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La Gran Campaña de Pendragón: Período de Anarquía (496-509)

Cartas y misivas

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27/02/2025, 23:19
(DG)Baronesa Ealasaid Bryce de Cholderton e Idmiston

A la atención de Sir Arthais, Señor de Lambor en las agrestes tierras del norte.

A mi querido Arthais,

Decidme, ¿cómo esperáis que mi alma descanse cuando con cada palabra vuestra la agitáis y la eleváis como las hojas en el viento? Si vuestro propósito era avivar el fuego que arde en mi corazón, sabed que lo habéis logrado con creces. Vuestras letras me envuelven como un manto cálido en la más gélida de las noches, y aunque ninguna tinta podrá jamás contener el cariño que me profesáis, aún así me aferro a cada sílaba como si fuesen susurros traídos por la brisa misma.

¡Oh, cómo deseo que las estaciones fuesen menos tercas y acelerasen su paso! Decís que habéis domado la impaciencia de vuestro corazón, mas confieso que la mía es una fiera indómita que no cesa de revolverse en su jaula. Cada día que pasa me sorprendo contando las horas, preguntándome si, en este mismo instante, vuestra mente divaga hacia mí del mismo modo en que la mía se pierde en vos.

Pero no os escribo solo para suspirar por la distancia que nos separa, sino para deciros algo más. Sabéis bien que mi voluntad no es otra que la de veros antes de que llegue el momento en que nuestros destinos se entrelacen para siempre. ¿No creéis que es justo que los amantes se regalen una última mirada antes de presentarse ante Dios y el mundo como uno solo? Así lo deseo, así lo anhelo, y aunque no quiero pensar en la posibilidad de que no pueda ser… os advierto, con la dulzura que solo vos sabéis despertar en mí, que no osaré esperar en el altar más de lo prudente. ¡Mas no os alarméis, mi señor! Sabéis bien que no dudo de vos ni de vuestra palabra. No temo que me dejéis esperando, pero si por un desatino del destino así fuese, os prevengo que los trovadores harían de ello canciones que perdurarían por siglos... y creedme, no os favorecerían.

Os dejo estas líneas con la esperanza de que hallen eco en vuestro corazón y con la certeza de que nuestras almas ya se encuentran, aunque nuestros cuerpos aún deban esperar.

Con todo el amor que mi pecho puede albergar,

Baronesa Ealasaid Bryce, Señora de Cholderton e Idmiston

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05/03/2025, 11:07
Sir Arthais

A la atención de Lady Ealasaid Bryce, Baronesa de Cholderton e Idmiston.

Querida Ealasaid,

Pues, busco daros el calor para que no extrañéis mi ausencia. Mas me alegra saber que mis palabras, por simples que sean, logran conmover vuestro corazón. Ese corazón dulce y suave que tanto extraño compartiendo el tiempo a mi lado. Espero que esa llama que según tu he avivado logre persistir hasta nuestro reencuentro. No hago otra cosa más que alegrarme al saber las sensaciones que os provocan estas simples palabras que os dejo. Sepa que junto a mi, repaso constantemente vuestras cartas, para recordar todo el tiempo el dulce tintineo de vuestra voz. 

No maldigas a las estaciones por nuestra desdicha. Sabes bien, que lo que paciente se espera dulcemente se disfruta. Deja que el tiempo permita madurar el fruto de nuestro amor y comamos juntos de él cuando el verano toque su lecho. Deja que el otoño llegue lento a nosotros, para encontrarnos unidos y contentos. Calma a tu fiera, conténla, dómala y hazte cargo de ella, pues sabes bien que pronto no tendrá razones para mantenerse inquieta. En mi mente, siempre presente, está el pensamiento puesto en vos. Quizás sea por ello que en vuestra divagación sientas presente mi pensamiento y corazón.

¿A qué debo esta sutil amenaza? ¿Qué dudas inundan tu pecho? ¿Acaso me crees capaz de haceros algo semejante? Aún así... Queréis verme una última vez en el velo secreto que envuelve a los amantes. ¿Hay, por si acaso, tiempo para ello? Dispongo en vos mi voluntad de veros, si así lo deseáis. Mas no quisiera meteros en aprietos. ¿Hay algo que tengáis en mente? 

En el profundo lecho de mi corazón hallaron hueco vuestras palabras reverberando con el cariño de mi ser. Buscando devolver en estas palabras un poco de su danzante sonoridad.

Anhelante de nuestro furtivo reencuentro os saludo, 

atentamente.
Sir Arthais, Señor de Lambor en las agrestes tierras del norte. 

