Partida Rol por web

Isae se dedicó a rezar a sus ancestros dándoles las gracias por la oportunidad de poder redimir el honor de la familia durante gran parte del viaje, además de pensar una y otra vez en la misteriosa y peligrosa orden secreta, el Kokuryukai, que habían causado el desastre de Mibu por el cual tantas personas habían perdido la vida. ¿Qué otros planes tendrían? ¿Qué otros desastres provocarían con tal de que su odio por las personas extranjeras, las que ellas creían culpables de la epidemia Kabane, desaparecieran de sus tierras? Isae tenía miedo de que todo acabara en una guerra civil, algo que no era bueno para nadie, y menos con los Kabane de por medio. 

Su mente también había vuelto una y otra vez al momento "locutora", donde había metido la pata hasta el fondo sin saberlo y sin ninguna mala intención, pero había causado mucho sufrimiento, problemas y había menoscabado la autoridad de Tomohiro-Sama. Por su culpa, muchos de los tripulantes habían decidido irse, e incluso habían voces que se alzaban contra Tomohiro-Sama, alentando un cambio en la dirección del tren. Isae estaba muy avergonzada por ésto, y durante el tiempo que pudo, aprovechó los viajes para ver al doctor y comenzar a aprender de él* para hablar con la gente e ir cambiando la percepción de todos con respecto a Tomohiro. Irónicamente, gozaba de gran popularidad con prácticamente todos los tripulantes** y la aprovechó en beneficio de Tomohiro, en lugar de aprovecharla para sí misma. Comenzó a dejar caer rumores de que el señor del tren era un buen hombre, que se preocupaba por los tripulantes, que todo lo que hacía era por el bien de todos...la intención era ir ganando apoyos en favor de Tomohiro, que los que tuviera se consolidaran, y hacer dudar o desistir a los que estaban en contra.***

- ¿Hmmm? - murmuró saliendo de sus pensamientos. Estaba cansada, cansada mentalmente y físicamente. El ritmo frenético que llevaba, entre conducir el tren, aprender con el doctor y hacer de relaciones públicas no le dejaba un momento de descanso, ni mental, ni físico...pero si era el precio que tenía que pagar por su desliz, involuntario o no, lo pagaría. Ya tendría tiempo de descansar, pues lo importante era recuperar la armonía. Ella se había percatado que la Hayajiro era como una casa enorme con mucha gente, una casa que necesitaba que todos trabajaran en la misma dirección, por un bien común, pues si no, todo sería un desastre, y ya tenían demasiados enemigos fuera como para que empezaran a haber más dentro. 

Y luego estaban Korusu y Lyashi. Tras mucho meditar, había descubierto que eran como el ying y el yang de su vida****. Una era la parte negativa, mala, de ella. Odio, rencor, avaricia, megalomanía, crueldad... representaba las partes más oscuras de su alma. Lyashi era la parte buena, positiva, de ella. Amor, conmiseración, piedad, empatía...representaba las partes más luminosas de su alma. No entendía cómo, pero era como si ambas se hubieran escindido de su "yo" más racional, la parte más lógica y de sentido común, la parte que tenía los arraigos más profundos, deber, honor, lealtad, tradición...y que los sentimientos o situaciones que vivía iban inclinando la balanza de un lado a otro de su ying/yang y éstas partes influenciaban en sus acciones o decisiones con más fuerza. Lo único malo es que, aunque Lyashi no parecía descontenta con aparecer cuando la situación era adecuada y plegaba sus decisiones a la parte consciente de Isae, más ayudándola que imponiendo, Korusu parecía cada vez más una parte de sí que quisiera el control total, como si quisiera relegar la consciencia de Isae y apartarla a un lado para tomar el mando del cuerpo de ella. Y eso le asustaba. Lo malo, es que no sabía qué hacer para revertir la situación, no sabía con quién consultar sobre ésto, es más, le daba cierto miedo hablar con la persona incorrecta y que la tomaran por loca y la encerraran para siempre. 

- No....no me sucede nada chicas...sólo que estoy cansada. - dijo, masajeándose las sienes y cerrando los ojos, para luego masajeárselos también pasando los pulgares con delicadeza por encima de los párpados. 

