Partida Rol por web

Adenoriel hizo señal con el puño de alto y después de silencio. Activó el auspex tratando de vislumbrar si había algo tras la puerta o al menos cerca de esta, tratando de arrojar algo de información mientras, casi a la vez, traba de encontrar la manera de abrir la puerta que les cortaba el paso. El bolter de Adenoriel estaba empuñado con listo para disparar si aparecía algún enemigo en las inmediaciones... por lo menos, él estaba entero y podría resistir un ataque enemigo en caso de sufrir otra agresión. 

El Escudo Negro se mantuvo en silencio y tratando de descansar un poco después de que Salaphael le tratara como mejor podía. No hubo mucho que pudiera hacer pero, al menos, Muerte podría continuar. La pausa, sin embargo, no duró demasiado, pues había que continuar.  Adenoriel dio las órdenes para organizarse y el Kill-Marine asintió.

- Entendido. Hermano Salaphael, dejad que os ayude.- dijo, levantándose y preparando el bólter para la marcha al tiempo que se ponía a cargar con el Capitán de Vigilia.

La marcha por el interior del pecio era tan penosa como Muerte había vivido antes y se había imaginado. Al menos, con el aúspex, daba la impresión de que estaban llegando a algún sitio.

Y así fue: de nuevo, podían vislumbrar el espacio exterior entero desde aquél espacio cercano a lo que parecía ser otra nave que había quedado varada en el pecio. Parecía antigua. El Tecnomarine dio la señal del alto y se acercó a la puerta, seguramente para tratar de abrirla. Por su parte, el Escudo Negro preparó su arma para abrir fuego si era necesario.

Salaphael empezó a cargar de nuevo con Polyos, agradeciendo con un asentimiento a Muerte que le ayudara a cargar al herido astartes.

-Gracias por la reparación, hermano Adenoriel-dijo. Parecía que la mayoría estaba en orden, para alivio del ángel sangriento. Ahora podrían continuar todos, y así fue, hasta que llegaron a lo que parecía una nave imperial incrustada en el pecio. Esperó pacientemente a que Adenoriel abriera aquella puerta por métodos más civilizados que simplemente arrancarla de sus marcos. 

   No hacía falta que Adenoriel diera explicaciones acerca de su orden. El ímpetu de Bolverk era lo que le hacía desear, siempre, ir en cabeza para poder lanzarse al combate en cuanto vislumbrara a un enemigo. Pero no sería hoy que se lanzara como un loco suicida y dejara a su escuadra, a sus compañeros, vendidos. Asintió después de la explicación, agradeciendo incluso el hecho de que Adenoriel pareciera confiar en él - después de lo ocurrido con los tiránidos en su anterior misión, a Bolverk le sorprendía que confiaran en él. No les defraudaría.

   Avanzó guardando las espaldas de sus hermanos por los estrechos corredores y cuevas de aquel lugar. Hedía a podredumbre, a muerte y a escoria alienígena. Pero había rastros de humanidad. Rastros como aquella antigua puerta que obstaculizaba su paso. Adenoriel fue a abrirla, utilizando sus artilugios tecnológicos así que Bolverk dio la espalda al technomarine. Muerte se preparó para disparar si era necesario, y el lobo espacial envainó una de las espadas sierras y, con su diestra, desenvainó la pistola. Debía de ser más comedido y actuar con cabeza sin dejarse llevar por la furia asesina.

El auspex no fue capaz de atravesar esa puerta, lo que mostraba un sellado completo de ella; pero con sus habilidades tecnológicas, el hermano Adenoriel fue capaz de abrir esa puerta. Primero sonó como si unos engranajes se movieran, y un gran estruendo golpeó en el interior de ese acceso. Tras eso una pequeñas salidas de aire a presión sisearon de entre las junturas de la puerta, y por último, ésta se alzó de nuevo.

Estaban entrando en una escotilla de vacío, una esclusa para entrar en las naves y evitar los cambios de presión y que se pudieran dar. Unos cinco metros más adelante, había otra puerta, gemela a la que acababan de abrir, y que según el conocimiento estandar se tendría que cerrar primero por la que entraban antes de poder abrir la otra.

El entorno de esa nave era extraño. Era claramente imperial, de lo que no había duda, pero los cogitadores internos parecían... antiguos, por llamarlo de alguna manera.

Adenoriel entró y se quedó pensativo mientras avanzaba. Observaba de aquí para allá y, con aire meditabundo iba mascullando cosas, como si supiera donde estaba, como si reconociera los patrones de construcción y las diferentes aleaciones que conformaban aquella nave Imperial de una época pasada y gloriosa... un escalofrío le recorrió el cuerpo al pensar en el Emperador con vida y a Guilliman, su padre genético.

