Partida Rol por web

Extrañando ante la irrupción de hombres heridos, el ajado soldado se dirige al grupo:

- Señores, ¿necesitan ayuda? - Su curtido rostro deja entrever un halo de preocupación... -¿qué les ha sucedido?

Verá, señor. Un grupo de lobos nos atacó en el bosque, y han herido gravemente a mi marido. Digo con preocupación Vamos cariño, aguanta un poco más por favor. Unas lágrimas llenas de rabia aparecen por mi ensangrentado rostro. Mi voz se quiebra, por favor, ayudenle, por favor. Les pagaré bien. Termino diciendo mientras arrojo la bolsa de monedas de Iñaki a la mesa.

Tancredo, que parece menos afectado que sus compañeros, se limita a invitarse a entrar en esa casa y husmear entre los objetos que encuentra a su paso, manoseando todo lo que puede. La galantería amanerada del juglar -¡cómo han mejorado las porquerizas en esta época!: a los cantamañans vuélvenlos príncipes, piensa Tancredo, con palabras algo más toscas que no sería propio compartir, al ver el empalagoso comportamiento del "rapsoda".

Cuando Tancredo descubre la olla humeante se le abre su insaciable apetito de jabalí y ni corto ni perezoso, tras un sonoro eructo que le hace temblar el labio superior- hace ademán de servirse mientras los demás lamentan su destino.

Mientras la anciana está curando a Iñaki, no le quito ojo. Me levanto y trato de ayudarle en lo que pueda, o ella me ordene. Si no precisa ayuda, me quedo sentada cogiendole la mano a mi esposo. Hemos salido de peores Iñaki, así que saldrás de esta, estoy segura. Vamos cariño, lucha un poco más.

-¿Unos lobos decís?, vaya... debían ser muchos a juzgar por vuestro esposo. -

Agueda repasa con la vista a los nuevos huéspedes, mientras sorbe algo de potaje.

- Llevo varios días intentando alcanzar a un grupo que puede que tenga mi mismo rumbo. Mi nombre es Agueda. He oido ciertos rumores sobre la Santa Compaña y he decidido quedarme un tiempo a comprobarlos. Tal vez sabéis de que os hablo, ¿no es así?

Agueda se mantiene calmado y expectante, deseoso de finalizar su solitario viaje...

Tras dejar reposar mi cuerpo en la silla digo a la anciana.

Si necesita algo solo es menester que lo comente.

Tras esto miro a Agueda y digo: Si ya nos informaron en el pueblo de esa superticion que hizo caer en desdicha a esta trama y ventura.

Algo desconcertado por las maneras de su contertulio, Agueda contesta al juglar:

- Si, parece que esa es una preocupación por estos lares juglar. Lo que me pregnto es que puede buscar alguien como tú en estos bosques... en todo caso, no quisiera seguir mi viaje solo, no parece prudente... Por cierto, aún no conozco su nombre...

Mientras hablais y seguis comiendo la vieja hace un gesto con la mano a catxica para que vaya a terminar de comer, mientras la vieja sigue murmurando cosas y moviendo los dedos por el cuerpo de Iñaki

Tras el gesto de la anciana, me incorporo y seco mis lágrimas. No pierdo ojo de lo que está haciendo con mi marido. La comida no me entra, tengo un nudo en el estómago por la preocupación y los nervios. Tras oir la conversación que mantienen Agueda y Alan, respondo:
Iñaki me dijo que había gato encerrado en este asunto. La Santa Compaña no tiene una forma fija de actuar, pero desde luego no lo hace de esta manera. El sabe algo más estoy segura, siempre lo hace así. Espero que tras recuperarse nos lo diga.

-¿Iñaki? - pregunto mientras giro el mentón en dirección al herido, masticando un currusco de pan - Espero que se recupere...

- Yo no soy muy de estas cosas - repitiendo el gesto hacia la anciana - pero respeto lo que no conozco. No he oido demasiado sobre la Santa Compaña, ni sobre los sucesos que aquí ocurren pero, por lo que sé, más parece obra de rufianes que otra cosa. ¿Qué sabéis?

