Partida Rol por web

Apenas si intervine en el saludo a Anne y Linus; me costaba aún dirigirme al muchacho desde que todo había ocurrido, pero lo importante era que parecía tranquilo y que aún a pesar de todo, mi ahijada y su novio era feliz. Les vi alejarse y luego Ulfric me pidió un momento para dar alcance a Sándor y a la mujer que ahora pude reconocer como Circe.

Durante esos momentos, mi mirada recorrió el Gran Comedor. Aún no podía creer que hubiera pasado casi un año escolar completo en este castillo, tan lejos de mis padres por primera vez y sin intenciones de volver allá, al menos no sola. Volví a acariciar el aro en mi dedo, con una sonrisa tímida e ilusionada. Una familia. Mientras pensaba en eso, miré de nuevo a Anne junto con Linus, y recordé las palabras de ella cuando manipulaba el cubo del laberinto. Quizás la familia se ampliaría esta noche...

La voz de Ulfric junto a mi me hizo sonreír y mirarle. Me reí a sus palabras. -Pues voy a tomarte la palabra.- Le dije, descalzándome y acercándome a algunas de las sillas para dejar los tacones debajo. -Lista a donde quiera llevarme, profesor Von Hoggen.- Me puse de puntillas y le robé un beso.

Lo de las dos novias es tan propio de Linus que sé de alguna manera que sería capaz de hacerme esa broma, está claro que no ha perdido el humor. Esto prevalece en él como unas cuantas cosas más que me ayudan de alguna manera a vivir en este presente, no obrando el milagro del olvido, pero si recordando que lo tengo conmigo. Que está aquí. 

—Totalmente, y te casarás con una Presley. Vaya, has bajado el estatus Avery. 

Es una broma, pese a todo no dejo de ser una Grindelwald por más que tenga otro apellido. Aún así sabiendo como es mi novio con el asunto de la imagen y esto de ser o no un gran mago, me aprovecho de ello para meterme un poquito con su orgullo que siempre está en lo alto. También siendo algo que amo en demasía de él. 

Cuando menciona lo del bebé, me sorprende en demasía porque con tanto lío había olvidado la predicción del cubo y sin ir más lejos con los sucesos de la prueba aquello quedó en quinto plano. No obstante me encanta que él mismo sea quien lo tenga presente así que me acerco aún más—si es posible ya que estamos pegados—a él mientras lo miro a los ojos llena de ilusión y amor. 

—Vendrá o está ya, tendría que hacer alguna prueba de algo. No quiero horrorizar a Agatha tan pronto, que ya de ser madre también será abuela—digo entre risas, se muere y estoy segura de ello—. Si, con menos gente y con todo el glamour que se precie. Eres mi todo, Linus Avery. 

Y mientras los fuegos artificiales inundan el lugar, continúo bailando con el amor de mi vida mientras barajamos planes, sueños y quizás un futuro que nos merecemos. Así lo siento y así será. 

La insistencia de Sándor y la despedida de Ulfric le generó a la nigromante una nueva sonrisa de medio lado.

Si, pero no todos los errores pueden costar la vida a la gente

Esa frase le rondó a Circe, pues desgraciadamente, la justicia real no existía en una gran parte de los casos. Los errores muchas veces costaban vidas directa o indirectamente. Con o sin consciencia. Ella había perdido al bebé que crecía por sus entrañas y aún así estaba allí, como si nada hubiera pasado. Obviando una pérdida que hubiera marcado significativamente un antes y un después.

-Sabe tan bien como yo que soy de grandes convicciones. Su persuasión no tiene ningún efecto conmigo, lamento recordárselo - sentenció con elegancia, cuando repentinamente los fuegos artificiales comenzaron a estallar e iluminar todo el salón.

-De hecho, su posibilidad ha descendido hasta el...cero- refirió al darse cuenta de todo el bullicio, los gritos, aplausos y la nueva música que la banda estaba empezando a tocar, con tonos más animados. 

Dándose la vuelta tras mirar a Buzánszky indicándole que comenzara a andar si quería ese paseo, decidió dejar atrás la celebración. Ya que ella, en resumidas cuentas, no tenía demasiado que festejar.

