Partida Rol por web

Con todo más o menos decidido, el grueso de aquella expedición continuó avanzando al mando de Krogar Manos Grandes, un veterano zapador que llevaba viviendo en las llanuras desde hacía dos siglos. Con ellos quedaron los suficientes guerreros como para mover a buen ritmo los pesados carros de guerra y un reducido grupo de batidores que controlarían los alrededores.

Casi trescientos valerosos enanos continuaron avanzando a lomos de sus incansables monturas de guerra. El camino hacia Rocadura empezaba a acortarse y el momento decisivo de la guerra se aproximaba a cada paso. Por suerte o por desgracia, el cielo les estaba respetando y no parecía que fuera a romper. Suerte porque el avance era más grato de aquella forma, desgracia porque quizás una fuerte lluvia les ayudara a la hora de pasar desapercibidos en su acercamiento al campamento del enemigo.

Dzhug y Horlum parecían concordar en casi todo. Mientras que la idea del Olvidado era la de plantarse frente al ejército enemigo y plantar cara en combate, sus camaradas habían decidido optar por realizar una serie de ataques hostigando a sus enemigos y cortando sus suministros, algo que en la práctica de un asedio largo era una fabulosa táctica, pero que Brogar dudaba que fuera a ser efectivo en un momento como aquel.

Avanzaron durante varias horas a buen ritmo hasta que Surlcham jefe de batidores de la Sima Forjahachas se apresuró en presentarse frente a su thog. El veterano explorador montaba una cabra oscura y parecía traer noticias consigo. Horlum ansioso por saber las nuevas de su viejo amigo le dio la palabra.

- Con su permiso, mi señor. – Dijo Surlcham y tras unos segundos comenzó a expresar lo que tenía que decir. – Hemos detectado actividad enemiga a pocos kilómetros de aquí. Se trata de trasgos en colaboración con hombres lagarto. Están talando parte del bosque para fabricar armas de guerra. Enormes catapultas, escaleras y un gran ariete. Rocadura está también a la vista, mi señor, en una hora podríamos estar a sus puertas.

Rocadura era la mayor fortaleza que se había construido nunca en las Llanuras del Este. Si todavía se estaban construyendo aparejos de asedio quería decir que habían llegado pronto y que todavía no habían comenzado las hostilidades, o al menos no las más virulentas.

La fortaleza se encontraba en el interior de la montaña situada en la cordillera del Dragón. Una larga zanja de más de seiscientos metros de largo, diez de acho y cinco de profundidad había sido cavado frente a las puertas de la ciudadela y un puente de piedra unía ambos pedazos de piedra. Una vez atravesado el puente quien quisiera penetrar en el interior de Rocadura se hallaba ante un enorme muro de piedra custodiado por una  puerta de acero reforzado. Tras esta unas escaleras daban acceso a un segundo piso sobre el que se erigía un patio de armas desde el cual los defensores podían hacerse fuertes custodiando una segunda puerta en aquel nivel elevado. Ésta segunda puerta se hallaba incrustada en los muros de treinta metros flanqueados por dos torres defensivas desde las cuales los enanos que eran custodios de la ciudad se hacían fuertes y desde donde podían responder al fuego enemigo.

Sin duda alguna, el enemigo debía haber acampado a las puertas de la ciudadela y tendría que estar estudiando como atravesar de forma efectiva , todas aquellas defensas tan bien estudiadas. Los tres mil quinientos guerreros de los que Berbagar disponía tenían que ser suficientes para aguantar ante cualquier ataque enemigo, aunque lo cierto era que el número de tropas enemigas era sin duda alguna mucho mayor que el de los defensores.

- Gormi ha hecho un recuento de las tropas apostadas en el valle, mi señor. – Confesó entonces Surlcham. – Trae malas noticias…  - Advirtió antes de proseguir. – Al parecer según sus cálculos estamos hablando de casi veinte mil efectivos. Lo más preocupante es que casi un tercio de ellos son lagartos, mi señor.

