Partida Rol por web

La sonrisa de Arisa crece un instante bajo la máscara, el instante antes de que los tentáculos de Lyashi aparezcan por toda su visión, destrozando el cuerpo de la kabaneri sin piedad. Es entonces cuando se queda congelada, viendo sus restos y los pedazos de carne y metal que han quedado en el suelo. Se ha... ¿Terminado? La hemos... La hemos matado. Hemos arreglado el futuro. ... ¿Y ahora qué?

La psíquica deja escapar un jadeo, una risa como respuesta, antes de caer de rodillas al suelo, sin fuerzas. Gira la cabeza a los lados, sin saber bien a quién enfocar. El humo... El humo nos matará a todos igualmente... Sin ganas ni fuerzas de moverse, tira de la manga de Toshiie.

- Eh... Hay que avisar a Sachiko-chan... Por si nos morimos y eso... Que nos dé un entierro bonito o algo...

Me despierto dolorido y me levanto mirando alrededor viendo que todo había acabado- no si los peligrosos somos los kabane no las brujas... - no puedo evitar pensar con cierta amargura viendo lo que quedaba de la rubia psicópata. Poco a poco me reincorporo cuando escucho a la pelirrosa decir que vamos a morir todos.

- Pero si está muerta, ¿o que me he perdido para que digas que hay que preparar nuestro funeral?- consigo decir una vez de pie y que me acerco al torso de la kabaneri despedazada, dudaba que siquiera los que estábamos infectados pudiésemos sobrevivir a algo así pero más valía asegurarse así que atravieso su corazón con la guadaña para acto seguido fijarme en los alrededores por si había alguna amenaza más que justificara esa sentencia por parte de la bonsai.

Jadeante, Isae cayó al suelo. Una sombra negra pasó tras sus ojos - jujuju... tú también has disfrutado, no disímules.... volveré a por tí... serás mía....- la voz en su cabeza  fue desvaneciendo conforme ella se levantaba con esfuerzo, mirando alrededor, hasta que algo la hizo mirar hacia abajo. En su pecho había una delgada raja, dónde la espada de la peliblanca había impactado por milímetros. Suficiente para condenarla como a tantos...

Retrocedió por el vagón, saliendo de la zona de influencia del gas rojo a la vez que aquella nube se movía en dirección contraria a ella, separándose de ella a causa del aire a mayor velocidad. 

Durante los siguientes segundos, cerró los ojos y se concentró en sí misma, tratando de cerrar las heridas y hacer retroceder a la infección si la había afectado. Un aura de luz blanca se podía intuir en sus párpados, cerrados, mientras su respiración se iba tranquilizando.

Sigo parapetado detrás de la puerta cuando veo pasar la nube de muerte roja. La guardaespaldas se la come enterita, y me muerdo el labio para evitar pegar un grito.

Espero con el corazón en un puño hasta que la nube se diluye y miro a la chica.

-Yûki...¿Estás bien?.

No le quito el ojo de encima mientras escucho las conversaciones que están manteniendo dentro y se me escapa una sonrisa nerviosa.

-¿Podéis dejar de hablar de funerales?.- Con mucho cuidado asomo la cabecita.- ¿Estamos todos enteros...?

Sakura mira con alivio a Izume antes de centrar su atención en aquella niña y mirar hacia atrás clavando los ojos en la kabaneri

-"No lo sé,pequeña,no lo sé pero quizás no quiera que corramos riesgos estando a su lado,al fin y al cabo ahora es una kabaneri..."-responde antes de abrazar a la joven acariciando su cabeza con torpeza pero con una ternura que ni ella misma sabía que poseía

Al mismo tiempo recorrió el tren con la mirada por si quedaba alguna de aquellas cosas o algún otro peligro que no hubieran visto ni Izume ni ella

La corriente de aire no tarda en llevarse todo el mortífero humo rojo del interior del vagón, revelando el macabro espectáculo del cadáver desmembrado de Airin en medio de una explosión de su propia sangre. Se escucha un desagradable chirrido cuando la guadaña de Hideo atraviesa su corazón asegurando así su muerte una vez más.

Sí, creo que estamos todos bien - apunta Toshiie, que saca a patadas del vagón la granada de humo vacía - Bueno, yo diría que hemos ganado ¿no?...

