Partida Rol por web

Traviesas rápidamente el sendero que te separa hasta la posada de Salvana Wrafton, donde habíais alquilado unas habitaciones para esos días. El chaparrón que caía ahora era muy grande, los truenos resonaban por todo el valle y algunos relámpagos iluminaban el cielo intermitentemente.

Al abrir la puerta, un par de parroquianos te miraron para luego seguir haciendo sus cosas de nuevo. Esa noche la posada no estaba muy llena, parecía que a pesar de todo la gente no estaba para celebraciones. Estaba Salvana, la dueña del local, la viajera elfa que habíais visto la primera vez que llegasteis, el viejo Eilian y un par de granjeros, que parecían estar recogiendo para irse, algo borrachos, después de una larga jornada de trabajo en el campo.

Ahora no podías parar de pensar en las palabras de la hermana Linora, poco a poco no sabías si por efecto de sus palabras, pero ibas notando ese "mal ambiente" que se respiraba. Algo no iba mal, y no sabías que era.

Como paladín, estabas acostumbrado a detectar el mal, y sin duda podías confirmar a medida que pasaban los minutos que algo se cernía sobre el valle.

Mmmm... tonto de mi. Parece que la hermana tenia razon, debo estar alerta. Debi haber notado esto desde el principio.

Tras observar la situacion, Neel se acerca a la barra y discretamente pide una cerveza para esperar el momento en que los bebidos granjeros avandonen el lugar para inmediatamente alcanzarlos aun que sea bajo la lluvia... de hecho, si ocurriera asi no estaria mal, ya q el joven paladin planea interrogarlos y puede q el viento y los relampagos ayuden a que los aldeanos cooperen...

Esperen un mometno ustdes dos! Clamo en voz lo suficientemente fuerte para que los granjeros escucharan sus palabras impregnadas de autoridad y determinacion. Despues de llamar la atencion de los hombres, Neel se acerca a ellos a paso firme dejando que la duda e inquietud llene sus bocas y el miedo sus corazones. Cuando estuvo lo sificientemente cerca volvio a hablar manteniendo una mirada recia y por que no, algo malhumorada. Quiero que me digan lo que saben hacerca de los rumores que corren por ahi sobre una secta maldita situada en las cercanias... y por su bien espero que sea de utilidad... No es que el Paladin suela intimidar con regularidad pero, el si el pueblo tiene algo q ver con los paganos del mal por propia voluntad no correran con mucha suerte, si Neel los descubre.

Y una cosa mas... no se anden por las ramas que no tengo mucho tiempo y mi paciencia anda algo corta...

Los granjeros iban tapados con capuchas y aun estando algo bebidos apresuraron el paso para estar el menor tiempo posible expuesto en esa tormenta que arreciaba. Al oír los gritos de Neel, se detuvieron y se giraron, para escuchar lo que tenía que decir.

- ¿Quién demonios es usted? - dijeron extrañados y algo malhumorados por la forzada interrupción del paladín. Cuando parecía que iban a ponerse mas duros, observaron, con la poca luz que alumbraba el lugar, que Neel iba armado, por lo que levantaron levemente las manos en señal de que no querían ninguna bronca.

- Mire, no sabemos de que nos habla, nosotros somos simples granjeros de la aldea. No tenemos ni idea de eso que nos dice.. - contestó uno de ellos aparentemente mas asustado.

Te parece que dicen la verdad. Son simples granjeros y campesinos que vienen a tomar algo después de un duro día de trabajo, no parece que haya nada raro.

Tras una lijera inspeccion con la mirada y al darse cuenta que los aldeanos poco tienen para comentar, Neel relaja el rostro para continuar la charla.

Muy bien señores, creo en sus palabras y lamento el haber utilizado las mias con tanta dureza, pero como se daran cuenta el motivo de mi investigacion en por el bien de todos. Si escuchan algo acerca de esto seria muy bueno que se lo comenten a la hermana de la iglesia de Almenara, que solo reza por su seguridad y prosperidad. Y asi, sin dar mas explicaciones el paladin se da la vuelta y rergesa a la posada.

Al menos ahroa hay mas posibilidades de que la secta no este mesclada con la gente del pueblo y eso me deja mas tranquilo... ahora a investigar con la demas gente de la taberna.

Al entra, el joven barre con la mirada el entorno para ahcer un nuevo recuento de los que se encontraban ahi. Los taberneros simpre suelen estar inmiscuidos en los asuntos agenos. creo q empezare por ahi. Y asi se dirigio nuevamente a la barra y discretamente llamo la atencion de la dueña.

