Partida Rol por web

El forcejeo entre ambas contendientes continúa. Acuden rápidamente tanto Finn como Ariete con la idea de ayudar a Daysy.

Casi al mismo tiempo escucháis unos gritos entremezclados que proceden de las torres que os rodean...

"¡Eh, quietos! ", "Llamad a la guardia", "!Asesinos!", "¡ Han asesinado a un hombre!", ¡Se están matando!".

Un poco de alcohol en un vaso sucio de cristal. Música de pianola a vapor. Un humo asfixiante que salía de la pipa de un gnomo con la mirada triste del otro lado de la barra. La última vez que le acusaron de un delito que no cometió, Daisy Sue se acabó escondiendo en un agujero así. ¡Cuántas ganas tenía de que todo esto terminase! Que la llevasen a la horca acusada injustamente, o que la dejaran en la calle para seguir hundiéndose en aquel pozo de decadencia...

¡Eso! ¡Gritad! Malditas liendres de siudá... ¡Gritad más alto, a ver si os oyen! ¡GGRRRRROOOOAAAARRR!

Con el impulso del rugido, Daisy Sue recobró ánimos. Estaba enfangada en aquel problema por culpa de la forjada, y trató de dar carpetazo al caso intentando hacerle una llave poco ortodoxa, con una técnica pobre. Quizás bastase para que esa escurridiza serpiente oxidada no tuviese más movimientos con los que escapar. Estaba visto que las siempre eficientes fuerzas del orden se tomarían su tiempo para hacer su trabajo.

Los ojos de color plata no mostraban maldad por ningún lado, pero eso solo quería decir que no había ningún demonio, muerto viviente, ajeno maligno o clérigo servidor de los dioses oscuros en las inmediaciones.

Todos los miembros del grupo vieron como,bajo la estructura del puente, apareció un individuo particular que acabó posándose al lado del cuerpo. Como rayos lanzados de los cielos, la semi orca y un forjado se lanzaron sobre ella para inmovilizarla y por la llama que lo hacían bien.

Todo parecía indicar que esa forjada había dado muerte al hombre callado tumbado en el suelo, pero no se puede inculpar a nadie sin pruebas, la ley es la ley, la ley es una virtud necesaria para guiar a la gente en la senda del bien.

Seguía intentando focalizar algún posible mal mientras descolgaba su escudo de la espalda para sujetarlo con su mano izquierda, pero ademas de ello examina el origen de la perdida de sangre del difunto, -Como sea provocada por un hacha quedará demostrada el objeto del crimen- 

Finn acudió raudo a donde la forjada había aparecido repentinamente en escena. Los gritos de los curiosos, morbosos hipócritas ávidos de sufrimiento ajeno, hacían que ardiese su sangre mestiza.

- ¡Buen trabajo Daisy Sue! -Animo a su compañera. - Harías bien en relajarte o acabaremos tirándote por el puente... - Amenaza sombrío a la forjada.

Dicho lo cual, su mano salió disparada haciendo un rápido golpe de muñeca. Su látigo fue un borrón en la oscura noche y el cuero chasqueó como un relámpago en la tenue lluvia.

Con la forjada atrapada en el abrazo de la semiorca, el mango de su arma estaba al alcance del semielfo. Si conseguían desarmarla, dejaría de suponer una amenaza. O eso pensaba Fin...

El bárbaro se da cuenta de un peligro mucho mayor que el que una de esas armadura parlantes quiera partirles el cráneo con un hacha... si llega la guardia y ve el cadáver el semielfo no va a tener suficiente retórica con la que sacarles de esta.
 

-¡Es una noche muy fría para pasarla en el calabozo! ¡Arreadla y vámonos corriendo, cojones! - Aulla mientras corre hacia la bolsa de cuero que llevaba el muerto.

¡Shh, no digas nada! Soy tu amigo, pero ando a ocultas.  Dime rápido, en secreto, que le quieres quitar al muerto y a quién hay que entregárselo, donde y cuando, y yo lo haré por tí.  Tu pretende que soy tu enemigo.

