Partida Rol por web

El gigante se había hecho aparecer en la escena. Estaba desnudo de torso y cargando un mandoble doble. Empezó a gritar y se acercó en forma de embestida al grupo para luchar contra ellos.

Llamé a Ruffalo para combatir. Solté una flecha hacia Alfred luego de ver que había matado a Varen, y luego me preparé para el combate. Tal vez los dioses me serán propicios y me concedan la victoria. O tal vez seré juzgado por los cielos en un par de minutos. De cualquier manera, tenía que defenderme.

El caos se empezó a desatar sobre su grupo. Notó que no le sorprendió que Alfred hiciera aquella jugada. "Maldito traidor", pensó para sí. ¿Debía meterse en esta interna a la que él era apenas un extraño? "Ese idiota de Alfred siempre me trato con desprecio". El barullo iba a llevar a una revuelta general, y seguramente todo terminará de mala manera.

"Mis hijos... mi mujer... Quizás nos encontremos en el palacio de los Dioses". 

Oktael se avalanzó sobre Alfred, intentando emboscarlo desde uno de sus flancos. Su lanza de guerra bailaba a su alrededor una danza de guerra primitiva.

Se había desatado un caos en el campo de batalla. Varios guardias salieron de sus tiendas de campaña y soltaron la alarma de lo que estaba ocurriendo alrededor. Pronto se acercaron decenas de hombres para tratar de reducir a los que Alfred llamó traidores.

Varen apenas respiraba, en el suelo malherido. La flecha le había llegado cerca del corazón.

Korthos saco a golpes limpios a Oktael y William. Era una bestia de poder increíble. Sus golpes eran macizos y contundentes. Logró tirarlos al suelo fácilmente usando su mandoble.

Cuando los guardias se acercaron, Alfred mostró a Korthos como un traidor. El gigantesco perro entonces se percató de que Alfred le estaba tendiendo un trampa. No pudo hacer nada cuando todos los demás guardias empezaron a clavarles sus espadas. Korthos mató a muchos, pero terminó cayendo. William y Oktael fueron retenidos por los demás guardias.

¿Que harían Charles y Polux? Lucas había desaparecido y no se lo veía por ningún sitio.

Y de pronto la rabia poseyó todo mi ser, se juntaba con el sentimiento de alegoría digna de una desquicia bélica total. Sonreí febril y desgraciado como la muerte libere a mi temible cimitarra, aquella que sentia la sangre con su metal, la que pedia a gritos que le diera de beber. 

-¡Al fin revelas tu naturaleza, cerdo barbudo! Ahora te brindaré requiem, la paz que merecen los de tu baja calaña. 

Y de pronto me abalanzaba con la gracia de un bailarin hacia el cobarde de Alfred. Su temible behemoth habia caido por superioridad numérica y sus defensas eran un chiste. Atraveze sin importar que, sin importar la cantidad insana de soldados que nos rodeasen, la misión había fracasado y ahora solo quedaba la venganza de mi placer. Sostenía a CortaOlas eufórico y evadiendo cualquier obstaculo con cortes indiscriminados, ahora el unico camino que le quedaba a Alfred era en una tumba. 

Pólux se quedó paralizado cuando vio caer a su amigo, para él, es como si el tiempo se detuviera, por un instante pensó que volvía a quedarse sólo, se vio abrumado y superado por la situación sin la guía de su compañero. Sin embargo, un leve gesto del cuerpo de Varen le alertó que aún podía haber alguna esperanza, pero por desgracia la situación se volvía cada vez peor...

Por un lado se esperaba lo de Alfred, pero lo de sacrificar a Korthus de aquella forma no tenía ningún sentido, era su mejor guardaespaldas, algo allí no encajaba, los guardias lo obedecían ciegamente. Pero tenía que pensar una solución, no era momento de preocuparse por todos los cabos sueltos "¿que haría Varen?" se decía a sí mismo intentando buscar una solución. Su instinto le instaba a cargar al igual que sus compañeros, pero había visto que era inútil, y con la llegada de los guardias la opción era aún peor.