Sin mucho que añadir, indicó con gestos secos y firmes a que Muerte y Salaphael mantuvieran posición al entrar en la estancia y que el hermano Lobo, hiciera gana de sus sentidos agudizados buscando posibles enemigos o detectando si estaban siendo observados. Por su parte, el tecnomarine fue a cerrar la primera puerta y a abrir la siguiente, alertando a sus camaradas para que estuvieran alerta. 

Entraron en aquel lugar, fácilmente reconocible como una escotilla de vacío. Sin embargo, el lugar dejó levemente extrañado al ángel sangriento. Imperial, sí, sin duda... Pero no moderno. No de las épocas que había conocido Salaphael. Era antiguo, solo el Emperador sabía cuanto. Quizás lo suficiente para que, con algo de suerte, este hubiera honrado aquella nave visitándola en persona. No podía decirlo con certeza. 

Asintió ante las órdenes de Adenoriel, permaneciendo alerta y listo para combatir si algo ocurriera. 

Muerte aguardó pacientemente junto a Salaphael y el inconsciente Bibliotecario con el bólter bien sujeto en su mano a que Adenoriel se encargaba de la imponente puerta. Mientras, examinaba un poco el exxterior de la nave de reojo, tratando de entender como de vieja era sin llegar a una verdadera conclusión. Para eso estaban los tecnomarines, después de todo.

El suyo terminó por abrir la pesada puerta, que probó ser una escotilla de vacío. Todos entraron siguiendo a Adenoriel y al menos el herido, junto con sus dos acompañantes. Ante ellos había otra puerta que el tecnomarine tendría que abrir mientras los demás aguardaban. Estando ya adentro, además, se hacía más obvio aún que aquella nave era muy antigua, aunque de diseño imperial. Así que la pregunta era... ¿cuánto hacía que el pecio existía? 

   El sonido hidraulico de los engranajes y el siseo de las salidas de aire sonaron como una pequeña victoria. El camino del grupo estaba lleno de pequeñas victorias, pero Bolverk no se dejaba engañar. En cualquier rincón podría haber enemigos acechando. En silencio se dio la vuelta para entrar junto con sus hermanos y miró la estancia en la que se encontraban. Sí, era Imperial. Pero no se parecía a ninguna otra nave que él hubiera pisado. El desconocimiento es la fuente de todo temor, pero Bolverk, como sus hermanos, no sentía nada parecido a miedo. Solamente estaba tenso, atento y alerta pues su supervivencia, y la de sus hermanos, dependía de ello.

   Como le había ordenado Adenoriel por señas, Bolverk fue moviéndose despacio, inspeccionando aquella zona.

   - Hermano Adenoriel, ¿te dice algo tu auspex? - Preguntó a través de las comunicaciones internas mientras inspeccionaba aquel lugar. Quizá el auspex de Adenoriel pudiera decirles si algo se escondía en esta estancia.

La puerta de entrada se cerró y la otra se abrió con gran esfuerzo, cambiando el aire por uno mucho más viciado que se pudo notar un instante incluso con los cascos puestos. En cuanto la presión se igualó, todos notaron un tirón hacia el suelo, como si de pronto todo pesara más, todo fuera más difícil. La gravedad había aumentado bastante.

Con la visión se encontraron con algo que no era nada normal. El pasillo se ensanchaba gran cantidad y mostraba una amplitud enorme. Las columnas eran enormes esculturas de humanos, pero las ropas no parecían si quiera imperiales, nada conocido. Lo único que sabían era que tenían que seguir caminando en busca de esa especie de comunicación.

La estructura es algo basado en la tecnología humana; pero estás seguro al 120% de que no es Imperial. Mientras que los demás miran las decoraciones, tu puedes ver que hay algunas estructuras tecnológicas, así como el sistema de apertura de las puertas, que no es nada Imperial, lo demás, tal vez, sea sacado de alguna PCE.

¿Quizás una nave de la época de la Cruzada? ¿De la Era Oscura de la Tecnología? Sea lo que sea, si tuvieras tiempo, podría dar grandes datos al Mechanicum.