Cuando Circe terminó su frase rechazando por enésima vez el "castigo" de Buzánszky (como era natural, pues era verdaderamente un castigo para ella, cosa que el húngaro sabía de antemano), la consiguiente explosión de fuegos artificiales y música coronó aquel rechazo. Buzánszky lo tomó como una señal.

De hecho, su posibilidad ha descendido hasta el...cero-

Miró a su alrededor y mostró una levísima sonrisilla.  

- Entiendo... - se limitó a decir. 

Tuvo una idea pero decidió, de momento, seguirle la corriente a Circe y, tras apreciar el gesto, fue tras ella en silencio hasta llegar a su altura, directos hacia donde diablos le llevara. 

Ahora será cuando me secuestra y me tiene atado y a pan y agua hasta que... - detuvo su predicción - ¿qué sería de una fiesta en Howarts sin secuestros, traiciones y Circe en medio de todo? 

Ulfric sonrió  viendo como los zapatos quedaban otra vez en una silla, y tomando de la cintura a Agatha, aprovechó para recogerle un poco el vestido, para evitar que al estar sin zapatos, se lo pudiera arrastrar. Como en Navidad. Sonrió y la besó fugazmente. Empezaba a dejar un poco de lado el estilo "sigo siempre las normas", aunque tuviera que guardar cierto decoro. 

- Cada bailamos mejor, profesora Presley. Deberíamos hacerlo más a menudo. - Dijo, conteniendo una pequeña carcajada feliz. - Y le vuelvo a tomar la palabra, si se deja llevar, veremos dónde acabará esto. Quizás en una romantica cena, o quien sabe.  - Dijo, mientras la acercaba un poco hacia él, oliendo su perfume y disfrutando su cercanía. - Me alegra que vayamos a formar una familia. 

Linus miró a Anne esbozando una sonrisa en sus labios cuando le dijo que había bajado el estatus de linaje. Ciertamente y, lejos de cualquier broma, eso antes le hubiera preocupado. El hecho de relacionarse o establecer "familia" con muggles como Agatha no encajaba. Incluso podría haber sido un impedimento teniendo en cuenta que para su familia realmente era como una condición.

Pero aunque realmente fuera su hija (que a pesar de todo no lo era, su sangre era pura, una Grindelwald) la amaba. Y estaba tan enamorado que ese asunto tomaba ya otros matices. La querría fuera como fuese.

Tras apreciar los primeros destellos, Linus mantuvo el ceño fruncido. Por su actitud no iba a unirse al resto de alumnos que gritaban y señalaban hacia los fuegos. Le parecía absurdo.

-Seguramente que compra artículos porque no sabe ni conjurar un hechizo en condiciones –murmuró burlonamente en vista a que parecía ser un Gryffindor el que había lanzado los fuegos.

Y, mirando de nuevo el rostro de su novia, esbozó una sonrisa ladeada ante el comentario de haber bajado el estatus. Pues, ciertamente y, lejos de cualquier broma, eso antes le hubiera preocupado. El relacionarse o establecer vínculos de "familia" con muggles como por ejemplo Agatha, no encajaba. Incluso podría haber sido un impedimento teniendo en cuenta que para su familia dicho dato era como una condición para el futuro de su linaje.

Pero aunque realmente fuera su hija (que a pesar de todo no lo era, su sangre era pura, una Grindelwald), la amaba. Y estaba tan enamorado que ese asunto tomaba ya otros matices de indiferencia para él.

De hecho, cuando escuchó que podría encontrarse en estado, ese asunto se esfumó. El Slytherin no pudo reprimir su sorpresa, sonrojez y nerviosismo. Llevó los ojos hacia el vientre de Anne con una sonrisa inusual y contempló por unos instantes, como si fuese un saludo, al posible bebé. Si es que se encontraba ahí.

En su vestido de transparencias se reflejaban colores fucsias, dorados, rojos, azules… que el rubio admiró perdido en sus pensamientos.

¿Puede estarlo...ya? Entonces, ¿voy a ser padre?, ¿Vamos a crear nuestra propia familia?, ¿Tendré que comprar pañales? se preguntó carraspeando la garganta sin poder reprimir la felicidad ante aquella nueva etapa llena de incógnitas y responsabilidad en sus pupilas –Me haces el mago más feliz de esta tierra –refirió en un susurro antes de acercarse a su boca para besarla con un irrefrenable y desbordante ímpetu.