Agueda continúa la conversación con la señora sin cesar de mirar, de cuando en cuando, a los otros dos hombres.

Pues eso es precisamente lo que él pensaba. No creía que fuera la Santa Compaña de verdad. Y girando mi lloroso rostro hacia la anciana, Espero que lo salve, por dios, salvelo. No puedo pensar en nada más que en Iñaki. Su bienestar y recuperación es lo único que me importa ahora. Mierda de Santa Compaña y de aldeanos, tanto sufrimiento soportado para que ahora unos lobos me lo arrebaten, no es justo

Mientras la emotiva charla tiene lugar en la casa, el almogávar continúa husmeando por ella y sus hierbajos, más por aburrimiento y desinterés alguno en la conversación que por un interés concreto...

Mientras miras mas o menos en los armarios y en el techo te fijas que en el suelo hay varias pisadas de cabra. lo que te extraña ya que no has visto ninguna y menos aun oir alguna cabra...

Miro a Agueda con cierta incomprension tras tal historia y digo.

Soy Alan de Navarra y si quereis escuchar una historia donde la sabiduria fue la victoria escuchad.

Cuentan que en los principios de la tierra una gacela era desdichada por su fragilidad hasta que un bien dia con su adultez se combirtio en una gentil gacela que vacilaba sin ton ni son ante los demas animalillos pues su destreza era superios al hombre y con la fuerza de sus cuartos traseros no habia nadie que pudiera doblegarla, era asi de tal manera que todos los animales que hubieren en aquel tiempo estuvieron a su merced.

Pero un buen dia de entre las azucenas aparecio por primera vez una mujer, la cual portaba entre sus senos un pequeño retoño, al llegar al lugar tubo que sucumbir y esclavizarse ante el poder de la gacela.

Altiva por su poder, la gacela no tuvo bastante con lo que un buen dia penso como poder alzarlo aun mas y dijo que aquellos animales que no puedieran servirle un buen manjar serian derribados por el acantilado.

Todos los animales llevaron su manjar, su ofrenda, incluso las crias, la mujer anduvo 3 semanas buscando su ofrenda hasta encontrar unas suculentas hojas de fresno.

La mujer volvio hacia donde la gacela y dono su ofrenda, al observar la gacela que su amenaza no tuvo crimen, penso terminar al fin con su amenaza y dirijiendose ante el retoño de la mujer dijo: Solo tu me has desafiado y solo tu moriras, no derramare tu sangre con mi cuerpo sino por la tierra caeras.

En ese momento la madre vio como su cria podria perder la vida y ante aquella situacion penso que toda su servidumbre habia acaba en ese momento cogio a su cria y se acerco al desfiladero.

Todos los animales se apenaron y la mujer entre sollozos dijo a la alegre gacela: Esta bien, tu palabra se cumplirá, pero al ser solo mi cria la desdichada pienso que es solo una las oportunidades de disfrutar que tendrá, si deseas deleitarse con su venganza acerquese un poco más y podra verlo mejor.

La gacela llena de jubilo se acercó al precipicio y dijo riendo: si, asi estará mejor.

La madre entonces dijo: Gacela compruebe, que la altura es suficiente para desgarrar la vida de mi hijo.

La gacela agacho la cabeza y dijo: Espera que me aseguré.

En ese momento la madre arrojo el cuerpo de la gacela por el precipicio.

Y es por eso que la sabiria gano al poder, la servidumbre a su rey y el valor de una madre a la esclavitud de una mujer.

Contenta por la mejoría de mi esposo, pero qué tipo de magia es esta? Le has devuelto la vida anciana, muchas gracias. Hay algo que podamos hacer por tí?

Qué bien, quedo inconsciente por el ataque de un lobo, y cuando me despierto, lo único que oigo son fábulas sobre animales. Casi hubiera preferido quedarme en el sueño. Tras dejar de comer, se dirige a Catixa con sus habituales gesto.