Partida Rol por web

Por un momento el bosque y todo lo que lo compone —incluídos sus compañeros— enmudece para Isaac. Se centró en la bestia, en los estallidos de su arma, en los rugidos del ser. La expresión del hombre adquirió tonos de consternación al comprobar que un par de tiros no habían logrado ni ralentizarla.

Una inesperada roca captó la atención del engendro, y a su vez la del ex-militar. Fue entonces que el monstruo cambió de objetivo.

—Mierda... —musitó Isaac.

Echó a correr tras la bestia sin concederse un momento para decirse a sí mismo que lo que estaba haciendo era extremadamente estúpido.

Unos movimientos entre los árboles os indican que el bosque se está muy concurrido. Se retuercen, se convulsionan al caminar. No emiten ningún sonido y sus pasos no se oyen. Son sombras... cada vez hay más y se acercan sin prisa...

El hombre paró en seco. Parecía que ese ser no era lo único que acechaba en el bosque. ¿Les habían encontrado de nuevo los cultistas?

Isaac buscó cobertura tras el árbol más cercano y observó la situación.

No dais crédito a lo que ven vuestros ojos. Las sombras se acercan más y desvelan su autentica y terrorífica naturaleza. Se trata de las almas de todos aquellos que han sido asesinados para agradar a esta entidad sobrenatural. Son espíritus atrapados a este lado. El dolor se intuye en sus rostros desfigurados mientras se mueven con espasmos y convulsiones.

-Libéranos... -aúllan algunas voces de ultratumba.

El ser detiene su avance en seco y contempla como lo que queda de sus víctimas os rodea con lentitud. Sonríe como aquel que mira con orgullo una vitrina llena de trofeos. Con una carcajada tan hiriente como filo de un cuchillo paraliza los pasos y los lamentos de las ánimas.

En ese instante Isaac se queda quieto, aterrado, inmóvil.

Una vez traspasado el umbral de lo posible, parece que ya nada me sorprende. Contemplo un instante a las figuras que nos rodean y más que terror siento lastima. Pero su aparición parece que nos da unos segundos de respiro.

- Vamos!!..ya!!- y echo a correr de nuevo para alejarme de ese lugar

Los ojos de Isaac se abrieron como platos al comprender que no, aquellos desconocidos no eran los cultistas, si no algo completamente distinto. ¿Zombies, almas en pena...? Daba igual... algo sobre ellos le daba escalofríos. Sus aullidos y la estridente carcajada del ser hicieron que le pitaran los oídos.

La respiración se le aceleró y quedó paralizado, como la primera vez que se había visto inmerso en combate real.

Fue el grito de Monica que logró devolverle a la realidad. El hombre giró el rostro cual resorte, siendo consciente de que su compañera corría.

No tardó en imitarla, siguiéndole los pasos.

No podía ser, pensó Patrick, pero su mente voló rápidamente a la bestia que los perseguía. Si, si podía ser. El día se había vuelto una pesadilla y no había horror irreal.

Volvió la cabeza rápidamente, alertado por el grito de Mónica. No dudó un segundo en seguirla: ninguna dirección le parecía buena, pero al menos estarían acompañados.

En la casi completa oscuridad corréis por el bosque. Nadie parece perseguiros y atrás quedan las carcajadas de un ser malévolo que se van ahogando entre los lamentos de los muertos.

Cuando os detenéis lo más lejos posible, para recuperar el aliento, os parece ver como alguien os hace señales con una linterna. Está lo suficientemente lejos como para que no sepáis quien trata de atraer vuestra atención.

El chófer corrió como alma llevada por el Diablo, una expresión bastante adecuada dada la situación. Las carcajadas del ente retumbaron en sus oídos.

Al detenerse, todavía resollando, se otorgó unos instantes para recuperar el control de sus nervios y retornar a su semblante entrenado y eficiente. Lo primero que hizo fue sacar el cargador de la pistola y comprobar la cantidad de munición que quedaba. Acto seguido volvió a introducir el contenedor de munición en su lugar original.

Con su arma lista de nuevo, le echó un vistazo a la luz y chasqueó con la lengua.

—Joder... esto es un no parar... —masculló.

Con su pistola alzada y lista se fue aproximando lentamente a la fuente de luz, tratando de discernir quién era el desconocido.

—Tened cuidado por si vuelve esa cosa... —le susurró a sus compañeros según avanzaba.

-No, no, no- murmuró Patrick, llevándose las manos a la cabeza, las carcajadas del ser todavía retumbando, lúgubres, en sus oídos. No habían salido de un problema, en el caso de que lo hubiesen hecho, y se metían en otro. Esto era lo que se llamaba salir de la sartén para caer en las brasas.

Se detuvo al ver a Isaac hacerlo, tratando de respirar despacio, serenándose. Difícil tarea, dada la experiencia vivida.

Buscó con la mirada de nuevo una piedra, una rama, cualquier cosa que pudiese utilizar como arma improvisada.

Asintiendo a las palabras del chófer, se acercó a la luz en silencio, en guardia.