Le daba igual el bullicio de alrededor, el ruido, que les vieran. Esa noche quedaría grabada a fuego en el joven –Espero que Agatha no me odie por esto- dijo finalmente cuando separaron sus labios –Te…- corrigió con rapidez -Os cuidaré- y agarrando con fuerza la mano de la chica, se la llevó hacia su pecho, pegándola a la camisa –Te quiero, Annelie Presley- confesó perdiéndose en la tonalidad de sus ojos. Hasta que asintió con la idea de su novia –Tranquila, dejaremos que disfruten al menos un poco la maternidad. Así evitamos que se sientan, en todos los aspectos, abuelos antes de tiempo- comentó bromeando repleto de alegría. Y, aunque seguía nervioso, trataba de no demostrarlo. Veía bien esperar y no decir nada hasta que no tuvieran seguridad acerca de si realmente ya estaba o no embarazada. 

Juntos os fuisteis alejando del salón. La música y los fuegos artificiales quedaron en un segundo plano.

Los tacones rojos de la nigromante se iban escuchando más y más fuerte por los pasillos de piedra del castillo. En donde a simple vista no había nadie más que vosotros. Pues la mayoría estaban celebrando la graduación, o se habían dispersado a sus salas. O cualquier otra habitación.

-¿Qué piensa hacer el año que viene?- preguntó directa –Corinna sigue viva, igual que Fenrir- sus pies se pararon en seco para mirarte nada más llegar al borde de una de las escaleras –debería irse de Hogwarts, lo sabe ¿verdad? Pues…a fin de cuentas está solo. El Ministerio no va a resguardarle vaya donde vaya. Y entre usted y yo, dudo que sea discreto entre los muggles.

Buzánszky siguió los pasos de Circe a donde fuera que fuese. Al llegar al borde de las escaleras, se frenó de pronto y le preguntó la típica pregunta que el húngaro solía no responder o, directamente, mentir. Mas ésta vez no lo hizo.

- Efectivamente. No seguiré en Hogwarts, pero se equivoca en lo de que estoy solo...- contestó, convencido - ...y también en mi capacidad para pasar desapercibido entre los muggles. Mis desafortunados paseos con el pirómano no cuentan.

- ¿Y usted? Sus viejos amigos peludos no parecen querer volver a jugar con usted y aquí... 

-¡Auch! -Randall intentó reprimir un gemido de dolor cuando notó que Cliodna le había pisado uno de sus pies-. Creo que me has pisado un poco... -comentó el joven Slytherin, con una sonrisa, más a modo de broma para relajar la situación que por el hecho de mencionar que le había pisado.

El muchacho podía notar el rubor en las mejillas de Cliodna, suponiendo que aquel tipo de declaración era algo nuevo para ella y que era un mar de nervios y timidez. Randall tampoco era alguien especialmente experimentado en esas lides. En el pasado había flirteado con algunas compañeras de Hogwarts, pero nunca había llegado a tener una pareja ni nada remotamente parecido.

-Yo... También quiero estar a tu lado, Cliodna... -dijo el muchacho, con un perceptible nerviosismo, notando también que la Hufflepuff se encontraba igual de inquieta que él-. Te quiero... Esto... nunca he sido muy bueno para expresar mis sentimientos, lo siento... -afirmó, con gesto dubitativo. Randall no pudo evitar sentirse como un tonto. Nunca antes había estado tan nervioso como esa noche.

La magia de los fuegos artificiales Weasley, unidos a la nueva canción que acompañaba la luz, fue todo lo que el Slytherin necesitó para comenzar a calmarse. Nunca habría un momento más hermoso e irrepetible que el baile de graduación.

-Nunca he tenido pareja. Supongo que porque tampoco he tenido nunca la madurez mental para proponerme estar con alguien. Nunca fue algo que me interesara, pero contigo... Siento que es distinto... Quiero estar junto a ti, siempre -expresó Randall, mirando a Cliodna a los ojos-. Te quiero.

Circe sonrió ante la sinceridad de Buzánszky sobre irse de allí. Otro asunto era su capacidad para pasar desapercibido. En eso discrepaban.

