Partida Rol por web

El capitán no tardó en responder a la pregunta de Oliver acerca del lugar en el que se encontraban.

- En este... momento estamos en sus aguas... Por la mañana saldremos de ellas. Puede que no nos encontremos con ellos...

El capitán no dejaba de mirar a los guerreros.

¿Lucharán? pensaba en silencio...

La noche ya había caído y la cubierta del barco estaba prácticamente desierta. En en el castillo de popa asiendo el timón está el único marinero a la vista que se mantiene más dormido que despierto. La cubierta está bastante despejada y limpia convenientemente fregada antes de la retirada de los marineros. Nae echó un vistazo alrededor sin apreciar nada extraño, sin embargo mientras observaba los alrededores, una extraña y oscura voz surgió del camarote del capitán. Parecía una especie de voz de ultratumba que hablaba con un volumen elevado y amenazador aunque la elfa no pudo lograr identificar sus palabras. A continuación surgieron unos casi inaudibles gemidos y apenas unas lejanas voces.

"Mierda" pensaba Sigmund mientras retenía la rabia que le pedía hundir su puño en la cara del capitán. "Odio que me utilicen".

Miró a su buen amigo a los ojos y ambos entendieron que no había más opciones, si se encontraban en aguas del enemigo y decidían marchar en un bote, les cogerían en malas condiciones. En cambio, si se quedaban escondidos en el barco y los piratas lo registraban, tarde o temprano los encontrarían y seguramente querrían su equipo. "No tenemos opción".

-Bien, Oliver viejo amigo, ves raudo a avisar a los demás de todo esto, tenemos que prepararnos, en cualquier momento podemos encontrarnos con los piratas y no me gustaría no estar preparados. Corre.

La cara seria de Sigmund miro al capitán conteniendo el asco que este le daba- Usted se viene también, de mientras, me informará por el camino.

Mientras Oliver ya había desaparecido, Sigmund, el capitán y el bueno de Liozard se pusieron en camino mientras Sigmund le preguntaba al capitán cuanta gente solían ser los piratas, que forma de atacar llevaban siempre acabo, ya que todos suelen seguir una rutina y si podía contar con su tripulación.

Oliver salió como una centella hacia el compartimento donde esperaban los demás, detrás de él salió Sigmund seguido de Liozard que sonreía sin motivo aparente y un cabizbajo capitán. El grupo de cola llegó al compartimento cuando Oliver iniciaba su relato de los hechos.

- El capitán ha confesado. Al parecer un grupo de piratas liderado por Gargan está acosando a los navegantes de esta zona. El capitán ha tenido la "genial" idea de aprovechar que estamos en su barco para modificar su ruta y atravesar las aguas de este pirata con la esperanza de que nos encontremos con él y lo derrotemos. Por desgracia para él hemos descubierto sus planes gracias a nuestros poderosos magos.

Oliver echó una mirada hacia los caballos que se encontraban apartados a un lado y uno de ellos relinchó oportunamente en lo que pareció una respuesta de conformidad al comentario.

- Ahora mismo nos encontramos en las aguas de este pirata y es probable que ocurra un encuentro. Debemos prepararnos para la lucha ya que esconderse no valdría de nada -se giró hacia el capitán -¿Podemos contar con la ayuda de la tripulación?

El capitán levantó la cabeza avergonzado.

- Son hombres de mar. No están acostumbrados a la batalla, pero si ven que existe posibilidad de victoria puede que se unan al combate.

 - ¡Perfecto! ¡Preparémonos pues! - Gira su cabeza hacia Óliver y Sigmund - ¡Bravos guerreros! ¡Espero vuestras órdenes! -

Nae volvió al compartimento donde se encontraban el resto de sus compañeros después de comprobar que en la cubierta no había nada extraño. Al entrar vio que el grupo que había ido en busca del capitán ya habían regresado  y escuchó atentamente las palabras de Oliver sin interrumpirle.

-Acabo de bajar de la cubierta y por ahora no se ve nada extraño, parece que todo está en calma aunque no sé por cuanto tiempo... Creo que debemos prepararnos cuánto antes para lo que se nos venga.-La joven elfa miró a Sigmund a la espera de sus órdenes.

Desde que subimos a la embarcación no me gustó el capitán...y no andábamos desencaminados con nuestras dudas, menos mal que Aeldar escuchó esa conversación. Llegado el momento de la lucha espero que la joya de Lindorie brille de nuevo y nos avise de cuando el peligro está cercano.- Mientras pensaba en todo aquello y en cómo podrían salir de la situación en la que se encontraban, Nae se alejó de sus compañeros y se sentó para meditar más tranquila.

