Partida Rol por web

Izume surge de la nube vapor y polvo y ayuda a Takeshi a levantarse.

¡Escucha! Hemos recibido la transmisión de una tal Aruma Kurombei que nos ha explicado cómo podemos sacar a la Ryugujou de aquí, pero necesito tu ayuda.

La pronunciación de Izume es pésima, pero aún así Takeshi consigue reconocer el nombre de Alma Cromwell...

Isae iba retroceciendo paso a paso, acercándose hacia los kabane que estaban conectados mediante cables llenos de su sangre y alejándose de los Uberkabane que se estaban matando uno al otro, y a la vez intentando alejarse de la entrada, por donde apareció una chica extrañamente familiar. Tras unos segundos, y tras oírla hablar, le recordó a Kotaro...pero eso daba igual, estaba allí para matarles, o para algo mucho peor, según constataban sus propias palabras, y no había otra salida, al menos que ellos supieran, así que tendrían que vender caras sus vidas. 

Tenía el arco preparado, y con cuidado, apuntó hacia el arma de la mujer. Los fusiles de aquellos soldados le daban muy mala espina. - ¿Y si disparan bombas de humo rojo? No tendríamos escapatoria de ningún tipo aquí dentro, y nuestros poderes son inútiles mientras esas dos moles sigan ahí. - pensó. 

Lamentablemente, ella era una Untenshu, una conductora de tren, y como mucho, una cortesana de alto nivel...pero no era estratega ni soldado, así que lo único que podía hacer era controlar su miedo y rezar para que alguien más apto para esas cuestiones que ella diera un paso adelante. 

Tragando saliva, se quedó detrás de su cobertura apuntado a la mujer, esperando las reacciones de los demás. Hicieran lo que hicieran, ella les apoyaría. No pensaba volver a su antigua vida, y no se convertiría en Kabane, no. 

Entre los golpes, las explosiones, el humo, el polvo y los cascajos que me están cayendo encima apenas soy capaz de prestar atención a nada, hasta que ese estruendo terrible parece mover el mundo. Razonablemente asustado levanto un poco la cabeza para ver qué nueva aventura se nos viene encima.

Eso sí que es un cañón y lo demás son historias. Ha hecho fosfatina una parte importante de la muralla, y abro los ojos aterrado al vez que su plan es disparar a la torre que nos ofrece cobertura. Estoy luchando para levantarme cuando llega el capitán que recogimos en Okayama, y me agarro a él para poder incorporarme. Al principio apenas me entero de qué demonios me está diciendo, y vocalizo yo mismo para poder intentar entender de quién diablos está hablando.

-¿Quién dices que...?.- Vuelvo a mover la boca como la está moviendo él...es que no sé ni en qué idioma está hablando por todos los demonios y las malditas...se me enciende una lucecita en la cabeza.- ¿¡Alma Cromwell?.- Me incorporo de golpe, recuerdo a la mujer que ayudamos en Mibu, nos debe bastantes cosas y no parecía una puñetera majara, lo cual mejora inmensamente el promedio actual.- Claro que te ayudo, vamos rápido. Lo que sea con tal de que podamos salir de aquí.

El cañonazo había tenido el efecto deseado y veo como la batalla se torna a desesperada a igualada. Pensando en rematar la faena con otro disparo noto como todo tiembla y veo la razón para ello. Ese acorazado iba a ser un problema aún más grande que las torres y sinceramente dudaba que aún con el arma que teníamos fuéramos hacerle algo más que un rasguño.

- Creo que va ser mejor irnos de aquí.- le digo a Sakura mientras salto a la muralla, viendo como los extranjeros huían hacia dentro del castillo y como Takeshi aún no salía de su vagón a pesar de estar rodeado del gas tengo claro mi objetivo.- Voy a sacar a nuestro ingeniero favorito de su infierno particular.- digo antes de volver a saltar para dirigirme rápidamente al vagón artillado.

