Partida Rol por web

Han pasado varias semanas desde la toma de Harrenhal por parte de las fuerzas reunidas bajo el actual mando de Lady Sylven Water, la última sangre Baratheon de Poniente según afirman sus vasallos y siervos. 

La situación se ha tornado tranquila tras dos semanas de incesantes preparativos y trabajos para adecentar la antigua fortaleza maldita, procurando borrar todas las huellas del mal que hace poco lo pobló y tratando de que el pueblo allí reunido obtuviera un cobijo mínimamente decente. Además, siguiendo los criterios de Lord Rocken Tudbury, se ha comenzado a reparar algunas zonas de las murallas y torres ante la amenaza de un posible ataque, además de hacer un pequeño foso frente a algunas de las entradas del castillo. Sin embargo los materiales y recursos son escasos, por lo que las obras tardarán mucho en completarse o puede que nunca lo hagan.

Debido a ello algunos de los más altos e importantes miembros del grupo se han reunido en una tienda para mantener un diálogo que dicte sus próximas líneas de actuación. A tan importante consejo han asistido, como no podía ser de otra forma, Lady Sylven Water, Lord Rocken Tudbury, Lord Darius y Boros Morrigen, en representación de cada una de las fuerzas presentes en el asentamiento. A modo de consejeros asisten el archiconocido maestre Tyrell, el aprendiz Atreides y un joven pastor que parece estar fuera de lugar, Jano. Como invitado especial a la reunión, dados sus actos anteriores, leales y honorables, se encuentra Lord Drake Blacktyde, el señor de una de las casas más importantes de los Greyjoy. Por último, aquel que se ha convertido en la sombra de Lady Water, Ser Huss, protege a su señora con su mano en el pomo de la espada y la mirada inquieta y llameante.

Lord Rocken Tudbury se sitúa presidiendo la mesa de pie, justo frente a Lady Sylven. En ella un gran mapa de Poniente ha sido desplegado por la propia mano del Lord.

Tomando la iniciativa, dada su costumbre a dirigir y no a recibir órdenes, el Lord comienza la reunión -Como sabéis nuestra situación actual es privilegiada pues la mayoría de Poniente nos creé muertos, desaparecidos o simplemente no nos prestan atención. Sin embargo esto no puede durar muchos pues juntos somos un problema para cualquier Lord sensato y, creedme, Lord Firion Hogg, señor de estas tierras, lo es. Por ello es probable que él y su casa sean una amenaza para nosotros, al igual que muchos otros como el maldito Tommen, el hereje Quentyn o los adoradores de las llamas de la Casa de la Luz -sus dedos señalan las zonas dominadas por vuestros enemigos, demasiado cerca de vuestro asentamiento actual.

 Por ello os pregunto a todos ¿como debemos actuar? ¿cual serán nuestros próximos pasos? -os pregunta el lord, mirando directamente a Lady Sylven.

Lanzo una dura mirada a Lord Tudbury por haberme robado la palabra, aunque estoy empezando a entender que mis "duras miradas" le importan más bien nada.

Después de esta reunión hablaremos en privado él y yo.

-Somos aún demasiado pocos y estamos demasiado maltrechos para salir a la luz. Si nuestra ventaja es el anonimato, mantengámosla cuanto nos sea posible mientras reconstruimos Harrenhal y nos asentamos. Lord Firion Hogg puede ser un problema, pero dejemos que nos ignore como hasta ahora y busquemos mientras tanto apoyos. Nuestra situación es delicada: al norte tenemos al rey Bran, que ya demostró en la lectura del testamento no desear alianza alguna -señalo el mapa sobre la mesa-, al este a Melara y sus traidores fanáticos, y al sur Desembarco, a Quentyn y a Tommen. Pero al oeste... -alzo la vista hacia Drake-, están los Greyjoy y los Lannister. Lord Blacktyde -si quiero una alianza con ellos, más vale que empiece a olvidar que fue mi prisionero-, podéis poneros en contacto con Asha. Yo escribiré a Lord Brock. Lo conozco, y sé que podríamos haber alcanzado fructíferos acuerdos si mi padre no hubiera decidido sacarme de Desembarco. Mientras tanto -miro en esta ocasión a Lord Tudbury-, quiero exploradores en el Tridente, en el límite con las tierras de los Hogg, de los Bracken, de los Blackwood, de los Ryger y de los Mallister, que establezcan una red de correo suficientemente veloz como para mantenernos al corriente de lo que vean y oigan. Maestre -me dirijo al anciano Tyrell-, ¿habéis traído cuervos con vos? Necesito estar segura de que los mensajes a los Greyjoy y los Lannister no son interceptados.