El Escudo Negro observó como la puerta finalmente se abría gracias a las acciones del tecnomarine, permitiendo ver qué había al otro lado. Sin embargo, lo primero que notó fue lo viciado que estaba el aire del interior de aquella nave, algo que no resultaba demasiado sorprendente dado que era posible que aquél sitio hubiese estado cerrado por siglos. Pero la sorpresa desagradable se produjo ala sentir de pronto que todo el cuerpo le tiraba hacia abajo y que todo, su equipo y el Capitán de Vigilia, pesaba mucho más. Muerte tuvo que apretar los dientes por el dolor que eso le causó en las heridas.

- Esto sólo va a retrarsarnos... - dijo - Si tenemos la oportunidad, deberíamos reajustar la gravedad, Hermano.

Tras decir eso, el Kill-Marine pudo fijarse en el interior de la nave... y sólo hubo más confusión. Las estatuas eran humanas pero... las prendas que llevaban...

El choque de la gravedad fue duro, aunque la servoarmadura y la musculatura mejorada del marine fueron suficientes para soportar lo suficiente de su impacto. No quería pensar qué le pasaría a un humano normal en esas condiciones, pero si para ellos ya era duro...

Y, además, el interior era extraño. Sí, humano, pero aunque parecía imperial fuera, dentro las prendas no acababan de encajar con lo que cualquier habitante del Imperio del Hombre llevaría. ¿Quizás debido a la antigüedad de la nave? El ángel sangriento no lo sabía. 

Aquello lo sorprendió tanto que maldijo en voz alta por no tener tiempo, aquello era un descubrimiento sin parangón, algo magnifico que explorar, por ello, sin poder tener tiempo, trató de escanear las zonas con el auspex conforme avanzaban tratando de conservar las lecturas de materiales que había.

Asintió a Muerte, tenía razón, era obvio, pero esa nave no era Imperial, bastante era que logró abrir las puertas - estad atentos a todo lo que veáis... puede que encontremos los controles, sigamos avanzando - les dijo mientras Adenoriel, auspex en mano, iba escrutando todo buscando consolas de control o cosas similares. 

   Era como si hubieran entrado en otro Mundo. Aquella nave era Imperial, al menos su factura era Imperial aunque era anterior a todo lo que Bolverk hubiera podido conocer o hubiera podido escuchar. Aquel lugar era extraño, mas ¿qué no lo era en un pecio como el Mortis Thule? ¿Qué Mundos habría explorado saltando en la Disformidad y comiéndose naves enteras? El lobo espacial miró en rededor y avanzó con precaución cuando las puertas se abrieron. Arrugó la nariz sorprendido por lo viciado del aire, pero algo así no retrasaría al lobo. Al avanzar se sintió pesado. Era como si su cuerpo modificado soportara el peso del Mundo sobre sus hombros. Como dijo Muerte, esto les retrasaría. Pero debían seguir avanzando.

   Y Bolverk avanzó, observando las columnas y las extrañas formas que, lejos de arrojar tranquilidad, no hicieron más que acrecentar la curiosidad y el nerviosismo del lobo espacial. ¿Dónde estaban? ¿Qué eran esas ropas? Esto solo podía ser una obra impía o deformada por los poderes del Caos... Alerta, Bolverk avanzó despacio junto a sus hermanos, como había hecho hasta ahora, cerrando la marcha.

Continuaban por ese lugar que era como si no estuvieran en una nave. Cuanto más caminaban, más podían ver que el lugar estaba lleno de esculturas o grabados en las paredes, como si fuera un templo más que una nave. En uno de esos grabados se podía ver una silueta de lo que parecía un caballero de la antigüedad cargando a caballo contra lo que parecía un dragón de las antiguas leyendas terranas; pero el caballero en lugar de empuñar una lanza empuñaba un rayo como si fuera el antiguo Dios de la cultura Grekana.

En un momento dado, Adenoriel pisó uno de las losas y esta se quebró, pero no como si fuera piedra, sino como si fuera de cristal. En ese momento el olor a ozono llenó la sala y unos relámpagos de energía eléctrica surgieron de todas las paredes de ese túnel y alcanzaron a los hermanos. La electricidad impactó en todas las servoarmaduras y no dejaron ni una zona por chamuscar en todo lo que hubiera en ese pasillo. Los astartes sintieron un calambre y la electricidad recorrer sus cuerpos, pero no llegaron a causar ningún tipo de daño en ellos gracias a su resistencia mejorada. Si hubieran sido humanos de la guardia, entre la gravedad y esa electricidad no hubiera sobrevivido ninguno.

Al final del pasillo que se electrificó durante unos quince segundos chamuscando todo lo que tenía a su alcance, había dos pasillos. Uno parecía ascender ligeramente, como si esa parte de la nave se hubiera partido y se hubiera quedado elevada. El otro giraba ligeramente hacia la derecha y hacia abajo. 

