Partida Rol por web

La bajada era escarpada aunque tampoco demasiado complicada en realidad. La complicación venía por el motivo de cargar con el hermano capitán Polyos. Salaphael daba cada uno de los pasos de forma firme y segura; pero Adenoriel perdió pie en un momento en que el servobrazo dio con una de las rocas. Parecía que el hermano capitán iba a caer junto con sus dos porteadores.

Bolverk estuvo atento y pudo afianzarse y ayudar a anclar a los otros tres astartes, por lo que lo que podía haber sido una catástrofe para el astartes inconsciente, quedó en un simple susto.

En el momento en que tocaron el suelo, en el HUD de cada uno de los astartes comenzó a brillar un icono.

Alarma por Toxicidad.

Las armaduras estaban selladas; pero no se sabía como había saltado esa sustancia a su interior, la integridad estaba completa; pero un olor dulzón llenó las fosas nasales de los astartes. El tercer pulmón de los astartes consiguió anular toda la posible toxicidad de esa atmósfera.

El icono del hermano Muerte parpadeó.

A duzzZZzpenzs, HeZZzno AdenozzZZ. Zzgo avZZzZZdo, pero no zzZzzZZzzEstZzZZgar estZzzZZzZZzcorrupto. AdemZZzzzzcreZzqZZzhezZenido un contacto. TrZZzZé de localZZzzZzZZzZnave de eZzZpe lo antZZzpoZzZle.

El espacio era estrecho. Entraría bastante justo de frente, y quizás ladeado no pudiera por culpa de algunas partes altas del túnel que se abría ante él. Parecía que más adelante se abría en mayor magnitud; pero primero tendría que pasar por ese lugar tan estrecho. 

En el momento en que el astartes habló y devolvió la comunicación, o eso creía, pudo ver como el auspex volvía a parpadear con un punto, luego dos, luego cinco y una interferencia pareció anularlo. Tras eso, pudo ver claramente una sombra que correteaba de un lado a otro, esta vez no era por el rabillo del ojo, pudo ver claramente algo moverse; pero no podía asegurar el qué.

Casi perdieron pie, aunque por suerte todo quedó en un susto... Lo que no evitó que el astartes sintiera acelerarse el pulso de su organismo debido a aquel tropiezo que podría haber acabado muy mal. Siguieron avanzando, y en determinado momento una alarma por toxicidad saltó. El ángel sangriento frunció el ceño dentro de la armadura, ¿cómo podía ser? Algo debía haber fallado, pero no era momento de comprobarlo. Debían seguir avanzando y dar con Muerte, que parecía que lograba emitir alguna comunicación más, aunque no quedaba claro qué decía. 

-Hermano Bolverk, creo que debería ir primero. El hermano Adenoriel y yo debemos ocuparnos de pasar con el cuerpo del hermano capitán Polyos. A no ser que tengáis otra idea, claro. 

No le dio importancia a la alarma por toxicidad, se sintió seguro gracias a su fisiología mejorada y la servo armadura, y sus hermanos eran lo suficientemente veteranos como para saber que todo estaba bien. Trató de escuchar el mensaje de Muerte y contuvo un gruñido de frustración por la situación. Sin nada que añadir, y cada vez más cabreado, asintió a Salaphael y se dispuso a ayudarle con el Capitán... 

   Bolverk se alarmó por la alarma de toxicidad que su traje le mostró. No se alarmó por la toxicidad, pues sus capacidades harían que respirar aquel ambiente tóxico fuera como respirar aire puro. Lo que le llamó la atención era la razón de aquella alarma. Su traje estaba bien sellado. Debería estarlo. ¿Qué había sido capaz de penetrar la dureza y el hermetismo de su armadura? Algo desconocido. Y era lo Desconocido lo que desquiciaba al supersticioso lobo espacial. Su armadura era antigua, había llevado a héroes a la guerra y a la muerte y tenía sobre ella cierta leyenda algo desagradable. Pero a Bolverk le había servido bien y confiaba en ella como quien confía en un amigo. Si había algo capaz de atravesarla pese a su buen estado, era algo que habría que destruir.

