Partida Rol por web

La Espada Salvaje.

Sombras sobre Zamboula.

Cargando editor
09/01/2018, 21:47
Brianna

¿Taperme aún más? Pero sino recuerdo la última vez que lleve tanta ropa- Contesto a Berem Karas -No quiero causar problemas y una sacerdotisa de Isthar, como yo, jamás lo haría- Dió un par de pasos para acercarse a dueño del local -Mi diosa y yo estamos agradecidas de tu hospitalidad, si hay algo en lo que pueda ayudarte, dímelo- Se giró para acercarse junto a Mara y una vez a su altura, Brianna se besó las yemas de los dedos de su mano derecha para luego tocar los labios de Mara con la misma mano -Gracias, soy Brianna sacerdotisa de Isthar, creo que me has ayudado- Miró al joven que le había puesto la mano sobre su muslo, veía como se iba y podía notar su resentimiento - Estoy en deuda contigo ¿Cual es tu nombre?- Miró la silla vacía junto a Mara pero no se sentó sin su permiso. Esa mujer le había salvado de lo que quizás fuese una horrible experiencia.
Sin armas, sin equipo, sin dinero y Berem Karas se había negado a que bailase en su local de forma que Brianna tenía dudas de cómo iba a poder pagar la cena y mucho menos son alojamiento.
Su primera toma de contacto con la civilización, con esta gran ciudad, se estaba volviendo un sinfín de conflictos, malos entendidos y ya era la segunda vez que se metía en problemas. Hasta que cruzó las puertas de las murallas, la joven pensaba que seria reconocida como en otros lugares en los que sus dones eran apreciados, su desnudez era tomada como algo habitual, pero no en Zamboula, como ya le habían advertido, aquí no se desarrollaban las cosas igual.
Creía haber escuchado que en el salón se encontraba una curandera y quizás podría aprender de ella aunque no era el momento, ahora debía mostrar respeto y gratitud hacía Mara, la mujer que había ahuyentado a Orchild y a su vez, no causar más problemas. Esto sería lo más complicado, desde su partida del templo, no sabría explicarlo, pero enfrentamientos y conflictos la perseguían y debía huir una y otra vez haciendo más difícil su cometido.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Habitación 9, si consigo dinero para pagarla XD

Cargando editor
10/01/2018, 12:48
Mara

Mara sonrío ante la respuesta de Berem Karas, aguantandose la risa, pues todo lo que había dicho era falso. No se consideraba una buscaproblemas, y tampoco era la responsable de la jovenzuela. Pero decidió no decir nada, necesitaba pasar la noche aquí dentro y no quería arriesgarse a que la echarán.
Cuando la joven semidesnuda se le acercó escucho su presentación, y le ofreció un asiento en su mesa.

- Yo soy Mara, no tengo nada más que añadir. No soy sacerdotisa, ni ama de casa, ni tampoco soy soldado. Tan solo soy una mujer que intenta salir adelante en este mundo podrido.

Tras hacer una pausa para volver a beber un poco de vino le ofrece el vaso a su compañera de mesa.
- Seguramente alguno de estos hombres pagaría gustoso tu alojamiento si le acompañas esta noche en la alcoba. Pero eso es decisión tuya.

Mara volvió su atención al plato de comida que tenía delante. La joven Brianna le recordaba otra vida que dejo atrás hace años, cuando era joven e inexperta. Una época en la que vivía protegida por sus padres y los vecinos de su aldea. Hasta que un día... se jodió todo. La tristeza de los recuerdos se dibujo en su rostro, pero ninguna lágrima salió de su rostro.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Mara se quedá con la habitación 6.

Cargando editor
10/01/2018, 20:58
Ulrika leonoha

Mire al tal Al-Mukar y pude hacerle dano mientras le miraba, se estaba metiendo en mis asuntos. Me contente con aguantarle la mirada un rato largo, analizando que teniamos alli. Escupi saliba seca a un lado -psfff!- suficiente habia dicho, no me contentaba pero aquel no era el lugar.

La cantidad de palabras que habia soltado aquella serpiente, me habia puesto realmente de mal humor, pero explicarle nada martillo en mano no era una opcion como bien claro habia dejado el dueno de la casa. Berem Karas. Su segundo al mando era un busca problemas de tres al cuarto, los muchachos como ese nos los merendamos por el norte aunque este al parecer no se le habia despegado el cascaron del culo, habria probado mujer? me pregunte con cierto asco, quizas con una burra mansa eso le pegaba mas.

Cuando termino el cacareo estreche la mano para cerrar el trato, me habia dado buena informacion, sal habia pero las minas estaban secas asi que tenia que ganar algo de dinero para comprarla en vez de obtenerla por mi misma como habia pensado en un primer momento. -Da!- fue lo unico que dije con una sonrisa antes de retirarme, no me podia permitir comer nada del local apenas tenia dinero, preferia comerme una racion en mi habitacion y ahorrar hasta que los vientos dejaran de soplar en contra, aunque fuera al parecer soplaban en todas direcciones. Pense en acercarme a charlar con el hombre al que llamaban oso, hubiera dormido gustosa esa noche con un hombre de su talla, pero la bebida lo tenia ya en su poder y era solo una raspa de lo que podia ser como hombre. En ese momento pense en retirarme a una habitacion, pero quise preocuparme por la joven atacada por aquel nino, quizas se me parecia a mi propia hija y un sentimiento maternal latente me hizo acercarme.

Me acerque tranquila mirando fijamente a la chica, charlaba con otra mujer la que la habia salvado de alguna manera, buscaria algo, no se, intente ser educada:

-Buenas noches, me llamo leo- sonrei mientras me acercaba -no tengas miedo de ese chico, no te hara nada o yo misma le dare unos azotes. Creo que se puso demasiado nervioso con una preciosidad como tu- aunque hay hombres de verdad que la hubieran forzado sin remordimientos, viendo la expresion de su cuerpo compunjido, -estare por aqui unos dias, si te vuelve a molestar puedes contar con migo seguro que le hago entrar en razon al igual que tu acompanante que es muy capaz- espere una respuesta antes de retirarme a descansar.

