Partida Rol por web

Me sitúo detrás junto a Swen, y le comento en voz baja, mientras comienzo a hacer movimientos incineradores con las manos:

-El monstruo para los guerreros, y me parece que el mago para nosotros... espero que nuestra magia funcione contra el, porque no me pienso acercar con la lanza a ese bicho...

Erikand en cuanto ve al enorme Wyrm sonríe, no podía ser menos. Aquél nigromante no podía estar esperándoles de pie. Esa gigantesca serpiente alada le quedaba como anillo al dedo.

Erikan de agacha y pasa la mano por el suelo, después se levanta, y mientras desliza su mano desde el pecho izquierdo al derecho, pronuncia un ya habitual: "Protégeme espíritu de la Tierra".

Con su escudo en la zurda, y su nueva maza en la diestra, Erikand se acerca tanteando cuando observa la flecha volar por encima suyo y clavarse fuertemente en el Wyrm. Estaba claro que no estaba solo, así que se lanza contra el Wyrm primero, aunque su golpe falla. Temeroso de otro golpe como el del troll, sube su escudo intentando interceptar un posible golpe.

La penetrante mirada de Swen se fija intensamente en el eterno anciano tratando de evaluar contra que clase de poder se enfrenta de cara a determinar que hacer.

- Gunhar, Randan, preparaos. Vamos a necesitar vuestra ayuda. Tu quizá puedas proteger a un guerrero, estás muy débil, y luego ella... Kenvent, claro.

Muevo las manos con rapidez, intentando lanzar el hechizo de incinerar, pero el frío hace que mi intento se quede sólo en eso.

Presagiando que no va a pasar nad abueno, trato de ocultarme para tener una posición ventajosa si hay que luchar.

Sin perder el semblante más serio de lo habitual que marca el rostro de Jorandash, enfunda su espada y empuña en su lugar el símbolo sagrado de Yanafal Tarnils mientras se acerca a las fauces de la terrible sierpe entonando una leve melodía.

La espantosa visión del monstruo muerto viviente y el nigromante me dejan inmóvil durante un instante, pero luego me sobrepongo a la obnubilación momentánea y grito:

-¡Nunca estaremos a tu servicio, nigromante sarnoso! ¡Si apenas he soportado estar al servicio de ese perro -digo señalando a Jorandash con la espada-, y tú eres mucho más feo y hueles peor que si te hubieran echado de cabeza a una pocilga!!! ¡Prepárate para morir definitivamente, viejo apestoso!

Me lanzo a correr hacia la abominación mientras ruego al dios del viento que guíe mi espada. El nigromante es ya el último obstáculo que nos separa de la posibilidad de recuperar la libertad, pero me dejo llevar por la emoción y la falta de concentración hace que solo pueda asestar un golpe poco potente al enemigo.

Tras observar detenidamente al adversario Swen decide qué hacer.

- Amigos, ¿recordáis al monstruo caótico? Pretendo hacer lo mismo con él. Pero con el "lagarto" poco puedo hacer -se dirige al grupo-. Jorandash, hacéis bien en dedicaros a él, al muerto, que tanto odia Humakt.

Transmitidos sus planes Swen saca su cazador de sueños y lo balancea suavemente mientras murmura extrañas palabras.

Ante la pavorosa visión del nigromante a lomos de la terrible bestia muerta, Aldar es el primero en reaccionar disparando una certera flecha que impacta en el muslo del anciano; Pero debido a alguna protección mágica, la flecha rebota sobre él como si de un muro de piedra se tratara.

Loranda toma posición mientras Kilder trata en vano de lanzar su magia. Erikand y Kenvent se lanzan al ataque y se topan con las fauces del monstruo, logrando evitar sus dentelladas pero sin causarle daño alguno.

El nigromante alza su báculo y de los ojos de la calavera brilla un fulgor anaranjado que parece a punto de estallar en llamas, pero de pronto éste parece perder la consciencia y abandona el lanzamiento del conjuro. la magia de Swen ha funcionado.

Jorandash se acerca a la monstruosa montura y pronuncia una sola palabra arcana. Una luz blanca le envuelve y ésta pasa al wyrm, que de pronto regresa al estado d emuerte que lñe pertenece y cae al suelo fulminado. La aparatosda caída deja atrapado bajo la carne putrefacta al nigromante, que despertando de golpe, trata de alcanzar su báculo con el único brazo libre mientras os maldice con su voz cavernosa.

-Aqui termina tu locura, siervo de Vivamort. Soy Jorandash Cabezadeleon, siervo de Yanafal Tarnils y antiguo miembro de los Hermanos de la Tumba, al servicio del Emperador Lunar. Eres una aberración y debes morir ahora.

Jorandash desenfunda su espada, dispuesto a terminar con el viejo nigromante.