Perdone buena señora, me gustaria hacerle un par de preguntas, pero preferiria que fuera en privado... y antes de que me mal interprete quiero decirle que no tienen nada que ver con propocisiones indecorosas, mas bien es un tema importante...

La posadera, estaba fregando algunos platos detrás de la barra, en un barreño con agua. Cuando Neel se acercó y le comentó su proposición, al principio no se lo tomó demasiado en serio, iba a decirle que estaba muy ocupada, pero se dio cuenta como el paladín estaba totalmente serio, así que decidió hablarlo con él.

- Bien, como quieras, entra a mi cocina - dijo señalando detrás suyo, una puerta que había detrás de la barra.

Por la puerta aparecen los tres aventureros: el mago humano, el guerrero dracónido y el chamán. La poca gente que quedaba os miran de soslayo, para luego seguir haciendo sus cosas, al reconoceros las caras. Llegasteis empapados como si os hubierais tirado al fondo de un lago. La tormenta seguía arreciando fuera y el frío cada vez era mas incipiente, por lo que una buena sensación os entró al entrar a la posada.

Habíais ido primero hacia el pequeño templo de Refugio Invernal, donde os abrió la puerta la hermana Linora, que rapidamente os informó que vuestro amigo se había ido hace un rato a la posada. Por lo que encaminasteis vuestros pasos de nuevo, corriendo bajo la lluvia, hasta la posada Wrafton.*

Por la hora que sería, ya era muy tarde y apenas quedaban un par de huéspedes que reconocéis de cuando llegasteis: Eilian el viejo que parecía medio dormido mientras apuraba una jarra de cerveza medio vacía, y aquella elfa que también parecía agotada, y bebiendo un pequeño vaso de vino.

La dueña del local, Salvana Wrafton, parecía que estaba en la cocina, hablando con alguien.

 Avenath mira a un lado y a otro buscando a Neel y los demás, mientras se sacude los ropajes empapados.

Angakok entró, al igual que Torinn y Adenath, mojado, pese haber llegado a la carrera, dentro de la posada. Miró alrededor, mientras se sacudía las ropas tratando de quitarse todo el agua posible de encima.

Era la primera vez que entraba en una casa de este tipo y aunque conocía el significado de la palabra y la función para la que servía no tenía muy claro que era lo que había que hacer. Así que aguardo a que alguno de sus compañeros tomara la iniciativa.

La poca gente que quedaba os miran de soslayo, para luego seguir haciendo sus cosas, al reconoceros las caras a alguno de vosotros. Llegasteis empapados como si os hubierais tirado al fondo de un lago. La tormenta seguía arreciando fuera y el frío cada vez era mas incipiente, por lo que una buena sensación os entró al entrar a la posada.

Por la hora que sería, ya era muy tarde y apenas quedaban un par de huéspedes: un viejo que parecía medio dormido mientras apuraba una jarra de cerveza medio vacía, y una elfa que también parecía agotada, y bebiendo un pequeño vaso de vino. A parte de estos, al parecer habían entrado no hace mucho, un dracónido enfundado en una armadura, un humano con una túnica y pelo largo y otro hombre, con vestiduras de piel y símbolos que te recordaban a los chamanes de las tribus.

La dueña del local, Salvana Wrafton, parecía que estaba en la cocina, hablando con alguien.

La puerta se abre de nuevo en la posada, durante los instantes que permanece abierta, podéis contemplar como aquella tormenta sigue su curso en el exterior. De las tres figuras que entran, reconocéis rápidamente a dos de ellas: Liham, vuestro compañero elfo que se había ido hacia unas horas a dar una vuelta por el bosque, luego había un mediano con él. Era fornido y vestía unas pieles de origen tribal, que os recordaban ligeramente a Angakok.

¡Douven Staul! El tercero de ellos, con aspecto cansado y barba de unos días era el mentor que habíais venido a buscar. Douven sonreía, y aunque parecía agotado levantó la mano para saludaros.

Douven al entrar reconoció a otros de sus pupilos. Levantó la mano para saludar.

- ¡Adenath, Torinn! - dijo sonriendo mientras se acercaba. Su aspecto había empeorado sin duda, tenía algunos moratones y heridas superficiales. Tenía la barba crecida de varios días y su rostro reflejaba un gran cansancio, aún así parecía sano y salvo. - Aqui vuestro amigo Liham y este pequeño guerrero - dijo señalando a Merric, el mediano - dieron con mis captores y me rescataron. Fue una suerte que partierais en mi búsqueda.