Fui echando miradas furtivas en busca de alguna fuente o barril con agua, hubiera dado un brazo por refrescarme en aquel momento. Cogi de una de las mesas una jarra vacia para llevarmela. El fuerte sol del desierto me habia quemado en numerosos sitios mi palida piel, mis gruesos ropajes ya casi no servian y tenia que contentarme con llevar una camisa de lana medio abierta para soportar las temperaturas. En la habitacion coloque la jarra justo detras de la puerta haciendo equilibrio con la misma, si alguien entraba la jarra se caeria. Con esto esperaba tener una oportunidad en un caso extremo, me rondo la cabeza el tal Al-Mukar pero no se atreveria aqui o eso esperaba, porque esta noche iba a dormir como si estuviera en las frias y estimulantes noches de mi poblado natal. El cansacion me recorrian por las piernas que me cosquilleaban. Saque una racion de comida, y comence a pensar diferentes rutas para el dia siguiente mientras masticaba con sonoridad, tenia que buscar trabajos que hacer y tenia que ser rapido. Saque mi concha de huntar, y me puse un poquito por las zonas con ma quemazon, despues cai en redondo sobre aquel lecho de paja.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Habitacion 2.
 

Cargando editor
10/01/2018, 22:22
Al-Mukar "La Vibora de Arena"

Uno no siempre puede tenerlo todo, recientemente había vuelto a nacer legando a salvo a Zamboula contra todo pronostico, la víbora era piadosa cuando la situación lo requería. Cenó y bebió gracias a la generosidad del Oso  aquella noche, así que las pocas monedas que llevaba en el doble fondo de su cinturón le aseguraron una habitación para una par de noches de asueto, mientras pensaba en como demonios librarse del entuerto en el que se había metido. Tal vez no le hubiera sacado a aquella mujerona curandera sus remedios¡bah! no tenía importancia, tampoco había acabo golpeado ni nada peor, en la vida uno arriesga hasta cierto punto, danzar sobre el filo de ese límite era todo un arte para Al-Mukar. Unas veces se ganaba y otras se perdía, pero por el momento aquella noche había sido más que provechosa, por tanto se plantaba dando gracias a los hados por seguir con vida, la barriga llena y un techo sobre su cabeza.

Fuera la tormenta rugía con fuerza, era una mala noche para merodear por la ciudad, los aullidos del viento al rasgar las palmeras sonaban como una macabra cacofonía procedente del pozo más negro del Arrallu. Con la caída del Oso se quedó solo en la mesa saboreando con calma la cena y la cerveza, nunca antes las viandas de aquel cuchitril le habían sabido tan bien, tal vez en otra ocasión en otro momento se hubiera dejado llevar por los encantos de aquella ramera medio desnuda pero el cansancio le pesaba más que cualquier deseo carnal que pudiera tener. Escuchaba a las tres mujeres charlar, palabras, cerró los ojos deleitándose en escuchar y sentir algo, en el placer de llenar su boca con comida, se sentía vivo.- De poco te servirán tus artes de sanadora, si no llevas una ropa adecuada el desierto te devorará antes de llegar a esas minas Leo, te cocerás viva bajo esa gruesas pieles y sudarás tanto que las llagas serán el menor de tus problemas. Es tan solo un consejo, consigue telas finas en el mercado o no durarás un solo día. Me retiro a descansar, mañana será otro día y si lo que buscáis es un guía podemos hablar de negocios.-se dirigió a los tres en este caso por si alguna estuviera interesada en su oferta pero aquella noche ya poco más le quedaba por hacer.-Conozco el desierto del Shem como la palma de mi mano, preguntadle a Berem Karas sino él os lo dirá.- apuró la última cerveza y rebañó el plato limpiándolo con la lengua marchándose pesadamente escaleras arriba visiblemente fatigado con una leve cojera. Se cruzó con el posadero al bajar, dándole unas palmadas en el hombro al cruzarse en la escalera como gesto de complicidad.

El jergón de paja le pareció un trono sobre el cual cayó rendido en unos instantes sin preocuparse por la tormenta ni el turbulento porvenir que se le acercaba, entre los sueños de su mente se mezclaban los viejos instintos y sensaciones que tantas veces le habían salvado del peligro.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Habitación 8.

Cargando editor
11/01/2018, 02:19
Matténbaán

Fraudir me advirtió sobre los tiempos actuales, sus palabras fueron concisas y directas.

Ya ha pasado un rato desde que ella se ha ido a su habitación. He decidido quedarme abajo durante un rato más, sus palabras realmente me han hecho reflexionar sobre la situación actual y mi viaje:

Los tiempos son indudablemente peligrosos, me atrevo a compararlos con una serpiente del desierto, inadvertibles, impredecibles e implacables. Estoy en peligro, todos lo estamos, si muero no seré capaz de cumplir mi misión y tampoco podré volver a ver a mi maestro...

En ese momento mis pensamientos son interrumpidos por el raro ruido que la tormenta de arena emite desde lo lejos, es totalmente antinatural que la arena suene como tambores.

No tengo un buen presentimiento con esos sonidos, mejor mantenerse alerta.

Subo a buscar una habitación. No dejo de pensar en mi misión y en el constante peligro que supura el mundo.

Entro a la habitación, cierro la puerta y me acuesto sobre el lecho de paja. Cierro mis ojos y espero a quedarme dormido.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Uy, he tenido un error al hacer la tirada >_< . Hice otra, ignore la primera, máster, mi error.