La joven sonríe ante la matanza aunque un enorme cañonazo hace que todo tiemble y tenga que sujetarse con fuerza a un marco para no caer al suelo.Una risa sale de ella mientras asiente a Hideo.Su carga explosiva está preparada y si el cañón dispara hacia allí los fuegos artificiales serán cojonudos por lo que sin demorarse un segundo más corre tras el culo bonito

La psíquica asiente pensativa, dándose cuenta entonces de que el pitido se ha hecho más intenso desde que han entrado en la fortaleza. No debe de estar muy lejos entonces... Se queda mirando a los Überkabane, como los llaman, y chasquea la lengua al escuchar a Yûki. Realmente habría sido lo mejor pero... 

Justo cuando iba a preguntar más sobre la sangre procesada, Arisa nota el movimiento de Sachiko, casi arrastrándola hacia atrás, y sus músculos se tensan. Los ojos invisibles de la pelirrosa se fijan en los amarillos de la mujer que acaba de entrar. Airin Zweihänder. Igualita que su hermano...

- Lo sé, Sachiko-chan. Voy a necesitar tu apoyo. Si te duele, sólo tienes que parar. - le responde apenas girándose. 

Es cierto que sigo pudiendo utilizar mi vista ¿pero hasta qué punto podría...? Sin pensarlo mucho más Arisa se adelanta un paso dejando el arco en su espalda, sujetando de la mano a Sachiko, y alza con orgullo la barbilla.  

- He conocido a Kotaro-san y puedo decir que tenía mucha más educación que tú, Airin-chan. Me sorprende que no sea él quien comande en tu lugar. - dice con desprecio, aún con su gesto altivo - Más aún sabiendo que un simple inhibidor psíquico no podría detener tan fácilmente a una Furuhashi... Y que deberíais ser vosotros los que os preocupéis por querer morir.

Arisa alza el brazo hacia los soldados, esperando que la enorme tina de sangre kabane decida seguir sus órdenes y moverse, e intenta dejarla flotando a poca distancia de ellos, casi encima del grupo. La otra mano aprieta la de Sachiko con fuerza, gritando entre la furia y el dolor para no oír ese maldito pitido mientras espera a que los soldados decidan alejarse si no quieren acabar convirtiéndose en monstruos. 

El zumbido aumenta de intensidad hasta hacerse insoportable. Arisa nota su mente siendo aplastada bajo el peso de lo que sea ese artefacto...

La tinaja sólo tiembla durante un segundo antes de que Arisa y Sachiko lancen un grito de dolor y pierdan la concentración. El recipiente ni siquiera ha llegado a elevarse.

En ese momento se desata el infierno

Airin no tarda ni un segundo en comprender la situación y dispara contra el pecho de Arisa. Casi al mismo tiempo se convierte en el objetivo de Yûki, que dispara contra su cabeza. Sin embargo Airin no ha dejado de observar a Yûki y consigue evitar el mortífero disparo lanzándose cuerpo a tierra.

¡MISERABLES! - aúlla Toshiie. Tras empujar a Kuroda hacia el fondo del laboratorio se adelanta para cubrir a Arisa y mata a uno de los escoltas de Airin de un certero disparo en la cabeza...

Mogami-sama nos ha ordenado que nos hagamos con una hayajiro que hay siguiendo la vía y el control de las vías - le explica Izume mientras corre - Hay otra manera de salir de la isla además del puente. Debemos recoger a Natori-san y... ¡AL SUELO!...

Todo el acorazado se estremece y tira de las cadenas que lo anclan al fondo cuando el masivo cañón vuelve a disparar. Las barcas que se han arriado desde el barco se sacuden en el agitado oleaje provocado por el disparo, y una llega incluso a volcarse arrojando a sus tripulantes al agua. El disparo destruye completamente la torre y parte de la muralla adyacente. Una lluvia de fragmentos de piedra y acero caen sobre los tripulantes de la Ryugujou, matando a varios y malhiriendo a muchos. Los únicos que no se inmutan por la mortífera rociada son los tripulantes convertidos en kabane, que aprovechan la situación para abalanzarse sobre los tripulantes heridos y aumentar su número. Aturdidos y sobrepasados en número, los soldados inician un débil contraataque.

Las torres artilladas de la fortaleza disparan contra el cañón del acorazado, pero sus disparos apenas consiguen arañar el blindaje. La grúa carga un nuevo proyectil mientras el cañón gira para encararlas...

