Partida Rol por web

BIENVENIDO SEAS A ÁINAR, EXTRANJERO

SI TREAS LAS MANOS Y EL CORAZÓN LIMPIOS.

CAIGA SOBRE EL MALVADO LA MANO DE ANFIÚN

El saludo del arco de piedra está escrito en letras imperiales, adornadas con las barrocas curvas y los rizos que traían de cabeza a los cinceladores y que hacía cien años se habían dejado de utilizar. A ambos lados del camino, sendos leones de dientes de sable advierten con sus fieros ojos de obsidiana de que la bienvenida no es incondicional, pues los viajeros acaban de penetrar en los dominios del dios de la guerra.

Llegar hasta Áinar os ha tomado tan sólo 6 días, pues habéis viajado a buen ritmo, espoleados por Linar, que insistía en alejarse del bosque de Corocín lo antes posible. Durante muchas leguas, la Ruta de la Seda había corrido paralela a la linde del bosque, que se había mantenido en el mismo lugar desde tiempos olvidados, sin avanzar ni retroceder un palmo. Cuando por fin perdísteis de vista el bosque de Corocín, Linar suspiró aliviado. El bosque era tan viejo como los reinos de Tramórea, y quizá más.

- A partir de ahora las jornadas serán más cortas. Así podréis entrenar más tiempo cuando nos detengamos - declaró el mago.

Estoy deseándolo - Había aprovechado un pequeño alto en el viaje para cortarme el pelo y que no me molestase a la hora de entrenar, y ya quemaban mis manos de la ilusión. -Aunque tengo ganas de hacerme con una espada de verdad... - Dije mirando al palo que llevaba atado al cinto junto con un par de cuchillos. -Y con una armadura... Parezco un vulgar bandido así. - Es cierto que quería ser una guerrera... Pero bien cierto que echaba de menos los trajes elegantes y la seda.

Azuzo el caballo y me acerco a Festus: -Oye, Festus, ¿creéis que podríais enseñarme a tirar con el arco? Tengo buen ojo, creo...

Genial. Comentó Derguín. Las jornadas de viajes habían sido duras, y hacía tiempo que no montaba a caballo durante casi toda la jornada. Eso le había provocado molestias los primeros dias, aunque esos últimos ya se había acostumbrado.

Apenas habían tenido tiempo de entrenar aún debido al viaje. Derguín no esperaba pues que lo dejaran descansar ya que,de alguna forma, debía convertirse en tahedoran rapidamente. Realmente si tenía ganas de entrenar, pero entre el viaje y la incertidumbre no estaba de demasiado buen humor.

¿en que va a consistir a partir de ahora el entrenamiento, tah Kratos?

- En mucho ejercicio físico y en luchar entre vosotros y contra mi - respondió Kratos -. No tenemos tiempo para un entrenamiento más convencional si queremos que puedas presentarte a la prueba y tener opciones de superarla. Eres bueno pero estoy seguro que te exigirán mucho más.

- Esta misma noche empezaremos con vuestro entrenamiento.

El entrenamiento de Kratos es duro. Derguín lleva peto y casco para protegerse, mientas que su mastro y Llywelyn le atacan desde diversos frentes. Kratos va indicando a Llywelyn con una orden desde donde debe atacar, y anuncia sus propios ataques de la misma manera, siendo esta la única forma que el ibtahan tiene de prepararse para saber de donde va a venir el golpe. Cuando parece que el maestro ya está cansado, de repente se acelera y olvida dar instrucciones a Llywelyn, atacando el solo a Derguín.

Derguín tarda tan solo unos instantes en comprender lo que ha ocurrido, y entra también en aceleración, pero finalmente uno de los ataques de su maestro le derriba. El muchacho cae al suelo entre convulsiones, haciendo un ruido que se diria que es como la risa de un gnomo. Un momento más tarde se desacelera, riéndose a carcajadas.

- ¡Lo siento tah Kratos! ¡Hablabas tan rápido que parecías una carraca!

- ¡Y eso que no lo has oido sin acelerar, como yo! - comenta Mikha. El muchacho se tapó la nariz y empezó a decir en falsete - ¡Bla-bla-bla-bla...!

La escena resulta tan cómica que hasta Linar se permite una ligera sonrisa.

El viaje prosigue sin incidentes. Estáis a medidados de otoño, y la Ruta de la Seda está llena de viajeros. El castillo de Dogar es la primera muestra de poder de Áinar en la Ruta, y el grupo pensaba que, cuando llegasen allí, podrían dormir bajo techo. Sin embargo, os lleváis la desagradable sorpresa de que todas las posadas están llenas, y no os queda más remedio que alojaros en un establo con un intenso aroma a estiercol que lo impregna todo, para disgusto especialmente de Mikha y Llywelyn, que son los más delicados del grupo, puesto que el resto está acostumbrado a las penurias de un duro entrenamiento militar, y a Linar no parece afectarle nada.

Tras el entrenamiento y la cena, Derguín saca un laud que ha traido consigo, y decide cantar una vieja canción ainari, en idioma de Áinar antiguo. La canción contaba como el gran Minos, el primer Tahedrán, tras vencer en todas las batallas, incluso a los Inhumanos y a su misterioso caudillo, el Rey Gris, había visto impotente como la enfermedad consumía a su esposa Asheret en cinco días. Desesperado, el emperador había desaparecido sin avisar, y se había perdido camino del este.

Al llegar a ese punto, la canción se interrumpió.

Los días pasaban, el viaje hacía Koras proseguía, no era un viaje aburrido, todo lo contrario, para Festus estaba siendo bastante entretenido, toda la ruta de la seda estaba llena de viajeros con los que hablar y entretenerse y cuando finalizaba la jornada asistia a un espectaculo único como el entrenamiento de los dos jovenes a manos del maestro Tah Kratos.

