Partida Rol por web

Tras haberte ido a descansar, las horas fueron transcurriendo poco a poco. Tu cabeza pudo haber estado rondando en los pensamientos de todo lo sucedió allí dentro. 

La muerte de Charles y Lucas, que Oktael hallase a su hijo y lo perdiera casi al instante. El rescate. La traición de Alfred. La paz entre Pulkria y Roland. Una supuesta noticia de guerra civil en el reino de Roland.

Las cosas se habían salido de control en muy poco tiempo, y no entendías ni la mitad de todo lo que pasaba.

Finalmente amaneció. Ahrem y Bertram estaban tomando un poco de agua y comiendo algo de pan, reunidos junto a una fogata. Allí estaba Algedrian, quien hablaba con un hombre que desconoces.

Ah bien, veo que ya se han despertado - mientras bebía un poco, y finalizaba su conversación con el hombre extraño.

Quiero presentarles a Edain. Es un comerciante que se gana la vida vendiendo diferentes objetos en cada ciudad, escapando en lo posible de la guerra.

Este se reía unos instantes, mientras hacia cierta mirada de complicidad con él. Algedrian es la mano derecha del rey Harlock, soberano de Illiandor. En varias ocasiones, Edain y su antiguo jefe, le habían vendido alguna que otra cosa a este.

Casualmente parece que ahora irá para el oeste, quizás cerca de Roland. Pensé que podrían llegar a viajar juntos.

Sí, parece que irá a Roland. O por allí, al menos. Podemos aprovechar para sumar otro integrante a nuestro viaje, que será al menos de varias semanas. Tenemos un largo camino hasta llegar allí.

Ahrem y Bertram son hijos de un importante noble de Roland, Karl Weinmann. En vistas de las nuevas noticias de una supuesta guerra civil en Roland, estos se ven desesperados por regresar a su hogar.

Aunque desconozco que tan hábil sea con la espada... Ya saben, por si hay probemas. Que por alguna razón u otra, parece que nos siguen.

Con una sonrisa de medio lado, miro a los recién despertados mientras mastico y trago un poco de pan meneando el vaso de agua - Como mi buen compañero Algedrian dice, necesito ir rumbo hacia Roland lo más pronto posible pues tengo que atender unos... Negocios importantes.- Señalo mi espada atada a la cintura y se pueden apreciar dos dagas - Me las puedo arreglar solo - Con un cierto tono arrogante - Pero siendo tan lejos mi destino, es mejor contar con unas cuantas espadas.- Finalizo tomando el último trago de agua restante en el vaso.

Bueno eso me tranquiliza bastante - dijo, mientras bostezaba y se agenciaba un vaso de agua.

De resto, podemos enseñarte sin problemas. Aquí mi gran amigo Polux - señalando al fortachon - es un experto en eso. Pero supongo que como trotamundos que eres, ya te has visto en situaciones de supervivencia y tal. Pero bueno, siempre se puede pulir un poquito más el estilo.

Sí, eso es lo que decíamos. Y nos vendrá bien otro acompañante para tan larga empresa.

Cuando finalizó de hablar, hizo un gesto de que se retiraría.

Ahora vuelvo.

Con un tono casi de desaprobación en la cara y unos minutos encerrado en mi propio pensamiento por fin acepto de mala gana - Hmm... Quizá no lo aparente pero tengo uno que otro conocimiento en batallas, por no decir mucho. Pero ya que insisten puedo permitirme aprender algo o ¿quién sabe? Tal vez ustedes terminen siendo los que aprendan algo- Mientras soltaba una carcajada mirando a Algedrian.

Este hizo una risa muy exagerada, pero con cierto nerviosismo en su voz. Tenía miedo de que fuese un comentario que fuera tomado a mal por los mercenarios.

¡Estoy seguro de que se llevarán bien! - dijo, pero no lo creía. Solo lo deseaba.