Pero finalmente, una idea cruzó su cabeza, era algo arriesgada, pero estaba seguro de que era lo que haría Varen, por ello fue directo hacia su compañero, lo levantó en brazos con cuidado, y dijo a voz en grito para que los guardias lo oyeran:

-¡Necios! ¡el traidor es él! ¿no veis que es un viejo? ¿qué coño hace en nuestro ejército un viejo? -dijo esperando que los soldados se dieran cuenta de que alguien de tan avanzada edad como Alfred debía ser un alto cargo y es obvio que ninguno de los soldados conocía a un alto cargo con la apariencia de Alfred -nos ha atacado mientras estábamos de guardia, mi compañero se dio cuenta que no era de este grupo y por eso lo liquidó en cuanto lo acusó -dijo dejando patente su versión de los hechos- es más, no veis que ha matado al tipo que lo ha defendido, eso es porque podría delatarle -expuso finalmente dejando claro que alguien que traiciona a un hombre que lo ha defendido es a todas luces un traidor.

Tras ello, gritó de nuevo y profundamente compungido:

-¡Un médico! ¡este buen hombre necesita atención! -dijo dejando patente el sacrificio de su compañero y esperando que eso enardeciera a los guardias para ayudarle.

Así mismo, se dirigió en dirección al castillo, aunque mantienéndose aún en las líneas del ejército sitiador. Lanzó una última mirada a sus compañeros, pidiéndoles que les siguieran el juego e instándole a que le siguieran si querían salir con vida y libres...

Entendí el plan de Pólux a la perfección. Conociéndole, nos sacaría de aquí en cuanto tuviera oportunidad. Decidí ayudarle.

-¡¿Jefe, porqué nos traiciona?!... juro que te cortaré la cabeza, desgraciado gordo bastardo, si yo caigo ¡Caerás conmigo!

Los guardias captaron la lógica de Polux, y sintieron que tenía más sentido que lo postulado por Alfred. Terminaron apresando al viejo tras matar al gigante, interrumpiendo el ataque de Charles, el cual no pudo concretarse. Dejaron en libertad a Oktael y William, mientras atendieron a Varen en una tienda de campaña médica. Aun así, los guardias acompañaron a los muchachos hasta otra tienda más grande. Aparentemente buscarían interrogarlos.

Muchos guardias estaban allí presentes, mientras que Polux, William, Oktael y Charles aguardaban. El silencio era incómodo. No podían parar de sentir que habían sido descubiertos. La gente murmuraba muchas cosas mientras los observaban. Había sido una situación muy extraña realmente. Uno de los guardias se adentró para dar alerta que habían muchos cadáveres que estaban siendo encontrados en distintos sitios.

Todos estaban desarmados, pero liberados de cadenas.

Finalmente, el líder del asalto se reveló en la tienda.

Muy bien... ¿así que son ustedes? Dicen ser guardias de nuestro campamento, pero los miro y francamente no recuerdo ninguno de sus rostros. ¿Alguien va a explicarme qué carajo ha ocurrido aquí? 

Señor, encontramos también a este merodeando por alrededor.

El guardia traía a Ahrem esposado, y lo arrojaba adentro. Ahrem cayó al suelo y observó a Nikomedes por unos instantes desde el piso.

Nikomedes tomó del pecho a Ahrem y lo arrojó en dirección de dónde estaban los demás. Se notaba una expresión de mucha ira y furia en él.

Están haciendo perder mi tiempo. Y tengo asuntos que atender en Illiandor. ¡Así que quiero respuestas de forma inmediata!

Ver como se llevaban a Varen para atenderlo tranquilizó un tanto al veterano mercenario, y cuando vio como los soldados le hacían caso y apresaban a Alfred, esbozó un sonrisa de total satisfacción que sólo percibieron el exlíder de la banda y Pólux "Jódete cabrón, así aprenderás a no subestimarme" pensaba para sí satisfecho con los acontecimientos.