   Asintió en silencio a Salaphael. No en vano, era lo que llevaba haciendo todo este tiempo. Él abría la marcha y procuraba que sus hermanos siguieran un camino sólido y seguro, a la vez que vigilaba que el grupo no fuera presa de una emboscada. Siguió avanzando al ritmo que sus hermanos necesitaran, con mucho cuidado en sus pasos y la atención puesta en todo el entorno a su alrededor. Debían llegar en cuanto antes donde estaba Muerte.

Las sombras se movieron a una velocidad pasmosa, pero pudo ver claramente algunas extremidades de quitina. Serían o tiránidos o algún otro tipo de xeno; pero también le pareció ver algún tentáculo moverse desde una de las zonas sombrías.

Los pilares rocosos, así como algunas estalactitas, causaban cierto juego de sombras que le hacía más difícil el hecho de apuntar, pero pudo ver como uno de esos hormagantes corría de cabeza hacia él.

Tras haber tratado de responder a la comunicación de sus hermanos, Muerte pudo ver que el aúspex volvía a detectar diversos enemigos que aparecieron de forma escalonada hasta que algo interfirió con las funciones del aparato. "Se deben haber cansado de esperar..." Se dijo el Escudo Negro mientras seguía una sombra con la mirada, preparándose para el combate.

Apenas tuvo que esperar para ver a varios enemigos, o al menos poder una identificación superficial. "Tiránidos." Se dijo, apretando los dientes y alzando el bólter mientras uno de los hormagantes ya iba hacia él. Sin perder la calma, Muerte apretó el gatillo y disparó en un arco, haciendo fuego de supresión para ganar algo de ventaja.

Los disparos del astartes no retuvieron la carga tiránida en ningún momento, aunque los impáctos hicieron saltar por los aires piernas y quitina de los dos xenos golpeados, acabando con ellos en un instante. Los otros dos pequeños llegaron hasta el Escudo Negro, pero sus ataques no llegaron ni a rozar la armadura.

Mientras tanto, la mole tiránida que tenía una gran cantidad de tentáculos por todos lados empezó a expulsar unas esporas por todo su cuerpo, envolviéndose en ellas y haciendo que fuera mucho más difícil el apreciar donde está.

Mientras se buscaban las formas de pasar al Hermano Capitán Polyos por ese estrecho túnel, los tres astartes escucharon algo que era más que característico.

Disparos de bolter. Dos exactamente.

Bolverk había sido el primero en pasar mientras que Salaphael y Adenoriel conseguían, poco a poco, pasar a través de el túnel con el cuerpo del capitán de la guardia.

   Bolverk gruñó como respuesta al sonido de los disparos. El corazón modificado del astartes aumentó su ritmo así como las ganas de entrar en combate del lobo espacial. Podía oler la sangre antes del combate, necesitaba notar el aumento de furia y adrenalina que sentía cada vez que combatía. Una furia primitiva que le embargaba. Pero recordó pasadas peleas, pasadas batallas en las que aquella furia se adueñó del lobo espacial y le llevó a abandonar a los suyos, dejandolos a merced del enemigo. Y esas batallas no quedaban tan lejanas. Un nuevo gruñido, contenido, se escuchó por los comunicadores seguido de la voz del lobo espacial.

   - Hermanos. La hora de hacer frente al Enemigo ha llegado. Tened cautela, yo reconoceré el terreno - Pese a que se notaba unas ganas locas de entrar en combate en la voz del lobo, también se notaba cierta contención. No iba a volver a poner en peligro a sus hermanos por cometer alguna estupidez.

   Bolverk desenvainó la segunda espada sierra, dispuesto para combatir con todo lo que tenía, y avanzó hasta el lugar de donde provenían los sonidos. Pero avanzó con cierta cautela, pues era necesario primero reconocer el terreno, como había dicho, y saber la disposición del enemigo antes de lanzarse, a ciegas, a un combate.