Lucyen se sentía un poco fuera de lugar en aquella reunión. A pesar de todo lo que había ocurrido él seguía siendo una aprendiz. ¿Como explicar su presencia en aquella importante reunión? podía entenderlo como un elogio, que sus consejos eran bien apreciados... claro que también es que hubiera mucho mas personas para aconsejar dadas las circunstancias. 

Y si él pensaba de esa forma, ¿como se encontraría Jano? Lucyen tenía expectativas en aquel despierto muchacho, y esperaba que esta reunión le sirviera como una especie de aprendizaje. Le lanzó una mirada rápida y un guiño a modo de saludo. Luego, prestó atención en las palabras de  Lord Tudbury el cual tomó primero la palabra.

Aún no está del todo cómodo con su posición actual- era un importante líder, pero ante Lady Water era su servidor. Y aún no se había acostumbrado a eso. 

A pesar de todo, la mujer no dio muestra alguna de importancia a ese detalle y explicó sus planes con inteligencia. 

Bien dicho- pensó tras escuchar sus palabras. La diplomacia era esencial en aquellos momentos para ello. Tantear a posibles aliados y ver que podía salir de todo aquello. Si salía bien podían ganar el favor de varias casas, algo que necesitaban urgentemente dada su posición de debilidad. Claro que también tenía sus riesgos. Al fin y al cabo los mensajes pueden llegar a muchos oídos enemigos. Pero no había muchas mas opciones que aquella. 

Jano se llevó un dedo a la boca y mantuvo los ojos clavados en el mapa, tratando de escuchar con atención las palabras de Lord Tudbury y Lady Water, pero le costaba mantener la concentración ante discursos largos; tendía a pensar demasiado. No ignoró el saludo de Lucyen y sonrió; siempre pensó en los maestres como viejos gruñones e inaccesibles, pero aquel hombre resultaba cercano pese a su aureola de inteligencia.

-Esteee... -se atrevió Jano a hablar. En su interior se debatían el orgullo y la necesidad de parecer lo más ingenuo posible; también estaba el hecho de verse entre tan grandes y poderosos señores, que a saber qué podrían hacerle si se pasaba de la raya-. ¿El señor Hogg es conocido o conoce a alguno de los presentes? Todo parece indicar que no sabe o no le interesa lo que pase aquí; pero no deja de ser señor de estas tierras. Me pregunto cómo se tomaría si descubriera exploradores... Nuestra dominación de hecho quizás no satisfaga a su orgullo de derecho... -Janó sonrió intentando caer en gracia-. Quizás no sea prudente una acción tan arriesgada, aunque es necesario cubrirse las espaldas hacia el Lord, y quien sabe, quizás haya asuntos en común que favorecieran nuestra causa... ¿No habría otra forma de saber más de él? ¿Alguien que se adentrara en sus tierras sin llamar la atención?

Conforme van pasando las semanas mi situación empieza a ser más clara. Lejos ha quedado mi negro status de prisionero, el gris de invitado me sienta bien durante estas semanas y parece del todo iluminado ahora, reunido con el consejo de hombres de confianza de Lady Sylven.

La realidad es que es esta una facción muy debilitada, escasa en hombres y dinero, sin ningún aliado y ubicados bastante lejos de los posibles apoyos.