A Oktael estas mediciones de habilidades lo tenían sin cuidado en ese momento. Nunca podría entender aquella extraña cultura, llena de bárbaros e incivilizados. Constantes guerras por acumular poder, sacrificar cientos de hombres por un capricho... debía rescatar a su familia de aquella barbarie. 

Comenzando su duelo por un día entero, Oktael se mantuvo en silencio e indiferente y buscó algo para desayunar. Al pasar junto a los hermanos Weinmann los saludó con un gesto de cabeza. Al recién llegado y a Algedrian apenas les prestó atención.

Pólux se retiró la noche anterior, un tanto pensativo, pues parecía que la mayoría de su pelotón estaba más entusiasmado con ayudar a aquellos hermanos, que en continuar en la compañía, y eso no le agradaba lo más mínimo...

Así pues, a la mañana siguiente, en cuanto aquel "comerciante" fue presentado, el veterano lo caló en seguida "Un espía..." pensaba para sí, pues es bien sabido, que la forma más común de viajar de éstos es como comerciante, y si decía que sabía blandir un arma, era algo obvio, blanco y en botella... Además, la mismísima mano del Rey de Illiandor lo había recomendado, por lo que hasta un bruto como él sabía que ese tipo sólo iba con ellos para informar a dicho Rey. Así pues, aunque aquello no le gustaba, tampoco le parecía un problema grave, lo que si le inquietaba era el futuro de la compañía, habían luchado toda la vida por conseguir un grupo de mercenarios bien comandados, y ahora que lo tenían, pensaba disolverse como la espuma, por lo que en tono serio, habló diciendo:

-A ver, a ver, que alguien me explique por qué debemos cruzar una zona atestada de salteadores y soldados desertores, para ayudar al maldito reino de Roland; ¿nadie se da cuenta de que ese no es nuestro problema? entiendo que los hermanos estén preocupados, pero si se fueron de allí será por un buen motivo, ¿no? ¿y ahora le preocupa su padre? lo siento, pero no me juego el cuello por algo así, el mismísimo Oktael ha perdido a su hijo, que es mucho más que un padre, y en ningún momento nos ha pedido que hagamos una locura similar -dijo bastante contrariado con que todo el mundo diera por supuesto que irían hacia allí- lo que digo es que ¿qué sacamos nosotros de esto? os recuerdo que somos mercenarios, queráis o no, y aunque Alfred ya no esté, si os vais, éste grupo se disolverá por completo, y no nos quedará más remedio a Varen y a mi, que unirnos a un cabrón incluso peor al que teníamos antes- expuso un tanto más calmado para que los demás entendieran su postura, pues aunque les había cogido cierto cariño, su vida era la de un mercenario, y le gustaba, por lo que no iba a cambiarla así como así- ¿no nos recompensará por casualidad el magnífico Rey de Illiandor por asegurar la estabilidad en el país vecino o por escoltar a este "comerciante? -dijo pronunciando la palabra comerciante con cierto énfasis, y mirando al tal Algedrian, con el cual esperaba obtener un buen contrato para seguir con su oficio.

Bertram observó con mucho desprecio a Polux por sus palabras.

Estaba con mi hermano en el torneo de Banderlei, cuando las cosas se salieron de control con los guardias. Los regentes, la familia De Vincenzo, nos culpó de una muerte que no habiamos hecho. Por eso huimos, usandoles a ustedes para salir de la ciudad.

Y sin embargo, no fue suficiente para escapar de todos los problemas.

Hizo un gesto, como mostrando donde estaban.

Me lamenta que pienses de esa forma Polux, pero no hay problema. Yo iré a salvar a mi padre, Oktael quiere ir a Roland a averiguar algo más sobre el paradero del resto de su familia. Y William quiere ir... - se quedó pensativo - bueno, no se porqué quiere ir, pero en serio lo aprecio.