Muerte no se sintió nada satisfecho al ver que no había conseguido que los tiránidos se echaran cuerpo a tierra, aunque al menos abatió a dos de ellos. Otros dos intentaron herirle, pero su servoarmadura era demasiado fuerte para ellos. El problema era el venomtropo, que parecía estar preparándose para defenderse. Sin duda, era el más peligroso de todos.

El Escudo Negro usó una de las técnicas enseñadas por su capítulo y retrocedió hábilmente mientras realizaba dos disparos certeros contra los dos hormagantes que había intentado atacarle.

El sonido de los disparos le hizo automáticamente ponerse alerta. Algo ocurría ahí delante, y puede que llegaran tarde para ayudar, pero por desgracia no podían darse mucha más prisa con el capitán en aquel estado.

-Maldita sea... Espero que Muerte aguante un rato, si es que es él...-dijo entre dientes, mientras se esforzaba por hacer pasar al caído astartes por aquel espacio tan reducido, cosa que no habría sido simple aunque fueran todos por su propio pie. 

Adelantate Bolverk, pero no pierdas la señal con nosotros - le indicó al Lobo Espacial, que a pesar de haber demostrado la iniciativa, Adenoriel sintió que debía ejercer su puesto, que era el líder. Trato de darse toda la prisa del mundo en ayudar a Salaphael para salir de ese atolladero. 

Muerte dio un paso atrás a pesar de los impactos que causaron los hormagantes, pero necesitaba espacio para disparar a ambos. Uno impactó en su cabeza y otro en su brazo izquierdo, sin causar demasiados daños, pero podía notar como el del brazo llegó a realizar una herida y un escozor característico surgió de ese corte. Lo malo fue que ambos hormagantes dieron un salto a diferentes lados para evitar con éxito los disparos del Escudo Negro y, tras esto, lanzarse al combate de nuevo sobre el Astartes, causándole otro corte en el torso de la armadura, pero sin llegar a hacer daño.

Bolverk se movió todo lo rápido que pudo, pero los retrorreactores daban por todos lados de ese túnel, hasta que salió a lo que parecía una caverna más grande. En ella pudo ver a Muerte con dos Hormagantes encima, dos más abatidos y lo peor, pudo ver como una enorme mole niebla verde que solo permitía intuir una sombra con tentáculos que se lanzaba contra el Kill-Marine.

El tiránido rugió y un latigazo restalló en el aire, Bolverk pudo ver como un tentáculo se dirigía hacia su Hermano de batalla como si fuera un látigo de tamaño y fuerza aterradora.

Estaban terminando de pasar al Hermano Capitán Polyos cuando escucharon otros dos disparos y un rugido de algo realmente grande y, conociendo a Bolverk, se lanzaría de cabeza contra lo que fuera sin pensar en su seguridad.

Ve con ellos Salaphael, yo llevaré al capitán. Apresurate 

   Bolverk avanzó corriendo por el pasillo, tan estrecho que el metal del jet pack rozaba contra los lados del pasillo soltando chirridos. No podría saltar ni volar en aquellas condiciones, y necesitaba llegar seguro al combate para apoyar a Muerte. Allí estaba el kill marine. Se enfrentaba a dos homogantes y a un engendro rodeado de niebla verde, viscosa y seguramente venenosa. Bolverk rugió apretando el paso. A cada paso que daba resonaba metálico contra el metal del pasillo, reverberando como los tambores que preceden a una carga. Muerte estaba cada vez más cerca, y sus enemigos le rodeaban impactando contra su armadura. El que el marine haya resistido tanto era algo digno de admiración. Pero Bolverk no iba a dejar que los xenos acabaran con su compañero, ni que el kill marine se llevase toda la gloria.

   Apretando el paso, cargó como una furia animal hacia el homogante más cercano, descargando un poderoso golpe ascendente con su espada sierra. Los dientes de la espada rugieron y chirriaron ante la resistencia quitinosa y la carne del alienígena.