- joder Isaac- murmuré para no llamar la atención -Jake dijo que todos están metidos- 

No hacía ni dos minutos que había visto una silueta que resulto ser un "algo". Me agaché y me separé un poco, apenas unos metros para intentar discernir mejor quién habia detrás de esa luz

La luz no os lleva hacia una persona, como parecía en un principio. Es extraño.

Cuando llegáis al lugar desde el cual os estarían enviando señales luminosas, no hay nadie. Nada. Parece que nadie ha estado allí, nunca.

Lo único que os llama la atención es un leve terraplén que desciende hacia una carretera secundaria en la otra parte del bosque. Las únicas luces que veis provienen de un vehículo que se acerca con tranquilidad. No parece un coche, quizás sea una furgoneta.

-Un coche- a pesar que era obvio. -hay que hacer que pare-  empecé a dirigirme a la carretera. 

-Isaac, estate atento por si tengo que salir corriendo, si todo va bien os haré una señal- 

No me hacía puta gracia parar la furgoneta, pero las opciones eran mínimas. Había más posibilidades que parara si una mujer le hacía señas, y si había que convencer al conductor también tenía más posibilidades. Aunque un afroamericano con una pistola también era muy convincente.

Al hacer señas la furgoneta se detiene. El conductor piensa unos segundos si debe salir o no del vehículo. Resopla y sale despacio. Es un hombre alto y corpulento. Lleva la chaqueta abierta y su camisa está manchada de sangre. Ha sido herido recientemente.

- Hola - dice colocándose bien el sombrero - mi nombre es Tom. Soy el mecánico del pueblo.

Saca un arma del bolsillo de su chaqueta, un revolver, y le quita las balas. Después lo arroja al interior del vehículo y se guarda las balas en el mismo bolsillo. Sólo quedan cuatro.

- Sé que es difícil de creer, con todo lo que está pasando... - se tapa la cara con las manos un segundo antes de continuar hablando - Jake y yo... No podíamos más, muchas veces tratamos de convencerles de que esto estaba mal, por mucho que nos beneficiase. Muchas veces ayudamos a gente a escapar, o al menos a intentarlo.

>> Esta vez fue diferente, Jake dijo que os conduciría hasta aquí para que yo pudiese poneros a salvo - apoya sus enormes manazas sobre la puerta abierta y deja caer su peso sobre ella. - Pero quería hacer algo más, quería joderlos a todos y le prendió fuego a la madriguera del demonio antes de ir a buscaros. Trate de convencerle de que no lo hiciese, pero no me hizo caso.

Se aleja unos pasos de la furgoneta y se guarda las manos en el bolsillo del pantalón. Tiene una expresión triste.

- Las llaves están puestas. Yo volveré al pueblo andando, no tengo miedo a lo que me pase. Deshazte del arma... he asesinado a mi compañero de trabajo con ella... me vio salir a buscaros y no podía ser. No estaba en el ritual, estaba enfermo o eso dijo. Creo que averiguó nuestro plan y estoy seguro de que no dudaría en llamar alguien... Los móviles no funcionan cuando empieza todo esto, pero las emisoras de onda corta si. Tenemos varias.

El hombretón se da la vuelta y comienza a andar cabizbajo. Se detiene a unos metros para girarse y preguntar.
- Por cierto ¿Dónde está Jake? Me pareció verle haciéndome señas con su linterna.

La confusión de Isaac se hizo patente durante unos instantes al observar a izquierda y derecha y no ser capaz de encontrar explicación alguna a lo que había ocurrido con la luz. ¿Le estaba jugando malas pasadas la mente? No lo descartaba, la noche estaba siendo de lo más surrealista...

Volvió a centrarse al observar las luces en la carretera —esperaba que estas fueran reales— y durante un momento pensó en decirle a Monica que no se arriesgara, pero acabó callando y se limitó a quedar en la retaguardia con el arma lista, como un ángel de la guarda en la noche.

Al ser consciente del arma ajena Isaac levantó la suya, listo para disparar en cualquier momento. No obstante, el hombre se deshizo del revólver, pero el chófer no bajó su pistola. Se fue aproximando a la carretera a buen paso.

—Jake está muerto —dijo sin tacto alguno al alcanzar la calzada—. Lo mató esa... cosa. ¿Qué cojones es eso? Es más feo que un aborto, aguantó un par de tiros como si nada y su velocidad... además, no solo vimos a eso, también... personas. Algo extraño, no quiero decir zombies pero... ¡joder! —negó con el rostro varias veces—. ¿Y el ritual este? ¡¿A qué demonios os dedicáis en este pueblo?!

Estaba claro que, a pesar de sus preguntas, Isaac no terminaba de fiarse de Tom, pues no bajó el arma.

Si no tuviera los pelos de punta, el comentario de Jake haciendo señas con la linterna me los pondría. 

-Tom..ven con nosotros..largemonos de aquí- 

Mas allá que intentar salvarlo, podia sernos de mucha ayuda, conocía la zona, conocía a esos zumbados y todos los detalles, era un testigo perfecto.

- Ayudanos a salír de aquí y acabar con esta locura-