Los auto-senses de las servoarmaduras y el auspex aestaban ligeramente muertos. Adenoriel solo con verlo supo que tardarían unos minutos en volver a funcionar, pero no era nada grave. Los relées de seguridad de los aparatos habrían saltado ante la subida de tensión provocada por esa energía, tendrían que disiparla y reiniciarse, lo que tardaría cerca de uno o dos minutos.

A medida que avanzaban, Muerte no podía sino mostrarse altamente extrañado por todo lo que veía en el interior de la nave. Si bien él había visto lo opulentas y magníficas podían ser las capillas en las naves imperiales (por no mencionar los mundos), esto era distinto, como si toda la nave fuera más un templo que otra cosa. Además, muchas de las imágenes representadas no tenían mucho sentido para él.

Entonces, de pronto, algo sonó quebrándose y, al mirar, el Kill-Marine pudo ver que Adenoriel había pisado una losa y esta se había roto. Y al sentir el olor, Muerte lo supo. "Una trampa." Al momento, unos relámpagos que parecían venir de todas partes les rodearon, alcanzándoles por doquier y llenando el pasillo. Por fortuna, la sagrada protección de las servoarmaduras pareció evitar que sufrieran ningún daño, más alá de que su visor (que supiera el Escudo Negro por el momento) quedara fuera de servicio temporalmente.

- Tenemos que tener cuidado... quizás haya más trampas - comentó, mirando al frente -. ¿Qué camino seguimos ahora, Hermano? ¿O esperamos a analizarlos antes de decidir?

¿Eso fue una trampa? no estaba del todo seguro, pero realmente, era lo que parecía. Comprobó que los sistemas no funcionaban pero rápidamente llegó a la conclusión de que necesitaban disipar la sobrecarga de energía que acababan de recibir - alto... mantened posiciones... - ordenó en voz baja mirando a un lado y a otro. Si habían activado una trampa podrían llegar otra clase de problemas. Prefirió que lo prudente era ponerse a cubierto tras unos segundos de deliberación interna - a cubierto... hasta que no se reinicien los sistemas somos presa fácil - alzó el bolter que llevaba empuñado todo. Las preguntas y sugerencias de Muerte recibieron un asentimiento de cabeza - si Hermano, ojos abiertos de par en par a partir de ahora... esperaremos a recuperar el funcionamiento del auspex para poder decidir 

La descarga pilló por sorpresa a Salaphael, que apretó los dientes con fuerza al sentir la electricidad recorrer su organismo. Por suerte, más allá de ser algo doloroso, no causó demasiados daños más allá de alguna quemadura, sin duda debido tanto a sus armaduras como a sus cuerpos mejorados. Sin embargo el casco quedó, temporalmente, desactivado. Al principio se preocupó, pensando que había vuelto a romperse, pero Adenoriel rápidamente disipó esos miedos con su diagnóstico. Asintió a las órdenes, echando mano de la pistola bólter y manteniéndose alerta. 

    Bolverk avanzaba detrás de sus hermanos poniendo especial cuidado en lo que el grupo dejaba atrás. Pero no podía evitar mirar impresionado las esculturas y los extraños grabados. No había visto, nunca, nada que pudiera parecerse a esas esculturas y grabados. Ni en su Mundo Natal, ni en las naves de su Capítulo o en las Naves de la Death Watch. Ni siquiera en templos o mundos humanos que durante toda su vida hubiera visitado. Las estatuas y grabados, igual que todo aquel lugar, parecía de factura humana. Quizá de algún Mundo que él no hubiera visitado anteriormente.

   Cuando Adenoriel piso la baldosa, Bolverk escucho como se resquebrajaba y rompía y, acto seguido, el particular zumbido de la electricidad que llenaba toda la sala con sus deslumbrantes rayos. Bolserk sintió la electricidad recorrer su cuerpo y su antigua armadura, chamuscando algún adorno que pendiera de la armadura. Pero no sintió daños más allá del peculiar cosquilleo que avanzó por su columna vertebral y se disgregó por todo su cuerpo. 

   No dijo más, pues Adenoriel y Muerte habían dicho todo lo que había que decir. De momento esperarían. Luego vendría el momento de escoger qué camino tomar. ¿Podrían utilizar el tiempo de espera para recuperarse de sus heridas? Bolverk no entendía de tecnología como Adenoriel y no sabía cuánto tiempo podía pasar hasta que se restablecieran los sistemas.