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08/03/2025, 17:51
Sir William de Winterbourne (CG)

La carta que llegó a cada uno de los hogares de los señoríos de Salisbury estaba sellada con el lacre personal de Sir William. La letra era tosca pero legible y clara.

La presente misiva está dirigida a todos los señores de Salisbury, yo, Sir William I de Winterbourne Gunnet, saldré de mi hogar en una cruzada contra el pillaje de bandidos y sajones. No permitiré que en mi tierra campe la anarquía, y aniquilaré a todo el que perturbe la paz en esta. Esta misiva es para invitarle a unirse a mí en esta gesta, partiré de mis tierras en Winterbourne Gunnet para iniciar mi campaña en Junio del año 498 de nuestro Señor. Al que no tenga arrojo y valor para unirse a esta gesta, le solicitó permiso de paso a mí y a mis hombres, los cuales portarán orgullosos el pendón de Winterbourne Gunnet, con el fin de atrapar a los saqueadores.

Dios salve a nuestra tierra de los impíos.

Sir William I de Winterbourne Gunnet

Notas de juego

Entiendo que los que he marcado son los que tienen tierras en Salisbury, pero también se envía a los npc que quieran unirse.

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10/03/2025, 23:02
(DG)Baronesa Ealasaid Bryce de Cholderton e Idmiston

A la atención de Sir Arthais, Señor de Lambor en las agrestes tierras del norte.

Mi querido Arthais,

Leed estas palabras y sabed que no hay en mi pecho más que amor y anhelo por vos. Permitidme disipar cualquier sombra que mi última misiva haya podido sembrar en vuestra alma. Fue una simple broma, un capricho de la mente que quiso jugar con los velos de nuestro amor. Jamás mi intención fue inquietaros ni haceros pensar que dudo de vos, pues en mi corazón, como en las estrellas que guían al navegante en la noche más oscura, vuestra luz brilla con certeza inquebrantable.

Si mis palabras os causaron turbación, os ruego que no les deis más peso del que merecen. No hay amenaza en ellas, sino apenas un susurro de deseo, un anhelo juguetón que no buscaba más que arrancaros una sonrisa. Si en mi intento de daros un poco de mi alma os he confundido, no hagáis más que perdonarme, pues en verdad lo único que deseo es volver a veros y sentir vuestra voz arrullando mis pensamientos.

La espera es larga, sí, pero no amarga cuando sé que al final de ella os hallaré. Contendré a la fiera, como decís, pero sabed que su inquietud nace del amor que os profesa, de la impaciencia por el instante en que nuestras manos puedan entrelazarse sin más barreras que la dulce brisa estival. No hay duda en mi pecho, ni recelo en mi mente; solo el deseo sincero de volver a veros, de compartir con vos momentos furtivos que sean solo nuestros, aunque el tiempo y el deber nos fuercen a la distancia por ahora.

Si el destino y vuestra voluntad os permiten acudir al encuentro, que así sea. Mas si vuestra prudencia os aconseja otra cosa, dejemos que el viento del verano nos traiga el reencuentro cuando el momento sea propicio. Lo que es seguro, mi amado, es que ni el tiempo ni la distancia mermarán lo que hay entre nosotros.

Con el mismo amor con que me escribís, os respondo, ansiosa del día en que Dios nos halle unidos y contentos.

Vuestra siempre,

Lady Ealasaid Bryce, Baronesa de Cholderton e Idmiston.

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15/03/2025, 21:37
Sir Arthais

A la atención de Lady Ealasaid Bryce, Baronesa de Cholderton e Idmiston.

Querida Ealasaid,

¿Qué os hace plantearos esta duda en vuestro corazón? No ha habido en mi desconfianza de vuestras palabras. Sentíos libres de jugar, pero no arremetáis contra la paciencia puesto que todos los ánimos están posicionados en disposición de nuestro reencuentro. Que la luz fulgurante de tu estela en el firmamento no titile ante la duda de mis sentimientos y cuestionamientos. Soy el marino que navega hacia vos con la calma de saber que el faro de tu amor iluminará a cada paso mi camino.

No hay turbación en mi corazón y no hay más que alegría en las palabras que de vos recibo. Más sentí el tono de vuestra intimidación desafiante en vuestra anterior misiva. Aún así, comprendo que no había en vos más intención que el dulce juego del coqueteo de los amantes. No os preocupéis, pues junto uno a uno los pedasitos de vuestra alma y los anhelo con ternura junto a mi pecho. no temáis de provocaros si os sentís a gusto, no hay en mi duda de vuestro amor. Disfrutad de cuanto os quiero y deseo y no pidáis disculpas innecesarias.