Gormi era un avezado batidor, aunque lo cierto era que se hacía muy difícil hasta para el más versado en contabilidad hacer un cálculo estimado de las tropas enemigas. Gormi era de la total confianza de Surlcham y sabía pasar bien desapercibido, de no ser así posiblemente habría sido capturado al adentrarse en las líneas enemigas, pero podía haberse equivocado. Podrían ser veinte mil, pero también podrían ser quince mil o treinta mil. No lo sabrían cierto, hasta estar frente a ellos.

-Sin lugar a dudas lanzarse de frente a la batalla sería un suicidio irremediable, nos superan en proporción de 60 a 1, y aunque sería viable entorpecer su avance en un paso flanqueado por una garganta montañosa estrecha para nuestros 300 enanos libres, no es así en este caso, sobre todo con un numero tan elevado de lagartianos, los cuales serán bastante mas difíciles de doblegar que esas bestias verdes que hemos derrotado hace unos días.

-Pero creo que hay esperanza para entorpecer su ataque mientras llegan los refuerzos, tal y como dijo Dzhug podemos impedir o al menos retrasar la construcción de armas de asedio, lo cual sin duda hace ineficaz su ataque a la fortaleza. 

-Que os parece? hacemos varios ataques seguidos y quemamos hasta la última de esas catapultas y si nos presentan dura batalla nos replegamos hacia los carros de guerra y los destruimos en un movimiento en pinza? Creo que puede funcionar.

-Cuentanos Surlcham, como es el terreno, cuantos custodian los trabajos de fabricación de armas de asedio y donde las tienen almacenadas. Podemos aprovechar la noche para sembrar mas caos, hasta entonces descansaremos.

Dzhug habia acertado una por una todas sus predicciones excepto la inesperada ayuda de los Hombres lagarto, lo cual no hacia sino enfurecerle. Tendrian que haber previsto esto. Dzhug, tras analizar en silencio los alrededores dijo:

— Es cierto que es una fortaleza espectacular... incluso, hay quien diría que no necesitan ayuda alguna para defenderse. ¿Veis su primera defensa? Allí un enano vale como cuarenta trasgos, e incluso un humano desbarbado valdría por una docena de pieles verdes. Si a eso le sumáis el segundo bastión mas las defensas que Rocadura en el interior de la montaña, parece estúpido buscar el combate en el exterior. El asedio prolongado es inútil, pues Rocadura puede abastacerse perfectamente mediante sus diferentes túneles, y con esas defensas, tan solo una fuerza de unos cincuenta mil trasgos podrían superar a esos casi cuatro mil enanos.

Dzhug frunció el ceño., y habló como para si.

—Algo se me escapa. No pueden ser tan tontos de atacar este bastión con tan pocos trasgos... Debe de ser una distracción o tienen algún arma bajo el escudo, aparte de esos sangre fria de mierda.

El enano movió la cabeza de lado a lado como apartando sus pensamientos.

—Mierda en la barba de dios... Yo empezaría con el hostigamiento. Esas catapultas pueden ser peligrosas. De todos modos evitaría el combate directo, son veinte mil que sepamos, de primeras seguramente saben que estamos aquí. Si hay algo que hacen mejor que nosotros los trasgos es esconderse y espiar. Aparte me consta que los lagartos son mas rapidos debido a su altura. Lo mejor sera que nos escondamos por los bosques donde estan talando y matemos todo lo que pillemos. —Se giró hacia Brogar— Tu y yo tenemos nuestras diferencias, pero ahora esta en juego el futuro de los enanos ¿estamos juntos en esto?—Le ofreció el antebrazo

- Rocadura está consturída directamente en la montaña. A sus pies se abre paso una llanura sin demasiados desniveles y el bosque que está siendo talado queda al oeste. Han levantado el campamento alrededor de la entrada de Rocadura. Se han distribuido carpas y hogueras en un semicírculo que se abre y se cierra desde la pared rocosa de la montaña a ambos lados de la entrada de la ciudadela. – Surlcham se llevó la mano a su frondosa barba y se rascó la barbilla. – Aun abarcando todo ese terreno hay una distancia de cerca de un kilómetro entre las defensas de Rocadura y el campamento enemigo. No hay distancia de tiro. Por lo que se no han iniciado las hostilidades.