Al sentir el beso de Suzume, Isae sonrió ligeramente y alzó una de sus manos para acariciarle la cara, suspirando hondamente. - Pues igual no es mala idea...las tres juntas... - dijo, siguiendo con la broma-provocación de Suzume a Kagura. 

Asintió ante la sugerencia de Kagura y cogiendo de la mano a Suzume, aprovechó que estaban en marcha y salieron a la parte de fuera***** de la locomotora, para que les diera el aire y poder contemplar mejor los alrededores...y quizás Suzume quería comentarle algo en privado. 

La visión de la negra katana de Yûki hace palidecer a Taguchi. Sus compañeros, que tanto parecían apoyarle, se apartan ahora de él para librarse de la ira de la soldado. El segundo interpelado por ella prefiere salir corriendo directamente.

¿Q...? ¿Qué? - balbucea Taguchi - ¡No! Es... ¡inhumano! ¡Mogami-sama, por favor! ¡No puede permitir...! - se interrumpe al ver la fría cólera en los ojos del noble. Lentamente, con todos los músculos tensos por la rabia, Tomohiro se levanta y rodea la mesa en dirección a Taguchi desenfundando su propia katana.

En realidad, deberías estarle agradecido a Koizumi-san porque te está dando una oportunidad que yo te habría negado: la de sobrevivir a tu propia estupidez - la punta de su katana se apoya en la garganta del hombre derramando un minúsculo hilo de sangre - Has cometido el error de confundir mi amabilidad con debilidad, Taguchi-san. Tú, uno de mis siervos, me has insultado y desafiado en mi propia hayajiro - lo empuja hacia la puerta del camarote que da al exterior.

Puedo ocuparme de él, señor - se ofrece Shimazu.

¡NO! Soy Mogami Tomohiro, señor de la Ryugujou. Esto es tanto mi obligación como mi derecho - Cuando le ordena a uno de los hombres que acompañan a Taguchi que abra la puerta éste lo hace sin atreverse a decir una palabra a favor ni en contra.

Por favor... - suplica Taguchi. Su rostro está cubierto de lágrimas de terror e impotencia. El fuerte viento le agita las ropas y ahoga sus súplicas conforme Tomohiro le obliga a inclinarse hacia atrás sobre la baranda - No lo haga, Mogami-sama. Se lo suplico.

Salta, perro bastardo - ordena Tomohiro, implacable - ¡SALTA O TE CORTO LA MALDITA CABEZA!

El cuerpo de Taguchi choca violentamente contra la rama de un árbol. Hay un sonido de huesos rotos y Taguchi es arrancado de la pasarela dejando una abolladura manchada de sangre y un terrible alarido tras de sí. Se oye otro golpe cuando el cuerpo destrozado vuelve a chocar contra el costado de la Ryugujou. El grito se interrumpe de golpe. Taguchi se pierde en la distancia.

Vosotros - Tomohiro se dirige ahora a los acompañantes de Taguchi, que le miran aterrorizados - Volved al trabajo. Si alguno más quiere arrastrar su honor por el suelo desentendiéndose de sus obligaciones conmigo sólo tiene que seguir el camino de Taguchi-san ¡LARGO!

Los hombres salen en tropel mientras Tomohiro limpia la punta de su katana con un pañuelo. Al principio podría parecer que todo ha terminado pero al noble aún le quedan asuntos que tratar.

Shimazu-Tai-sa. Ya me ha quedado claro que piensas que he cometido un error con lo de ese tal Kotaro. Si al final resulta que tenías razón no te pediré que arrostres la vergüenza ni que asumas las consecuencias por mí. Hasta entonces no quiero ni oír hablar del tema. Tu deber y tu honor son conmigo, no con ese estúpido. No volveremos a hablar del tema ¿Queda claro? Ahora retírate. Asegúrate de que los demás tripulantes entienden qué le ha pasado a Taguchi-san y por qué. Haz tu trabajo. Mantén a mi tripulación segura, tranquila y a salvo.