-Hacían un dueto un tanto peculiar. Usted y el Gryffindor –No pensaba lo mismo Minerva, la cual desaprobaba por completo que el asesor lo hubiera metido indirectamente en líos, y además, tal y como resaltaba, a escondidas de ella -Una pena que ya no esté –comentó antes de revelar sus planes.

Y es que no ahondaba en lo que consideraba “asuntos personales” –La directora me ha ofrecido seguridad y respaldo aquí, en Hogwarts. Junto a mis… criaturas- comenzó explicando con brevedad –Aunque la seguridad siempre tiene aportes…matices. O si no que se lo digan a Blumer- comentó sin perder su escueta sonrisa –Ya una vez creí estar a salvo, escondida. Y me interceptaron. Por lo que está claro que quedándome en el castillo estaré mucho más expuesta a posibles revueltas. Además de tener que lidiar con adolescentes- algo que percibías no le agradaba demasiado.

Desviando la mirada hacia los anillos de su mano prosiguió –Sin embargo, puede que acepte. Porque así no tendré que tener a los insistentes del ministerio detrás de mí, vigilando a mis dulces seres - aquí agrandó su ladeada sonrisa y volvió a mirarte al estar refiriéndose con “insistente” también a ti.

-Y dígame, ¿Cómo es que no estará solo?- preguntó -¿Acaso pretende volver a debutar en el fútbol muggle como táctica para no ser fácilmente localizable?- dijo con evidente tono irónico.

- Puede, pero desde luego que no conveniente... - afirmó con áspera voz - ¿y por qué le da pena que ya no esté? 

Circe comenzó a hablar de sus planes. A diferencia de Circe, Buzánszky se mantuvo impasible cuando mencionó a Blumer aunque entendió la broma. 

- La mejor manera de estar seguro es convencerse de que no lo está ni lo estará del todo nunca - dijo, con filosofía. De hecho, en aquel mismo momento no se sentía seguro con Circe, pero aquella era una apuesta personal - cada cual corre los riesgos que quiere.

Sacó un par de cigarros y le ofreció uno a Circe. 

- Si hay alguien en éste colegio a quien pueda imaginarme fumando es a usted, chica mala... 

Colocó el otro cigarro entre sus propios labios. En caso de que Circe aceptase el cigarro del húngaro (y recordemos que ahora iba bien afeitado), éste los encendería con un simple encendedor de mecha. Dio una profunda calada.

- No es mal plan - dijo, a tenor de la propuesta de McGonagall - y tampoco es tan malo lidiar con los alumnos, algunos son muy graciosos, como el Hobbit Siniestro, aunque a otros sea mejor mandarles a África... 

Circe, en cambio, parecía considerar positivamente la oferta y las razones esbozaron una pequeña sonrisa ladeada en Buzánszky.

- ¿Ve? Siempre hay cosas peores que los adolescentes... ¿a esperado a conocer mis planes para decidir si quedarse? 

Sonrió a la puya de la nigromante.

- Cuando era futbolista, no tenía necesidad de pasar desapercibido para el mundo mágico - explicó Buzánszky, aunque probablemente aquello no fuese del interés de la bruja. Pero aquel era un riesgo que ella asumió cuando decidió pasear con Buzánszky...- Mi objetivo entonces era triple: experimentar con magia sin ser percibido por los muggles, ganar el suficiente dinero muggle para no tener que trabajar en el futuro (pudiéndome dedicar luego a asuntos más trascendentes) y disfrutar del deporte rey de los muggles y, por qué no, disfrutar de cierta efímera fama.

Exhaló un buen torrente de humo lánguidamente.

- No, no volveré a involucrarme en el mundo del fútbol. Tengo recursos para no ser detectado por los magos entre los muggles y que estos no sospechen nada de mí - hizo una breve pausa, mirando con aire distraído a su alrededor - seguiré con mi trabajo de investigación de conjuros para, precisamente, pasar desapercibido entre muggles. Puede que alguna bruja envenenadora me encuentre pero eso es algo que asumo de antemano aunque ¿quién sabe? puede que vuelva a Hungría...

¿me lleva a alguna parte en particular?