La forjada mira con odio al druida. Su mirada parece dudar durante una fracción de segundo pero inmediantamente sus pupilas se contraen y su rostro vuelve a  mostrar la rabia.

-¡Traidor! ¡Voy a matarte por unirte a esta carne débil! 

Alfrik se aproxima a la lucha mientras guarda su arma. Es testigo de la mirada de la forjada. No es el mal lo que ve en ellos pero si mucho odio. Y hay otra cosa que percibe justo ahora...Ves que lleva la marca de Karrnath sobre una de sus cejas.

Las palabras de Powaqqatsi, su presencia o, simplemente el hecho de sentirse atrapada en el abrazo de Daisy hacen que una ola de furia le recorra el cuerpo. Su fuerza aumenta espectacularmente e intenta quebrar los brazos de la semiorca para librarse de ella...

Mientras tanto el bárbaro imponente conocido como Mug el Jabalí, a quien robaron el vellocino ilusorio, se lanza a por el maletín. Pasa junto a sus aliados y es testigo de la lucha de fuerza entre la semiorca y la forjada. Desde luego si la forjada logra soltarse habrá más sangre que verter esa noche. Con un rápido movimiento atrapa el maletín que reposa aún bajo la fría mano del anciano asesinado...

Un silbato suena entre las torres de Sharn...

Esa era la vida de una loba solitaria. Se lo ha ganado a pulso, apartando a los demás de su lado. Está sola en esto. Ni Powaqqatsi, ni Mug, ni Ariete, ni mucho menos Alfrik... Ninguno de ellos se ensuncia las manos. Simplemente quedan mirando, con la misma desafección egoísta que los espectadores desde sus ventanas. Era culpa de esta ciudad... tenía algo en el aire, como un veneno, capaz de enturbiar hasta el alma de las personas.

¡Cierra de una ves el pico, flaco!-ordenó a Finn-Si no vais a ser de ayuda, por lo menos no me la provoquéis, que ya bastante difísil me está resultando suyugarla pa que andéis vosotros por detrás chinchándola pa que me se encabrite. Joíos afisionaos...

Miró a Mug. Como muchos otros bárbaros salvajes, sin oficio ni beneficio, venidos a la ciudad, el Jabalí se estaba reconvirtiendo en ratero para sobrevivir en las calles. Bien por él, pero salir corriendo no era una opción. No para los que se han criado en una granja. Como quién doma un potrillo, Daisy Sue mantuvo su abrazo, pero no estaba segura de que aquella bicha no fuera a lanzarle igualmente una coz de un momento a otro.

Justo estaba tratando de que no se enojara Daisi, le trató de explicar, pero fallando la magia, no hay pretexto que valga.

Al ver las heridas del hacha en el cuerpo del difunto, Alfrik volvió su vista hacia la forjada, pero lo que vio en ella le sorprendió mas. -La marca de Karrnath!- exclama sorprendido mientras que desenvaina su hacha y apunta a la forjada. -Daos por presa, aberración!.

El paladín se acerca a la hojalata y grita con todas sus fuerzas. -En el nombre de la iglesia de la llama de plata, en el nombre de todos los seres de corazón puro que han dado su vida por purgar esta buena tierra de los no-muertos y aquellos que los levantan, quedáis arrestada. A mi la guardia!

-Y tu, insensato, dejad las pertenencias del difunto si no queréis que os acuse de hurto!- Le dice tajante al bárbaro

Finn acudió raudo a donde la forjada había aparecido repentinamente en escena. Los gritos de los curiosos, morbosos hipócritas ávidos de sufrimiento ajeno, hacían que ardiese su sangre mestiza.

- ¡Buen trabajo Daisy Sue! -Animo a su compañera. - Harías bien en relajarte o acabaremos tirándote por el puente... - Amenaza sombrío a la forjada.

Dicho lo cual, su mano salió disparada haciendo un rápido golpe de muñeca. Su látigo fue un borrón en la oscura noche y el cuero chasqueó como un relámpago en la tenue lluvia.

Con la forjada atrapada en el abrazo de la semiorca, el mango de su arma estaba al alcance del semielfo. Si conseguían desarmarla, dejaría de suponer una amenaza. O eso pensaba Fin...