- Se hará como diga señora. Si me permite señalar algunas cosas, creo que es correcto que quiera dejar de errar por todo poniente con sus fuerzas, pero no se si permanecer en Harrenhal sea buena idea, en particular por que nos encontramos algo aislados aquí, además de rodeados de enemigos que buscan su cabeza. - Hago una pausa para observar las reacciones de mis palabras, Luego cambio de tema. - No me cabe duda de que una alianza con mi Casa sería sumamente beneficioso para todos y quizás sea la manera de garantizar nuestra supervivencia. Sin embargo, antes de escribir a la Reina Asha y convencerla de que al menos escuche sus necesidades, debo insistir en que hablemos usted y yo en privado para ponernos de acuerdo en algunos puntos. 

Lord Darius abrió sus brazos mirando al resto de los presentes para llamar su atención -Debo haceros una petición a todos los presentes. Mi casa y mi familia han sacrificado absolutamente todo por la sangre Baratheon. Ya he perdido a mis dos hermanos en esta saga y puede que pierda a mis padres antes de que acabe esta guerra si no hacemos nada. Os pido, os suplico, que tratemos de apoyar a mi casa, los Sunglass -el rostro del Lord, habitualmente serio y duro, expresa la tristeza que siente, con arrugas de preocupación y los ojos humedecidos - se han quedado aislados al enfrentarse a la bruja roja y solo les espera la muerte si no les ayudamos.

Darius baja la cabeza unos segundos y añade, sin mirar a nadie -si es imposible me gustaría partir hacia mi hogar, Puertoplácido, y perecer defendiéndola, junto a mis padres y mis siervos.

Observo y escucho a Lord Darius hasta que vuelve a guardar silencio. Es extraño ver que un caballero se quiebra...

-Lord Darius -le hablo serena, aunque hace ya mucho que mi serenidad es sólo fingida-, conozco la situación de vuestra Casa y la tengo en cuenta. No deseo abandonar a su suerte a aquéllos que permanecieron fieles a mi padre y a mi hermano hasta el final, y si por mí fuera irrumpiría con diez mil hombres en las tierras que R'hollor nos ha arrebatado, liberaría a vuestra familia y vengaría todas las afrentas. Pero ved lo que tenemos aquí... -lo miro comprensiva y apenada-, vos sois hombre de armas y sin duda lo entendéis. Partir con mi escaso ejército hacia Puertoplácido sólo serviría para que los enemigos de la sangre Baratheon nos asestaran el golpe final. Sin embargo -me apresuro a añadir antes de que pueda replicar-, tal vez reuniendo un pequeño grupo de hombres que descienda el río hasta la Bahía de los Cangrejos -señalo en el mapa-, y se infiltre en los territorios de la Casa de la Luz hasta el hogar de vuestra familia... Podríais liberar a los vuestros y regresar aquí con ellos. Lo lamento, también yo preferiría hacer una guerra abierta, pero esto es cuanto ahora puedo ofreceros.

Aguardo su respuesta antes de continuar con los demás la conversación.

Lord Darius asiente ante las palabras de su señora -Lo se mi señora, se lo que tenemos y lo que podemos hacer. Pero son mis padres y el asentamiento de mis antepasados. Os rogaría que me dejáseis liderar al grupo hasta mi hogar pues no creo que mi familia parta si otros se lo piden, aún siendo vos.

-Por supuesto, Lord Darius. Tomad cuantos hombres creéis que vais a necesitar, pertrechaos y partid cuanto antes. Y regresad con ellos.

Sonrío y le aprieto amistosa el hombro antes de volverme hacia los demás.

