Partida Rol por web

Onésimo seguía atento... Algo le olía mal... Ni eran horas de estar recogiendo agua, ni era lógico perderse una fiesta si la había, y mucho menos tan lejos, porque con todo lo que andaron no podían estar al lado del pueblucho.

Que San Miguel y sus huestes de ángeles, nos protejan en esta noche!!!

Beltrán seguía cargando con la moza mientras iba cavilando en su cabeza acerca de las brujas y sus perversas intenciones en noches como ésta. Cuando vio que Onésimo se acercaba a la mujer retranqueó sus pasos y trató de advertir algo a éste, pero aquél ya estaba próximo al riachuelo y no lo oyó.

Onésimo, pendiente de lo que acontecía, observó que si bien la mujer estaba lavando ropas, la cesta de la ropa sucia no acaba de vaciarse nunca, así como la de la ropa limpia no alcanza a llenarse, sin importar el tiempo que empleaba o la cantidad de ropa que pasara por sus manos. La señora seguía canturreando sin echarles mucha cuenta a los amigos.

La mujer no les prestaba demasiada atención a los recién llegados, y eso para Beltrán fue un gran alivio. A esas alturas ya casi que ni le importaba encontrar a la madre de Jana, con no ser atacados por nadie se sentía satisfecho.

_Psss, Jana, despierta. ¿Conoces a esta mujer? ¡Onésimo! ¿Qué está pasando allí?

Por la Sangre de Cristo, que maleficio se cierne en estas personas o lugar? fíjate Beltrán, el trabajo de la mujer, no avanza... siempre está en el mismo punto!!!

Y nosotros mismos hemos estado andando un montón para llegar supuestamente a un lugar cercano a la chabola de la muchacha...

Aquí el tiempo pasa de forma distinta, es como si existieran dos realidades mezcladas y por eso las gentes no nos hacen ni caso, salvo quizás si estamos muy cerca suyo!!!, todos excepto la Jana.

Bien Jana, ahora vas a explicarnos que ocurre... de donde venís y quienes sois, que queréis o pedís y porqué. Te hemos ayudado de buena fe, ahora se acabaron las concesiones... Si esto es cosa de Botero, hay que pegarle fuego al bosque entero!!!

La niña a duras penas parecía haberos oído, de hecho, sobre los hombros de Beltrán ni siquiera abría los ojos. Permanecía en un dulce estado de sopor y sólo gimoteaba de vez en cuando.

- Mami... quiero a mi mamá, no puedo más, me duele... Mami... - se le escuchaba decir de tanto en cuanto sumida en un profundo sueño.

Onésimo era cada vez más consciente de que lo que allí acontecía no parecía normal y así intentaba explicárselo a Beltrán, que cargado con la mozuela y la mosca detrás de la oreja, deseaban acabar cuanto antes con esta historia. A fin de cuentas, su camino era otro, pero sin embargo algún influjo les hacía permanecer en este embrollo más tiempo del que hubieran esperado hace unas horas.

Onésimo empezó a ponerse nervioso, lo que estaba viendo no le encajaba y aun le gustaba menos...

Decidió acercarse a la mujer sin muchos miramientos, "ofelia" en mano, que no estaba el horno para bollos...

"Creo en Dios Padre

todo poderoso,

creador del Cielo y de la Tierra.

Creo en Jesucristo,

su único hijo, nuestro Señor...

Se acercaba a la mujer, mientras recitaba el Credo.

De todos modos empezó a notar como sus piernas temblaban y sus manos no estaban firmes como de costumbre...

El nerviosismo se iba apoderando de los jóvenes, sus extremidades temblaban y los dientes repiqueteaban a pesar de la agradable noche. Conforme os acercáis, la mujer, atareada en sus quehaceres, sigue sin prestaros atención y continua canturreando...

...luna, estrellas, sombras, luces

que al alba habrán de volver... 

- Qué buena noche ¿verdad? Se ha quedado un fresco muy bueno, se está muy bien ahora que corre el aire en estos días de calor. A ver si acabo de una vez de limpiar estas prendas, que me voy a perder las hogueras.

Y dicho esto, la lavandera sigue a su tarea sin esperar casi ni respondan los jóvenes.

Beltrán tuvo que contener el impulso de dejar a Jana en el suelo y salir corriendo de allí. Se sentía incómodo. A veces cuando estaba robando algo tenía esa idea de que alguien podía estar viéndolo, pero no se ponía tan nervioso como lo estaba en ese momento, en el cual además no había demasiado motivo para ponerse así. Algo muy raro estaba ocurriendo. Y si Onésimo había visto bien, debían alejarse de esa lavandera.

_Ehh, sí, hermosa noche, señora. Si, no se demore. Claro, las hogueras. Onésimo, las hogueras. Nos esperan, ¿recuerdas? Tenemos que irnos de aquí. ¡Y despierta a esta chica! Que para colmo no me da más la espalda.

Mmm, tienes razón Beltrán, larguémonos de aquí cual alma se lleva el diablo. Que mientras seamos como el agua del arroyo, libres seremos de seguir nuestro camino...

En un movimiento rápido, Onésimo golpeo el agua del arroyo haciendo que el agua salpicara a su alrededor... Y si era posible que alcanzara a la lavandera... a ver si reaccionaba...

De todos modos, su intención era girarse y retornar por el camino ya andado.

El agua que Onésimo golpeo, saltó salpicando a la mujer, que ni siquiera se dignó en mirar al joven. La lavandera siguió sumida en su tarea y canturreando suaves melodías.  A pesar del movimiento, del ruido y del susto, nada parecía despertar a la Jana, que permanecía con los ojos cerrados y gimoteando lamentos ininteligibles a la espalda de Beltrán.

Dios!!!, has visto Beltrán? ni una reacción al agua!!! no es que este líquido muerda, pero no te quejarías si un gracioso te estropeara parte de tu trabajo?

Y esa niña está en un sueño muy raro... Están ocurriendo cosas que se me escapan a la comprensión... Vamos a ver, trae a esa muchacha, la llevaré yo un rato, tu vigila y volvamos si te parece...