Partida Rol por web

Mientras Amilcar habla, sigo mirando por los alrededores para evitar posibles sorpresas desagradables.

¿Será posible que un arma dedicada la bien haya podido ser corrompida, al igual que todo el templo en el que estuvimos? podría ser, al fin y al cabo algunos sacerdotes fueron corrompidos en ese fatídico día, aunque esa capacidad de comunicación no es algo normal entre las armas

El kénder mira a Amílcar con suspicacia, pero finalmente responde, bajando la voz:

Id al Barrio Triste. Incluso mantendré a los caballeros alejados para vosotros, dice sombríamente.

Pero no os quedéis demasiado. Estamos bien como estamos y no necesitamos que gente como vosotros agite las aguas.

Sin esperar una respuesta, da la vuelta y se marcha, dejando ver un alfanjón serrado que lleva en la espalda.

El minotauro de más de dos metros de altura encoge los hombros y ladea la cabeza coronada por enormes hastas. Al moverse hace rechinar las placas de la armadura al rozar con las enromes púas mágicas que recubren la metálica superficie como un erizo gigante.

Aunque vengan caballeros nos podemos mezclar con el gentío, entre este alboroto será muy fácil pasar inadvertidos. Tampoco somos de los que vamos por ahí llamando la atención.

Dice mientras desembarca su equipo y acomoda en su espalda el enorme hacha de batalla que lleva para abrir puertas.

Justo cuando se marcha el kénder, se os acerca una figura que os había pasado desapercibida desde detrás de unas mercancías: una mujer de pelo castaño, musculada y vestida con un cota de bandas. Se detiene junto a Kolthar y, sacando un símbolo religioso (de Kiri-Jolith), explica:

Buenas tardes, se presenta  mi nombre es Niguel, y he recorrido un largo camino para encontraros, se que estaréis cansados del viaje, pero me gustaría que hablásemos en un lugar más discreto, ya que creo que compartimos intereses comunes...

Oculta el símbolo y mira nerviosa esperando una respuesta.

Kolthar mira a sus compañeros y luego a la mujer con cara de pocos amigos.

No se quién eres, pero sólo los clérigos de Kiri-Jolith llevan ese símbolo y ...

Los ojos del minotauro se ensanchan con expresión de sorpresa.

Un momento, tu eres una clérigo de Kiri-Jolith, ¿no? pues perdona la confusión, pero es que no hay muchos y claro, no estoy acostumbrado... ¿y dices de ir a un sitio más discreto? puees como queráis, pero precisamente estaba diciendo que no hay que preocuparse, al fin y al cabo no llamamos tanto la atención.

Al oir a la mujer, dejo de mirar a los alrededores para fijar la vista sobre ella. De un rápido vistazo miro su vestimenta, su equipación y sus gestos.

Poniendo una mano a la altura de la mitad de la espalda del enorme minotauro ¿Y qué hace una clérigo de Kiri Jolith en una ciudad tomada por los ejércitos negros? es más, ¿quién os ha hablado de nosotros y en qué términos? al decir esto, miro a mi alrededor, en busca de posibles patrullas Te daremos una oportunidad de que te expliques digo cruzándome de brazos.

A pesar de su acérrima manía hacia los dioses en general, Amílcar reconoce en aquella mujer a un más que posible aliado. El nómada de las llanuras decide probar suerte llevándose dos dedos a la ingle y escupiendo hacia un lado para luego acercarse a la supuesta sacerdotisa.

-Mi nombre es Amílcar, de la tribu Qué-Teh--se presenta orgulloso el arquero con una agradable sonrisa--y lo que Kolthar quería decir es que no hay problema en que hablemos lo que haga falta. Aún así, por la algarabía reinante, parece que éste no es el lugar ni el momento adecuado.

-¿Conoces por dónde queda el Barrio Triste? Una vez allí quizás podamos presentarnos como es debido.

La joven sonríe ante el comentario del minotauro y añade:

Sí, hay pocos de los nuestros. Y perdona que te lleve la contraria, pero una elfa, un semiogro, un minotauro y un par de humanos sí que atraen las miradas de los extraños. De todas formas seguro que nos encontramos más a gusto tomando unas cervezas en alguna taberna tranquila. Allí podré presentarme en condiciones.