- Te he preguntado por las máquinas de guerra… - Le recordó Horlum.

- Si, ahora iba a ello. – Respondió el batidor. – Habrán construido una decena de catapultas, escaleras y un enorme ariete, como ya he dicho. No los han desplazado desde el bosque hasta el campamento principal. No obstante están vigiladas. Hay un segundo campamento cerca del bosque, al oeste de la ciudadela. Allí congregados entre carpinteros y soldados no superaran las mil almas. Pero el grueso del ejército tan solo está a escasos mil quinientos metros. No sé realmente a que esperan, pero siguen con la construcción.

- ¿Algo más de relevancia? – Intervino Brogar.

- Uno de mis hombres se fijó en algo. – Frunció el ceño. – Parecen estar cavando una zanja también al oeste. Dijo que no pudo cercarse demasiado, pues lo cierto es que el terreno es llano y dijo que dicha zona estaba más vigilada que el resto. Han construido una carpa y parece que están cavando un pozo o una trinchera bajo esta. Mi explorador se fijó en que estaban amontonado tierra removida en el exterior y que entraban y salían muchos mineros trasgos con picos y palas.

-La única explicación que se me ocurre es que pretenden entrar por debajo, no me extrañaría que las armas de asedio no sean mas que una treta para que los defensores crean que se trata de un ataque como cualquier otro, al cual aguantaran sin muchos problemas, pero cuando en mitad de su ciudadela se abra un túnel del que saldrán cientos de lagartianos sin duda cundirá el pánico y es posible que la ciudadela caiga o quede muy maltrecha... sin duda hay que hacer algo... Alguien conoce alguna forma de hacerles llegar esta información? Horlum despredia un alo de preocupación. Esperaba ideas porque no sabían a que distancia se encontraban de su empresa.

Surlcham se alejó unos instantes y cuando regresó portaba consigo un pergamino enrollado del que hizo entrega a su señor y thog. Se desprendía de su rostro una expresión de satisfacción, pues consideraba que aquel trozo de pergamino iba a ser una pieza importante en la consecución de la victoria.

- Mi señor, he hecho un pequeño plano de cómo se encuentra en éstos momentos el asedio. – Dijo al fin el batidor. – Espero que le sea de utilidad.

Se trataba de un plano algo burdo y realizado con comprobada improvisación. No obstante no era más que un boceto orientativo que pretendía dar una idea más visual de lo que les deparaba más adelante. Podía ser de cierta utilidad, aunque la verdad era que su escasez de detalles no invitaba al optimismo.

En ese preciso instante llegó un enano del clan de Brogar. Rozan era un veterano enano que había dedicado gran parte de su vida al estudio y cuidado de las aves. Algo que a priori no era muy típico de su raza, pero que a la postre era realmente útil, pues el empleo de cuervos como mensajeros era una de las principales maneras de comunicación entre los pueblos enanos de la primera edad de la Historia.

- Estoy a su disposición, maestro Brogar. – Habló Rozan mientras acariciaba a un precioso cuervo de reluciente plumaje. - Redacte el mensaje que desea enviar a Rocadura y mi amigo lo hará de la mejor manera que sepa.

-Surlchan! has hecho mucho mas de lo esperable, sin duda tu valía está mas que demostrada, pero tengo una última petición antes de que iniciemos cualquier ataque, necesito que capturéis a un par de trasgos para sacarles información bajo tortura para saber mejor que están tramando, así podremos confirmar si mi pensamiento sobre el túnel es cierto o no. Lo veis posible?