Áran llegó al compartimento mientras Oliver hablaba, cargando un pesado fardo que depositó en una esquina del compartimento con disimulo.

Vaya, pues me temo que la confesión del capitán cambia mis planes...

Del montón de cosas que depositó, extrajo un pergamino y dibujó un mapa de cómo era el barco y como estabs distribuído, con lo que había encontrado en cada compartimento. Extrajo también los mapas de la zona de Willhem y tapó todo lo demás con su vieja capa, para que no se viera lo que era (cosas de que el capitán, aunque acojonao hasta el punto de no abrir la boca, esté en la habitación).

-Lo siento chicos, pero creo que sería mejor en caso de un ataque dejar a la tripulación lejos del combate. Un hombre inexperto y mal armado en la guerra, es solo una vida perdida. Ellos no tienen la culpa de nuestro rumbo.

Mientras decía esto, caminaba hacia Nae, sentada en un lugar un poco alejado. Le dejó delante un fajo de mapas y se dirijió hacia Sigmund.

-Toma Sigmund. En este mapa está la distribución interna del barco. En caso de que nos superen en número, sería mejor llevar la lucha al interior, donde solo pueden pasar de uno en uno por los pasillos y puertas. Es una lástima que ese sistema de combate pueda producir daños severos en la cubierta del barco, pero no creo que eso lo hunda. Pobre del capitán que tenga que pagar después el arreglo... debería aprender a no engañar a la gente honrada.

Y dicho esto volvió al montón de cosas tapadas por la capa, urgó unos momentos en él, y puso rumbo a la puerta.

-Me voy a cubierta a echar un ojo. Capitán, tal vez no sea demasiado tarde para cambiar de rumbo y salir de las aguas de los piratas, ¿no crees? Y pon a tus hombres en guardia. No esperes que estemos despiertos toda la noche a ver si aparecen los piratas y después luchemos. ¡En algún momento tenemos que dormir!

(Y si nadie lo retiene se va)

El capitán asintió ante el comentario de Áran yse dirigió hacia el compartimento donde dormían los marineros. Se escucharon gritos del capitán para que acto seguido, tres marineros se dirigieran a cubierta. Uno de ellos se situó en la proa, otro en la popa y el tercero ascendió por una escalera de cuerda al mástil mayor para asentarse sobre una pequeña plataforma situada en lo alto de este.

Por su parte el grupo de viajeros, viendo asegurada la vigilancia decidió descansar en la medida de lo posible, y aunque nadie pudo pegar ojo (excepto Liozard que se durmió al instante roncando suavemente) el descanso les sirvió para relajarse de la situación y recobrar algo las fuerzas.

Pasaron las horas y la noche avanzaba sin novedad. Los marineros hicieron varios relevos y la apacible calma del mar comenzó a convertirse en un incómodo oleaje que fue creciendo por momentos.

La intensidad de las olas aumentaba a medida que se acercaba la mañana. Los mayor parte de los marineros que dormían abandonaron su descanso para subir a cubierta e intentar dominar el rumbo del barco en aquella repentina tormenta. Ahora el barco se zarandeaba peligrosamente de lado a lado y resultaba increíble observar a Liozard que dormía profundamente totalmente ajeno a los movimientos del barco que mecían su cuerpo de lado a lado haciéndole rodar en ocasiones. Calypso empezó a mostrar signos evidentes de no encontrarse demasiado bien y más de una vez tuvo que subir a cubierta para vomitar por la borda.

El amanecer llegó tarde, pues la densa capa de nubes que ahora cubría el cielo oscurecía el día y ocultaba el sol que en aquel momento no era más que un resplandor entre una intensa masa blanca.

La luz ya lo inundaba todo otorgando al hostil cielo un aspecto terrible lleno de contrastes de nubes negras y blancas. Cada nube parecía una velada amenaza que culminaron su azote con constantes relámpagos que partían el cielo en dos. Los viajeros comenzaban a acostumbrarse al zarandeo del barco y empezaron a pensar que aquel viaje no tenía fin y que se alargaba durante semanas a pesar de llevar poco más de un día sobre el barco. Poco a poco fueron abandonando las aguas de Gargan y aunque se encontraban cerca de sus límites aún existía el riesgo de encontrase con él.

Los marineros lidiaban sin tregua contra la tormenta que no amainaba y el combate se saldó con algunos desperfectos en el barco: una de las cuerdas que orientaba las velas se había roto dificultando la navegación.

