Partida Rol por web

En principio me parece lo mejor. Vayamos a casa de Arsenio, tras dejar las cosas y hablar con él si lo encontramos decidimos que es mejor, pero la idea sería ir hacia el molino, si... Claro que según nos cuente Arsenio sobre su hermano u otros acontecimientos que le hayan venido a la memoria, podemos decidir sobre la marcha un pequeño cambio...

Lo de ir livianos, me gusta... es más fácil moverse.

Ya que llevaste tu la conversación con Arsenio, esta vez, empieza tu, creo que conectaste bien con ese hombre...

Si dicen que preguntando se llega a Roma, no iba a ser más difícil llegar a donde los hermanos vivían al final del pueblo, casi lindando con la muralla lo rodeaba. Llegaron a una humilde morada, adónde encontraron a Arsenio en la puerta, preparando las herramientas en un carro del que iba amarrado un jumento ni muy joven ni robusto. Un par de hachuelas, unas cuantas cuerdas y poco más.

- Buenos días muchachos, ya pensaba que no venían. Si llegan a tardar un rato más no me encuentran aquí.

Arsenio estaba sonriente y tenía en la boca una ramita. Cualquiera hubiera pensado que anoche no estuvo de vinos hasta las tantas sino durmiendo tranquilamente por su aspecto.

- Mi hermano aún no se ha levantado, parece que ayer se tomó más caldo de la cuenta. De todas formas los últimos días no viene conmigo, a ver si espabila el ánimo mañana. Ahí lo dejo acostado y luego vendré a por él. Les ruego que no lo molesten hasta dentro de un rato.

Afortunadamente a la casa de los hermanos se llegaba fácil y lo encontraron a Arsenio de aparente buen humor. Beltrán inmediamente miró a Onésimo para ver si su semblante lucía como el de Arsenio y no; por lo visto Arsenio gozaba de una vitalidad envidiable.

_¡Pero qué poca confianza nos tienes! -exclamó Beltrán a la distancia, simulando sentirse ofendido y acentuando la sonrisa a medida que se acercaba-. Que somos hombres de palabra, y si decimos que venimos, venimos. De hecho comenzamos nuestro trabajo ya. Pasamos por la iglesia y hablamos con el sacerdote, aunque lamentablemente no ha sido de mucha ayuda. O no nos entendía o nosotros no nos supimos hacer entender, o quizás aún era demasiado temprano para él, pero cuestión que no nos aportó nada nuevo. Ahora vinimos a dejar nuestras cosas. ¿Dónde podríamos dejarlas? Que ahora nuestra idea es ir al molino a hablar con el molinero, así de paso no molestamos a Andrés y dejamos que duerma hasta tarde. Dinos antes de marcharte, Arsenio, ¿has recordado algo más hoy, que nos puedas agregar? ¿Y qué opinión te merecen Don Alonso, el alcalde, el molinero y el sacerdote? Que al menos hasta ahora son nuestras únicas pistas.

Buenos días nos de Dios, Arsenio, le veo más fresco que las aguas de un riachuelo tras salir del manantial...

Cierto es lo que dice Beltrán, aunque cierto es que un labriego debe madrugar para evitar que el Lorenzo le cueza la testa cuando labora en el campo...

Lo cierto es que el joven Beltrán había hecho las preguntas oportunas y Onésimo cruzaba los dedos para ver si Arsenio en la frescura de la mañana, era capaz de recordar alguna que otra cosa que en el día anterior no le diera importancia...

- Bravo por los forasteros - sonrió Arsenio-. No se molesten, pero no me esperaba que unos desconocidos quisieran ayudar así sin más a mi familia. No me malentiendan, que aunque esté sorprendido aún estoy más agradecido.

El buen hombre se rascó la cabeza antes de proseguir su relato, como si con ello intentara acceder a pensamientos más profundos bajo la cabellera.

- A ver, que yo sepa... El alcalde es un hombre recio y duro, pero poco más les puedo decir. De hecho no tengo trato con él, ni yo ni casi nadie del pueblo. Solo se reúne con gente de posibles y títulos, o lo que es lo mismo, que no se le ve por las tascas ni tabernas de la gente humilde. No sé qué les lleva a pensar que puede tener algo que ver con lo de mis sobrinos y mi cuñada.