-Jano, los he llamado exploradores y no soldados. La idea es que recorran las tierras de frontera de las casas que nos rodean sin llamar la atención. Por lo poco que sé de Lord Hogg no se me ocurre cómo podríamos formar una alianza con él, y tampoco creo que debamos confiarnos al primer Lord que encontremos. Somos pocos y tenemos muchos enemigos. Y respecto a buscar otro asentamiento... -continúo mirando a Drake-, ¿Cuál? ¿Dónde? ¿Cómo llegaríamos hasta él? -niego con la cabeza-. Harrenhal no es tan mal lugar: estamos en el centro de Poniente, cerca pero suficientemente lejos de Melara, Tommen y Quentyn. No creo que encontremos una tierra mejor para comenzar. Cuando termine esta reunión, y después de que Lord Tudbury y yo hablemos -lanzo una significativa mirada al Caballero Tortuga-, conversaremos vos y yo, Lord Drake.

Jano asintió y bajó la mirada. Por mucho que lo deseara e intentara no podía estar a la altura de aquellos señores; poco, o más bien nada, sabía él de castillos, nobles y guerras. No había mucho que pudiera ofrecer, y todo cuanto sabía lo había leído en los libros, por lo que sus ideas eran eso... ideas. La realidad era mucho más gris y dura, las mentes de los hombres mucho más rígidas y la valentía quizás demasiado aferrada a la empuñadura de una espada y menos a la liberalidad y la confianza en los semejantes.

Todo el mundo desconfiaba de todo el mundo, y los hombres se aprestaban temerosos tras las más altas murallas para no perder nada de lo que les pertenecía. En esas condiciones la guerra iba a ser una catástrofe.

¿Qué nos quedará cuando todo termine?

-Creo que buena parte de esta guerra no la vencerán las armas... -murmuró más para sí que para los demás.

Si me permitís intervenir- dice el aprendiz- recuerdo algo de Lord Firion Hogg que quizás pueda ser de utilidad- mira a Lady Water y tras su visto bueno continua- lo poco que sé de él es que es una persona inteligente, al menos lo suficiente para valorar cada oportunidad que pueda presentársele. Entre sus objetivos siempre ha estado mejorar su casa, y de ahí que haya casado a siete de sus nueve hijos con pequeños nobles, personas con riqueza o notables habilidades que podían beneficiarle. 

Aún tiene dos hijos solteros, un muchacho de catorce años que es aprendiz de arquitecto y una chica de quince años con buena habilidad para los negocios. Quizás esto pueda servir de alguna manera a la hora de negociar con Lord Hogg. 

La directiva es permanecer aquí y aunque mi cuello también se juega en esta decisión aún creo que podemos conseguir algo. La posición política de la señora es débil pero tiene la fuerza que necesita. Debe andar con mucho cuidado pero debe avanzar. El pastor entonces da la clave de donde comenzar.

- No hables bajo muchacho - Le digo severo - Has dicho justo lo más importante de esta reunión, así que levanta la voz, sino ¿A que has venido? Es urgente saber quien es amigo y quien enemigo, la fuerza propia debe crecer pero mientras tanto es vital encontrar aunque más no sea aliados con una causa común.

Las palabras de Lord Blacktyde y del joven son muy ciertas. En la guerra es más peligroso aquel señor que no muestra sus cartas que aquellos que se lanzan al cuello entre sí sin reflexionar. Yo, en esta guerra, temería más el silencio de los Lannister y los Arryn que la destrucción llevada a cabo por Greyjoy o Martell -intervino el maestre Tyrell.

Mis hombres están habituados a viajar y explorar en pequeños grupos, Lady Water, creo que serían excelentes para esa misión de la que usted habla. Están capacitados para sobrevivir sin apenas enseres, se camuflan entre la multitud y su lealtad es férrea -añade Boros Morrigen, el líder de los caballeros fieles al fallecido Stannis Baratheon.

Yo opino igual que el joven Jano, esta guerra no la ganarán las armas, al menos no solo ellas, y trataré de evitar cuanto pueda que mi pueblo tenga que derramar sangre una vez más para sobrevivir -toma de nuevo la palabra Lord Rocken -nosotros tenemos una pieza importante en esta guerra, una que nos podrá aportar una alianza duradera, la última verdadera sangre Baratheon, en edad de desposarse. Deberíamos empezar a hablar de las posibilidades que tenemos al firmar su matrimonio, de posibles candidatos.