Tuerzo el gesto al ver la inutilidad de mi ataque, pero el súbito desvanecimiento del nigromante y la intervención de Jorandash me levantan el ánimo. "No ha sido tan difícil", pienso, "claro que tenemos un arma secreta... o dos". Miro al shaman y al guerrero lunar con admiración contenida mientras avanzo, sacando mi lanza. 

Con un golpe rápido de su mango alejo el báculo del alcance del hechicero y le dirijo una mirada cómplice a Jorandash. Nada más lejos de mi intención que robarle su momento de gloria.

Por un momento Swen abrigó la esperanza de, una vez despojado de sus objetos mágicos, atado y amordazado para que no pudiera ejercer la magia, poder haber despertado al añejo enemigo y haber dialogado con él. Desgraciadamente el Sueño es lo que tiene, que se desactiva con facilidad pese a lo práctico que es. Afortunadamente los oponentes con los que lo ha usado suelen encontrarse en circunstancias adversas cuando despiertan. Aunque impresionado por el poder de los siervos de Humakt para desconvocar a los muertos -el chamán es un cabezota que se resiste a admitir otro culto distinto al del mito que conoce, por mucho que tengan orígenes comunes- Swen se sonríe pensando en como despertó y finalizó su vuelo una de las wyvernas que no hace tanto les atacaron.

Enfadado conmigo mismo, cierro los puños, pudiéndose escuchar el crujido de mis dedos, me intento concentrar al máximo, y frunzo el ceño. El frio no me ayudaba...

Mi mirada se clava en aquel mago, el era mi enemigo verdadero en estos momentos, ignoraba a la bestia, y a mis compañeros, sólo quería ver a aquel viejo en llamas, retorciéndose, chillando. Se me humedecen los ojos de la impotencia, y retorno con mis cánticos y movimientos extraños de las manos...

Erikand observa como Jorandash despacha al muerto con una simple plegaria. Y sin más, se acerca al viejo nigromante con la intención de rematarlo. Pero Erikand se avanza:

- Será suficiente para ganar nuestra libertad con su cabeza? Swen, Kilder, vosotros podríais controlar su poder si lo dejamos desprovisto de todas sus cosas? Bastón, ropas, anillos .- Erikand busca en el viejo algún tipo de foco mágico que esté a la vista- A mi también me gustaría verlo muerto. Pero no sé si con la cabeza de un simple viejo seremos capaces de recuperar nuestra libertad. Tu que sabes más sobre esto Jorandash, qué opinas?

Erikand sabía que esa era la forma más rápida, pero la mejor? La mejor significaba conseguir lo que habían ido a buscar allí: Su libertad.

- El abuelo está muy debilitado. Difícilmente se resistirá a echar otra «cabezadita» -la media sonrisa de Swen es evidente-. Sobre sus herramientas de poder...

Mis ojos no dan crédito cuando veo al monstruo y al anciano desplomarse uno detrás del otro. Así que Jorandash tiene magia poderosa... -Bah, le habéis quitado la gracia al combate con vuestra magia -digo con tono fastidiado mirando a Swen y a Jorandash, aunque no seré yo quien maldiga una victoria tan fácil frente a un enemigo tan temible. Además, ya que el perro de Jorandash va a ser quien nos devuelva la libertad, que sea él quien acabe con el nigromante.

Envaino la espada y examino la sala para que todo el mundo vea que no me interesa cómo Jorandash envía al mago al Infierno.

Cuando estoy segura de que tanto la montura como el jinete no me pueden hacer nada me acerco despacio hacia ellos. Con el pulso acelerado y llena de rabia, hablo lentamente. 

-Esperad! No acabes aun con el Jorandash, hay cosas que no entiendo...-miro fijamente al anciano que yace bajo la carne putrefacta de la Wyrm y le hablo con determinacion- Para que todo esto? Cual es la razon de este desproposito? Porque no has dejado que los cuerpos de estos infelices descansaran en su tumba como debe ser, porque? No lo entiendo, que razon te ha llevado a resucitarlos y reclutarlos durante años privandoles del descanso que todo mortal se merece cuando llega su hora?​- el odio que me provoca el nigromante se puede ver en mis ojos, tanta gente, niños, mujeres y ancianos prisioneros en la torre durante años para no se bien que. Con mi mirada clavada en la suya espero una respuesta que me ayude a comprender el porque de esta locura. 

El nigromante mira a Loranda con rabia y frustración. Parece dispuesto a lanzarse a su cuello de no ser por el inmenso peso que le aplasta contra el suelo. Viendo su impotencia, sus facciones se relajan y por un momento, parece que la cordura regrese a él. Os mira a todos sin responder, como si de pronto hubiese entendido algo que tuviese oculto durante años, hasta que la espada de Jorandash acaba con su vida de un certero tajo.

-Este hombre hace mucho que perdió la razón.- Dice mientras limpia la sangre de su espada en la túnica del nigromante decapitado. -No tiene sentido pedirle explicaciones, mujer. Tenemos que examinar a fondo lo que queda de torre y salir de este lugar maldito de una vez.