Sí, mi señor - Shimazu hace una reverencia y abandona la estancia silenciosamente.

Furuhashi-san, quiero que te concentres en Shimonoseki y me digas qué podemos esperar encontrarnos allí. No quiero volver a tratar con un demente como Kaibuki. Koizumi-san, buen trabajo. Ve a buscar a mi hija y tráela ante mí...

¡AAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYY! - los frágiles huesos de la muñeca de Ohsumi crujen amenazando con romperse bajo la férrea tenaza de la mano de Hideo. Cuando el kabaneri le suelta se la mira para asegurarse de que sigue teniendo la mano unida al brazo - ¡Eres un... INGRATO! ¿Crees que no quiero para mí ese poder que tienes? ¡Pues claro que lo quiero, pero aún no sé lo suficiente sobre él como para intentarlo! Yo salvé tu vida y te hice mejor que un humano ¡Me lo debes!

¿Hola? - la voz de Kagura surge del interfono - ¿Asano-san? ¿Podrías...? ¿Podrías venir a la cabina, por favor?...

No - dice Chihiro sonriendo. De alguna manera Takeshi sabe que su respuesta no es la que ella estaba esperando pero no está enfadada - ¿Sabes? En Mibu tuve una larga conversación con tu Haha-ue y me dijo que esto pasaría. Sé que tienes... sentimientos hacia mí pero que... necesitarás un tiempo para... esto...

De repente mira a a Takeshi con los ojos muy abiertos y la cara roja como un tomate - ¡Takeshi-kun! ¡Yo te...!

Algo golpea desde fuera la ventana que hay tras Chihiro, dejando una telaraña de grietas en el grueso cristal y una mancha de sangre.

¡KYAAAAAAAAAAAAAH! - grita Chihiro lanzándose a los brazos de Takeshi, que acaba tumbado en el suelo con la doctora tendida sobre él. Sin embargo la situación es menos romántica de lo que parece - ¿Qué...? ¿Qué ha pasado? - Pregunta ella mirándole a los ojos...

¡Venga! - dice Kagura con el rostro enrojecido mientras empuja a Isae y Suzume hacia la pasarela externa de la locomotora - ¡Fuera! ¡Las dos!

Suzume tira de ella con actitud juguetona y las tres acaban sintiendo el viento en la cara agarradas a la barandilla metálica.

¡ESTO ES VIDA! - grita Suzume con júbilo.

Su alegría es interrumpida por un alarido procedente de dos vagones más atrás: un cuerpo ha salido despedido de la pasarela externa del vagón de Tomohiro al ser golpeado por la rama de un árbol. El señor de la Ryugujou, katana en mano, observa por un momento la abolladura con una mancha de sangre que ha dejado el tripulante antes de salir volando.

Debe ser ese imbécil de Taguchi - dice Suzume. Desde el incidente de Okayama, el pinche de cocina Izo Taguchi ha estado intentando socavar la autoridad de Tomohiro con rumores malintencionados sobre su incompetencia y aprovechándose de las incomodidades de los tripulantes a causa de los muebles destrozados para encender aún más los ánimos. La propia Lyashi ha sido víctima de las venenosas críticas de Taguchi desde el mismo momento en que ella empezó a intentar mejorar la imagen de Tomohiro y tranquilizar a la tripulación (1) - Por fin va a cerrar la maldita boca.

En cambio, Kagura sólo tiene ojos para la abolladura ensangrentada - Me... mejor me vuelvo dentro.

Se le pasará - dice Suzume cuando la maquinista desaparece - No sabéis la suerte que tenéis de contar con un señor tan amable y paciente como Mogami Tomohiro-sama. Saito-Tai-sa lo habría matado al escuchar los primeros rumores...

Tras el puñetazo, Izume tarda unos segundos en comprender cómo ha pasado de estar de pie a caer de culo en el suelo.

Pero ¿De qué estás hablando? - se levanta y escupe en su mano un trozo de diente sanguinolento - ¡Yûki no tiene nada que ver en esto!