Tomo la habitación 3

Cargando editor
13/01/2018, 01:39

En las tabernas hay palabras que ofenden y piropos que conquistan, existe acero que solo burla y otro que mata como el mayor de los criminales. Existe el amor, si hay suficiente cerveza de por medio, y existe la lealtad, siempre que el dinero cante primero. En las tabernas, la vida es diferente. Más ligera pero más intensa. Finaliza el día y las inhibiciones caen con él. Con suficiente dinero uno puede comprar diversión, comida, amigos o una mujer. Para los viajeros que se encuentran lejos de su tierra es como regresar al hogar.
Una chimenea encendida, risas edulcoradas por el aroma de las especias baratas, conversaciones que susurran o gritan, sin término medio, acompañados de balbuceos producidos por la bebida o drogas menos corrientes. En una taberna, los hombres vienen y van. Llegan al anochecer, vacían sus jarras y cuentan sus historias. Al amanecer, desaparecen, y nadie puede decir si esa historia seguirá más adelante o si terminará en pocos pasos. A nadie parece importarle el resultado.
La Casa de Berem Karas no era diferente. Hubo tensiones y momentos complicados, también palabras generosas y esa extraña amistad que solo surge cuando alguien tiene dinero y soledad y otro anda sediento y hambriento. El acero solo salió a relucir en una ocasión lo que Berem Karas consideraba casi un éxito dado el extraño grupo de viajeros que había tenido la suerte de acoger aquella noche, a cada cual más variopinto.
Uno a uno, fueron dejando la sala comunal para entregarse al descanso en sus habitaciones. Igual que las horas iban pasando, los viajeros fueron desapareciendo, quedando la taberna vacía y silenciosa…salvo por el siniestro ulular de la tormenta y lo que parecía una distante salva de truenos; como tambores de guerra o algo peor.

Cargando editor
13/01/2018, 01:44

Fraudir intentó conjurar las fuerzas de la naturaleza, falló. Puede que fuera la tormenta, o lo que éste escondía, o el ambiente viciado y tan alejado de un entorno natural como era la casa de Berem Karas. Olía a humanidad, a desesperanza, a decadencia. Olía a civilización. O incluso puede que fuera ella, agotada por el viaje, perturbada por los desconocidos de la ciudad. No era su entorno. Un pez fuera del agua se sentiría más cómodo.
Sus dedos chispearon durante unos instantes, la magia escapó de ellos, descontrolada, para impactar de forma brusca contra una de las paredes del cuarto. La energía natural se disipó por la madera y su esencia se perdió con el arrullo de la tormenta. La yema de sus finos dedos mantuvo una leve picazón durante unos instantes y luego desapareció por completo.
La magia era esquiva y ella estaba cansada. Tras prepararse para el sueño Fraudir se tumbó sobre el catre de paja y el sueño la tomó prisionera. Debería haber sido jun cautiverio agradable y reponedor.

Su cuerpo se elevó en la oscuridad. Durante unos momentos, en los que su mente despertaba y tomaba consciencia de su estado, llegó a pensar que el tejado de la posada había sido arrancado de cuajo por la tormenta y ella había sido lanzada por los aires hacia la oscuridad de la noche. Pero no fue así. El ulular de la tormenta, el resistir de los postigos, como una batalla que se estuviera librando en el exterior, aún se mantenía fuera de la posada.
Reaccionó, pataleó. Una gruesa mano, caliente como el desierto, tapó su boca y le impidió gritar. Un fuerte brazo del mismo color que las sombras la había agarrado por la cintura y la había elevado del suelo. Lo que quiera que fuera que la había tomado era fuerte. La apretó contra su torso, cálido y cubierto de arena. Sintió su respiración tras su nunca, y su hedor a sudor rancio. Luego, unos silenciosos pasos empezaron a llevársela fuera de la habitación.
En ningún momento las sombras le brindaron la oportunidad de ver qué lo quien la estaba secuestrando.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Ojo, tu personaje solo debería tirar un ruido para "Escuchar un ruido raro" dado que su profesión no está relacionada con la habilidad, por lo que tomaré el primer resultado que te ha salido.

Cargando editor
13/01/2018, 01:56

Furan tenía demasiadas cosas en la cabeza, y algo de alcohol barato corriendo por sus venas. El trato impuesto por el teniente estigio, la tormenta, que no dejaba de bombardear sus oídos con un rugido que a veces se tornaba en un aullido de lo más espeluznante, y luego, sus propios pensamientos. Saber que había un hechicero en la ciudad, aunque solo fueran habladurías y Berem Karas se hubiera reído de la ocurrencia, no ayudaron a mitigar la preocupación del mercenario.
Con el paso de los minutos, y tras asegurar la habitación, la preocupación dio paso al agotamiento y el sencillo jergón de paja se le antojó la mejor de las camas. La oscuridad que ya había tomado su cuarto pronto tomó sus pensamientos y todo quedó en sombras.

Un sonido se deslizó entre la niebla del sueño. Su espada, alguien estaba tocando su espada. Pero su espada estaba en su vaina, no había problema. Podía seguir durmiendo. O no. El pensamiento impactó en él como si alguien hubiera derramado una jarra de agua helada sobre su espalda. Su espada estaba en la puerta, como medida de seguridad.
Alguien entró en su habitación. O, más bien, algo. Sus pies desnudos no hacían sonido al posarse sobre el suelo. Sin embargo el tamaño de aquella cosa era más que considerable.
La puerta ligeramente entreabierta dejaba escapar una fisura de luz muy tenue. Negro sobre negro en la que se veía recortada la monstruosa figura del intruso. En silencio, enmascarado por el gruñido de la tormenta, la criatura avanzó sujetando la puerta mediante su gruesa mano, evitando así cualquier sonido que esta pudiera hacer. Sus movimientos eran medidos y cuidadosos, propios de un depredador. De un cazador.
Llegó con la noche, envuelto en un aliento de pesadilla, hermanado con el silencio.
Lo que la tormenta había traído hasta su puerta no era humano. ¿Cómo podría serlo?
La grotesca cabeza tenía tres puntas, como una estrella primigenia caída de los cielos, una estrella infame desterrada desde los cielos brillantes por su decadente esencia. Y bajo ellas, dos pérfidos ojos que devoraban su carne con hambre. El resto era una figura humanoide, de anchas espaldas y fuertes brazos. Caminaba encorvado pero no era su estado natural. Su piel se confundía totalmente con las sombras de la estancia igual que si la criatura estuviera formada por oscuridad, como si aquellos fueran sus malignos dominios, reino y prisión a la vez. Su respiración era apenas un quejido, un silbido agudo que se colaba entre sus dientes. Su dentadura era similar a una sierra tallada a partir de marfil. Sus dientes eran propios de un pez devorador de carne, de un escualo o de alimañas especialmente voraces; dientes ideales para morder y desgarrar carne y músculo.
Un demonio escupido del Arallu, una pesadilla que tomaba forma y que se acercaba a su posición. Y en su diestra, una pesada y gruesa herramienta; una maza con una cabeza de piedra. Un arma primitiva pero, en aquel contexto, resultaba de lo más aterradora.
El primero de ellos, pues había dos de aquellas cosas, había apartado su espada cuidadosamente del suelo. De alguna forma, el cerrojo había sido abierto a pesar de encontrarse dentro de la habitación. Brujería. Quizás. Aquellos dos eran demonios, criaturas surgidas de cuentos y pesadillas. El primero de ellos dejó la espada a un lado, el otro le rodeó. Al momento, los dos seres avanzaron hacia la cama de Furan.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Correcto, 1D10 es lo adecuado para la situación. Muy inteligente dejar tu espada en la puerta, cualquiera diría que no te fías de mí. ;-)

