melodía, después de comer - dice mirándote con una sonrisa en los labios, que se reflejaba en los ojos - A dentro.

Entrasteis a la primera planta de los barracones, donde se encontraban un par de mesas de gran tamaño, y tres mesas algo más pequeñas, alumbradas por el fuego que en la chimenea, calentaba toda la sala. Había dos ventanas, una orientadas hacia Nightshade. Una gran olla se calentaba a fuego lento en la chimenea y desprendía un olor embriagador a pollo y especias. En uno de los lados de la sala se encuentran dispuestos cuatro barriles con cerveza, uno de ellos lleno hasta la mitad.

Geralt cogió tres jarras y se aproximó hasta el barril abierto, e introdujo una a una, las tres, para sacarlas rebosantes y con una cuarta parte de espuma.

Salud - Dijo el hombre, tras repartir las jarras, una a Ammaranza y otra a su hermano Dartos. - Esperemos a que llegue Artas, para comer.

Dime, Ammaranza, - Dió un buen trago a la jarra -  ¿Qué te trae por este rincón, dejado de la mano de los dioses y helado casi todo el año?

Tenía frío, así que no prestó demasiada atención a la posible llegada de Artas, el capitán cocinero, este pensamiento estaba lejos de ser una burla, más bien todo lo contrario, pues seguramente muchos hombres con su rango hubieran considerado indigno realizar la tarea de cocinar para la tropa, añadió una nota más a la opinión que de momento tenía del Rantano.

Como respuesta al comentario sobre lo de tocar después correspondió con una sonrisa que no implicaba nada, no había tocado desde que salió de Mytacias, lo había intentado, pero no encontraba las fuerzas para hacerlo.

Echó un vistazo rápido a la sala, austera decoración y pocas salidas, aún así le resultó acogedor, quizás por el olor y el calor que había en la estancia. Dejó sus pertenencias sobre uno de los bancos de la mesa donde se había sentado Geralt y cogió la jarra que le tendía. Brindó junto con los hermanos y el tibio líquido alivió su helada garganta. Distraídamente se acercó a la ventana más próxima, sin dejar de mirar a sus interlocutores.

Trabajo respondió, tras unos instantes en los que parecía que no iba a añadir nada volvió a despegar sus labios Ganariel se ha aburrido de escuchar siempre lo mismo, y ¿Qué mejor lugar que un rincón dejado de la mano de los dioses totalmente diferente para buscar nuevas fuentes de inspiración? Abandonó la ventana para buscar un poco más de cercanía al fuego aunque si llego a saber que hace tanto frío lo mismo hubiera emprendido el camino en la dirección opuesta. En ese momento lo pensaba totalmente en serio.

Teníais razón Ammaranza, no somos gemelos, ni siquiera somos hermanos,  pero la idea de contratar a los gemelos Tornarroca llama la atención a los nobles, para ser un buen aventurero hay que saber venderse... y siendo viejos amigos del capitán, en ésta ciudad nos tienen como una leyenda. - Dijo Dartos, como si estuviera contando un secreto.

Pronto el frío pasará, aunque ahí fuera no lo parezca, pronto llegará el deshielo, y Nightshade brillará como cada primavera. Si hubierais venido en invierno, los pasos de montaña estarían cerrados, y quizá la nieve os cubriera hasta las rodillas. Aquí es muy crudo el invierno y dura hasta bien entrada la primavera.