No les ofrezco nada más que mi gratitud y una bolsa de monedas, que fue el trato original que tuve con ustedes. Nada más.

Si quieren buscarse nuevos hombres y hacer su propia compañia de mercenarios, este es su momento ideal.

Y yo poco tengo que ver - añadió, sintiendose ofendido por los comentarios de Polux sobre él.

Solo encontré a Edain en el camino y nos pusimos a charlar. Como me comentó que ahora se dirige a Roland, pensé que era ideal para tener otro acompañante para tan largo destino.

A Illiandor poco le interesa recompensar a nadie por un viaje. No tenemos ningún asunto qué tratar aquí.

Este negó con la cabeza y se terminó retirando, furioso.

Varen, viendo como las cosas se estan saliendo de control, se acercó a su viejo amigo y lo tomó del brazo. Se acercó al rostro de este, como para hablarle en susurros. Solo alguien con mucha confianza con el gran mercenario, podría realizar algo semejante.

Viejo amigo, ¿me permites unas palabras en privado?

Vaya, hace calor aquí ¿no? - Mirando de pies a cabeza al hombre algo exaltado - Verás en realidad sí soy comerciante ¡de verdad!.. Te recomiendo que escuches las palabras de estos buenos hombres y que más ayuda que una espada más de compañía, porque tengo lo mío ¿sabes?... Mira hombre ya que me estoy sintiendo generoso puedo ofrecerles algo de mi mercancía y calmamos un poco los humos ¿qué dicen? Créanme se sentirán como hermanos... - Decía mientras abría uno de los compartimientos del cinturón, "me guste o no necesito ayuda para llegar hacia Roland y ellos a mí, es una ayuda mutua y no puedo despreciar una oportunidad como esta," pensaba.

Oktael no necesitó decir palabras. Bertram había expresado lo que él sentía. Ser un mercenario no era lo que él quería de su vida, aunque debía coincidir que les había agarrado aprecio. No hizo ningún comentario al respecto, y siguió comiendo su desayuno en silencio, respetando su día de luto.

A los pocos instantes, Ahrem volvió a acercarse al grupo, y se dirigió a Oktael.

No sé que tipo de ritual quizás tengan de la tierra que provienes, pero si deseas, he preparado el rito como para un funeral cristiano para tu hijo. Así le daremos una santa sepultura.

Oktael agradeció en silencio a Ahrem. Con una de sus manos lo agarró suavemente por la muñeca y con un leve asentimiento volvió su mirada hacia el suelo. Ya no había más que hacer, el alma de su hijo vagaba entre los dioses mientras su cuerpo volvía a la tierra de donde provenía. 

Ahrem había comprendido finalmente lo que quiso decirle Oktael. Este ya enterró a su hijo, por lo que simplemente se resignó. Solo acudió nuevamente a donde se hallaba el sacerdote, para hacer el rito. Lo haría así, al menos para él mismo, para estar tranquilo con sus tradiciones.

Pólux sabía que sus palabras iban a crear asperezas, pero tenía que decirlo, pues aunque muchos de ellos pensaran de forma diferente, no quería meterse en otra misión suicida sin un motivo de peso. Ante la promesa de una bolsa de oro, y el regalo del tal Edain, el veterano se quedó un poco más tranquilo, pero no le parecía suficiente; no hacía aquello por dinero, lo hacía para ganarse la vida, para tener algo de lo que vivir cuando se quedara inútil para la batalla, a su edad, tenía que ir pensando ya en que haría a su vejez, y un trabajo tan itinerante como el de un simple soldado no era la solución...

Así pues, quedándose un poco extrañado por la respuesta del comerciante y de Algedrian, que parecían demasiado a la defensiva para su simple propuesta; se giró hacia Varen y le dijo:

-Sí, por supuesto, vamos... -dijo bastante intrigado, pues, la opinión de Varen era lo que más le importaba en este momento, seguro que tenía algún buen plan que él no había sabido ver...