Liham, sonreía de medio lado. Sin duda se sentía orgulloso se haber rescatado al mentor, sin la ayuda de sus otros compañeros. Aún así parecía cojear y al igual que el mediano presentaba varias heridas como si hubieran tenido un combate reciente.

- Cuando me alejé para dar una vuelta, seguí el rastro de un grupo de personas, descubrí que uno de ellos llevaba el amuleto de Douven, así que los rastree durante unas horas. - comenzó a relatar. - No tenía tiempo de volver a poder ayuda pues no sabía cuanto rato iban a permanecer en esa excavación. Así que cuando me dirigía al ataque, Merric - dijo refiriéndose al mediano - se ofreció a ayudarme.

Douven sonreía y asentía. Con un ademán señaló a una de las mesas para sentarse y hablar mas tranquilamente. Carraspeó y se dispuso a relatar lo sucedido.

- Como os dijo mi mujer Ana, hace varios días partí con la idea de encontrar una supuesta tumba de dragón, según un mapa que encontré hace tiempo. Tras varios días de búsqueda dí con una pista.  Así que me hospedé aquí unos días, incluso hablé con gente del pueblo para comentar el hallazgo, aunque la mayoría no pareció importarles, pues aquí son granjeros y no aventureros. - comentó mientras soltaba una risotada.

- Un día, no se porqué ni cómo, fuí capturado por un gnomo y su panda, un tal "Agrid" según recuerdo. Me obligaron a enseñarles el descubrimiento de la excavación. Me retuvieron durante varios días para que les ayudase a cavar. Aunque últimamente me negué así que me tenían amordazado para "ver que hacer luego conmigo"...

Merric agradeció el calor tras el chaparrón que habían soportado fuera, y también agradeció poder sentarse al fin. Hasta el dolor de la pierna empezó a remitir. Dejó que Douven y Liham se pusieran al día con sus compañeros, sólo asintiendo levemente cuando mencionaron el combate con el gnomo y sus secuaces. Mientras tanto, examinó a los otros: le impresionó especialmente el dracónido, pues tenía aspecto de guerrero poderoso, y no pudo evitar observar que otro de ellos tenía aspecto de chamán. El humano de la túnica no le pareció particularmente interesante. Cuando Douven hizo una pequeña pausa, aprovechó para presentarse.

-Lo tenían amordazado y metido en un saco, como unas liebres que guardasen para la cena -rió el mediano-. Por cierto, yo soy Merric, hijo de Merric, gran guerrero de los hin y vencedor de la Batalla de la Tumba del Dragón -de este último título, que se le había ocurrido en ese mismo momento escuchando a Douven, estaba bastante orgulloso-.

 Adenath se levantó de golpe del asiento, sin prestar atención al hecho de que terminó tirando la silla. Abrazó a Douven fuertemente.

-Pero... ¿estás bien? No estás herido, ¿verdad?

Después se giró al mediano y le tendió la mano efusívamente.

-Merric, te agradezco tu ayuda. Estábamos realmente preocupados por el Sr. Staul. Mi nombre es Adenath.

A Angakok, a diferencia que al resto nada le unía con aquél extraño, así pues, solo saludó con la mano a Liham que era el único al que conocía.

Presenció sin intervenir desde su sitio el reencuentro entre lo que parecían maestro y discípulos, escuchando las palabras que se decían. Y de ellas sacó dos conclusiones, aquello estaba relacionado con el pergamino encontrado en la cota de mallas y la segunda, que sus compañeros ya no tenían ningún asunto pendiente que atender, lo que con un poco de suerte implicaría que podría contar con ayuda para resolver aquél misterio.

Vio que los tres estaban herido y desde su posición valoró la gravedad de las heridas, con la intención de ofrecerles su ayuda en caso de ser necesario.

Angakok con ayuda de unos vendajes y unos pegajosos unguentos verdosos que tenía en unos potes, os ayuda a curar y remendar vuestras heridas, mientras Douven y Merric relatan sus aventuras y batallas.

-Encantado, Adenath. Oh... muchas gracias -dijo Merric al ver que el hombre vestido de piel se ofrecía a curarle la herida de la pierna-. ¿Eres un chamán? Creo que no he oído tu nombre.