Cargando editor
13/01/2018, 02:06

Berem Karas había ofrecido una habitación a la mujer. Otros hombres le hubieran hecho una proposición deshonesta a cambio de aquel paupérrimo lujo pero a Berem Karas solo parecía importarle el oro. Por suerte para ella aún debía de tener algo de corazón ya que no la obligo a abandonar la posada.
Ya en su cuarto, la sacerdotisa cerró los ojos y se dispuso a dormir. El cansancio, el sueño, meció sus temores y le hizo olvidar donde se encontraba. El agotamiento del viaje reclamó lo que era suyo y pronto se encontró en mitad de un agradable sueño.

Su cuerpo se elevó en la oscuridad. Durante unos momentos, en los que su mente despertaba y tomaba consciencia de su estado, llegó a pensar que el tejado de la posada había sido arrancado de cuajo por la tormenta y ella había sido lanzada por los aires hacia la oscuridad de la noche. Pero no fue así. El ulular de la tormenta, el resistir de los postigos, como una batalla que se estuviera librando en el exterior, aún se mantenía fuera de la posada.
Reaccionó, pataleó. Una gruesa mano, caliente como el desierto, tapó su boca y le impidió gritar. Un fuerte brazo del mismo color que las sombras la había agarrado por la cintura y la había elevado del suelo. Lo que quiera que fuera que la había tomado era fuerte. La apretó contra su torso, cálido y cubierto de arena. Sintió su respiración tras su nuca, y su hedor a sudor rancio. Luego, unos silenciosos pasos empezaron a llevársela fuera de la habitación.
En ningún momento las sombras le brindaron la oportunidad de ver qué lo quien la estaba secuestrando.

- Tiradas (1)
Cargando editor
13/01/2018, 02:11

El sueño había tomado con celeridad la mente de Mara quien, agotada por las tensiones del día, se abandonó a su descanso. Pero toda buena ladrona se mantiene alerta siempre, incluso cuando dormía. Su excepcional sentido para percibir lo que otros ignoraban encontraron un inquietante sonido entre el bramido de la tormenta.
Pisadas, eran pisadas.
La mujer, en la cama, abrió ligeramente uno de sus ojos para observar una escena que, sin quererlo, iba llevándola de pánico gota a gota.
Alguien había entrado en su habitación. O, más bien, algo. Sus pies desnudos no hacían sonido al posarse sobre el suelo. Sin embargo el tamaño de aquella cosa era más que considerable.
La puerta ligeramente entreabierta dejaba escapar una fisura de luz muy tenue. Negro sobre negro en la que se veía recortada la monstruosa figura del intruso. En silencio, enmascarado por el gruñido de la tormenta, la criatura avanzó sujetando la puerta mediante su gruesa mano, evitando así cualquier sonido que esta pudiera hacer. Sus movimientos eran medidos y cuidadosos, propios de un depredador. De un cazador.
Llegó con la noche, envuelto en un aliento de pesadilla, hermanado con el silencio.
Lo que la tormenta había traído hasta su puerta no era humano. ¿Cómo podría serlo?
La grotesca cabeza tenía tres puntas, como una estrella primigenia caída de los cielos, una estrella infame desterrada desde los cielos brillantes por su decadente esencia. Y bajo ellas, dos pérfidos ojos que devoraban su carne con hambre. El resto era una figura humanoide, de anchas espaldas y fuertes brazos. Caminaba encorvado pero no era su estado natural. Su piel se confundía totalmente con las sombras de la estancia igual que si la criatura estuviera formada por oscuridad, como si aquellos fueran sus malignos dominios, reino y prisión a la vez. Su respiración era apenas un quejido, un silbido agudo que se colaba entre sus dientes. Su dentadura era similar a una sierra tallada a partir de marfil. Sus dientes eran propios de un pez devorador de carne, de un escualo o de alimañas especialmente voraces; dientes ideales para morder y desgarrar carne y músculo.
Un demonio escupido del Arallu, una pesadilla que tomaba forma y que se acercaba a su posición. Y en su diestra, una pesada y gruesa herramienta; una maza con una cabeza de piedra. Un arma primitiva pero, en aquel contexto, resultaba de lo más aterradora.
Sin hacer ruido alguno, la criatura se deslizó cuarto adentro. Allí no había nada de valor; el cuarto era viejo, la cama algo dura. Salvo Mara. El diablo oscuro había venido a por ella.