Miré sus ojos, después sus labios. Y repetí este proceso varias veces a la vez que engrandecía mi sonrisa, cada vez más sonrojada ante sus palabras.

No pude reprimir abalanzarme sobre él, abrazándole fuerte. Apretándole contra mí mientras apoyaba la barbilla en su hombro y cerraba incluso los ojos de la ilusión –te adoro- le susurré al oído – mucho…muchísimo.

Siendo realistas, Randall había aparecido un día, de la nada, cuando menos lo esperaba, conquistando mis fantasmas y haciéndome caer en unas redes donde quería permanecer eternamente. Olvidé por unos momentos todo lo que me había acompañado, lo que me aterraba y me hacía daño. Gracias a él.

Los fuegos artificiales pasaron por nuestro lado, obligándome prácticamente a mirar lo que estaba pasando alrededor.

La imagen no se podía mejorar. Me sentía feliz, completa. Aunque no dejaba de ser extraño el saber que éramos ¿familia? ¿Acaso estamos manteniendo los linajes de sangre sin saberlo?

Justo al pensar eso recordé algo de la noche del ataque, hacía ya un mes. Inconscientemente torné paulatinamente la alegría a un gesto más serio. Miré al suelo.

Odiaba tener que romper siempre la belleza de los momentos. Pero sufría vaivenes emocionales intensos. Es más, en esa ocasión había un motivo.

Me horrorizó la idea de esconderle cosas. ¿Íbamos a ser pareja? No entendía muy bien los términos y condiciones que eso traía, pero seguramente la sinceridad era un punto importante.

-Randall… necesito enseñarte algo- dije entrelazando mis dedos con los suyos, finalizando el abrazo. Y, cogiéndole de una mano, lo guie hacia la salida del salón tirando ligeramente de él.

Posiblemente eso afectaría. Sabía que hubiera sido mejor bailar, reír… fluir en la nube de sentimientos en la que me encontraba sumergida. Porque aquello estaba siendo un sueño del cual no quería despertar. Me creía la bella durmiente con su príncipe Felipe.

Sin embargo, consideré que era necesario. Aunque no quería irme… Definitivamente estaba librando una batalla interna.

¿Y si me equivoco? ¿Y si la lío o acabo haciendo el tonto?, me dije intentando convencerme para aplazarlo de nuevo.

Dudosa me paré en seco justo al llegar al pasillo. Girándome le miré con preocupación y una parte de miedo por imaginar que nada más empezar, se acabase lo que había entre los dos – Esto…siento haber sido tan brusca… no te he pedido opinión. Y sé que es un día importante. –dije tratando de hacer lo correcto. No, no, no, Cliodna, ¿y si le destrozas este recuerdo? Te odiará -¿Tú estás… seguro? ¿No te importa que nos vayamos?- pregunté queriendo asegurarme que estaba dispuesto a abandonar la fiesta.

No olvidaré aquella mirada hacia mi vientre, ni siquiera aquel gesto que tan suyo me tiene completamente enamorada. Si bien es comenzar esta vida un poco más rápido de lo normal, en sí la relación con él siempre fue como una montaña rusa de sentimientos, de deseo y planes. Así que por ello pese al dolor y el secreto que guardo en mi corazón, lo que más anhelo es darle todo lo que siempre juntos deseamos. 

Y por ello todo lo que ahora está sucediendo bajo estas luces, al compás de una melodía que es la soñada, siento que vamos a estar bien. Que la vida en definitiva nos dará ese remanso de paz añorado, para construir juntos cada sueño que siendo novios hemos planeado con emoción. No obstante al dejarme llevar por su influjo, por sus palabras y magnetismo, sonrío inmensamente feliz por ello y le respondo luego de aquel beso que me quita la respiración, me sube a los cielos.

—Y nosotros a ti—confieso al estar fascinada por él—. Te quiero Linus, con el alma, con mi corazón. 

Ya cuando dijo lo de Agatha que sería abuela prontamente, desvío la mirada hacia ella entre risas. 

—Dejemos que disfrute, pobre. Va a ser una gran mamá y abuela... Ya verás. 

La admiro con todo mi ser, ella siempre se preocupó por mi y lo dio todo. Se merece el cielo, tener a un hombre como Ulfric y que esté rodeada de amor. 