Sachiko parece conformarse con la explicación de Sakura, al menos lo suficiente como para dejar de revolverse en sus brazos.

No te preocupes, pequeña - intenta animarla Izume - Las hayajiro han hecho del Imperio un lugar mucho más pequeño que antes. Tal vez vuelvas a verla.

No es eso lo que me preocupa - responde la niña meneando la cabeza - Si no lo que pasará cuando suceda. Ya puedes soltarme, Kinomoto-san. Muchas gracias.

Los tres observan en silencio cómo la infernal batalla por el castillo de Gunkanjima va quedando atrás conforme las dos hayajiro se adentran en el túnel subterráneo.

Menuda pesadilla - Izume sorprende a Sakura cogiéndola de la mano y apretando con fuerza - Me alegra mucho que hayas sobrevivido. Cuando vi estallar la torre yo... pensé que... Bueno. Creí que no volvería a verte. La próxima vez no vayas a la primera línea de combate, si puedes evitarlo...

Ninelie

Tras varios kilómetros de túnel subterráneo la Eisenfaust y la Ryugujou salen de una colina a mucha distancia de la costa, donde la brutal batalla queda reducida al ocasional estampido de los cañones y las columnas de humo. Allí se encuentran con la Lady Lovibond y a Alma Cromwell esperándoles.

El primero en bajar es Tomohiro, que saluda a la mujer con una elegante reverencia - Cromwell-san, te estoy muy agradecido por la ayuda que nos ha prestado. De no haber sido por ti no sé cómo habríamos escapado de ese infierno.

La mujer sonríe y devuelve la reverencia a Tomohiro - Vosotros salvasteis mi vida en dos ocasiones. Es lo menos que podía hacer.

¿Y cómo es que estás aquí, si puedo preguntar? - inquiere Tomohiro

Alma se encoge de hombros - La casualidad quiso que pasara por la estación Shimonoseki. Allí me contaron lo que hizo Airin con su Eisenfaust y también averigüé que os dirigíais hacia Gunkanjima. Estaba obligada a ayudaros a detenerla.

Gracias - dice Tomohiro sonriendo - ¿Te importaría acompañarnos a la Kongoukaku? Creo que el emperador Aragane encontrará muy interesante cualquier información que puedas darnos sobre Die Kriegshunde.

Será un placer y un honor, my dear...

Cuando por fin todo el humo se disipa doy un par de pasos hacia el interior del vagón mientras me abrocho la chaqueta para que el desastre no sea tan evidente. Fijo mis ojos en el cadáver de la bestia que me ha desgarrado el cuello y enarco un momento las cejas.

-Guau, chicos. No se puede decir que seamos unos cobardes...- Miro hacia atrás, hacia Yûki.- ¿Estás bien?.- Me mantengo cerca por si necesita ayuda o algo y miro con una sonrisita a la pelirrosa, que está arrodillada en el suelo con todo el aspecto de ir a desmayarse.- Esto...Hime-sama...ya no hay peligro en el aire, y si te quitas esa cosa podrás respirar mejor.- Contra todo pronóstico mi tono de voz, aunque algo ronco, es el de una persona preocupada por otra, e incluso doy un par de pasos hacia la chica antes de darme cuenta de que yo mismo estoy hecho una mierda, por no hablar de que estoy sucio como el palo de un gallinero. Con una sonrisita cansada empiezo a buscar un sitio donde sentarme.- Mira qué os voy a decir...yo me voy a sentar allí tranquilamente. Lo digo por si alguien quiere acompañarme.- Comento señalando un saliente del vagón.- Hasta que podamos acceder a los servicios médicos que hay en la Ryugujou...no sé cómo hago que siempre termino metiéndome en un lío con la doctora por causas ajenas a mi control...-Murmuro entre dientes mientras me siento con un pequeño saltito y apoyo la espalda en la pared. La pérdida de sangre, el estrés y la media docena de palos, explosiones y golpes que me he llevado están pasando factura ahora que me he quedado sin adrenalina. Sabiendo que estoy rodeado de amigos me relajo un poco.- Avisadme si alguien viene a devorarnos...

Con tranquilidad cruzo los brazos y cierro los ojos, intentando pensar en una excusa lo suficientemente creíble como para evitar que Chihiro me eche la bronca otra vez delante de todo el mundo por ser un inconsciente. En contra de mi voluntad se me escapa una sonrisa. Hemos ganado, parecía totalmente imposible pero este asalto lo hemos ganado...