- Tiradas (1)

Notas de juego

He tirado por ti, no creo que fuese fácil pillar desprevenida a una ladrona de tu calibre ;)

Cargando editor
13/01/2018, 02:17

Ulrika había sido desconfiada. No solo había reparado la quemazón de sus labios y de su piel, igual que se había preparado para una noche de merecido descansado, sino que además había dejado tras de sí una pequeña “trampa” utilizando una jarra vacía. Segura de que el grueso cerrojo aguantaría cualquier intento violento de derribar la puerta y con la tormenta sacudiendo la posada con renovados envites, la mujer abandonó el mundo de los vivos para arrojarse al reino onírico. Y en sueños, la negrura era aún más absoluta.
Su sueño tranquilo se vio turbado por un sonido roto que cruzó la noche de forma tenue, pero los oídos de Ulrika lo captaron al momento; era la jarra, la jarra cayendo de su posición.
La mujer se giró lentamente en la cama para poder ver la puerta de la estancia.
Alguien había entrado en su habitación. O, más bien, algo. Sus pies desnudos no hacían sonido al posarse sobre el suelo. Sin embargo el tamaño de aquella cosa era más que considerable.
La puerta ligeramente entreabierta dejaba escapar una fisura de luz muy tenue. Negro sobre negro en la que se veía recortada la monstruosa figura del intruso. En silencio, enmascarado por el gruñido de la tormenta, la criatura avanzó sujetando la puerta mediante su gruesa mano, evitando así cualquier sonido que esta pudiera hacer. Sus movimientos eran medidos y cuidadosos, propios de un depredador. De un cazador.
Llegó con la noche, envuelto en un aliento de pesadilla, hermanado con el silencio.
Lo que la tormenta había traído hasta su puerta no era humano. ¿Cómo podría serlo?
La grotesca cabeza tenía tres puntas, como una estrella primigenia caída de los cielos, una estrella infame desterrada desde los cielos brillantes por su decadente esencia. Y bajo ellas, dos pérfidos ojos que devoraban su carne con hambre. El resto era una figura humanoide, de anchas espaldas y fuertes brazos. Caminaba encorvado pero no era su estado natural. Su piel se confundía totalmente con las sombras de la estancia igual que si la criatura estuviera formada por oscuridad, como si aquellos fueran sus malignos dominios, reino y prisión a la vez. Su respiración era apenas un quejido, un silbido agudo que se colaba entre sus dientes. Su dentadura era similar a una sierra tallada a partir de marfil. Sus dientes eran propios de un pez devorador de carne, de un escualo o de alimañas especialmente voraces; dientes ideales para morder y desgarrar carne y músculo.
Un demonio escupido del Arallu, una pesadilla que tomaba forma y que se acercaba a su posición. Y en su diestra, una pesada y gruesa herramienta; una maza con una cabeza de piedra. Un arma primitiva pero, en aquel contexto, resultaba de lo más aterradora.
Sin hacer ruido alguno, la criatura se deslizó cuarto adentro. Allí no había nada de valor; el cuarto era viejo, la cama algo dura. Salvo Ulrika. El diablo oscuro había venido a por ella.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tu tirada ha salido mal, pero has sido inteligente (y desconfiado, quizás me lo tome a mal) por dejar la jarra como "alarma".

Cargando editor
13/01/2018, 02:22

El rugiente sonido de la tormenta de arena no eral del todo ajeno para alguien apodado “la víbora del desierto”. No era la primera tormenta que escucharían sus orejas, como tampoco sería la última. El caer de la arena, la fuerza del viento, casi eran un bálsamo, un brebaje que sanase sus inquietudes. El desierto estaba al otro lado, eterno, letal; su hogar también. Él no se encontraba tan lejos de casa a pesar de que parecía costarle encontrar su lugar, igual que a su lengua.
El sueño tomó pronto todas sus intenciones y el colchón de paja pronto se acomodó a su castigado cuerpo. El sueño debería haber sido reparador. Para él, el rugir de la tormenta era la nada de su segunda madre. Pero había algo que no pertenecía a la tormenta, algo que podía escuchar. Algo pesado rascando la madera…pisadas, y el correr de la puerta de su cuarto.
Alguien había entrado en su habitación. O, más bien, algo. Sus pies desnudos no hacían sonido al posarse sobre el suelo. Sin embargo el tamaño de aquella cosa era más que considerable.
La puerta ligeramente entreabierta dejaba escapar una fisura de luz muy tenue. Negro sobre negro en la que se veía recortada la monstruosa figura del intruso. En silencio, enmascarado por el gruñido de la tormenta, la criatura avanzó sujetando la puerta mediante su gruesa mano, evitando así cualquier sonido que esta pudiera hacer. Sus movimientos eran medidos y cuidadosos, propios de un depredador. De un cazador.
Llegó con la noche, envuelto en un aliento de pesadilla, hermanado con el silencio.
Lo que la tormenta había traído hasta su puerta no era humano. ¿Cómo podría serlo?
La grotesca cabeza tenía tres puntas, como una estrella primigenia caída de los cielos, una estrella infame desterrada desde los cielos brillantes por su decadente esencia. Y bajo ellas, dos pérfidos ojos que devoraban su carne con hambre. El resto era una figura humanoide, de anchas espaldas y fuertes brazos. Caminaba encorvado pero no era su estado natural. Su piel se confundía totalmente con las sombras de la estancia igual que si la criatura estuviera formada por oscuridad, como si aquellos fueran sus malignos dominios, reino y prisión a la vez. Su respiración era apenas un quejido, un silbido agudo que se colaba entre sus dientes. Su dentadura era similar a una sierra tallada a partir de marfil. Sus dientes eran propios de un pez devorador de carne, de un escualo o de alimañas especialmente voraces; dientes ideales para morder y desgarrar carne y músculo.
Un demonio escupido del Arallu, una pesadilla que tomaba forma y que se acercaba a su posición. Y en su diestra, una pesada y gruesa herramienta; una maza con una cabeza de piedra. Un arma primitiva pero, en aquel contexto, resultaba de lo más aterradora.
Sin hacer ruido alguno, la criatura se deslizó cuarto adentro. Incluso a él le costó seguir sus pisadas, extremadamente discretas.