El sol se alzaba ya prácticamente en lo alto del cielo y el barco estaba a punto de abandonar las aguas peligrosas. La tormenta amainó ligeramente dando una tregua a los exhaustos marineros. Todo parecía tranquilo en aquel momento a pesar de que el mar seguía meciendo el barco, cuando de pronto un grito rompió el silencio desde lo alto.

- ¡BARCO A LA VISTA! ¡BARCO A ESTRIBOR! -gritó el marinero que vislumbraba el horizonte desde lo alto del mástil.

Todos los presentes en la cubierta abandonaron sus posiciones y acudieron a la borda de estribor para comprobar si era cierto. En un primer momento nadie fue capaz de verlo, pero pronto empezó a verse a lo lejos una figura (poco más que un punto en el horizonte).

El capitán ascendió al mástil y al bajar se dirigió a Sigmund que ahora se encontraba en la cubierta acompañado por los demás.

- Es un barco grande. Probablemente se trate de Gargan ya que nadie más navega estas aguas pero no estoy seguro, aún están demasiado lejos. Navegan en nuestra dirección pero no podemos saber si nos han visto. Seguramente no cuenten con barcos mercantes en estas aguas así que puede que nos ignoren. En cualquier caso son más rápidos que nosotros y de seguir con este rumbo en una hora nos darán alcance. Propongo virar cuanto antes y aportarnos de su rumbo con la esperanza de que pasen de largo.

El capitán dio instrucciones a sus marineros para que realizaran el giro de timón correspondiente. Una vez realizado todos esperaron expectantes que el barco extraño no virase...

Debido a las dificultades para dormir por la noche, Áran decidió ponerse a jugar con su montón de cosas. Sacó un martillo y un cincel y se dedicó a reventar las cerraduras de los cofres.

Áran dedica parte de la noche a forzar las cerraduras de los grandes arcones que había encontrado. Tras más de una hora de laborioso esfuerzo Áran logró abrir el primero de ellos que contenía una extraña serie de ropajes que incluían desde elegantes trajes festivos hasta vestidos de mujer o sugerentes piezas de lencería femenina.

El otro de los arcones fue más sencillo de forzar y contenía una amplia colección de inservibles manuscritos y correspondencia del capitán. Además incluía un estuche con material de escritura y un rollo de papel. Además, dentro de una pequeña caja, había una serie de sellos con diferentes formas.

Sigmund mantenía su rostro serio mirando el punto negro del horizonte mientras elaboraba en su cabeza el plan de actuación. El capitán le había informado del modus operandi de los piratas. Repasó sus palabras mentalmente.

- Suelen ser unos veinte fornidos guerreros. No tienen ninguna elaborada estrategia de asalto, simplemente sitúan su barco cerca, amenazan a los tripulantes apuntándoles con arcos, lanzan unos ganchos con cadenas para fijar las bordas y colocan una pasarela que atraviesan a pie. Algunos también utilizan lianas para saltar antes incluso de colocar la pasarela. Pero sobretodo utilizan las espadas, sables, lanzas y hachas para la lucha. En cualquier caso, rara es la vez que encuentran resistencia. Somos simples comerciantes, no sabemos nada de espadas ni de guerra.

La noche había pasado entre el fuerte oleaje y la tormenta. Los marineros habían trabajado duramente y ya casi estaban saliendo de las aguas de los piratas cuando el sol se alzaba en lo alto del cielo. Nae se encontraba en la cubierta intentado vislumbrar si había algún barco cerca con la esperanza ya puesta en salir de esas aguas peligrosas y poder respirar tranquila, cuando el vigía dió la voz de alarma. Un barco se acercaba por estribor aunque todavía se le veía en el lejano horizonte. El capitán no hizo más que confirmar los temores de todos, eran los piratas. La joven elfa fue a juntarse con todos sus compañeros a esperar las órdenes de Sigmund.

Ojalá pasasen de largo cuando nosotros viremos pero...no creo que eso ocurra. Este viaje está siendo más conflictivo de lo que esperaba y el tiempo apremia.Ya perdimos muchos días y la duquesa y su hija siguen presas...-Estos pensamientos la acechaban mientras esperaba las instrucciones precisas y le entró gran angustia al pensar en las dos pobres mujeres y en la situacion en la que se encontrarían. Pero por eso y por el bien de todos no era momento de venirse a bajo sino de luchar y acabar con aquello cuanto antes, asi que Naedunëa dejó a un lado sus preocupaciones y se centró en escuchar a sus compañeros.