- La niebla... - susurra la psíquica para responder a Hideo - La niebla es peligrosa...

Da un pequeño respingo al ver cómo termina con el corazón de la kabaneri y finalmente se acurruca en el rincón en el que está. Durante el tiempo que termina de vaciarse del aire tóxico, Arisa parece relajarse un poco y sacude la cabeza, llevándose la mano a la frente. Con el ceño fruncido, se queda mirando a Takeshi, que pasa sin máscara por allí y finalmente decide quitársela poco a poco. Así que se ha acabado de verdad... Suelta un suave suspiro y finalmente se gira hacia el saliente del vagón. Tengo que decírselo. Con dificultad, e incluso tambaleándose un poco, la psíquica se acerca y se deja caer en el mismo saliente, sentándose al lado de él pero manteniendo las distancias. Frunce los labios y toma aire un par de veces, antes de decidirse a hablarle en voz baja.

- Nee, Takeshi-san... - casi al momento, baja la cabeza, arrepentida de molestarle - No es que nadie venga a devorarnos, pero... Lo siento. Por... - Por no haber sido capaz de salvar a tu padre, por haberte lanzado por una ventana, por... - Por todo. No he sabido salvarte muchas veces e incluso te he puesto en peligro. Y era todo lo contrario a lo que pretendía. Sólo quería ayudar y no supe manejar mis poderes... - con los labios aún fruncidos y algo sonrojada, se gira hacia él, aún como si estuviese mirando a otra parte y visiblemente nerviosa - Por eso, si te duele mucho, puedo intentar curarte... O si no da igual, seguro que Chihiro-san puede hacerlo mucho mejor y-y n-noteestrellarácontraventanas... Y seguro que q-quieres estar con ella y-y-y yo sólo quiero que seas feliz y ella es m-muy buena chica así q-que seguro que os va muy bien... A-a-así que... - en algún punto, Arisa empieza a temblar y a tartamudear, cada vez más roja y nerviosa. Finalmente gira la cabeza para lo que sería mirarle a los ojos, con gesto de enfado y se inclina, abrazándole con firmeza - Ya que no te voy a molestar más, más te vale tener una buena vida, ¿vale?

Tras susurrar esas palabras y darle un fugaz beso en la mejilla a Takeshi, la psíquica se levanta y se marcha a toda prisa al otro lado del vagón, preocupándose entonces por las heridas de Yûki y de los demás. Voy a hacer todo lo posible por crear un mundo en el que todos podamos tenerla. Sólo espera y verás...

Más tranquila que antes, la psíquica baja de la Ryugujou siguiendo a Tomohiro, sonriendo suavemente al ver a Alma allí. A la par que Tomohiro, hace una profunda reverencia y se mantiene al lado de éste mientras los dos hablan, esperando para no interrumpir. Una vez han acabado, se acerca un par de pasos a la extranjera. 

- Alma-san, muchas gracias por tu ayuda. Si no hubiese sido por ti, no habríamos conseguido acabar con Airin y tal vez ahora... No estaríamos aquí.

Durante un instante, la psíquica duda sobre si añadir o preguntar algo, sobre aquel extraño encuentro que tuvieron. Creo que todavía tengo mucho que aprender... Y da igual que haya sido suerte o el destino. Lo importante es que seguimos aquí. Arisa sacude la cabeza y le hace una pequeña reverencia de despedida, siguiendo a Tomohiro y preparándose para ponerse en marcha. 

- Eso creo, al menos bastante más que tú.- contesto a Takeshi con mi particular mueca, realmente las marcas del disparo en el pecho indicaban que los dos estábamos para el arrastre y si la bala hubiera ido unos cuantos centímetros más a la derecha yo sería de los que aún seguirían en el suelo. Sin mucho más que añadir me disponía a acompañarle cuando veo que la pelirrosa tiene algo que decirle. Así que mientras les doy algo de espacio compruebo el estado del vagón no vaya a ser que este nos depare una última sorpresa debido al caos que habían desatado durante mi "siesta".