Después está el cura, don Candelario. Se toma muy a pecho las liturgias y el respeto a las tradiciones, pero no conoce bien al rebaño. De hecho si lo sacáis del grupo de fieles feligresas que abarrotan las primeras filas de bancos de la iglesia, igual ni conoce al resto que van menos. Porque algunos, como yo, pasamos algunos días enteros trabajando y no siempre aquí en el pueblo, ¿cómo ibamos a ir a cada momento a la casa del señor? Pues se ve que el bueno hombre o no lo entiende o no le parece bien. Seguro que nuestro Señor es más indulgente.

El molinero se llama Tomás. Desde que se le perdió la hija anda serio también. La muchacha tendría diecisiete o dieciocho años cuando se fue. Al principio estaba desesperado y a todos los del pueblo nos preguntó si sabíamos algo, pero luego parece que el dolor lo lleva en soledad porque también está como mi hermano, pero con menos vinos y más caras largas. A la muchacha, que se llama Jacinta, todos le decían la Tomasa, por ser hija de aquel.

Y al final, don Alonso, el hidalgo. Menudo está hecho. Que a lo mejor es que soy yo muy bruto por ser de campo, pero que me parece a mí que ese de hidalgo tiene poco. Que no es ni prudente ni humilde y se pega el día llenando el buche y la barriga y le falta un poco de nobleza. O yo que sé, será que esas son las cosas de los hidalgos, no lo he tratado mucho.

Todo esto lo decía mientras terminaba de amarrar las cosas y cuando hubo acabado, se acerco al jumento y le acarició la cabeza.

- Si les parece, voy a por un poco de madera y volveré en un par de horas. Les veo a la hora del almuerzo.

Y como si esperase permiso, quedó quieto esperando a que hablaran los muchachos se despidieran antes de salir andando.

Beltrán escuchó con mucha atención lo que Arsenio tenía para decirles, mientras intentaba atar los cabos que pudiera. Hasta se podía decir que le caía bien ese hombre. Cuando el dueño de casa terminó de proporcionar los nuevos aportes, Bletrán abrió la boca para decir algo. Con la boca abierta, miró a Onésimo dando a entender que alguna idea ya estaba rondando su cabeza, y recién después comenzó a emitir los sonidos, ya mirando nuevamente a Arsenio.

_Lo último y te dejamos ir ya, Arsenio. ¿Sabes si Tomás y la Tomasa eran cercanas al Padre Candelario? ¿Y entre el Alcalde y el cura se sabe cómo es la relación? Y finalmente, ¿primero ocurrió lo que nos contaste del rayo sobre el campanario o primero desapareció la Tomasa?

Efectivamente el descanso y el abundante desayuno parecían haber encendido luces en el ladronzuelo.

- A ver que piense... El molinero era mucho de ir a rezar, pero decir cercano al párroco es decir mucho; la hija no tanto, pero tampoco diría yo que tuviera algo en contra don Candelario con ella, la gente joven ya se sabe... tiene otras aficiones más que perseguir la pureza del alma.

Del alcaide tampoco es que fuera amigo don Candelario. De hecho, como tiene su propio confesor, apenas baja por la iglesia. Pero ya saben que el cura es parco en palabras, no sabría decirles.

El rayo que cayó en el campanario fue hace un par de semanas o así, justo antes de que faltara nadie en el pueblo.

Bueno, gracias Arsenio. Nos vemos a la hora del Almuerzo y si no puede ser para la cena. Veremos que podemos averiguar hablando con el molinero.

El cura ya hemos visto que no era muy dado a comentar... Aunque ya es curioso que todo se haya desarrollado justo después del maldito rayo...

Beltrán, hay que moverse compadre!!!

_Gracias, Arsenio. Nos veremos más tarde, que tengas buen día. ¡Y sí, vamos a movernos, Onésimo!

En cuanto los amigos dejaron sus cosas y se pusieron en movimiento en dirección al molino, Beltrán comenzó a compartir sus impresiones.

_Onésimo, me hace mucho ruido este sacerdote. Y bien sabes que no tengo nada contra los católicos, pero éste cura me huele mal. ¿Recuerdas cuando le preguntamos por la Tomasa? Nos dijo algo así como que prefería no contarnos mucho de ella por su amistad con su padre. Pero ahora resulta que no tendría por qué conocerla, dado que ella no iba casi a la iglesia, o lo hacía obligada. Y también Arsenio nos dijo que no era cercano con el molinero. Gregorio ya nos dijo que Jacinta era ligera, ¿pero qué podría saber de eso el sacerdote? Mejor veamos qué nos dice el molinero, pero creo que me gustaría volver a la iglesia en algún momento.