Después de ello, al encontrarse en la tienda y siendo interrogado por aquel líder del ejército, comprendió que no tenía sentido mantener más la tapadera, pues tarde o temprano lo descubrirían. Así que teniendo en cuenta que él era el oficial de mayor rango que quedaba de la compañía en activo, tomó el mando y se dispuso a declarar ante aquel hombre, hablando en un tono sincero y respetuoso, pues presentía que era lo único que podría sacarle con vida de allí, dijo con voz clara:

-Mi señor, mi nombre es Pólux, y seré completamente sincero con vos, somos una compañía de mercenarios, el viejo que habéis apresado es el líder de la misma y con el cual llevamos bastante tiempo intentando deponerlo, pero como habéis comprobado tenía la mayoría de los seguidores con él -dijo refiriéndose a los hombres que estaban en el bando de Alfred- pues no le importaba lo más mínimo nuestras vidas y siempre nos usaba para los peores trabajos mientras él se quedaba con todo el dinero -dijo explicándole la situación, aunque viendo que se iba mucho por las ramas volvió al tema en cuestión- es por ello que hace poco aceptó un contrato con un noble de Lumen, un tal Otto Losodumbru, para que rescatáramos a un noble del castillo que asediáis, la recompensa era cuantiosa, pero la posibilidad de morir muy alta, a nosotros nos pareció un nuevo abuso, pero de poco servía negarse, pues si desobedecíamos sus órdenes probablemente nos ajusticiaría, dado que hace tiempo que sospecha que queremos deponerlo -expuso esperando que aquel hombre lo entendiera- así pues, llegamos hasta aquí y nos dispusimos a infiltrarnos, por ello, siguiendo las órdenes de Alfred, pues ese es el nombre del perro que teníamos como líder, nos vimos obligados a matar a algunos guardias y equiparnos con sus pertrechos -en este momento de la charla tenía que tener cuidado, pues era el tema más delicado, por lo que rápidamente se arrodilló en muestra de respeto y dijo con la cabeza gacha- sé el castigo que nos espera por tales actos mi señor, pero permitidme decir unas últimas palabras, éstos hombres que me siguen son solo meros reclutas, el hombre que habéis llevado para atenderlo y yo somos los segundos al mando después de Alfred, por lo que si debéis acabar con alguien que sea conmigo, si con eso puedo evitar que matéis a los demás, pues sólo obedecían órdenes; además, son hombres que huían de Pulkria y han servido bien como mercenarios, no me cabe ninguna duda de que si los alistáis para suplir el daño que han hecho, lo harán con suma dedicación -dijo esperando que aquello hiciera que aquel líder considerara la posibilidad de no matarlos- yo mismo os serviría gustoso si estimáis que no debo morir -dijo de forma despreocupada, dando a entender que aceptaría cualquier resolución- sólo pido que salvéis a mi compañero herido y no condenéis a estos hombres, mientras tengan comida y sueldo, os obedecerán ciegamente, os lo aseguro, nada puede ser peor que el líder que teníamos antes -expuso con una media sonrisa, pues ni en momentos como aquel el veterano perdía su sentido del humor- estamos dispuestos a compensar con creces el daño que hemos hecho, si su señoría lo estima oportuno... -concluyó dejando en el aire la última decisión a aquel hombre, no estaba en condiciones de exigir mucho en aquel momento, le gustaría mantenerse como mercenario, aunque sea ligado a aquel ejército durante un cierto tiempo, le gustaría pedirle que torturaran a Alfred y lo destriparan vivo; pero todo aquello tendría que esperar, ahora sólo le quedaba encomendarse a algún dios y esperar su final...

Oktael no pudo más que sentir admiración por Polux. Aunque en el fondo estimaba que todo era parte de su papel como nuevo líder para convencer a ese hombre de que eran dignos de confiar. Quizás esa era su última salida.

Tal como lo ameritaba la situación, Oktael mantuvo silencio con la cabeza orgullosamente levantada. De prosperar aquel nuevo plan, estaba seguro que podría recorrer el campamento en busca de esclavos. Si los Dioses lo acompañaban, podría encontrar a sus hijos o su mujer, o en cualquier caso, quizás hasta consiga información sobre sus paraderos.