Finalmente cuando la invidente se dirige al otro lado del vagón me siento en rincón de los destrozados dejándome caer sin más al lado de Takehsi apoyando la guadaña contra la pared y le doy un ligero puñetazo en su hombro.

- Estás hecho un casanova, ¿eh?.- digo acompañando el golpe y riéndome aunque queda interrumpido por un ataque de tos corto- Sinceramente cuando me ofrecieron el trabajo de mecánico en jefe no me esperaba esto...- estaba vivo pero estaba cansado, la venas rojizas eran más que visibles en mi pálida piel y el cuerpo me pesaba una tonelada.- No sé tú pero creo que deberíamos exigirle a Tomohiro-dono un par de meses de vacaciones. Es más, si cierro los ojos podría dormirlos ahora mismo de seguido y sin que nadie pudiera intentar lo contrario.

No fueron dos meses pero una hora tonta creo que no me la quito nadie cuando al fin abrí los ojos en lo que no tarde en reconocer como mi habitación en la Ryugujou. Sin más termino por levantarme sin estar seguro de cuanto tiempo había pasado pero por lo menos llevaba la misma ropa así que no debía ser demasiado. Poco a poco vuelvo a controlar mi cuerpo por lo que me cambio la ropa y saco del armario una pequeña reserva de sangre para emergencias, ahora que todo había acabado era mejor asegurarse que no me daba un brote psicótico kabaneri y volvía hacer una desgracia.

Poniendo lo que sería mi quinto mono de repuesto desde que habíamos salido en esta misión pero sin ningún trabajo empiezo a andar por los pasillos con una dirección clara, así es como justo cuando entro en la locomotora está empieza a frenar. Por suerte no veo ningún gesto de alarma o sorpresa entre los que están así que sigo andando hasta la pelirroja que estaba centrada en los mandos y le susurro al oído.

- Yo también tenía ganas de verte pero tampoco hace falta que que pares toda la maquinaria por mí.- y sin más le doy un beso en la mejilla sonriendo de corazón como con ninguna otra persona lo hacía.

Abro los ojos alarmado al escuchar a Hime-sama hablarme. Durante todo el monólogo de la muchacha pelirrosa apenas soy capaz de hacer otra cosa que no sea mirarla fijamente abriendo y cerrando la boca con gesto de profunda incompresión. Cuando me abraza no puedo evitarlo y correspondo al abrazo, visiblemente incómodo. La incomodidad se vuelve peor cuando me besa la mejilla y por un segundo la veo marcharse con mis dedos apoyados en el sitio donde me ha besado. Sigo con la mirada fija en la espalda de la chica cuando Hideo se sienta a mi lado, y enarco las cejas visiblemente ruborizado.

-Que me muera si entiendo lo que acaba de pasar aquí...¡No me ha dejado meter baza!. Hablaba demasiado rápido...- le comento a mi amigo con un leve gesto de indignación.- No me hables de lo de dormir dos meses, que como cierre los ojos voy a hacerte la competencia en lo del Bello Durmiente. Y ya me dirás cuándo has conseguido que te peguen esos tiros. Eres una desgracia.- Al final reacciono a lo que me ha dicho la joven.- ¡Oiga usted, señorita!. Si piensas que te vas a largar tan fácilmente después de haberme dicho todo eso vas fina.- A fuerza de levantar la voz estoy enronqueciendo cada vez más pero que el diablo me lleve si dejo que la bruja bonsái se vaya de rositas después de darme semejante remojón.- En cuanto me recupere voy a ir a buscarte, y vamos a hablar despacito y vocalizando. Pero no hay nada por lo que debas disculparte, y nunca molestas...salvo cuando te pones marimandona.- La miro desde mi rinconcito de tranquilidad y casi-inconsciencia, aquí mecánico e ingeniero en un mano a mano por ver quién tiene más pinta de moribundo. Le sonrío de medio lado y acabo soltando una risa cariñosa.- Pero mira que eres boba...

Yûki no veía lo que tenía delante pero si escuchaba. Por eso sabía que Airin estaba muerta. También escuchó a Fuki detrás preguntarle. Se volvió despacio hacia el muchacho y por primera vez en su vida, éste pudo ver auténtico terror en su rostro. Miedo verdadero a perderlo todo, a dejar de ser quien era y volverse contra los suyos.