- Tiradas (1)
Cargando editor
13/01/2018, 02:28

Zamboula no era para él. El Dios tormenta estaba despierto y la ciudad; un agujero de inmundicia humana tan civilizado como corrupta, había manchado su espíritu haciendo trabajoso el conciliar el sueño. Y aunque lo logró, a pesar de que el jergón de paja a era incómodo y dormir sobre él se le antojaba tan raro como tener un techo sobre su testa, su sueño no llegó a ser completo, sino que se volvió ligero, vigilante.
Algo en la ciudad le había inquietado a un nivel que su parte más consciente no podía percibir pero, igual que un animal que espera a su depredador, él percibió a su atacante a pesar de que sus pasos eran silenciosos como lo de un experto cazador. Pero la tormenta guardaba silencio de vez en cuando y en esos espacios un hombre acostumbrado a vivir, y dormir, en el bosque, podía percibir cuando algo se acercaba demasiado a él. El crujir de la madera, piel desnuda que se arrastraba, una respiración tan suave que casi parecía no estar allí.
Alguien había entrado en su habitación. O, más bien, algo. Sus pies desnudos no hacían sonido al posarse sobre el suelo. Sin embargo el tamaño de aquella cosa era más que considerable.
La puerta ligeramente entreabierta dejaba escapar una fisura de luz muy tenue. Negro sobre negro en la que se veía recortada la monstruosa figura del intruso. En silencio, enmascarado por el gruñido de la tormenta, la criatura avanzó sujetando la puerta mediante su gruesa mano, evitando así cualquier sonido que esta pudiera hacer. Sus movimientos eran medidos y cuidadosos, propios de un depredador. De un cazador.
Llegó con la noche, envuelto en un aliento de pesadilla, hermanado con el silencio.
Lo que la tormenta había traído hasta su puerta no era humano. ¿Cómo podría serlo?
La grotesca cabeza tenía tres puntas, como una estrella primigenia caída de los cielos, una estrella infame desterrada desde los cielos brillantes por su decadente esencia. Y bajo ellas, dos pérfidos ojos que devoraban su carne con hambre. El resto era una figura humanoide, de anchas espaldas y fuertes brazos. Caminaba encorvado pero no era su estado natural. Su piel se confundía totalmente con las sombras de la estancia igual que si la criatura estuviera formada por oscuridad, como si aquellos fueran sus malignos dominios, reino y prisión a la vez. Su respiración era apenas un quejido, un silbido agudo que se colaba entre sus dientes. Su dentadura era similar a una sierra tallada a partir de marfil. Sus dientes eran propios de un pez devorador de carne, de un escualo o de alimañas especialmente voraces; dientes ideales para morder y desgarrar carne y músculo.
Un demonio escupido del Arallu, una pesadilla que tomaba forma y que se acercaba a su posición. Y en su diestra, una pesada y gruesa herramienta; una maza con una cabeza de piedra. Un arma primitiva pero, en aquel contexto, resultaba de lo más aterradora.
Sin hacer ruido alguno, la criatura se deslizó cuarto adentro. Incluso a él le costó seguir sus pisadas, extremadamente discretas.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Te dejo el resultado de tu primera tirada, esta vez, por ser la primera. Pero es importante el desglose de los dados para pifias totales y aciertos épicos. ¡Para que luego digan que soy malo!

Un saludo!

Cargando editor
13/01/2018, 05:52
Mara

Mara se sorprendió por lo que estaba teniendo lugar delante de ella, pero contuvo su primer impulso de gritar mordiéndose los labios con fuerza. Pero no se quedó quieta, cogió la daga que guardaba debajo de la almohada y apunto con la vista a un ojo de esa criatura para ponerse en pie rápidamente, gritar fuertemente y lanzar el cuchillo en dirección al ojo desprotegido.

¡MUERE DEMONIO! ¡MARA NO MORIRÁ SIN LUCHAR! - gritaba mientras con rapidez se giraba para coger la espada corta que descansaba cerca de la cama. ¡ERES MUY FEO!

Tal vez el destino, o la diosa Mitra, habían determinado que su camino acabase aquí. Pero Mara tenía la intención de hacerlo luchando hasta el último momento. 

- Tiradas (2)

Notas de juego

Igual mis gritos sirven de ayuda a los demás, o a mi misma.

Máster:
¡Hola!, por favor, tira por tu habilidad para lanzar cuchillos y veamos que pasa!

Hecho.

Cargando editor
13/01/2018, 06:06
Matténbaán
Sólo para el director

¡Veo a una criatura demoníaca!, carga un arma, se mueve en silencio, me está cazando...

No sé qué hice o si he estado en el lugar equivocado en el momento incorrecto. He de pensar en alguna manera para defenderme...

Mis pensamientos nunca habían sido tan rápidos y resonantes, era como si entrara a una cueva y pronunciara una palabra y su eco no fuese gradual sino fugaz.

En ese momento todo tipo de recuerdos pasaron por mis ojos ignorando la presencia de esa entidad diabólica:

Vi a mi madre y a mi padre, y a mi infancia también. Vi mi juventud. Vi a mi pasado.

En ese momento recordé cómo nací de nuevo en el bosque.

Ésta entidad demoníaca ha sido lo único que me ha hecho recordar tales eventos.

Mis pensamientos adquieren un tono horrorizado, no tengo una manera de atacar, y ésta vez no "renaceré" si me dan por muerto.

Casi repitiendo una sensación de muerte muy familiar pienso lo siguiente:

Si hago como que ignoro su presencia creerá que no estoy consciente de su existencia.

Espero entonces a que el demonio se acerque un poco más, entonces tomaré mi báculo y le golpearé con toda mi fuerza con la intención de apartarlo de mí.

Si lo que pienso hacer sale bien podría quizás hacer el suficiente ruido como para alertar a los demás...aunque eso no me ha de limitar, creo haber visto donde duerme el mercenario, también sé de el Oso Aquilonio, mi última opción sería correr hacia ellos y pedir ayuda...

