Partida Rol por web

Onésimo tenía a "Ofelia" bien asida. Levantada por detrás de su cabeza y a dos manos. Si esa bestia se lanzaba sobre él, le iba a reventar la cabeza como una nuez, de un solo golpe.

De pronto y de forma incomprensible, mientras Beltrán medio gimoteaba e intentaba convencerle de que desistiera del enfrentamiento, que por oro lado no buscaba Onésimo, la bestia desapareció... la temperatura volvió a su estado normal y la brisa del camino regresó...

Que juegos de Satanás se dan cita en este lugar, Beltran?

Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno ;

porque tú estarás conmigo;

tu vara y tu cayado me confortarán.

Beltrán entendió ese cambio de temperatura como un fuerte apoyo a su teoría.

_¡Onésimo, que termines ya con eso y guardes a Ofelia! Dejaste a la Jana en el suelo y viste lo que pasó, pero sobre todo lo que pasó cuando volví a cargármela a mis espaldas. Deja ya eso y hazme caso. No sé cuál es el papel de Jana en todo esto, pero si la protegemos creo que saldremos bien de ésta. Vuelve a mi lado y pon una mano en sus espaldas.

Siguió avanzando en dirección al lobo, aunque cada vez más convencido de que no tenía por qué temerle.

Yo voy a proteger a Jana, Sí, pero a mi manera y si he de morir intentándolo lo haré. 

Esa bestia tiene aviesas intenciones desde que apareció, y te recuerdo que en ese momento era yo el que cargaba con Jana. No voy a exponerme con ella encima precisamente para protegerla.

No voy a hacerte caso, yo estaba muy tranquilo en casa del Conde y ahora estoy aquí por salvarte el cuello. Haz lo que creas conveniente. Si crees que el lobo no te hará nada adelante, ves hacia él, pero ya puedes soltar a la muchacha y si no detrás mío.

Si yo muero puedes seguir tocando el hombro de Jana. Si tienes razón nada has de temer.!!!!

Onésimo se preparó para cambiar de táctica. Si Beltrán seguía avanzando con la muchacha, no tendría mas remedio que abalanzarse a la bestia y tomar la iniciativa, cosa que no le gustaba, pero hay que hacer lo que hay que hacer...

_¡Pero que Jana no corre peligro! Solo tú, si sigues con esa tontera. ¿Cómo puedes saber las intenciones de la bestia? Ahora solo dime que también lees mentes animales. ¿Me has salvado el cuello? Tienes razón, déjame que te devuelva el favor. Por mi honor, necesito que estemos a mano. Déjame ir adelante. Si la bestia se me lanza encima, cuando esté concentrada en mí puedes acabarla. Eso sí, no le pegues con Ofelia, bien puedes pegarle cabezasos, que ya has demostrado con sobras que tu cabeza es más dura que el propio acero.

Si quieres ir hacia la bestia tu mismo, pero Jana se queda detrás mio. No la llevaras hacia ella.

Tu exponte lo que quieras, a la muchacha no.

Es mi última palabra.

No entendía Onésimo que locura le pasó por la cabeza al picaro de Beltrán. Me preguntaba si leia mentes de animales... A caso el sabía algo de lobos?

Los lobos son animales depredadores. Por regla general evitan a los hombres, salvo que estos les acosen, ya que como animal social y de manada, son inteligentes y miden sus fuerzas con otros depredadores de la zona, y los hombres han demostrado con creces que son rivales peligrosos... Que sabrá Beltrán de animales salvajes?

Mientras los amigos discutían acerca de la mejor manera de enfrentar sus adversidades, el aire comenzó a vibrar y un zumbido creciente empezó a llenar el ambiente. De repente os disteis cuenta de que las lucecitas de antes no eran sino chispas ardientes. Posándose en las ramas y los matojos a vuestro alrededor, el bosque entero chisporroteaba con el crujir del fuego. La temperatura se hacía insoportable .

Beltrán avanzó por el sendero con la Jana a cuestas, sin quitar la mirada del enorme lobo que esperaba a su víctima tranquilamente sentado como el perro que ve que le lleva el pastor una hogaza de pan con chorizo. Onésimo a su vez permanecía en guardia con su querida Ofelia preparada para lanzar un ataque mortal de necesidad.