- Takeshi-san...- tragó saliva despacio - dime...dime que no me estoy transformando - lo vió pasar por delante de ella y supo la respuesta. Suspiró aliviada. Todo había acabado. Y bien. Antes de que nadie pueda decirle nada más. Salta al techo del vagón. Necesita estar a solas y recuperarse del shock de lo sucedido

Llegaron a la estación donde los trenes se detuvieron para reencontrarse con Alma. Yûki debería estar al lado de Tomohiro, protegiéndolo, pero en su lugar, sigue en lo alto del tren, sentada, observandolo todo desde su altura, con su rifle de vapor entre sus piernas cruzadas a estilo indio.

Sonrie con calma.

Lentamente, como saliendo de un sueño, la pequeña Isae abre los ojos. Su respiración es acompasada y tranquila, pues aunque estaba centrada en sí misma, usando su poder para cerrar pequeños rasguños y moratones, pero sobretodo buscando rastros del virus que pudieran contaminarla para siempre, también estaba atenta a los comentarios de sus compañeros a su alrededor. - No hay rastro. Estoy limpia. - pensó con una sensación indescriptible de alivio. Su mano izquierda, que aún temblaba ligeramente, guardó la flecha con la punta de hierro Kabane que mantenía apoyada contra su corazón, dispuesta a clavarla profundamente en el caso de que el virus superara sus defensas. - Nunca seré Kabane, antes muerta. - Se limpió una lágrima que caía por su rostro al darse cuenta que todo había acabado, mientras ciertos recuerdos cruzaban su mente. - Tan atrás... parece otra vida. - pensó. Recordó a Abe-san sirviendo su última comida, precisamente a ella, justo antes de que los Kabane devoraran a su esposa y a él mismo, recordó los gritos del abuelo, maldiciendo a los extranjeros y clamando a los cuatro vientos que ellos traerían la perdición a su tierra. Recordó a Aoi, siempre seria y taciturna, pero con un enorme corazón bajo esa apariencia que el mundo le había hecho adoptar y la sonrisa que le dedicó al recibir la puñalada en el corazón que Isae le propinó por mutuo acuerdo que acabó con su vida antes de transformarse en Kabane, mientras yacía en sus brazos. Tantas cosas habían pasado desde entonces, tantos cambios...y ahí estaba, rodeada de los que de ahí en adelante serían sus compañeros y amigos. 

Inspiró profundamente para alejar la pena de su pecho y una pequeña sonrisa vino a su rostro cuando escuchó la declaración de Arisa a Takeshi. - Awwwww....que monos. Llegué tarde, parece. - haciendo un mohín con los labios mientras miraba a Arisa alejarse de su amado y a él balbuceando como un tonto. - Hombres.... - pensó negando con la cabeza al escuchar su respuesta. Al ver sus reacciones y sus miradas, se percató que lo que sentía por Takeshi era algo pasajero, un simple capricho por alguien muy atractivo y con riqueza, alguien que se había comportado de forma correcta y benévola con ella. Pero nada más. - Si puedo y me lo permite, le daré algún que otro consejo a Arisa para cuando tenga que cabalgarlo en la cama...ya verás que sorpresa se va a llevar cuando ella le aplique algunas de mis técnicas más eficaces...jurl...jurl..jurl. - 

Ella siempre había querido alguien que la amara, que la tratara bien, que tuviera en su mirada ésa luz que te detenía al verla y que te calentaba de los pies a la cabeza incluso en lo más frío del invierno. Esa luz que cuando la tenías, todo te daba igual, comer, dormir, respirar...sólo queráis tener a ésa persona cerca y no separarte de ella nunca más. Pensaba que quizá Takeshi...pero no. Sintió un pequeño pinchazo en su corazón, ese enfado que siempre surgía cuando se sentía rechazada o ignorada, pero hizo un esfuerzo por controlarlo y asumirlo. - Tengo que aprender que no siempre puedo salirme con la mía, que los demás tienen sus opiniones y deseos y que tengo que aceptarlo... - se dijo a sí misma. Tenía que trabajar en ello, pero sabía que lo conseguiría, y más con la compañía adecuada.