Hideo y Sakura están descendiendo por las escaleras interiores de la torre cuando son sacudidos por una brutal corriente de aire provocada por la desaparición de cúpula y gran parte de la mitad superior del edificio. Al escuchar el estampido ambos se pegan a la pared evitando así ser aplastados por los enormes escombros. Medio cegados y tosiendo violentamente a causa del humo siguen bajando, rezando para que el cañón no vuelva a disparar contra la torre mientras ellos siguen dentro...

Al salir de la torre Hideo y Sakura corren hacia la Ryugujou. Al llegar al vagón de cola se encuentran con Izume y Takeshi, que se han refugiado de la explosión en los bajos de la hayajiro. Izume es el primero en levantarse.

¡Tenemos que ir hacia la locomotora, rápido! - apremia Izume.

Los cuatro emprenden la carrera pegados a la Ryugujou, viendo a los soldados luchando contra sus compañeros convertidos en kabane. Destaca entre ellos la figura ensangrentada de Shimazu, que despacha a un kabane tras otro mientras lanza órdenes para organizar a los soldados.

¡No os detengáis! - apremia Izume.

Al llegar a locomotora se encuentran a Tomohiro y Kagura esperándolos. La maquinista se ha armado con una pistola de vapor y está temblando de pies a cabeza, pero aún así baja a tierra para encontrarse con Izume, Takeshi, Hideo y Sakura.

Seguid la vía y llegaréis a un hangar - explica Tomohiro - Allí encontraréis una pequeña hayajiro artillada y un cambio de agujas. Utilizadlo para que pueda sacar a la Ryugujou de la vía muerta y salir por otro camino. Cuento con vosotros cuatro para proteger a Kagura.

¡Sí, señor! - responde Izume.

Kagura coge la mano de Hideo para no quedarse atrás. Como dijera Tomohiro, el hangar se encuentra siguiendo la vía que rodea el castillo. Sobre ella se encuentra una pequeña hayajiro, apenas cuatro vagones con un cañón en lo alto que debe tener la misma potencia que los dos cañones de la Ryugujou juntos. A la derecha se encuentra la estación de control de las vías.

Asano, Kinomoto - dice Izume - Acompañad a Fukui al control. Kagura y yo nos ocupamos de la hayajiro.

Kagura mira a los ojos a Hideo con los ojos llenos de lágrimas de terror. Suelta su mano y asiente con una sonrisa temblorosa en los labios...

Una explosión de sangre y hueso triturado brota del pecho de Arisa, que cae al suelo fulminada por la bala de Airin. Los otros soldados empiezan a entrar en el laboratorio disparando contra Yûki y contra Toshiie, obligando a la primera a refugiarse tras la jaula de los Überkabane y al segundo a agacharse. Kuroda se arrastra sobre los codos hasta ponerse detrás de la tinaja de sangre kabane con la esperanza de que los soldados no disparen contra ella.

¡SENSEI! - chilla Sachiko. La niña tira de Arisa, arrastrándola a duras penas hasta donde se encuentra el científico - ¡NO TE MUERAS, SENSEI!...

Isae es escondió detrás de una enorme rueda, una especie de timón con cadenas que iban paralelas a la pared y en dirección hacia la jaula de los Uberkabane. Durante un momento sopesó dejar caer el arco e intentar abrir las puertas de aquellos monstruos, y quizás en la confusión podrían ganar la salida y escapar...pero recordó que estaban entrenados para reconocer los uniformes de los soldados y maldijo su mala suerte. 

Ella era una negociadora, una cortesana...una conductora. Recordó los entrenamientos con arco de su juventud, lo mucho que le gustaba disparar y retarse a sí misma con objetivos más y más difíciles, incluso recordó cómo había tenido que aprender a moverse por las calles, no sólo en horizontal, si no también pensando en vertical*, para escapar cuando robaba algo de comida o algún objeto valioso para poder sobrevivir. 

No era soldado, pero no se lo pondría sencillo. El tiro que abatió a Arisa-san fue como si le pararan el corazón a ella. El grito de Sachiko, imaginarla muerta en el suelo, fue más de lo que podía soportar - ¡Bastardos! ¡Malditos! ¡ASESINOS! - no llevaba un arco, pero llevaba la ballesta de vapor que le había dado la madre de Takeshi-san. 