Veamos que mas averiguamos, y si a caso, volveremos a ver al cura, que más de uno bajo la sotana esconde los vicios que satanás les susurra al oído... No vaya a ser este uno de estos "hombres de Dios".

Que digo yo que el confesor particular del alcalde, quizás si pueda saber alguna cosa del Cura... Al fin y al cabo ambos siguen el camino del sacerdocio no?

A ver si la suerte nos depara algo bueno, amigo mio.

Andaron los amigos el camino del molino un trecho, no muy largo, pues éste se hallaba a menos de mil varas. El astro rey iba cabalgando el cielo hasta casi coronarlo y en estos días estivales empezaba a hacer calor. Perladas las frentes por el sudor vieron, junto a un salto de riachuelo, construido un pequeño molino de agua que aprovechaba las corrientes como mejor sabía.

Adentro se escuchaba el ruido de la molienda y la puerta estaba entreabierta.

Había sido buena idea dejar los bártulos en casa de los hermanos, o el día se habría hecho aún más largo debido al calor que estaba haciendo. Era un día de esos en los que había que andar por la sombra.

Cuando llegaron al lugar no hallaron a nadie a simple vista, solo el molino funcionando con la puerta entreabierta. Beltrán se adelantó unos pasos pero manteniendo una distancia de la puerta que no lo hiciera parecer invasivo y comenzó a dar unos aplausos, mientras levantaba su voz.

_¿Vive alguien? Estamos buscando a Tomás, el molinero. Somos viajeros que venimos en paz.

- ¡Adelante! - bramó Tomás desde dentro, invitando al desconocido. El hombre debía estar acostumbrado a que viniera gente al molino a traer cereales o recoger sus pedidos-. ¡Empuje su merced la puerta! 

Beltrán hizo un gesto con la cabeza a Onésimo de avanzar, y siguió la instrucción del molinero. Empujó la puerta y al entrar al molino lo buscó con la vista, intentando acostumbrar los ojos a la nueva iluminación. Era un molino pequeño, por lo cual no tardó en dar con Tomás.

_Buenas tardes, Tomás. Mi nombre es Beltrán, él es mi amigo Onésimo. Somos viajeros que al llegar a la ciudad se enteraron de las necesidades de algunas personas y ofrecieron una mano. Estamos hablando de los hermanos Arsenio y Andrés. Queremos ayudarlos a encontrar a su familia y nos han dicho que tú estás en la misma situación, que tu hija ha desaparecido. Queremos hacerte algunas preguntas, si te parece apropiado.

Entonces miró a Onésimo para que también él hablara, y si quería, que llevara adelante la conversación.

A los buenos días tenga usted Tomás. Cierto es lo que Beltrán os cuenta. Ayer pasamos noche en la taverna tras ayudar a un par de mercaderes y ganarnos unas monedas. 

Tras la cena y algo de bebida bien merecida, oímos como los hermanos hablaban, y bueno quedamos sorprendidos. Maese Gregorio tuvo a bien darnos un poco de información de algun suceso y hablamos con Arsenio y Andrés. Ellos nos permiten dormir bajo su techo, a cambio de intentar averiguar que ha acontecido con la mujer y los niños de uno de ellos.

Y por todos los ángeles, nos llegó al oído que vuestra hija, al parecer, también a desaparecido... Así que queremos hacer extensible la ayuda, si es que os parece bien.

- Bien está lo que dicen...Se agradece siempre que vengan forasteros si es con ánimo de ayudar el prójimo, no es cosa que ocurra todos los días.

El molinero continuaba sus tareas mientras hablaba. Se le veía sudoroso y fatigado al empujar la muela.

- A veces la corriente no es suficiente ¿saben? Y es menester ayudar con la fuerza para que no se atasque la rueda. Como ocurre con las personas ¿no creen? A veces hay que poner voluntad en las cosas para que salgan porque no van a venir caídas del cielo.

Espere, o va a perder el hígado... 

Mientras hablaban, Onésimo liberó sus manos y se puso a la vera de la rueda para poder empujar a la vez que el molinero.

Pardiéz que entre dos será más liviano. Coordine usted... A la de tres hombre!!!

Quizás conseguir un poco de grasa de manteca de cerdo pudiera mejorar el giro del engranaje, facilitando el trabajo de la rueda. Sin duda alguna la fricción sería menos dura...

Así que nos puede contar, Tomás? Cualquier cosa por insignificante que le parezca puede ser de ayuda. Tenga en cuanta que estamos recopilando datos de aqui y de allá para hilvanar una historia coherente, que a simple vista y con algunos detalles aislados no se nos revela a ninguno.