Tras su comentario el Thog procedió a escribir de su puño y letra una carta dirigida a los defensores, por un lado quería darles la máxima información, por otro lado no quería revelar completamente datos que en caso de ser interceptada, les supusiera la muerte. Al finalizar la redacción se la mostró a Dzhug y Brogar para que le dieran el visto bueno, no lo necesitaba, pero si por algo se caracterizaba la administración Hacharroja era por usar los conocimientos de los mas formados a fin de no cometer fallos.

Dzhug echo un vistazo por encima a la carta. Puto protocolo de la nobleza, no solo obligaba a mandar un mensaje donde se informaba de quien era el lider de la fuerza que venia en ayuda sino que ademas habia que añadir los mil estupidos titulos de turno. Se apartó del mensaje al terminar de leerlo y no pudo evitar reirse al pensar en los titulos que tendría Ulanov:"El que se emborracho en la batalla de Ugla Mada, el Muerde testiculos del traidor Ogram, el Ariete de Glamorkarn, el lanza enanos, la mole que mola". Se le cortó la risa al caer en que la carta era tremendamente peligrosa.

—Espera Horlum, imagino que el explorador sera bastante bueno, pero es probable que capturen la carta, y algunos de esos imbéciles—Señalo hacia el campamento de trasgos— sabrá enano. Si pillan la carta, no solo saben quien dirige ambos ejércitos, información bastante útil de por sí, sino que ademas sabrán que vienen refuerzos, que pensamos atacar las catapultas y que sabemos su plan de la zanja o lo intuimos.

No quería solo criticar, así que pensó una solución.

—Lo primero, yo ocultaría nuestras intenciones de atacar sus catapultas, a Berbagar le importará mas saber que estamos aquí haciendo lo que sea que que nos maten a todos en una emboscada. En Rocadura deben tener un maestro de las runas, nosotros tal vez tengamos, al menos, un aprendiz. Los maestros de las runas son expertos en encriptación y desencriptación. Podríamos trascribir nuestra carta en runas, y ademas codificada. Por ultimo, empezaría el ataque cuando zarpe nuestro mensajero. Para que tengan algo en lo que centrarse en vez de en nuestro valiente corredor.

Me parece correcta tu idea Dzhug, pero al mensajero es difícil que lo capturen, como mucho lo abatirán y debería ser alguien muy diestro en el uso de arcos ya que un cuervo es difícil de cazar de noche.

Que alguien con nociones en las runas se acerque a traducir Surlcham!, creo que entre tus hombres había un joven que sabía ese alfabeto verdad?

Tenemos que tener bien claro el plan, después del primer ataque por sorpresa es difícil que podamos actuar a nuestro libre albedrío, por poco porcentaje de trasgos que nos manden, nos superarán ampliamente en número.

Brogar había estado unos segundos en silencio mirando a Dzugh antes de sonreír y estrecharle la mano.

—Eres un idiota, pero eres un Enano y eso es lo único que importa. Lucharemos juntos, mataremos juntos y si la Roca y la Montaña así lo desean, moriremos juntos.

Después estuvo observando el mapa en silencio mientras Horlum escribía la carta y discutía con el thog del Martillo Ensangrentado.

—Los cuervos de Rozan siempre entregan sus mensajes, no tenéis de qué preocuparos. Nadie lo interceptará. De todas formas... se me ocurre un plan mejor que simplemente desmontar sus armas de asedio—el líder de los iluminados señaló el mapa—. Hundir el túnel.

El enano se mesó la barba.

—Seguro que acaban penetrando en Rocadura antes por allí antes que con unas catapultas golpeando la pared de la montaña. Si conseguimos hundir el túnel habremos ganado un tiempo vital hasta la llegada de Nugo. Y entonces aplastaremos al enemigo. Ayudadme a abrir un pasillo y un puñado de mis hombres se asegurará de cumplir su misión. ¿Qué os parece?