Todo trascurre con mucha normalidad que hace sentir a los miembros una incierta sensación de seguridad, lejos queda ya la huida de Festus y Kratos y las penurias sufridas hasta llegar a encontrarse con Linar y el resto.

Tras el entrenamiento nocturno Derguin, amenizo la velada con una bonita y antigua historia, Festus estaba a punto de quedarse dormido, cuando sin haberse acabada y de subito, este dejo de tocar y cantar.

Que te ocurre joven Derguín, te ha entrado el sueño y no acabas de cantar esta bella historia?

Estaba molida después de tan duro entrenamineto, y poco me apetecía más que dormir tranquilamente.

Derguín interpretó magistralmente esa pieza musical, que yo tarareaba por lo bajo, pero, llegado un momento, él se calló.  Le miré y enarqué una ceja, intentando analizar su comportamiento.

Pues un poco de sueño si que tengo. Y era cierto, el entrenamiento al que les estaba sometiendo Kratos, sobretodo a él, era duro, especialmente al principio cuando aun tenía las articulaciones oxidadas, después el trabajo se había hecho mucho más llevadero, pero no dejaba de acabar molido al final del día. Pero no es por eso por lo que he parado. Si hubieras hecho esa misma pregunta en una taberna de Ainar quizá te hubieran mirado raro, es bastante conocida precisamente por que está inacabada. Las cronicas sobre Minos Iyar terminan ahí, nada más se supo de él.

- Será mejor que descanséis. Mañana nos espera un duro día de viaje y no por ellos dejaremos de entrenar cuando paremos.

Kratos estaba acostumbrado a las penurias del camino. Incluso podía decir que este era uno de los viajes más tranquilos y cómodos después de obviar el comienzo del viaje. Tenía que reconocer que el chico era bueno y se notaba su mejora incluso con tan poco ejercicio. La chica tampoco lo hacía mal del todo. tenia su mérito haber aprendido a manejar así la espada solo observando. Ambos serían buenos maestros de la espada.

Asiento, cansada y cierro los ojos. -Y pensar que hace unos días yo estaba recogiendo manzanas, haciendo pasteles y leyendo libros... Cierto es que no puedo con mis huesos, pero... esto es lo que quiero. - Oye, Derguín. Tengo algunas monedas, ¿Crees que mañana podría comprarle una espada de verdad a algún comerciante? Odio entrenar con un maldito palo.

- Vaya, yo tampoco sabía que la canción estaba inacabada - comenta Mikha -. Sí que sabía que Minos había desaparecido sin dejar rastro... pero no creo que la historia de un gran guerrero termine de esa forma. No me lo imagino muriendo en un camino desierto y que sus huesos quedasen al aire, para ser devorados por las alimañas y blanqueados por el sol. Linar... ¿tú sabes qué fué de Minos?

A lo largo del camino os cruzáis con pequeños grupos como el vuestro, e incluso caravanas más nutridas, y no te resulta difícil encontrar gente con quien informarte, ya que es costumbre, y también cortesía, que los viajeros difundan noticias sobre los lugares por los que van pasando, y las gentes que van encontrando. Por la Ruta de la Seda circulan personas, y con ellas, circula la información tanto como las mercaderías.

Tienes la oportunidad de confirmar en varias ocasiones que Aperión se dirge con varios de sus hombres a Koras, con la intención de presentarse al certamen por la Espada de Fuego. El resto de la Horda se haya acuartelado en Mígranz. Se rumorea que Kratos también se presentará al certamen, y ya han corrido noticias sobre su pelea con Aperión y vuestra espectacular huida.

Muchas veces, cuando hablas con la gente, notas que sus miradas se dirigen precisamente a Kratos, como esperando que les confirmes que él es el tahedorán, pero tú no les dices ni sí, ni no, ni te das por aludido. Mentir tan descaradamente respecto a vuestra identidad se consideraría una grosería, y no sabes si podría perjudicaros en el futuro, pero te das cuenta de que nadie se molesta al notar que te reservas la información. Ellos saben que tú sabes que ellos saben... un acuerdo de silencio tácito que no engaña a nadie.

Si alguien tenía la esperanza de que Aperión no pensara que os dirigís a Koras, tú ni te lo planteas. Estás completamente seguro de que él sabe lo que hacéis tan bien como tú sabes lo que hace él. Probablemente ha decidido dejar de buscaros, a sabiendas de que os encontraréis en la capital de Áinar para el Certamen.

El mago, al ser interpelado por Mikha, hizo un gesto de disgusto, pero, para sorpresa del joven, que no estaba acostumbrado a que su maestro hablase de cosas de las que no deseaba hablar, respondió.

- Minos era un hombre tallado en piedra. Tenía las manos grandes, los hombros hesudos, y le gustaba partir nueces entre el meñique y el pulgar para exhibir su fuerza. Sus ojos eran muy negros, pero traicionaban todo lo que pensaba. Su cuello y sus rodillas eran inflexibles: jamás se doblegó anten nada, en incluso se negó a someterse a la muerte. Admirable, sí... Pero no un buen ejemplo. Vivía desafiando la cólera del cielo, y la ruina le llegó... Pratus bhloxi bhriktu. Pero no, eso no lo contaré. Hay nombres que es mejor no pronunciar.

- Nos ocultas demasiadas cosas, Linar - protestó Mikhon -. Estamos comprometidos en la misma tarea, tu vista alcanza más allá, y sin embargo no quieres decirnos lo que ves. ¿Qué es lo que temes?