Randall notó cómo Cliodna pasaba de la alegría y el entusiasmo a una expresión más seria, e incluso preocupada. El joven Slytherin no sabía a qué se debía, aunque sin duda algo la inquietaba en esos momentos. Se dejó llevar por ella hasta la salida del salón, pensando en qué se trataría.

-No pasa nada, no te preocupes -la disculpó el muchacho cuando Cliodna dijo que sentía haber sido tan brusca-. La mayoría de la gente que conozco ya se había ido del salón o están bailando -le indicó, dando a entender que tampoco le molestaba que le hubiera sacado de la fiesta-. ¿Qué sucede?

El Slytherin sabía que ella no le habría sacado del salón si no fuera importante, necesitando intimidad para lo que fuera que le iba a contar. Le intrigaba saber de qué podía tratarse y, viendo los nervios que notaba en la chica, suponía que era algo que pocos debían saber.

-¿Qué necesitas enseñarme? Ya sabes que, sea lo que sea, no cambiará lo que siento por ti -le aseguró, con dulzura, para animarla a expresar lo que quería revelarle.

-Al revés. Me alegra que se vaya de aquí- dijo inalterable- Sin ánimo de echarle u ofender, por supuesto – estas palabras las pronunció con una sutil sonrisa en sus labios.

-Fumar tabaco es... ordinario- expresó negándose a tu oferta. Para ella era un hobbie que, aparte de incoherente, dejaba un olor residual bastante amargo. Y es que Circe no tomaba cigarrillos. Pues si lo que buscaba era calmarse, tenía magia, pociones… o incluso drogas más fuertes muggles. Sus gustos eran demasiado selectos como para caer en un producto tan vulgar, según la perspectiva de la nigromante.

-Le he guiado hasta aquí porque debo pedirle algo, privado –continuó revelando, a la par que ignoraba algunas frases propias de ti –En el caso de quedarme en Hogwarts, habrá criaturas que deban quedarse tal y donde están. Por lo que me gustaría que alguien conocido pudiera supervisarlas cuando yo misma no pueda –dijo pausadamente, reanudando la marcha – Y claro, usted es una de las personas más simpáticas y dispuestas a ayudar… –volvió a lanzar ironía, teniendo en cuenta que tu puesto en el ministerio –He supuesto que mi propuesta puede beneficiarle. Los animales son seres fantásticos que otorgan una inigualable protección - notaste lo importante que eran estos para ella -Como ve, podríamos salir ganando ambos.

Y, aunque no dejaba de ser una persona un tanto misteriosa que no quiso contestar a tu última pregunta del destino al cual pensaba llevarte, supusiste que hacia algún lugar más apropiado para hablar de esos temas o hacia el mismo lugar donde guardaba algunos de sus ejemplares.

Siempre son esos “y si” los que te cambian la perspectiva planteando dudas que a veces resultan un tanto innecesarias por el malestar que pueden generar en quien no deja de darle vueltas a las cosas. Como yo.

Pese a ello, Randall trató de transmitirme paz. Consiguiéndolo en parte. Y es según mi madre: el mayor lazo de unión son dos miradas convertidas en una sola.

Dibujando una leve sonrisa que asentía a su dulce aceptación para salir de allí, le respondí -Eres...- increíble, genial. Pensé -Gracias...Por ser tan tú. Pero espera, ven - y tras estas palabras indicándole que se lo contaría todo a solas, decidí continuar caminando junto a él.

¿Cómo vas a empezar? Me pregunté avergonzada, tratando de trazar un diálogo interno, como si practicara un discurso delante del espejo.

Aunque de poco sirvió. Pues cuando llegamos a una esquina algo alejada y en silencio, me olvidé de la manera con la que pensaba iniciar la conversación.

Considerando que nadie nos escucharía allí, frené los pasos y me paré en seco. Por desgracia mi cerebro se volvió un vacío existencial. Sin ideas, perdida en sus ojos.

Te toca improvisar. Me referí una vez que estaba delante suya, en blanco y casi sin parpadear.

Entre abriendo los labios volví a situarme en el presente.