Larga es la espera que nos separa, pero dulce el encuentro que juntos nos hemos prometido. Anhela, como yo anhelo, el momento del reencuentro de nuestros cuerpos. En vuestras dulces manos está el don para contenerla. Conserva su furia y su energía para el amor y no dejes que su energía se consuma en la impaciencia. Nada me complace más que confirmar mis sospechas de que ni en vuestro pecho ni en vuestra mente hay duda del amor que en estas palabras me profesáis. Comparto, también, contigo mi más grato secreto, de que en mi no hay otra cosa más que deseo por compartir junto a vos mis más dulces momentos y que con afán y ansia espero el momento para daros todo cuanto siento.

Haré todo cuanto pueda para que el destino se doblegue a mi voluntad para cumplir con nuestro encuentro. Sin por ello desoír a la prudencia que tan sabia es ella. Mas no temo que ello no se cumpla puesto de una forma u otra nuestra unión será hecha. Y no hay en mi duda de que el verano será testigo de nuestra unión verdadera. Sin embargo, dejo otra vez en vuestras manos la decisión de un fugaz encuentro antes del acto pautado. Soy sincero al deciros que pongo en vos todo mi cariño y anhelo. Pídeme que te visite y haré lo que esté en mis manos para consedértelo.  

Deseoso del reencuentro, os vuelvo a saludar, con la duda de si será el ocaso del verano o el cénit quien nos abrirá las puertas de la reunión largamente esperada. 

atentamente.
Sir Arthais, Señor de Lambor en las agrestes tierras del norte.

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17/04/2025, 23:09
(DG)Baronesa Ealasaid Bryce de Cholderton e Idmiston

A la atención de Sir Arthais, Señor de Lambor en las agrestes tierras del norte.

Mi bien amado,

Vuestras palabras, como la brisa que arrulla los campos de trigo al caer la tarde, han llegado hasta mí y han aliviado mi pecho del peso que la distancia deposita en cada día sin vos. ¿Cómo podría dudar de vos, que sois el artífice de tantas de mis vigilias, el guardián de mi aliento más dulce, y la llama que enciende el templo de mi pensamiento? No dudaba, no; sólo jugaba, como vos tan bien habéis comprendido, al delicado arte que los amantes conocen y que sólo en secreto puede florecer.

Decís bien al nombraros marino, pues así os imagino, firme el timón en vuestras manos, la mirada anclada en el horizonte, navegando hacia este corazón que os aguarda como el faro a su navío. ¿Acaso no soy yo el puerto donde halláis descanso, y el oleaje que con furia y deleite os reclama? No hay en mí más refugio que el que vos merecéis, ni más tempestad que la que os pertenece.

No me reprendo por tentaros, como vos no os escandalizáis por ser tentado. Hay en el amor velado, en sus giros de palabras y en suspiros compartidos en la sombra, un deleite que los esposos legítimos sólo rozan cuando han sido antes amantes. Bien sabéis vos, aunque no se pronuncie en voz alta, que no sólo mi voz os ha hablado ya, sino también mi carne. Y ese secreto, más que manchar mi honra, la enaltece, pues no fue liviandad lo que nos unió, sino verdad ardiente y voluntad compartida.

Guardad, pues, esa energía que me prometéis, como yo la guardo; no en prisión fría, sino como vino sellado que ha de abrirse en la hora precisa. Si el destino ha de inclinarse a vuestra voluntad, no puedo sino regocijarme, y sin embargo, me acojo también al juicio de la prudencia. El mundo es ancho y nuestros títulos no son ligeros, pero aun así… ¿no habéis oído que hasta los altos señores saben encontrar una senda entre los muros del deber?

No os pido que vengáis, mas tampoco os lo niego. Que sea vuestra la elección, como ya es mío vuestro anhelo. Si cruzáis los caminos que separan nuestras tierras antes del día prometido, sabed que no habré de reprocharos nada salvo la brevedad de vuestro paso. Si no, haré de mi espera un altar, y de cada día que pasa, un rosario que rezo en vuestro nombre.

Que el cielo bendiga vuestra ruta, y que el verano, ya sea en su crepúsculo o en su apogeo, vea cumplida la promesa que sellamos en secreto, bajo luna testigo y deseo callado.

Os beso con el alma, y con ella os aguardo.

Ealasaid
Baronesa de Cholderton e Idmiston

Notas de juego

Disculpa la demora, esperé el regreso de la jefa ^_^

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01/05/2025, 05:07
Sir Arthais

A la atención de Lady Ealasaid Bryce, Baronesa de Cholderton e Idmiston.

