Partida Rol por web

Oh si... Harland, decidme vuestro nombre.. que vaya a buscaros luego con mi pellejo de vino, hacedme ese favor  - pensó con cierta guasa el joven Cith, ahora convertido en un mercenario. Se le había presentado la oportunidad perfecta para acabar con Harland y, de paso, ganarse la confianza de Alezade. La cuál, tarde o temprano, correría la misma suerte 

Steth que estaba subiéndose al caballo tras haber dado las órdenes correspondientes se quedó quieto y a la espera. Harland estaba poniendo a prueba al nuevo y no era algo que nadie quisiera perderse. Un silencio llenó el campamento cuando el tuerto dio un beso en la frente a Knut y sus reacciones hicieron que tanto Steth como varios tuertos más rompieran a reir. - Knut te presento a Harland, el Tuerto, un loco cabrón al que nunca llegarás a entender que quieren decir sus palabras - Su entonación al decir el tuerto dio a entender que lo daba como una persona importante - Sin duda no te perderás esta oportunidad de ver un nuevo poblado verdad? - Dijo dirigiéndose a Harland. - La muchacha quiere un séquito imponente y tu ayudas a mejorar nuestra buena visión. Nunca viene mal otro ojo extra. - Añade mientras se rasca el parche que tapa su ojo derecho.

James miró fijamente a Knut con su único ojo -Los Tuertos no compartimos el vino con aquellos que no son de los nuestros. Solo compartimos el deseo de hacer sangrar a nuestros enemigos con gente como vosotros pero, que te quede claro hijo, no somos tus amigos y no lo seremos mientras sigas encadenado.

A continuación se acerco a él y le susurró algo al oído para, a continuación, lanzar una carcajada.

Y creeme, se que sigues encadenado, no es la primera vez que te veo, dorniense, compartimos campamento y te vi hablando con otros líderes de grupos mercenarios. Pero tu nueva actitud me gusta mucho más -te susurró, lanzando una carcajada a continuación.

Me ganaré entonces compartir el vino con vosotros - dijo el mercenario sonriente - Aunque si lo que buscáis que lo haga contigo también... sólo tienes que decirlo - dijo Knut riéndose también abiertamente.

Gente extraña, pero divertida. A su manera, claro.

Wailand había estado un rato con la mente en otro lugar, y al volver al mundo real de golpe gracias al sonoro beso de un tuerto estaba un poco desorientado. 

- no nos retrasemos más- dije a la comitiva. No quería interrumpir la "ceremonia" de los tuertos, pero cuanto menos tiempo se tarde en hacer una misión, menos tiempo hay para que algo malo ocurra.

Tras esto, espero a la reacción de Alezade.

Si,si, claro, no te preocupes, haré lo que me ha ordenado vuestro padre en cuanto llegue a nuestro destino -respondió Kaen, sin ahondar en los objetivos que se le habían pedido que cumpliera.

-Por supuesto, por supuesto... -admitió Harland, dirigiéndose a Steth y hacia él-. Un poblado nuevo, nuevas posibilidades, nueva sangre, que no tiene por qué ser necesariamente derramada...

Cuando hubo llegado hasta donde estaba el sádico lancero, le asió por las mejillas, denotando mucha familiaridad, mesando su mal recortada barba con ambas manos. Frunció los labios y el ceño y asintió varias veces.

-Steth, mi buen Steth... Molesta, ¿verdad? -preguntó, levantando ligeramente el parche que cubría su ojo tuerto-. Lo sé, lo sé muy bien. Recuerda siempre lo mucho que molesta, te hará bien. Estoy asombrado con tu entusiasmo y el de los tuyos, muchacho. Se lo decía a James, ¿no es cierto, James? Trabajamos bien tú y yo, en esta creciente compañía de 'audaces protectores de los inocentes'. Porque eso es lo que somos...

Desvió abiertamente la mirada hacia Alezade, a quien dirigió una fugaz sonrisa.

-Patrona nuestra... -dijo lentamente-. Ordena, y nosotros obedeceremos mientras el oro corra por entre nuestros dedos. Porque, al fin y al cabo, protectores, destructores, santos o hijos de puta, eso es lo único que nos mueve...

El guerrero se quedó mirando al hombre después de que éste contestase y volviese a mirar al frente, algo en su respuesta no le había sonado bien, quizás muy breve, o muy vaga... se encogió de hombros en fin, cada uno a su trabajo, pensó mientras se concentraba en el camino y en asegurarse que todos continuaban bien.

Una mirada hacia el frente del destacamento y vió a Damon a la cabeza de la formación con Ambrose a su lado y un caballero dorado a sus espaldas, los otros dos iban justo delante de él y Kaen, y entre los caballeros los infantes marcando el paso, bien todo va según lo previsto.

Mientras aguardaba la respuesta de Alezade, Harland recordó algo... ¡Tenía un plan! Esa mente suya a veces divagaba demasiado (o no lo hacía en absoluto, imposible saberlo) y le hacía perder el foco. Pero, por supuesto, tenía un plan. Es más: lo único que le faltaban era algunos medios. Pero sólo algunos.