Ante la espalda muda de Sakura decide recoger todo y vestirse a toda prisa. Cuando abre la puerta para salir lleva las botas en la mano - Hablaré con Yûki - anuncia con rabia - Pero sólo porque quiero que deje de odiarme por algo que no hice, no porque necesite demostrar nada sobre mis sentimientos - abre la puerta con tal fuerza que hace un ruido metálico al chocar contra la pared del estrecho camarote. Luego se lo piensa mejor y vuelve a cerrarla de un portazo - Es verdad que no sé nada "de mujeres" ¡Ni lo necesito! Porque sólo hay una que me interesa y de la que quiero saberlo todo: ¡TÚ! Pero si eres de esas personas que le tienen pánico al compromiso ten al menos la decencia de no utilizarme como excusa para largarte.

Abre la puerta y sale del camarote hecho una furia...

Desde que se levantó, los ojos de la joven siguieron los movimientos de Tomohiro, espectantes y sorprendidos, al principio, orgullosos y cargados de admiración a medida que hacia retroceder a aquel indeseable hacia su fin.

Volvió a enfundar su katana con cuidado mientras hablaba  con el resto de los que pensaban sublevarse y cuando recibió la órden se acercó al noble. Le hubiera gustado besarle en los labios, pero había gente delante, así que optó por hacer una honda y pronunciada reverencia, como trabajadora y leal servidora que era, y salió de allí sin pronunciar palabra.

-"¡Gilipollas!"-es lo último que escucha Izume mientras se aleja por el pasillo.

Con las botas mal abrochadas y la camisa remetida de cualquier modo en sus pantalones Sakura sale de aquella habitación donde minutos antes hacía el amor con el hombre de su vida

Eh,eh,eh,para el carro bonita,que eso no es así¿el hombre de mi vida?No,ni de coña.A lo mejor me estoy poniendo cabezota porque la retaco esa ha venido a joderme el folleteo y ya está.Claro,debe ser eso,que yo creía que Izume iba a estar siempre disponible para cuando yo quisiera y ver que no es así me ha jodido.Claro que sí,¿ves Sakura como no estabas enamorada?No,era sólo que vas a tener que ampliar tu horizonte de amantes aunque en este cacharro hay poco donde elegir...

A pesar de todo su corazón sigue encogido y su estómago se ha cerrado tras las últimas palabras de Izume miedo al compromiso,miedo al compromiso,miedo al...

-"¡Y una mierda,yo no tengo miedo a nada,capullo!"-rezonga mientras camina sin rumbo por la puñetera Ryugujou

Arisa se había quedado en una esquina de la mesa, apartada de la violencia que se había concentrado en la hoja de Yûki. En cuanto Tomohiro también desenvaina, la psíquica baja, apenas perceptiblemente, la cabeza. No debería haberles dado siquiera la oportunidad de hablar. He actuado en contra de como pensaba mi señor... Al ver cómo Tomohiro ordena abrir la puerta del vagón, Arisa decide cerrar los ojos, los de su mente, intentando ignorar ese acto. 

El grito desgarrador de Taguchi se pierde en la distancia y la psíquica vuelve a mirar para ver a Tomohiro limpiando su katana. Se mantiene en silencio, aún dolida por lo de Takeshi y avergonzada por no haber sido capaz de reaccionar como esperaba Tomohiro. Da un pequeño respingo al oír su nombre y asiente rápidamente. Por un momento abre la boca para decir algo pero viendo lo ocurrido, inmediatamente cambia de opinión. Es una orden directa... Tengo que intentarlo al menos. Mientras Yûki sale del camarote, la psíquica comienza a concentrarse, a buscar ese hilo del destino invisible para muchos...

No es para sentirse orgulloso pero noto cierta satisfacción ante su grito de dolor.

- Me salvaste la vida, sí. Pero más que nada por lo que acabas de decir. Necesitabas experimentar porque no te atrevías hacerlo en ti mismo. Y ahora quieres que use a otra gente para que tu confirmes del todo que te atreves a ello. Sigo aquí y te lo agradezco pero todo tiene un limite doctor...-me callo cuando suena el interfono y escucho a Kagura.- Por supuesto, Natori-san. Voy ahora mismo.- su voz sonaba preocupada, o quizás era simplemente que necesitaba cualquier razón para salir de la sala, así que me dispongo a salir después de colgar.- Quizás debería ir a que te vean la muñeca y dejarme un rato tranquilo...- un rato muy largo si es que los dioses querían. 