-Cuando… sí, la noche. En el torneo- Clara y concisa. Perfecto (ironía)- Minerva y Harry me encontraron sola –_{bueno, con los cuerpos} – me preguntaron sorprendidos sobre lo que había pasado- bajé los ojos, los subí buscando los suyos. Y así hasta casi marearme a mí y a él también –Entonces les conté lo que sabía- vale, un poco más. Suspiré –Cuando supieron mi versión decidieron mandarme al hospital, junto con los fallecidos. Sin embargo… antes de hacerlo advirtieron una nota en el bolsillo de Edward. O mejor dicho una lista con los que merecían ser… asesinados ese día –comencé a pellizcar los pellejitos de las uñas de mi mano izquierda (con la derecha), buscando relajar la tensión entreteniéndome con eso –Al lado de mi nombre estaba la palabra traidora… supongo que por mi padre- cogí aire y opté por hablar sin pensar, ya que consideré que daba igual que lo hiciera o no. Mis neuronas parecían remar al contrario de lo que necesitaba.

No me odies, no me odies… –El caso es, que al lado del tuyo estaba puesta… la palabra "mestizo".

Posiblemente pasé del rojo intenso en mis mejillas a un tono pálido, enfermizo –Entre los dos comentaron algo de tu madre. Aunque aquello lo debatieron brevemente, ya que decidieron guardar la información como confidencial - ¿y por qué lo estás contando? Los niños chivatos siempre son lo peor de lo peor, Cliodna.

-Yo… no sé los motivos, quizás es mentira. Quizás lo sabías antes de venir. O puede que no y te acabe de estropear la noche –estaba nerviosa. Me sentía como una niña temerosa de una regañina –Sea como sea, lo… siento. No pude decírtelo antes. No… no fui capaz. No sabía cómo. O si debía… –el arrepentimiento me abordó con maldad, obligando a mi corazón encogerse.

-Espero que me perdones por haberme enterado y ocultártelo. Entenderé que te enfades –bajé la mirada hacia el suelo culpándome por haberle guardado esa noticia que posiblemente le hubiera gustado escuchar antes de su graduación –Pero… te aseguro que ya no quiero tener más secretos contigo. Porque… te quiero.

Con un ligero temblor saqué mi varita de entre el vestido, ofreciéndosela –Te he traído hasta aquí para que nadie más se entere y – a decir verdad no entendía cómo aún podía hablar –puedas mirarlo por ti mismo, si lo necesitas, con el Legeremens o sacando el recuerdo de mi mente. Lo mismo te sirve.

–Bueno, si-si tú quieres –el Slytherin era muy especial para mí. Y sentí verdadero horror de lo que pasara por su cabeza, de haber roto un vínculo, la confianza o incluso sus sentimientos al haber tocado un tema familiar.

El rubio apreció la admiración que su novia le demostraba a su nueva madre, no sólo con sus palabras si no en la forma de mirarla con discreción. 

Linus no dudó en ningún momento que Anne era la chica más adecuada para él. Por la valentía, fuerza e indudablemente su forma de ser. Gracias a ella estaba disfrutando del baile y se sentía bien, o más que bien. A pesar de no querer expresárselo en exceso a los demás.

De repente, dando los últimos pasos con la canción, advirtió a una figura bastante conocida abandonando el salón. Echando un ligero vistazo descubrió que se trataba de su amigo, Randall, el cual seguía a la Hufflepuff.

Con una sonrisa maliciosa, comentó -¿A dónde irán?- Al final, los que menos abogaban por las cursilerías, eran los que iban a salir de Hogwarts con pareja. Contradicciones de la vida. O lecciones. Pues si se pusiera a hablar, a él nadie le ganaba. Ya que aún no sabía si en esos mismos instantes era padre.

-¿Te apetece ir con Agatha?. O si puedes podemos beber algo e ir a algún sitio. La noche es joven. Hasta para ellos -dijo con una sonrisa refiriéndose a sus padres, tratando de descifrar si a Anne le apetecía infringir las normas, como tanto les gustaba hacer a ambos. Los lugares prohibidos no estaban prohibidos para ellos, o si no que se lo dijeran cuando buscaron una acromántula para sacar el veneno en vivo.

Elevando la barbilla de la Slytherin hacia arriba le volvió a dejar un nuevo beso -Te quiero, Anne.