Aunque también he de ver y actuar más allá, puede que no se acerque lo suficiente...entonces, en ese caso, trataré de esquivar a su brazo ejecutor.

Mi plan desesperado se mira como un rayo de esperanza a través de las rendijas de mi temor, recuerdo una vez más a mi madre, a mi padre y a Padre Naturaleza. Pienso una vez más para mí mismo:

Matténbaán, la vida es como una rosa que depende de cuidados para no llegar a morir.

Matténbaán... Berio*, mira a la maza del monstruo, mira a la roca, así es tu pasado, duro e innegable. Finalmente es hora de convivir contigo mismo y no sólo con la naturaleza.

Pensado ésto espero a que el demonio se acerque para proceder con mi ya pensado plan.

- Tiradas (2)

Notas de juego

*Ese era** el nombre de nacimiento de Matténbaán

**Ya me resigné a morir :'p

Ya dejando los lloriqueos, varias cosas:

1. Gracias por lo de la tirada, se me pasó :3

2. ¿La escabechina es así de fea o ésta es una "suave"?

3. Devuelvo el saludillo :D

4. Tengo la enorme sensación de que debo hacer una tirada, aunque no termino de convencerme, ya le pondré una duda en el Off Topic :p

P.D

¡Piedad! :'b

Cargando editor
13/01/2018, 23:47
Fraudir
Sólo para el director

La tormenta se habia llevado el techo de la posada, lo sabía. Sintió su cuerpo elevarse de la cama, quizá el hechizo que habia fallado había vuelto de algún lugar recóndito, manifestandose como un vórtice que la elevaba de la cama, pero la magia no tenia el aroma rancio a sudor de animal, un aroma que le resultaba desagradable, mucho más que el del azmicle.

Abrió sus ojos lentamente, no, eso no era un sueño, y luego los abrió de golpe horrorizada, cuando una mano tapó su boca, impidiendole proferir un grito de auxilio, pensó por un momento que era Furan, deseoso de descargar sus instintos sexuales de bárbaro en ella, luego pensó que era Mattenbaan, que deseaba lo mismo, y luego pensó en todos y cada uno de los demás hombres de la taberna, asquerosos cerdos falo erectos, cansados de copular con cabras en el camino a Zamboula, habían decidido mancillar su virgnidad.

Pero unos segundos más le bastaron para darse cuenta, que aun en aquella oscuridad, ninguno de los hombres que había estado con ella en el salón principal de la taberna, tenía aquella piel oscura como la noche, no podía ver quien era su agresor, sentía la respiración tibia del hombre sobre su nuca, y salvo el brazo que la aprisionaba por el torso,y la mano que tapaba su boca, aquellos ojos como esmeraldas, no podían ver nada más. Los pasos de aquel hombre parecían no producir ningún ruido, Fraudir pataleó con violencia en el aire, como una tortuga volteada pansas arriba, el abrazo de aquel hombre la mantenía bien aprisionada, se aferraba a su cuerpo delgado y blanco, como una boa. Y entonces lo sintió...Debido a que Fraudir se habia dormido con su blusa desabotonada, la camisa se habia corrido sobre sus hombros, sintió aquella mano callosa y aspera,deslizarse sobre uno de sus pechos. Sintió aquellos dedos gruesos y duros, aprisionando con dureza el pezón rosado de uno de sus firmes senos, con fuerza, un gemido brotó de sus labios, que no llegó a sonar en medio del rugir de la tormenta, del incensante tamboreo que llegaba hasta sus oídos, y Fraudir sintió la sangre subiendo por su cuerpo hasta su cabeza, al ver la virginidad de su cuerpo mancillada.

El apretón duró apenas unos segundos, pero tan cargado de lascivia y perversión, que una rabia animal inundó a fraudir, se quedó quieta, dejando su cuerpo en peso muerto, y bajó las manos, dejó su cuerpo en " peso muerto", fingiendo haberse rendido presa del pánico a su captor, entonces, discreta, con un sigilo de serpiente, sus manos bajaron rápidamente hasta sus piernas, palpó rapidamente los ropajes en la parte inferior de su cuerpo, y sintió la empuñadura de lo que buscaba. La boa continuaba su abrazo sobre su presa, pero la boa no se habia percatado, de que el animal que había capturado, tenía garras...y se iba a defender.

Sacó la daga oculta entre sus ropas, y sin pensarlo dos veces, Fraudir la tomó y haciendo un movimiento rápido y preciso, la hundió una...dos veces, en el brazo que aprisionaba su torso, sintió la sangre tibia salpicar, no esperó a oir el grito del hombre, abrió sus labios una vez más, pero no para gritar, abrió los labios para morder como una perra hiperboreana salvaje la parte entre el pulgar y el dedo indice, con fuerza, Clavo la daga una tercera vez en el brazo de su captor, para buscar safarse de aquel brazo, de aquel hombre perverso que se habia atrevido a profanar la pureza de su cuerpo desnudo.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Espero no meta rolear, pero tomando en cuenta nuestra posición, no debería ser dificil realizar lo que describi :$

Cargando editor
14/01/2018, 00:24
Al-Mukar "La Vibora de Arena"

El aullido del desierto era su canción de cuna particular, lo llevaba dentro, no solo en la sangre, sino en el alma compartía esa esencia desde hacia tanto tiempo que tal vez eso le había permitido sobrevivir en un ambiente tan hostil. Igual que un kushita se daría cuenta del extraño silencio en la jungla causado por la presencia de un depredador, el nómada entreabrió los ojos ante algo que perturbaba la esencia de aquella tormenta de arena. Era todo demasiado ordenado, demasiado artificial, una tormenta siempre es impredecible: los perros ladran, una ventana mal cerrada portea, algún cubo desatendido sale volando incluso las hojas de las flexibles palmeras salen volando y nada de todo aquello le habría despertado, fue precisamente esa ausencia lo que alertó su instinto primario mientras entreveía como se entornarba su puerta.