La miro con la cabeza ladeada intentando descifrar si el “no” es porque no siente nada por mí aparte de amistad, si es porque no me va a abrir la cabeza o por algo que se me haya escapado del siempre complejo mundo femenino.

Al oírla mencionar a madre me ruborizo de nuevo, temeroso de lo que se puedan haber contado una a la otra. Una cosa es que le caiga bien, y otra que hagan comandita contra mi persona. Estoy totalmente atento a lo que me va a decir y entonces es cuando escucho un estruendo y su grito.

Se me lanza a los brazos y no soy capaz de parar el impulso, así que termino cayendo al suelo. Tenía dos opciones: amortiguar el golpe con lo brazos o sujetarla a ella. Al final mi subconsciente ha decidido que probar la dureza del suelo con la espalda y la parte de atrás de la cabeza era un precio muy barato a cambio de sujetarla contra mí y que no se haga daño. Me cuesta la vida no soltar un taco cuando golpeo el piso, pero al final lo consigo.

-Uf...- Digo entre dientes mientras la aprieto con fuerza por la cintura y con la otra mano en la parte de atrás de su cabeza. La miro a la cara para asegurarme de que tanto ella como las gafas están intactas y luego cierro los ojos un segundo y vuelvo a apoyar la cabeza en el suelo. Al final la levanto otra vez para poder mirarla a la cara.- Pues verás, yo estaba intentando discernir si tu negativa era porque no quieres tener nada que ver conmigo, si no querías partirme la crisma con el taburete o por alguna otra cosa que mi escaso entendimiento había pasado por alto.- Comienzo con tono sereno y sensato, como si estuviéramos sentados en el comedor en vez de tirados en el suelo uno encima del otro.- Después estaba esperando con ansia lo que ibas a decirme y entonces creo que “algo” se ha golpeado contra el cristal y...- le aprieto la cintura con la mano que tengo allí.- de repente me he encontrado así.- Mi tono de voz cambia a uno de preocupación.- ¿Te has hecho daño?.

En cuanto me asegure de que está perfectamente bien mi intención es ayudarla a levantarse y acercarme a la ventana para comprobar qué es lo que la ha golpeado...me temo que la conversación tendrá que esperar...

Una sonrisa apareció en el rostro de Isae al escuchar a su amiga. Era cierto, aquello era muy parecido a su idea de la libertad y de la buena vida. Sentir el tren a toda máquina bajo sus pies, respirar el aire puro, poder ver esos maravillosos paisajes...

Todo quedó interrumpido como si el tiempo se hubiera congelado al escuchar un grito y girarse para presenciar una escena sangrienta.

Al ver aquello, Lyashi recordó los días que había pasado dejando caer comentarios por aquí, hablando con las lavanderas o limpiadoras por allá, con algún vigilante por acullá....pero pese a todo su esfuerzo, no había podido convencer a Taguchi. Por alguna razón que desconocía, parecía que el pinche tenía un odio inexplicable hacia Tomohiro, y había sido imposible siquiera acercarse a él para intentar hacerlo entrar en razón. Lyashi aprovechó que varios de sus amigos parecían más razonables y habían dejado de lado su animadversión hacia Tomohiro gracias a las razones que ésta les explicó para enviarlos a hablar con él y tratar de convencerlo por medio de una presión de terceros...pero por lo que acababa de ver, había sido imposible.

El resultado final era éste. Tomohiro con su katana desenvainada y llena de sangre, un tripulante menos para la Hayajiro y un desperfecto en el tren. Las miradas de Tomohiro y Isae se cruzaron, ella horrorizada, él imperturbable.

O quizás ella había provocado esto.

- Quizás la presión ha hecho que Taguchi no aguantara y se enfrentara a Tomohiro. - fue un pensamiento que se le cruzó por la mente, sin saber si era propio o venia de alguno de sus alter-ego.