Nikomedes se cruzó de brazos para oír la explicación de Polux. Al principio pareció molestarse porqué solo creyó que eran excusas, y no tenía tiempo ni ganas de escucharlas. Conforme este se fue explicando, comenzó a sentir admiración por la honradez de este por asumir toda la responsabilidad.

Es admirable... Excepto el hecho de quieran traicionar a uno de los suyos. Si no te conformas con tu líder, te marchas. ¿Querer derrocarlo en su propio grupo? Si yo te diera un lugar junto a los míos, ¿buscarías matarme cuando mi liderazgo no te parezca conveniente?

Estaba hecho un caldero andante borboteando burbujas de rabia sanguinaria, un parón por un par de guardias y el perro maltrecho de Alfred tenía un poco más de tiempo para vivir. ¡Era injusto! Su bigote me pertenecía ahora como premio de guerra, pero ni siquiera me dejaron cortar un poco. Pero ahora nos habían metido en otro lio, uno del que no sería tan fácil salirse, no sin el honrado monologo de Polux. ¿Estaba esperando un perdón? ¡Absurdo! Habíamos masacrado sin piedad a sus guardias y pese a que lo más seguro era que al general no le importase una vida más o una vida menos, estábamos invadiendo territorio. Por más caballerosidad que se tuviera y más sinceridad, la suma de estas no importaba un comino en contra de la tajante verdad de la vida, y esa era que nos decapitarían.

-¡Estas rogando que nos perdonen!-Me preparaba para exclamar la bajeza que me invadía aquella afirmación, pero conforme seguía balbuceando lo mejor sería seguirle el juego e intentar evadir la muerte segura- Gah…¡Hagan lo que su santa voluntad les diga! Alfred era de la peor calaña, un mísero manipulador y era por eso que nos rebelamos en contra del rey cerdo, ¡Un tirano no merece ser alabado! En mis tierras, quien se robaba más de lo que merecía era degollado como un búfalo, pero quien cazaba al mismo búfalo era un héroe, bajo nuestros términos.

Nikomedes observó con cautela a Charles. Una ceja se arqueó para arriba y lo miro con extrañeza.

¿Y de dónde provienes? 

Observe con tajante mirada al general que me dirija la palabra, ¿Les había interrumpido? Una sorpresa, puesto que se le veía muy conmovido por las disculpas de Polux.

-Nací en los bosques de Iokveland, la región de la salvajina. Una tierra donde el más fuerte mandaba con tenacidad, y en esa caso mi buen padre, Dirgesh el conquistador, era el más fuerte. En mi perdido hogar usábamos los huesos de los traidores como mondadientes, y los cazadores que proveían comida eran nuestros líderes.

Pólux se temió por un momento que el impulsivo Charles echara abajo toda aquel interrogatorio, pero al final mantuvo un tanto la compostura y consiguió que aquel líder se interesara por él; no sabía si aquello era bueno, pero al menos no era abiertamente malo. Sin embargo, la pregunta que le había realizado aquel general tenía bastante lógica, pero no por ello era cierta su suposición por lo que rápidamente se dispuso a responder su pregunta:

-Señor, creedme que si hubiese sido posible marcharnos sin más problemas lo habríamos hecho desde el primer momento; pero la vida del mercenario es dura, cuando ingresamos en su unidad desconocíamos el carácter de Alfred, y nos comprometimos a un largo tiempo de servicio a cambio de un puesto respetable en el mismo (como ha sido el caso) pero no por ello eran menores los abusos hacia nosotros; y supongo que sabéis de sobra el destino que les espera a aquellos mercenarios que abandonan la unidad... -expuso aclarando su pasada situación- nosotros mismos nos dedicábamos a capturar desertores y venderlos como prisioneros, por lo que en nuestra unidad, si escapas, lo más probable es que te pillen y te vendan como esclavo, pues la mayoría tiene bastante experiencia en el tema; por lo tanto señor... -dijo haciendo una pausa por si aquel hombre quería dar su nombre al igual que él lo había hecho- creedme, no podíamos huir sin más, es más, sólo nos planteamos deponerle cuando ya no podíamos más, literalmente, estos novatos llevan sólo unos meses con nosotros y ya lo han aborrecido, imaginaos yo, que llevo algunos años ya -expuso dejando claro su compromiso más allá de lo normal, pese a los abusos sufridos- además, en principio sólo queríamos deponerlo, para garantizar que los hombres reciban un trato merecido en adelante, pero ya se sabe que con tipos como ese, no hay negociación posible... -dijo finalmente relatando por completo sus motivaciones pasadas y con total sinceridad- y en respuesta a la pregunta que me hacéis señor, como soldado puedo deciros que no soy de los que huyen, pero pensad que si un líder abusa de sus hombres hasta límites demasiado altos, es cuestión de tiempo que se subleven, y siendóos sincero, ¿quién puede culpar a los soldados? en mi opinión un buen líder, como estoy seguro que sois vos -dijo elogiando a aquel hombre esperando que sirviera para algo- sabe lidiar con dicha situación y evitar que se produzca, de lo contrario, si de verdad quiere ser útil, lo mejor es que deje de serlo... -concluyó finalmente dando su sincera opinión.

Sabía que lo que acababa de decir podría significar su muerte, pero aquel general le había pedido sinceridad y sincero había sido; si había de morir, al menos lo haría con la conciencia tranquila. Así pues, alzó su cabeza desde su pose arrodillada, en gesto de tranquilidad, y aguardó su sentencia.

Nikomedes se sentó en una silla con respaldo que yacía a un lado de la tienda. Escuchó atentamente a Polux mientras se sirvió un vaso con agua.

Los vikingos adoran a dioses que no son muy diferentes a los nuestros - dijo, cuando escuchó a Charles. Pero es necesaria la disciplina, y eso carece en los soldados de las zonas frías.

¿Conocen a Harald ''el sabio''? Era un vikingo de Iokveland... cuando lo traicionó su propia gente, empezó a vivir en Pulkria y luego Illiandor. Poco a poco se ganó el respeto de sus pares, y conforme fueron pasando los reyes en Illiandor, se convirtió en un conde, dueño de muchos terrenos de gran importancia. Es un hombre fuerte, a pesar de su edad. Es fuerte, decisivo, tiene disciplina. 

No creo que nadie en este mundo - tosió para aclarecer su garganta - pueda valer un céntimo de oro sin eso.

Y es por eso, y no por otra cosa, que estamos aquí. Mi nombre es Nikomedes Eudaimon, soy soberano de las tierras de Elisea y Consentia. Son tierras de Illiandor, que el rey Harlock de Illiandor ha entregado a mi padre para evitar un conflicto marcial con este reino. ¿Y por qué estoy aquí? ¿Asediando este castillo? Porqué necesito salvar a un noble que vive allí adentro. Es un amigo mío, su nombre es Parloq Ussanos. Dentro del castillo, los hombres de Otto Losodumbru, aquel que os ha dicho que quiere rescatarlo, lo tiene prisionero. Pero todo es una mentira, él os ha enviado a ustedes con la intención de ver si lo lograban recuperar porqué sabe que es inevitable que nosotros lo rescatemos. Cuando ustedes se lo hubieran entregado, iba a asesinarlo. Si tiene el suficiente coraje, supongo que lo haría él mismo... bah, dudo de eso - comienza a beber algo de agua.

Bueno, tengo una idea final. Tendría que matarlos a todos ustedes por haber asesinado a mis hombres. Pero lo que haré será enviarlos a que rescaten a Parloq de la fortaleza. Evitar que sus captores lo maten, y traermelo. Si lo consiguen, enhorabuena. Se van a poder marchar por dónde vinieron. Y si no lo consiguen, pues lo siento. Como está la cosa ahora, es morir aquí o morir allí. Yo me decantaría por la segunda, ¿no creen?