Por una vez, y lo había hecho pocas veces en su vida, realizó un breve juicio de la situación. Podía confiar en Steth; mejor dicho, podía confiar en que Steth le seguiría siempre y cuando la promesa de sangre y pillaje estuviera ante sí. Eso era algo que Harland no sólo podía prometer, sino que podía cumplir con exactitud. Con Steth irían sus tuertos, y a ellos se unirían algunos de los más veteranos y expertos mercenarios de la compañía de Alezade, a quienes Harland había impresionado con su vivo verbo*.

Poco a poco empezaban a sumar, pero si el tuerto quería éxito en su campaña, necesitaba más. La compañía de la zorra le sería, de hecho, de gran ayuda. Y, aunque sabía exactamente cómo coaccionarlos a todos ellos, en caso de que no se mostraran cooperantes, estaba el otro problema: la propia Alezade. Que la iba a matar era algo que tenía claro desde hacía un tiempo, pues nunca había sido para él otra cosa que un mero instrumento, pero le preocupaban Wayland, Sairus y Knut.

En verdad, decir que le preocupaban es exagerar demasiado: decir que le incomodaban sería más preciso. Así que la cosa era clara: los mataría durante el próximo asalto. ¡Mejor aún! Los apresaría y les daría la opción de escoger. A la potrilla, hablar sobre sus benefactores o la muerte por violación; a Sairus, lealtad o muerte; a Knut, lealtad o muerte. Y Wayland... Wayland de todos modos iba a sufrir idéntico destino que Alezade. Porque Harland acababa de descubrir (y esto sí le sorprendió) que sentía un profundo asco por ese chico y su insufrible actitud lánguida y bienhechora.

Hecho todo aquello, pondría rumbo a las cercanas tierras de Colmillo Dorado para continuar con el reclutamiento.

Tras otro par de jornadas de viaje llegáis durante la noche a vuestro destino Refugio de Plata, una gran ciudad rodeada por unas férreas defensas y en cuyo interior se encuentra una alta fortaleza de piedra.

Los guardias os reconocen nada más veros pues vuestro rostro tiene los rasgos característicos de los Lannister, además del porte propio de nobles y altos señores. Os abren las puertas sin dudar y os conducen a la fortaleza del señor para que descanséis en lujosas habitaciones.

Damon Marbrand se crujió el cuello mientras cabalgaba a tu lado, rumbo a las caballerizas de la fortaleza. Su posición a caballo era un tanto cómica pues no paraba de cambiar de postura -Odio estos bichos. La guerra me parece muy bien, siempre que no tengamos que viajar muy lejos a lomos de un corcel.

Una vez en la entrada de la caballerizas se bajó de un salto y, mientras le daba las riendas a un mozo miró a Ambrose -Chico, escudero, encárgate de que todos los caballos se guarden en los establos y tengan comida y agua.

Steth sonríe al tuerto. - Si no hay un poco de sangre al menos me sentiré algo defraudado de los muchachos. - Se dejó tocar la cara por el tuerto, aquel hombre era incluso más raro que el resto y eso ya era decir mucho. De repente el ojo de Steth se tornó frío, su cara dejó de sonreir y una mueca de odio apareció en ella. Odio, odio puro salía de su rostro cuando Harland habló del dolor y el picor de ojo. Asintió ante las palabras de recordarse aquel dolor aquel cuchillo al rojo vivo doblado en forma curvado para cauterizar la herida una vez extraído el miembro.  Volvió a sumergirse en aquella fría cámara de torturas mientras el tuerto seguía hablando. Al momento no pudo reprimir una carcajada - HAHAHA Creo que me has confundido con alguna especie de furcia, protectores de los inocentes? donde estabas cuando entramos en el poblado del noble aquel? No escaparías para hacerle un favor al septon verdad? - Había sido una gloriosa matanza, la sangre corrió por doquier pero aquel cabrón había desaparecido en medio de la batalla sin dar explicaciones dejando al resto de tuertos a su suerte, Steth se lo agradecía pues más muertos habían creado sus manos aquella tarde.

Los tuertos jalean las palabras de su jefe, al parecer comparten su opinión prácticamente entera, destruir, destruir y destruir. Ante estas palabras hay cierto revuelo y sin duda la cara de Alezade no denota total satisfacción pero un revuelo venido de dentro de las murallas os llama la atención, al parecer tenéis visita importante. 

El viaje resultó cómodo para Tygett, unos días de viaje por el Camino Real, atravesando las tierras de la familia, y llegaron a su destino recién entrada la noche del tercero; el saludo de los guardias y su diligencia al abrir las puertas satisfacieron al guerrero, parece que la maquinaria está bien engrasada, pensó en referencia a la disciplina de los soldados.

Ante el comentario del lord el joven sonrió, su sonrisa se transformó en una risotada cuando lo vió desmontar tan ágilmente.

- Ya veo que os hacéis mayor, se lo diré a Damon - hizo referencia al otro Marbrand que viajaba en la comitiva y que al ir en retaguardia todavía no había llegado a los establos - quizás él tenga alguna idea interesante que comentaros.

Pasó la pierna derecha por encima de la cabeza de su montura, y se acercó a Ambrose para darle las riendas mientras le acariciaba la testuz al animal.

- Ya lo has oído Ambrose, encárgate de que los mozos hagan su trabajo - se acercó hasta su oído para susurrarle - y no te olvides de hacer amigos.

Ya se lo había dicho en más de una ocasión pero siempre era bueno recordárselo, "un buen amigo vale más que cien espadas".