Querida Ealasaid,

El alivio de vuestro pecho es como la brisa del verano que calma la preocupación ardiente del corazón ajetreado. Mas alegre me siento por saber que con mis palabras vuestras dudas he calmado. Juega, con la flor dulce que del fruto de nuestro secreto has de tener, puesto que contigo mis secretos se hilan en pensamientos y recuerdos. Pensamientos que tejen el dulce néctar de nuestros juegos. Guardaré con recelo vuestro aliento, me encargaré con especial esmero en mantener custodiada la llama de vuestro templo y construiré con mis manos los artefactos de vuestra vigilia y de vuestros sueños. 

Mas me temo que este marino largo viaje tiene por trecho antes de reposar en vuestro puerto. Es con esmero el que aunque soplen fuerte o amainen los vientos mantengo firme siempre dirección hacia vuestro pecho. Puesto que reboza en cariño y deseo, y es la luz de su fuego quien me guía en las noches de cielo gris y horizonte negro. No suelto el timón ante ningún temperamento, ni el de las bravas aguas ni mi más fuerte desconsuelo. Puesto que aunque la duda y el temor me busquen con recelo, anclado en la luz de tus ojos busco mi rumbo con celo. 

No hay más dulce tortura que la tentación que fluye de vuestra boca. Pero aunque en tinta se oculten las palabras que susurren vuestros labios, puedo oíros cantar en la soledad de vuestro cuarto. Dejemos a la armonía de los amantes el fuego intenso que no todo hombre ni toda mujer conocen. Dejemos que en la osadía de tentar la suerte encontremos la pasión con la que otros solo llegan a soñar. Vuestra carne habla un idioma difícil de imitar e impregnada en mi piel como un fatal aroma me acompaña aún ahora en el recuerdo de vuestras palabras. Vuestra honra está a salvo conmigo, marcada a fuego en mi cuerpo la llevo, como un candente recuerdo que aunque arda en mi pecho me resigno a no olvidar y velo por su bienestar. 

Ante la voluntad ardiente de nuestra verdad compartida guardo la energía que la distancia me obliga a contener para nuestro reencuentro. Dejaré que se junte como hojas en otoño, arremolinadas por los vientos de la pasión. Como flores en primavera, expuestas al cortejo y al amor. Aromáticas cargadas de dulzura y pasión. Solo daré desenfreno cuando el destino doblegado sea testigo de vuestro regocijo. No son ligeros los títulos, y como vos, pienso en la prudencia. Cada carta vuestra, enmarcada en la dulce caligrafía de vuestros dedos y en vuestro suave aroma hacen que me cuestione cada vez más si he de esperar tanto tiempo. Pero los muros del deber son muros porque obran defendernos. Y aunque en pasión arda por nuestro encuentro no quisiera abrir el vino añejo de nuestro reencuentro antes de tiempo. 

No pedís que os visite, más tampoco parecéis desprenderos de la idea. Y el tan solo hecho de pensaros suplicante hace que se nuble mi pensamiento. No hay cosa que más quisiera que veros. Sin embargo debo ser firme en mi esmero de conservaros para nuestro pactado encuentro. Ahora que los días de nuestro último encuentro parecen más lejanos, es cuando más flaquea mi entereza. Pero sabedor de que pronto llegará el día comprometido, me muerdo los labios, pensativo, calculando si hay entre el día anhelado y el presente sitio para un pequeño desvío. 

No os hagáis ilusiones, ni tejáis quimeras. Puesto que sabéis mi postura en ello y más aún lo que hay en juego. No tentemos más la suerte, ni estiremos la piedad que ha mostrado con nosotros el hado permitiendo amarnos sin que por ello despertemos ninguna falta en el decoro ni el recato que nos debemos. Piensa en la boda que nos unirá y nos quitará las ataduras del subterfugio y el silencio. Piensa en los susurros y en los besos que requerirán nuestro esperado reencuentro.

Que el viento bendito no envidie tu voz, que el sol caluroso custodie nuestra promesa y que el verano no se despida sin firmar como testigo de nuestro amor al mundo. Guardo para ti todo el deseo que en silencio os he confesado para cuando se de por fin el tan anhelado reencuentro. 

Guardo con cariño vuestro beso y con mi calor os envuelvo junto a vuestro beso en mi pecho. 

atentamente.
Sir Arthais, Señor de Lambor en las agrestes tierras del norte.

Notas de juego

Me imaginaba, no te preocupes. Yo he estado algo ausente, tras semana santa me llenaron hasta arriba de curro. xP
Lamento la tardanza.