Con una mano en la boca y sintiéndose mal, Isae se giró hacia Suzume. - Nadie merece morir por ser estúpido o tener la boca muy grande. Ésto no es propio de Tomohiro, algo pasa.... - susurró Isae. Desde un primer momento le había dado la impresión de que Tomohiro-sama era un líder de los que ya no quedaban, inteligente, paciente, amable, empático, abierto de miras...pero el Tomohiro que acababa de ver no parecía así. Parecía el típico noble arrogante que usa su posición e inmunidad para hacer lo que quería.

Yûki encuentra el ambiente del tren menos caldeado de lo que cabría esperarse según las afirmaciones de Taguchi. Cuando pregunta a un tripulante sobre el paradero de la niña éste le informa sin que parezca aterrorizado. No deja de ser un alivio comprobar que todo lo que dijo ese arribista miserable tenía más de mentira que de verdad.

Sachiko está sentada en la barra de la cantina observando fijamente a Izume, que está calzándose las botas sentado en un de los pocos bancos que aún quedan en pie.

Les vas a hacer daño - afirma la niña - A las dos.

No quiero hacerles daño - responde Izume - Sólo arreglar las cosas y seguir adelante - Tiene la ropa toda arrugada y apesta a sudor y a sexo. Su mejilla izquierda está inflamada a causa de un golpe. Posiblemente un puñetazo.

Pero vas a hacerles daño - insiste Sachiko.

Izume levanta la vista por un momento y la mira con irritación. Suspira, se levanta y empieza a alisarse la ropa - Bien, pues si tan lista eres dime ¿cómo hago lo que quiero hacer sin herir a nadie?

Sachiko no responde, pero el par de alas negras de mariposa que se materializan a su espalda son lo bastante elocuentes...

El vagabundeo de Sakura la lleva a la armería situada en el segundo piso del cuarto vagón. Allí se encuentra con Naoki y su sempiterno cigarrillo en los labios. Está sentado en su atestado banco de trabajo leyendo un grueso libro de diseño continental.

¡Ah, Kinomoto-chan! - la saluda mirando por encima de sus gafas redondas. Desde que subió a bordo de la Ryugujou, Sakura no se ha pasado todo su tiempo libre en la cama con Izume, sino que también ha trabado una relación parecida a la amistad con el extraño armero de la hayajiro. Además de dejar su rifle de vapor en las mejores condiciones que ella lo ha tenido nunca también comparte su afición por los explosivos - ¡Mira! - levanta el libro para mostrarle la portada grabada con caracteres ininteligibles - Tenías razón: en la biblioteca de Mogami-sama hay varios textos de tecnología armamentística, química y explosivos. He conseguido que me preste éste de aquí y creo que tengo varios diseños que... - pese a su entusiasmo inicial, Naoki no puede evitar fijarse en los ojos llorosos y la cara enrojecida de Sakura - ¿Te encuentras bien, Kinomoto-chan?...

Cadáveres tirados por doquier con el brillo rojo de la plaga kabane extinguiéndose en sus ojos mientras sus cuerpos son devorados por fantasmagóricas llamas azules. Una estación en llamas. Gritos de personas que luchan contra los kabane que aún pueden moverse. Izume arrodillado ante las ruinas de una gran casa señorial, aullando rabiosos juramentos de venganza. Una hayajiro compuesta por tres vagones fuertemente blindados y erizados de cañones, y una mujer con el cuerpo de hierro observándolo todo desde lo alto de la locomotora, sonriendo mientras los cañones no dejan de disparar. El viento revuelve su pelo blanco. El reflejo de las llamas baila en sus ojos amarillos...

¿Crees que he hecho bien, Furuhashi-san? - Mientras Arisa escudriñaba la corriente del tiempo Tomohiro ha vuelto a sentarse y ha entrelazado los dedos para controlar el temblor de sus manos - No... no podía dejar que Taguchi-san hiciera eso ¿Verdad? Sé lo que me dirían Koizumi-san y Shimazu-Tai-sa: que hice lo que debía. Pero he... matado... a un hombre...