 Finn lanza su látigo contra el arma de la forjada. La cola del látigo se enrosca en la empuñadura del hacha de batalla . Ese es el momento de tirar y Finn lo sabe. Con un fuerte tirón intenta arrancarle el hacha de las manos. Pega un fuerte tirón...y el látigo se suelta...

-¡Juro que os mataré! ¡Jamás me rendiré!- ruge en un grito metálico la forjada.

Ni tan siquiera la proximidad del arma de Alfrik ni sus amenazas consiguen calmar la furia de la forjada.

Creo que eso de que no te vas a rendir lo estas dejando bastante claro, je je, dijo el druida, como si fuera esto sólo una práctica de lucha en la Universidad de Mograve.  Peero, no te dejaremos moverte compañerita.  

Es más, presta-pa-la-orquesta, y diciendo eso le empezó a quitar el hacha de la mano, centímetro a centímetro, como pulsando en una taberna, ayudado claro por el hecho de que la humanorca la tenía sujetada cual puerquita y el buitre Ch'om le picaba los dedos metálicos para que soltara el arma más fácilmente.

Si eres tan animadversa a la vida orgánica, amiga, ¿quien te envío?  ¿Alguna secta fundamentalista del buen Onatar?  Tsk, tsk, meneo la cabeza como mostrando su desaprobación.  ¿El Señor de los Cuchillos allá en las Mournlands?  ¿Algún líder descarnado de Carnath?  No creo, esos son de hueso y eso es también orgánico.  ¿O es un culto nuevo trabajando para la carne débil esa que dizquedesprecias?   Quería distraerla para que soltara algo de información sobre quien era, le leía los gestos metálicos con cada sugerencia.

¿Y pa'que quieres esa maleta que el joven-que-no-se-baña se acaba de robar frente a tus plateadas narices?  Si me convences de qué es tan importante que vale la pena conseguírtela de regreso lo podría considerar una opción... No se, piénsalo.   La quería revolver con palabras, como le habían enseñado allá en los bosques faéricos.  "Si no convences, confunde." era la máxima

Juego. Drogas. Prostitución. Hay mil y un motivos para asesinar en la ciudad de Sharn. A veces, matar solo es una apuesta, comprobar si puedes hacerlo. Las orejas de elfo se convierten en algo más tras arrebatárselas a su propietario y pasarlas por un rallador. O puede que simplemente sea el método de pago para pasar la noche con la sórdida hechicera de una banda de asesinos. Sí... Todo eso eran cosas que Daisy Sue podía aceptar. Pero quitar una vida por un maletín de cuero... Por la Hueste, a Daisy Sue no le faltaban motivos para dejar de creer en la civilización.

¿Cualo es la carne débil ahora, caradelata? Ni siquiera eres capás de soltarte de una mestisa como yo. Te llegas a encontrar con un siento veinte por siento sangre de orco, y ahora serías un cubito de metal comprimío.

Es más, Daisy Sue es lo que va a ponerse a hacer a partir de ahora: apretar con fuerza. La semiorca ha hecho zumo de cocos más duros que esta asesina de transeúntes. Sus músculos, de carne y no de metal, se ponían en tensión para terminar de doblegar a la forjada.

Daisy recoloca sus brazos de una forma especial bajo las costillas de la Forjada y aprieta con todas sus fuerzas...La forjada siente una gran presión en el interior de su cuerpo y una fuerte punzada dolorosa en la espalda que le llega hasta la cabeza. Intenta retorcerse para zafarse del abrazo de la semiorca y, si lo consigue, le enseñara de lo que es capaz de hacerle su hacha al cuerpo de una persona...

Ch'om picotea la mano de la forjada, haciéndola reaccionar instintivamente y aflojar el mango del hacha juuusto lo suficiente para...

...arrancarla de sus manos.

-¡TE DESTRUIRÉ TRAIDOR! ¡ OS MATARÉ A TODOS!-. Grita la forjada con el rostro desencajado por la rabia y la furia al ver como su arma es arrancada por el forjado amigo de la carne.