Con un salto, se apoyó en la barandilla y apareciendo por sorpresa por un lugar inesperado, disparó hacia la mujer que había matado a su compañera. - ¡ESQUIVA ESTO PUTA! - 

Isae se lanza en un salto mortal hacia delante pasando sobre las escaleras de la entrada y disparando su ballesta de vapor contra la comandante enemiga. Atrapada entre su escolta y el soldado muerto, Airin se cubre la cabeza con las manos confiando en la solidez de su armadura. Sin embargo, la punta de hierro kabane que Arai Shakku forjó para ella perfora la armadura como si fuera papel de arroz y el virote le atraviesa el muslo hasta salir por delante.

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! - chilla Airin - ¡MATAD A ESA PUTA!

El aterrizaje de Isae resulta bastante desastroso. Sus pies resbalan contra la barandilla del otro extremo y acaba tirada en el suelo y bastante dolorida. El soldado empieza a girarse hacia ella para dispararle con su fusil...

Definitivamente la idea de dejar la torre había sido la acertada, el temblor que recorría todo el lugar acompañado de la lluvia de escombros era ya demasiado. Por suerte cuando llegamos al vagón artillado parecía que Takeshi estaba bien, le ayudo a salir de debajo del vagón con mi mueca particular.

- ¿Cómo es que siempre te tengo que ayudarte a levantarte?- le comento antes de que Izume nos comente que tiene un plan y sin estar claro que ocurre en los alrededores ni mejor guía le sigo hasta la parte delantera donde están Tomohiro y Kagura.

Al verla temblando la abrazo nada más baja al suelo y le sonrío mientras le susurro que todo estaba bien a la vez que escuchaba las órdenes de Tomohiro. No digo nada salvo afirmar con la cabeza mientras me separo de Kagura y acepto su mano mientras nos dirigimos hacia el hangar.

No me hace demasiada gracia separarme de la pelirroja, pero al verla tan decidida a pesar del miedo le sonrío de corazón mientras le acaricio el rostro apartando las lágrimas.

- Ten cuidado, ¿vale?- le digo con cariño antes de separarnos y dirigirme con el resto hacia la sala de control.

Apenas me da tiempo a lanzarme cuerpo a tierra y meterme bajo la hayajiro antes de que se vuelva a desatar el infierno. Maldigo en voz baja con los brazos cubriéndome la cabeza mientras los cascotes repiquetean a nuestro alrededor, y justo estoy empezando a salir de mi escondrijo cuando veo venir a Hideo y a la chica explosiva. Sonrío ampliamente al escuchar al mecánico.

-Porque la gente tiene la mala costumbre de intentar hacerme daño, y tú llegas siempre tarde.

Se me escapa una sonrisa sardónica al ver a mis compañeros de trabajo prodigándose mimitos en público, pero tendré que dejar el meterme con él para más adelante, ahora tenemos trabajo que hacer.

Sigo a Izume todo lo deprisa que puedo, intentando esquivar las zonas más peligrosas, hasta que llegamos a nuestro destino. Suelto un pequeño silbido al ver el cañón de la hayajiro, y asiento a lo que dice el capitán. Doy un par de pasos hacia la sala de control

-Cuanto antes terminemos antes salimos de este infierno y antes estaremos todos a salvo.

Yûki jadeaba tras la jaula a la que habia rodado para protegerse de los disparos. Sus ojos estaban abiertos de forma exagerada,como si viese algo que no estaba allí. Como si no llegara a creerse lo que acababa de suceder. Sacudió la cabeza una vez, logrando que algunos cabellos se le pegaran a la mejilla y los labios, debido a la transpiración que empezaba a aparecer.

- Arisa... - murmuró para acto seguido coger aire y empezar a cabrearse de verdad mientras empuñaba su rifle - ¡SACHIKO ESCONDETE! - su gritó reverberó mientras apuntaba al soldado que estaba con Lyashi y avanzaba lo justo para no interponerse en la linea de tiro de Toshiie y disparar varias veces. Uno, dos y hasta tres veces, con los ojos llameantes de verdadera furia desmedida