Aquel ser negro surgido de la tormenta esperaba encontrar un presa fácil pero había tropezado con una rata acorralada, si bien su cuerpo aún estaba entumecido por el duro castigo del desierto, no le iba a permitirle que le devorara sin más aunque obtuviera a cambio el eterno reposo. Con la sangre fría de la serpiente que era, espero a que aquella cosa se colocará junto a su cama y justo antes de que descargase su maza sobre él Al-Mukar le lanzó la sabana sobre la cabeza, cazando una estrella en mitad de la noche, cogiéndolo por sorpresa durante unos instantes. Entonces de debajo de su almohada con un pequeño destello acerado sacó un daga, la cual procedió a tratar de clavar varias veces en el bajo vientre del intruso buscando escuchar el habitual ruido de chapoteo al hincarla repetidamente hasta las vísceras.

Su mano izquierda trataba de sujetar la sabana sobre el gaznate de la criatura, más que para ahogarlo para entorpecerlo e impedirle la visión mientras que su diestra relampagueaba a una velocidad vertiginosa una y otra vez tiñendo la negrura de la noche de rojo, enfundando el destello del acero en carne. Si había de morir aquella noche al menos vendería caro su rancio pellejo, tenía cierto deje bucólico le hecho de morir tratando de derribar un estrella...

- Tiradas (5)
Cargando editor
15/01/2018, 21:12
Ulrika leonoha

Un reparador sueno me atrapo entre unas calidas mantas, el colchon de simple paja me parecio el mejor lugar del mundo, solo queria cerrar los ojos y dejarme llevar. Y asi fue de alguna manera, pero otra parte de mi me decia que al dia siguiente tenia que hacer un monton de cosas, unas de vital importancia.

Al escuchar la jarra caer me sobresalte, al cansancio me decia que aguardara pero el instinto de supervivencia me ponia las alarmas. No dude ni un instante al ver algo que atravesaba la puerta, alli apenas habia sitio para luchar en condiciones pero solo tenia que llegar hasta mis armas. Di media bocanada de aire, fue lo maximo que me permiti antes de ir directamente a por el martillo y el pequeno escudo, las tetas me bailaban dentro de la camisa libres de toda atadura. Sabia exactamente donde estaban las armas simplemente lo agarre con firmeza para encarar a aquella cosa que me ponia los pelos de punta. Quise creer con firmeza que era una mascara, probablemente un ardid de Al-Mukar aquel sucio hombre. Y no, aquel olor me era completamente ajeno de alguna manera asi que grite de terror mientras atacaba a la desesperada -AAARRGGG!!, FUERAAA! AYUDA!- grite con la voz mientras mi brazo hacia un barrido, intentando ganar espacio y echar a aquel ser de la habitacion. Solo asi tendria un momento de aclararme las ideas y buscar opciones.

- Tiradas (3)

Notas de juego

No voy a tirar suerte, excepto si me lo recomiendas ya que no se que dificil es dar al bicho y veo la tirada bajita.

Master: La tirada de tu rival es la que acabo de hacer yo, y como ves, te supera. Tu verás si quieres tirar suerte.

Suerta sale 7

Cargando editor
16/01/2018, 14:18
Furan

En los primeros segundos Furan pensó que seguía durmiendo, aquello no podía ser real. Un ser amorfo, inhumano, producto de sus pesadillas, había tomado forma. Pero no era así, sentía la cama bajo las yemas de sus dedos, el viciado aire ingresar por sus fosas nasales. 

Aquello era una trampa. La habitación no tenía ventanas, y aquellas abominaciones entraban por la única puerta que..   ¿Cómo habían hecho para ingresar con el cerrojo y la espada trabando la puerta? 

Para no paralizarse, se convenció a si mismo que aquello debía tener una explicación, una puerta oculta, algo que había pasado por alto. El sólo pensar que eso no era así y que se habían valido de magia hacía agarrotar sus músculos, y los necesitaría. Ah, si. El miedo y el desconcierto fueron dejando paso en el transcurso de unos instantes a una furia intensa que surgía de sus entrañas. Tuvo que hacer un esfuerzo para no levantarse en aquel mismo momento y lanzar un grito de guerra.  

No, él no era el que estaba encerrado con aquellos monstruos. Eran ellos los que estaban encerrados con él. Eran cadáveres y aún no sabían que estaban muertos. 

Furan deslizó su mano hacia la daga que descansaba bajo su almohada, y esperó. Esperó que el primero de aquellos demonios se le acercase. Tendría que tener mucho cuidado con el arma de su mano, y su vista no era la mejor en aquellas condiciones. No debía fallar. 

Intensificó el sonido de su respiración para simular el estar dormido, pero estaba atento a cada movimiento. Si se acercaban lo suficiente, la daga mordería el cuello del primer engendro, lo mas profundo y salvaje que pudiera, completando el trabajo con la mayor cantidad de embates posibles. Allí se daría cuenta que tan poderosos eran. Si sangraban, podían morir.

Si tenía éxito con su primer ataque, ya tomaría su segunda espada de abajo de la cama, y gritaría. Gritaría "Crom", porque era un grito de guerra, porque enviaba aquel engendro a sus recintos, porque ellos debían temerle tanto a él como él a ellos, y para alertar al resto de la posada, si es que él no era el único emboscado. Si le daba tiempo, tomaría su escudo también. Si no, se arreglaría sólo con su espada.

Si el monstruo no se acercaba lo suficiente, y quería utilizar su arma primitiva desde un poco mas lejos, intentaría esquivarla primero, antes de atacar.

 

Notas de juego

 Muy inteligente dejar tu espada en la puerta, cualquiera diría que no te fías de mí. ;-)

jajaja  Furan no llegó a viejo por confiado!  De hecho cuando pensaba el pj leí que es raro ver cimmerios con canas, porque obviamente tienen la "tendencia" a morir jóvenes, y este es un motivo de respeto. Un cimmerio que vive tanto, además de valiente debe ser precavido.   :)