Partida Rol por web

Los trolls del hielo parecen dispuestos a irse con su carne, pero antes de ello uno os lanza una advertencia:

-No esperar. Nubes. Volver cuando Yelm. Volver cuando primera luz y ver. Pero torre peligrosa... otros no volver. Nunca. Cuando nubes desaparezcan, tras varias noches... Yelm aparecerá. Siempre lo hace. Y vereis.

Swen, perplejo, no acaba de entender el galimatías de la historia troll. ¡Trolls hablando de Yelm, el enemigo tanto de la oscuridad como de Orlanth! No obstante memoriza cada palabra, cada expresión, cada actitud. Cuando vuelvan con el resto tendrán que exponerles lo sucedido y, entre todos, entenderlo.

Se acerca con cierto respeto y reparo a los restos de las wyvernas -no sin antes esperar a que ser retiren los inmensos humanoides-. Los revisa esperando encontrar algo que pueda guardar como amuleto -una escama, un colmillo, un cuerno...-. No desprecia las pieles, las levanta mientras mira a sus compañeros, especialmente a Kenvent. Con ellas se podrían fabricar excelentes armaduras pero... ¿que artesano podría sacarles partido?

-¿Una torre invisible que atrae a los muertos? Creo que ya no me va a sorprender nada más en esta vida. En fin, volvamos a la cabaña para contárselo a los demás.

Recojo una de las pieles y me la cargo al hombro para arrastrarla hacia el poblado.

-Respecto a estas pieles... Tendremos suerte si encontramos un buen curtidor entre los chalados que nos ha tocado proteger.

Preparo un hatillo improvisado para llevar la otra piel. Lleva su tiempo arrancarla del monstruo. Cuando termino me encojo de hombros y le contesto al bárbaro.

- Te sorprenderías de lo que son capaces en estas pequeñas aldeas, Kenvent, su aislamiento les obliga a ser capaces de todo. Es posible que no seamos los primeros que llegan con extrañas pieles de este yermo. De todas maneras no perdemos nada por preguntar- digo, sonriendo- Volvamos a la cabaña, sí. Creo que hemos cumplido con creces.

Sonrio al anciano con amabilidad. 

-Gracias por compartir con nosotros esta historia, es muy interesante- me dirijo a mis compañeros- Creo que deberiamos regresar. Jerai estudiara mejor los bichos si no estamos por aqui incordiando. 

Erikand escucha la historia con atención.

-Mmmhh que historia más interesante. Seguro que tiene a los niños del pueblo encandilados con esa historia- Erikand sonríe al hombre y mira a sus compañeros. Parece que habían recavado suficiente información, pero... No sería aquél viejo el mismo de la historia?

-Gracias. Cuidado no piséis los bichos cuando nos vayamos.

Caminando de vuelta, les digo a los compañeros:

-Curioso, ¿habéis pensado entre una alianza de la vexilla y el nigromante?, suena muy interesante, ya que los dos desaparecieron juntos, y se siguen haciendo los ritos, mmmm, interesante...

Está anocheciendo y en la cabaña de guardia, Loranda, Kilder y Erikand esperan. Jorandash se pasea nervioso por toda la sala lanzando miradas fugaces a la puerta, esperando que lleguen los otros. La noche en esta época es demasiado dura como para que ningún hombre resista, ni siquiera un broliano de nacimiento, mucho tiempo en el exterior.

Finalmente la puerta se abre y una bocanada de aire frio llena la cabaña. Swen, Aldas y Kenvent entran, portando con ellos lo que parecen ser las pieles de algún tipo de reptil enorme.

En la mesa hay preparado uno d elos platos de sopa de Loranda con algo de carne y verdura que hace que en unos pocos minutos todos os sintais reconfortados. Jorandash os mira, esperando que conteis qué habeis averiguado.

Sonrío al ver el plato humeante sobre la mesa. Dejo caer las pesadas escamas en una esquina y me quito las pesadas ropas de invierno.

- Huele estupendamente. Da gusto regresar a casa -bromeo- Nos ha ido bastante bien, como podéis ver. Hemos cazado una especie de dragón de las nieves y tenemos noticias sobre el posible destino de esos muertos andantes. Deberemos comprobarlas, pero es algo por lo que empezar.

Me siento y empiezo a comer con apetito y no demasiadas ceremonias.

Me acerco como un crío a los cazadores, y comienzo a  husmear a ver que han traído:

-¡Uoooh!, una piel de escamas, con eso podéis hacer partes de armadura, lo que una preguntilla, nos han dicho que hay un dragón blanco por las montañas, espero que eso que traéis, no sea el pellejo de su cría, igual se enfada un poco...

Sigo mirando mientras espero a que estén todos en las sillas, y les digo:

-No hemos sacado mucho en claro, la información nos la dijeron niños, y una especie de ermitaño que se llama Jerai, y es aficionado a los insectos. A grandes rasgos nos han dicho que un nigromante (le llaman el hombre del bastón) comenzó a realizar estos rituales de levantar a los muertos, pero una vexilla vino a encargarse de el, y los dos desaparecieron, aunque el ritual funerario se sigue realizando, y yodos los muertos van hacia el norte.

Sorbo un poco de sopa:

-Bastante curioso, yo ya he empezado a pensar que es muy raro que desaparezcan los dos. ¿y vosotros habéis sacado algo en claro?

Luego miro a Swen:

-¿tus voces te han dicho algo?

Erikand sonríe cuando llegan. Para ellos ha sido una velada muy tranquila, sin embargo parece que para los otros no lo ha sido tanto.

Al menos han llegado los tres vivos.

Despues de preparar una sopa para todos, me siento junto a ellos a comer. Asiento a cada palabra que dice Kilder y me dirijo a Jorandash directamente.

-Lo que no sabemos es porque el hombre del baston resucitaba a los muertos. Por lo que yo he entendido hasta que llego la vexilla no iban a ningun lado, cuando el huyo perseguido por los lunares fue cuando los difuntos empezaron a irse al norte, tal y como hacen ahora- tomo una cucharada de sopa y me quedo mirando el plato pensativa- Si todo esto paso hace 50 años debe haber un ejercito de difuntos en el norte buscando a su guia o mas inquietante aun, con el.  

El chamán suelta algunos restos algo más especiales: colmillos, escamas, cuernos, un par de cráneos y aguijones*... luego mira la sopa ardiente con gusto, coge el cuenco con ella servida con ambas manos mientras disfruta del calor que transmite a sus heladas palmas. Lo acerca a su rostro e inspira suavemente con los ojos cerrados. Su rostro se ilumina al percibir el olor de la comida, sonríe, abre los ojos mirando directamente a Loranda y asiente con respeto y aprobación. Luego se interpone entre Kilder y "sus tesoros" manteniéndole la mirada.

- No te preocupes, no eran dragones. Aunque quizá en el pueblo se refirieran a las de su clase como dragones. Tuvimos suerte con ellas. Aldar demostró su gran valía con el arco y una murió rápido. Para la otra... tuvimos ayuda. Ellos se llevaron la carne y nos dejaron el resto. Nos dejaron y recomendaron las pieles para armaduras pero... ¿donde encontrar un artesano que sepa curtirlas y transformarlas en armaduras?

El hermitaño hace una pausa para sorber la comida deleitándose en su sabor.

- Ellos nos dijeron que a las wyvernas les gusta cazar a los muertos que andan. Ellos nos dijeron muchas cosas difíciles de entender.

Luego se da cuenta que las últimas palabras las dijo mientras Loranda también hablaba así que se calla dejando al resto contar sus historias.