Fue en ése momento cuando se acordó de Suzume. La dura y aguerrida Suzume. La cariñosa y tierna Suzume. Ella le había acompañado desde el mismo momento en que se habían visto. Sus mejillas se colorearon y sintió agradecimiento y algo más por ella. - Quizá si le dedico tiempo y atención, pueda llegar a sentir por ella lo mismo que ella siente por mí. - pensó, dichosa en su interior de contar con tantas oportunidades en tan poco tiempo, algo que nunca hubiera soñado. No sabía si sería así, pero estaba dispuesta a intentarlo. 

Y por otro lado, estaba Sakura, que le debía un favor enorme. Quizá pudiera aprovechar ése favor para que ella le apoyara y pudiera ascender de rango dentro de la cadena de mando del tren...quién sabe. Al fin y al cabo, tener un poco más de seguridad financiera no hacía daño a nadie, ¿no? Se lo merecía, y había luchado mucho por ello. Quería dejar atrás esos días donde sólo podía comer una cebolla robada o un chusco de pan duro. No veía nada malo en que una chica buena como ella pudiera tener cosas bonitas. 

Yûki manifestó su temor a estar transformándose, pero antes de que Isae pudiera hacer nada, saltó al techo del tren, buscando privacidad. Isae la contempló mientras saltaba y pensó que si estuviera infectada, no podría hacer eso...aunque tendría que revisarla, y pronto. No quería repertir lo que había sufrido al curar a Izume, pero si era por Yûki, arriesgaría su vida por la de ella, se lo merecía. 

Se sentó al lado de Takeshi, justo al lado opuesto de Hideo y le susurró algo al oído, sonriendo divertida. 

*Susurro sólo para Takeshi*[-Si me lo permites, te enseñaré un par de cosas para que la hagas chillar de placer...créeme, una vez lo pruebe nunca se separará de tu lado, si sabe lo que le conviene, claro...-]. Isae casi muere de la risa al ver la cara de Takeshi mirándola boqueando como un pez, sin saber qué decir, mientras ella disimulaba poniendo cara de niña buena. Lo que iba a disfrutar enseñándoles cositas a esos dos, no estaba escrito. 

- Gracias a los dioses que todos estáis bien. Por fin acabamos con esa loca. No me ha gustado tener que hacerlo, pero era necesario, no podía dejar morir a Hideo ni a ninguno de vosotros tras lo que habéis hecho por mi...o que ella siguiera escampando el virus. Había que detenerla a cualquier precio. - dijo, endureciendo un poco el tono hacia el final de la frase. 

- Yûki, si te empiezas a encontrar mal, o cualquiera de vosotros, venid a nosotras, rápido. - dijo alzando la voz, incluyendo en la oferta a Arisa, pues sabía de sobra que la mujer se ofrecería sin dudarlo a contribuir con su poder a sanar el virus de cualquiera de ellos. 

Recostándose contra la pared del tren, susurró tras escuchar la conversación entre los dos machos del grupo - Ah...eso de las vacaciones no sé qué es...pero suena bien. - 

Al encontrarse con Alma, Isae se inclinó en una reverencia formal, sonriendo a la mujer que era propietaria de su propio tren, un sueño lejano para ella, pero algo por lo que pensaba luchar. Uno de los días más felices de su vida sería cuando fuera propietaria de su propio tren, pudiendo continuar con el negocio familiar, restaurando así el honor de su familia. 

Quizá si continuaba con Tomohiro-San y el resto, el propio Emperador podría recompensarla. 

Con ese sueño en mente, su mirada se perdió entre las nubes de algodón... 

Sakura tira de la mano de Izume y poniendo la otra sobre su nuca le atrae para besarle con ardor antes de separarse de él y fruncir el ceño

-"Tú eres el que no debes ir corriendo a las primeras filas o la próxima vez la que te va a meter una granada por ese hermoso culo voy a ser yo"-le regaña con voz severa no exenta de cariño antes de reunirse con el resto de la tripulación mientras ven las ruinas de lo que dejan atrás

Sakura se mantiene en silencio ante aquella mujer pues no tiene ni puta idea de quien es ni tampoco le importa aunque obviamente toda ayuda era bienvenida y si esa mujer lo ha hecho para ella significa que es de los suyos

Vio que todos ellos estaban bien y que no habían sufrido demasiadas bajas por lo que la mujer sonrió a Izume y revolviendo el pelo a aquella pequeña niña se sentó a descansar un poco pues aquellas carreras y enfrentamientos la habían dejado agotada