El Thog de la Sima quedó paralizado un momento, sin duda la idea de tumbar ese tunel era mas arriesgada pero mas efectiva, pero la mera idea de enviar a uno de sus semejantes a suicidarse le parecía aterradora, no era lo mismo morir luchando que inmolarse, era un estilo de guerra que no le resultaba agradable a la mayor parte de su pueblo, pero aun así era un grupo alabado por su valentía y dedicación.

-No me gusta enviar a nadie a una muerte segura, pero no puedo enfrentarme a tu orden Brogar, los olvidados tenéis un honor que habla por si solo y vuestra dedicación no puede pararse ya sea por la palabra de un Thog o del mismísimo Kark de todos los enanos, si estáis dispuestos a esa misión, solo podemos preguntaros cuando y como.

-Si solo necesitáis llegar al lugar podemos abrir paso en una carga frontal y al huir con la caballería podríamos lanzar armas deflagradoras contra las catapultas y matar dos pájaros de un tiro. o hacer un ataque de distracción y cuando vengan a por nosotros un pequeño grupo infiltrarse y destruir el tunel ¿Que os parece?

Aunque había sonreído divertido ante el comentario de Brogar, no pudo evitar que la sangre se le viniese a la cabeza cuando hablo del ataque suicida. Dzhug defendía la libertad absoluta de cada uno de los enanos, pero esos enanos no eran libres realmente, habían sido adoctrinados durante toda su vida y les habían echo creer que la única solución a sus problemas era el suicidio, por glorioso que ellos considerasen que era.

Pero no quería actuar como los antiguos, ejerciendo su voluntad sobre quien pensaba diferente así que se mordió la lengua, aunque no pudo evitar hacerse daño en la mano al cerrarla con gran fuerza.

—Solo diré que me parece un plan arriesgado... ejecutemoslo si os parece mejor, pero mantengamos el otro plan como alternativa sino conseguimos abrirnos paso.

-Claro que si Dzhug! los buenos capitanes deben ser capaces de improvisar en el campo de batalla cuando las cosas no salen bien! y contigo aquí tenemos a uno de los mejores! Dijo entre carcajadas sinceras dando un toque amistoso en el hombro.

-Si no podemos abrirnos paso y los olvidados no llegan a su punto, nos limitaremos a hacer masacre entre los carpinteros que se encuentran en la zona de catapultas, y ninguna de ellas sobrevivirá! Surlchan! que se repartan entre todos los hombres armas incendiarias, incluidos los olvidados, nunca se sabe cuando pueden serles útiles para bloquear momentaneamente el paso a los enemigos, que es lo único que necesitan.

Los cuervos de Rozan fueron enviados hacia Rocadura con el mensaje escrito de puño y letra por el thog de la Sima Forjahachas, pero transcrito por uno de los maestres que les acompañaba. La idea de Dzhug de encriptar el mensaje por si era interceptado fue del agrado de todos. Cualquier maestre de Rocadura podría descifrarlo sin demasiados problemas. Estaban acostumbrados a esas tareas.

Si Brogar decía la verdad y nada indicaba que no fuera así, aquellas pequeñas aves estaban bien adiestradas y nunca dejaban un mensaje por entregar. Avisar a Berbagar de las intenciones del enemigo era una prioridad, como también poner en su conocimiento que debían resistir unas pocas jornadas hasta que el grueso del ejército de Nugo, presentara batalla.

Las tropas enanas se movieron de forma sigilosa aprovechando el aparo de la noche. Los ojos de ambas razas, enanos y trasgos, estaban acostumbrados a ver en la oscuridad, no obstante la vigilancia era menor en aquellas horas que durante las diurnas. Ocultar a una tropa de trescientos enanos con sus respectivas monturas no era algo fácil de hacer, por lo que cualquier ayuda, por pequeña que fuera iba a ser bienvenida.