Hideo no se queda a escuchar la airada respuesta del científico. A fin de cuentas no puede ser muy distinto a todo lo que ya le ha dicho y tener algo que hacer en privado le permite librarse por un rato de su cada vez más insoportable acoso. Cuando sale del vagón de soporte para entrar en la locomotora ve por un momento a Suzume y Lyashi hablando en la pasarela lateral de la enorme máquina. Circulan muchos rumores sobre que esas dos son algo más que amigas y lo que hacen cuando se quedan a solas. En cualquier caso ambas cumplen con su trabajo y los tripulantes procuran dejarlas tranquilas.

Kagura se encuentra sentada a los mandos de la Ryugujou, con el rostro pálido y aferrando dos palancas para controlar el temblor de sus manos. Da un respingo cuando Hideo abre la puerta y lo mira con ojos enrojecidos por el llanto.

Asano-san - murmura - Lo ha tirado. Mogami-sama lo ha arrojado de la Ryugujou. Ha dejado... ha dejado una abolladura llena de sangre y ha rebotado contra el costado de la Ryugujou antes de perderse de vista - Temblando de pies a cabeza se abraza a sí misma y baja la mirada - ¿Por qué? ¿Por qué lo ha hecho? ¿Qué nos está pasando?...

¡Kyah! - grita Chihiro al darse cuenta de dónde y cómo está tumbada. Con el rostro nuevamente sonrojado de vergüenza se levanta rápidamente y se aparta de Takeshi para que él pueda hacer lo mismo - Sí, estoy bien. Y no, yo nunca te haría daño. No... no seas tonto. Claro que quiero estar contigo y... - baja la cabeza, sin saber cómo seguir - Lo que quiero decir es que yo también tengo... sentimientos hacia ti y...

Un crujido del cristal agrietado atrae su atención hacia la ventana. El rubor desaparece de sus mejillas al ver la mancha de sangre - ¿Qué ha pasado? ¿Se ha caído alguien? ¡Tenemos que parar la Ryugujou! ¿Dónde está el freno de emergencia?...

Probablemente Taguchi ha ido demasiado lejos - dice Suzume - No te culpes también por ello ¿Vale? - su mano levanta gentilmente el mentón de Isae para que la mire a los ojos - Escucha: gracias a tus esfuerzos has conseguido impedir que la tripulación civil de la Ryugujou se amotine contra Mogami-sama, pero a Taguchi le sobraba tanta avaricia como inteligencia le faltaba. Además, yo también tenía pensado ir a por él para que dejase de decir todas esas cosas horribles que decía sobre ti.

Su rostro enrojece ligeramente. Suelta a Isae y se apoya en la barandilla - Mogami-sama es un hombre amable, paciente e inteligente. Y eso está muy bien. Pero esa amabilidad se puede convertir en una debilidad fatal cuando hay que dirigir a un grupo de personas. El liderazgo no debe ser cuestionado. No puede ser cuestionado. No le diré nada a Mogami-sama, pero si aún no era tarde para hacer lo que debía con Taguchi ha sido gracias a ti.

Algo choca con el frente de la locomotora provocando un sonido metálico. Isae y Suzume ven pasar los restos de un cadáver destrozado bajo ellas.

¿Qué demonios...? - maldice Suzume - ¿Qué es ese olor?

Un aroma acre, picante y desagradable hace lagrimear los ojos de ambas. Al salir del bosque que estaba atravesando la Ryugujou se encuentra con una extraña nube de niebla azul que dificulta ver las vías. Sin embargo sí llega a escuchar los gemidos agonizantes de algunos kabane que intentan arrastrarse hacia la hayajiro. Algunos arden con pequeñas llamas azules cuyo humo se entremezcla con la niebla. La mayoría son poco más que trozos de carbón reptantes que gimen de hambre y de dolor.

El corazón de Isae da un vuelco al percatarse de que hay demasiados en la vía para la velocidad a la que avanza la Ryugujou...