Onésimo vió que Beltrán no se detenía, pero lo peor es que exponía a la muchacha, perdió los nervios y cargó contra el lobo.

Te lo dije Beltrán, te lo advertí, no expongas a la chica!!! Eres un maldito majadero. No tenias derecho alguno!!!

Onésimo, sin encomendarse a Dios o al Diablo salió corriendo hacia la bestia con el hacha en ristre. El lobo, aulló levantando su negro hocico hacia la luna y a continuación reanudó su marcha hacia él con total parsimonia y seguridad. En unos segundos uno de los dos sin duda recibiría daños mortales.

Beltrán, por su parte, asistía incrédulo al comportamiento de su amigo que, lejos de dejarse guiar por sus consejos, hacía todo lo contrario. 

Y mientras tanto el bosque entero parecía haberse incendiado en llamas, a ambos lados el fuego crepitaba y crujía las ramas. Lenguas de fuego se acercaban peligrosamente al camino y caían sobre los dos amigos. El calor era ya insoportable y el peligro máximo. De un momento a otro estarían encerrados por el fuego.

Las llamas se ciernen sobre ti, caen sobre tus ropas y empiezas a sentir arder tu piel.

Sientes con sorpresa como el fuego no te quema ni produce heridas. Pareciera que el sofoco del momento, los nervios y la visión de ese lobo te han acalorado, pero sin embargo las llamas no te arden la piel.

Que raro, yo estoy ardiendo, pero el lobo no, y este no huye ante el fuego... Beltrán ignora a la bestia, va por mi mismo sendero pero no arde tampoco...Ni Jana!!!

Que maldita ilusión es esta?, que artimaña del demonio se ciñe sobre mi... Que he hecho yo oh Santo Padre!!! para merecer tu abandono!!!

Sea pues, si este es deseo de Dios, no me opondré a mi destino. Aquí me tienes. tu me diste la vida y tu decides cuando me la quitas...

Onésimo, se detiene en seco de su frenética carrera y suelta su maza, que cae a un lado suyo, junto a sus pies, mientras el joven cae de rodillas y se postra brazos en cruz esperando su final...

Me confieso pecador, pues en la ignorancia algunas veces y otras no, he cometido errores y acciones pecaminosas, pero me arrepiento de todo ello y acojo la voluntad del Altísimo como mi destino final. Amén

Por culpa de Onésimo, Bletrán no había podido ni siquiera alegrarse demasiado por lo que había descubierto. Incluso dudó por un momento sobre qué hacer. Por cariño a su amigo pensó incluso en dejar a Jana en el suelo y correr a auxiliarlo contra el lobo, pero eso no tendría sentido. Decidió arriesgarse entonces el todo por el todo. Él estaba convencido de que era lo correcto, el problema iba a ser convencerlo a Onésimo.

Miró a su alrededor y tomó la rama más cercana que estaba encendida. Luego se llevó la mano libre a la boca, con cuidado de que no se cayera la moza, para amplificar el sonido de su voz.

_¡ESCUCHA, ONÉSIMO! ESTO ES COMO LO QUE ME EXPLICASTE ANTES CON LA LAVANDERA. ES TAN SOLO UNA ILUSIÓN. CONFÍA EN MÍ POR UNA VEZ. ¡MIRA CÓMO PONGO MI MANO SOBRE EL FUEGO Y NO ME QUEMA! ¡QUE ME MIRES! QUE SI NO ME MIRAS, IRÉ CON JANA HASTA DONDE ESTÁS LUCHANDO CON LA BESTIA.

Beltrán sabía que era mucho pedir, pero quería que Onésimo viera y creyera. Y si no lo hacía por una cuestión de confianza, que al menos lo hiciera para salvar la vida de Jana. Onésimo entonces se inclinó un poco hacia adelante y comenzó a correr todo lo rápido que el peso del cuerpo de Jana le permitía; quería llegar al lugar del combate para interponerse entre el lobo y su amigo. Llevaba la rama en una mano, pero tomada desde el lugar donde estaba el fuego, para que si Onésimo efectivamente volteaba y lo veía, que comprendiera que estaba en lo cierto.