Con Horlum a la cabeza, los soldados enanos se desplazaron haciendo un rodeo para buscar la ocultación que solo el bosque podía darles. Sabían que debían dar casi por descontado que los trasgos ya sabrían de su presencia en las inmediaciones de su campamento. Que no les hubieran atacado hasta el momento les daba cierta esperanza de que no hubiera sido así, aunque seguía siendo poco probable.

Para cuando los primeros enanos, estando a la cabeza de éstos los tres líderes principales, Horlum, Dzhug y Brogar, alcanzaron el lindero del bosque, pudieron observar con claridad, como ni a esas altas horas de la madrugada, los trasgos descansaban. Los carpinteros seguían con sus tareas de construcción de maquinaria de guerra y sin esforzarse demasiado pudieron contar una treintena de catapultas listas para usar.

Medio centenar de trasgos eran los que trabajaban sin descanso junto a un campamento en el que a ojo de buen cubero, se encontrarían no menos de dos centenares de soldados trasgos. El sonido de picos y palas, no cesaba unos cuantos metros más adelante. Una inmensa carpa ocultaba la actividad que se estaba llevando a cabo bajo la misma, pero a juzgar por las montañas de tierra y roca que decenas de trasgos iban amontonando a los laterales de la carpa, denotaba la naturaleza de lo que estaban llevando a cabo.

A unos tres kilómetros de allí se encontraba el campamento principal rodeando Rocadura, mientras que a mitad de distancia se hallaba la carpa que ocultaba la entrada del supuesto túnel, y el campamento de carpinteros. Decenas de trasgos salían del interior de la carpa cargados con carretillas llenas de tierra y roca, mientras algunos trasgos armados montaban guardia alrededor de la misma.

- Entre carpinteros, soldados en el campamento de los carpinteros, mineros y guardias, no creo que superen los quinientos efectivos. – Dijo finalmente Surlcham. – No obstante, cuando den la voz de alarma, que la darán. Tendremos, si lo creen conveniente, a todo el ejército encima en menos de diez minutos.

A Dzhug le palpitaban los robustos y peludos brazos marcados por mil cicatrices. Pocas veces se había visto en una situación como esa, un plan desesperado aparte de muy arriesgado y con tan pocos efectivos que al fin podía entrar en combate en la primera fila sin tener que ocuparse del mando. Aparte iba a la batalla montado, cosa que no le gustaba demasiado. Su Jabalí, Ormug, era la montura de KiradKagrosh el Cabezon, oficial de caballería que se hallaba herido en retaguardia, era hosco, viejo y enorme, como el mismo, pero eso no le daba mas seguridad. Si algo caracterizaba a enanos y jabalíes viejos es la tremenda cabeza dura, en ambos sentidos. Uno de los motivos que había dado para no liderar el clan, que había sido, a la vista estaba desestimado. Su elucubrador cerebro empezó a divagar sobre la mala opinión que se tenia entre la tropa de los jinetes, aunque rápidamente se centró en lo que estaban haciendo con una dura reprimenda a si mismo.

Las ordenes estaban ya dadas, el jabalí avanzaba entre resoplidos mientras a su alrededor sus camaradas, jinetes avezados y mucho mas experimentados que el, le protegían. Notó la alegría de la batalla en la sangre y se preparó para el primer choque con una desagradable sonrisa torcida bajo el grueso casco rojo.

Ese era el momento que tanto habían planeado, sin duda ese día sería glorioso para todos ellos, morirían como enanos o triunfarían como heroes.

Certeza de muerte, mínima esperanza de éxito. ¿A qué esperamos? Dijo con una cara de ansias a sus compañeros.

Los olvidados se encontraban escondidos y preparados para su dura misión, ellos eran los encargados de la traca final que ralentizaría días a los pieles verdes y necesitaban que el contingente que se encontraba frente al campamento de carpinteros les dieran una distracción, y eso es lo que iban a hacer.

-Aaaadeeeeelaaaaaaaaanteeeeeeee eeeeeenaaaaaanooooooos!!!!! dijo mientras iniciaba la carga por sorpresa contra sus enemigos...