La psíquica frunce los labios al contemplar el horror y la masacre de Shimonoseki. La ola blanca... La pregunta de Tomohiro la hace volver a la realidad, terminando la visión con un escalofrío en la espalda. Tarda unos segundos en asimilar lo que dice su señor y se fija en su gesto compungido y su visible nerviosismo. Abre la boca un momento para hablar pero al instante la cierra y se arrodilla al lado de Tomohiro, tomando su manos entre las suyas, intentando transmitirle algo de su firmeza.

- Ya sea por honor, por defender su propiedad o a aquellos que le importan, sus decisiones siempre me han parecido las correctas, Mogami-sama. Todos... tenemos las manos sucias de sangre. - hizo una pausa, observando sus propias manos y las de Tomohiro - Vivimos en un mundo en guerra. Y como ha visto, por desgracia los kabane no son la única amenaza, ni la más cruel de ellas. Está bien escuchar, saber cómo se sienten los demás y cómo poder ayudar, en este caso, a los tripulantes de la Ryugujou, pero... Si hubiera cedido, no me quiero imaginar lo que habría ocurrido con la Ryugujou, con Mogami-sama, Sachiko-chan... o conmigo. Si quería proteger todo eso, entonces ha hecho lo correcto.

Con cuidado, suelta las manos de Tomohiro y las apoya sobre sus propias piernas, esbozando una pequeña sonrisa. Mogami-sama es un buen hombre. Es incluso demasiado inocente y excéntrico para ser un noble. Arisa se contiene una pequeña risa al imaginárselo como mecánico de la Ryugujou, discutiendo con Kaguya-san y lleno de manchas de aceite. Seguro que sería más feliz así que teniendo que velar por toda la hayajiro. Su sonrisa mengua poco a poco y Arisa levanta la cabeza para "mirarle", con algo rondándole la cabeza.

- Mogami-sama... Tengo una pregunta que hacer pero no sé si resultará irrespetuosa, dada la situación... - la psíquica se muerde el labio y finalmente decide hablar - ¿Nos teme? A Sachiko-chan, Lyashi-san y a mí... Sé que Sachiko-chan es su hija y hace todo lo posible por protegerla y cuidarla, pero ya ha visto de lo que es capaz, como nosotras dos... Tenemos un gran poder y es normal que le asuste, igual que asusta a los demás de la Ryugujou. Lo de Tak... Fukui-san fue un accidente, pero desde entonces siento que todo está distinto. Este es mi hogar ahora y no me gustaría irme, pero si nos considera un peligro y cree que puede mejorar la situación de la Ryugujou, entonces... 

Arisa traga saliva, incapaz de terminar la frase. Abandonar esa hayajiro supondría quedarse sin nada por lo que había luchado, lo que la había hecho abrir los ojos y superar sus barreras. Pero las palabras de Taguchi habían calado hondo en su mente, temiendo de verdad ser una amenaza y llegar a descontrolarse y herir a alguien por error, como Sachiko había hecho con ella.

Recojo la caja de herramientas y cierro la puerta de un buen portazo que afortunadamente silencia la siguiente tontería que iba decir el doctor. La verdad es que estaba cabreado y estoy seguro que cualquiera que me viese podría notarlo sin problema. Por suerte la única gente con la que me cruzco son Lyashi y Suzume. Los rumores me daban igual y aunque fuese cierto eran mayorcitas para hacer lo que quisieran, ademas si estaba entretenida no sacaría ese humo con asiduidad.

Así que sin ningún inconveniente llego a la puerta de la cabina y suspiro con fuerza intentando tranquilizarme. Kagura sonaba preocupada y no quería que mi mal humor empeorase la situación.

- Buenas, ¿que válvula has destr...- me corto al verle la cara tan palida, cualquier enfado que tuviera desaparece sustituido por una preocupación absoluta. Cierro la puerta mientras dejo caer la caja de herramientas y me acerco rápidamente a ella- Shhh, ya estoy aquí. Tranquila. ¿Qué ha pasado, Kagura?- le pregunto en voz baja mientras cojo sus temblorosas manos entre las mías y le sonrío (una de verdad para ella ya no tenía muecas falsas) intentado transmitir algo de calma. Lo que dice realmente me deja algo descolocado pero la veo tan afectada que ni por un momento se lo pongo en duda y espero con paciencia a que pueda explicarse.