Partida Rol por web

Ciertamente no era muy diestro trepando, había tenido un golpe de suerte cruzando la cuerda, pero la expectativa de colarse en aquél gran castillo y la curiosidad de qué secretos escondería había prendido la mecha de la curiosidad de Kon, y esta era muy muy corta, así que se apresuró a seguir a Dastan en su escalada.

Sin embargo pronto acusó el exceso de fuerza que había empleado en cruzar rápidamente aquella cuerda, las fuerzas le flaqueaban y apenas había empezado a trepar... ¿habría subido mucho ya? 

El desorden de la casa de la bruja me distrae y el olor interesante también. Porque puedo oler muy bien la tarta que tiene dentro de casa, recién horneada. Me dan ganas de jugar con algunos de los chismes que tiene por ahi, pero me contengo. Porque eran sus cosas y no quería hacerle enfadar, no quería quedarme sin mi pedazo de tarta. 

- Chocolate  - le digo de inmediato a su primera pregunta. Y luego me paso a sentirme tan identificada... Yo también olvidaba a veces mi nombre, especialmente tras una larga siesta.

Como la tarta casi con voracidad, mientras la mujer nos cuenta sobre lo que está pasando. La miro entrecerrando los ojos, con la boca toda manchada de pastel y me relamo.

- ¿Si no están dormidos entonces que les pasa?

Lo que contaba la bruja Bruja era muy curioso. Kivo no sabía nada de eso de los tales Morfeo y Chronos y masticaba tarta prestando mucha atención.

– ¿Qué? Yo estoy despierto, ¿no? –preguntó, rascándose la cabeza. Le costaba entender el tema, y además Hamo había complicado todavía más todo–. Y nuestros amigos... ¿entonces están en otro sitio? ¿Y la gente del otro reino está viniendo al nuestro?

Era todo muy raro.

La bruja se puso de inmediato a servir bebidas calientes, las cuales no solo olían y sabían bien, sino que calentaban su cuerpo y alegraban su alma. No había nada mejor que una buena bebida o comida a veces para sentirse bien. Rizzo se encargó de echar una mano, sacando azúcar y miel para aderezar las bebidas al gusto. Luego se sentó con sus manos alrededor de una taza humeante de té, sonriendo.

-Hace cuánto tiempo… Pues no mucho, quizás desde que el príncipe no volvió a despertar. De eso hace casi una semana ya- se frotó su barbilla con aire pensativo también, la cual era complicada de distinguir con todos los pliegues que conformaban su cuello. –Pero claro, eso está pasando aquí. Quizás en otros sitios pasen otras cosas.

La bruja escuchó la siguiente pregunta que hizo que sonriera. –No, querido, ellos están en el reino de Morfeo, el de Chronos es el nuestro. Allí el tiempo no es tiempo, allí el mundo es de otra forma y es fácil saber que estás en él. Todo el que entra es consciente que antes se fue a dormir. La diferencia, quizás, es que allí no puedes dormir y tampoco puedes sufrir daño… No creo que nosotros estemos dormidos- y para probar sus palabras dio un pequeño pellizco a Hamo y se rio divertida.

-No están dormidos, pero tampoco pueden despertar. No sé por qué Morfeo está reteniéndolos allí. Lo normal es que deje que vaguemos libres de un mundo a otro, durmiendo y despertando a placer… En el mundo de Morfeo hace tiempo que no vive nadie- explicó y se metió un trocito de tarta en la boca. –Deberíais probarla, está rica… Está recién hecha.

Tenji asintió a Dastan, parecía emocionado por subir y él no iba a quitarle esa emoción. Él estaba acostumbrado a todas aquellas cosas, porque había nacido para ello y había sido entrenado por el mejor cazador del Reino del Peligro: el rey. Su padre.

-Subid entonces- animó a los viajeros. Pero mientras que Dastan subió casi a trompicones de la emoción, Kon no llegaba del todo a tomarle el truco a aquello. El príncipe se rio de buen humor viendo que, por mucho que lo intentara, no conseguía subir más de medio metro.

Se acercó, se puso detrás de él y le empujó para arriba. Así, poco a poco, fue escalando detrás de Kon y dándole un empujón cada vez que podía. Consiguieron subir los tres a la muralla, encontrándose en la ronda de la misma. Del otro lado había unas escaleras que bajaban al patio del castillo y ahí estaban los diferentes edificios que componían la construcción: el castillo en sí y los torreones, además de lo que parecía unas caballerizas. Los muros eran enormes, al igual que las puertas. –Vamos al castillo- señaló el príncipe la puerta en cuestión.

Deglutió y ofreció su plato vacío.

– Muy rica. ¿Puedo comer más, por favor? Y, entonces, ¿cómo podemos traerlos de vuelta? Hay que despertarlos de alguna manera, ¿no?

Con un educado gesto, Hamo rechazó tomar tarta, aunque tuvo que reconocer que olía de maravilla. La historia sobre Chronos y Morfeo le fascinaba, y se preguntó cómo quedaría plasmada en una talla de madera. ¿Quizás representaría a uno en relieve y otro en negativo? Sería una forma muy sencilla de que el gran público lo entendiera, y además...

- ¡Ouch! - exclamó, sorprendido por el pellizco de la anciana. Se acarició el muslo, que si bien no dolía mucho, había sido suficientemente esclarecedor - Co-comprendo. Y... bueno, ¿hay algún modo de hablar con Morfeo? He leído que... hay Oráculos, gente que entra en contacto con los dioses. Imagino que no será tan fácil como enviar una paloma mensajera pero... se me acaban las ideas.

Bebió otro sorbo de té, dejando que el calor llenara su interior y le reconfortara.

Tengo que poner cara de pasmo, claro que si. Hamo no quería tarta, con lo rica que estaba. Era un chico raro, todo el rato pensando en sus cachivaches de madera. Si eso no servía para nada... Así que tengo que mirarle raro, como cuando despertó al golem del bosque. Desde luego, este compañero de viaje pisotea todos mis principios: nunca rechaces una comida deliciosa (ninguna comida en general) y respeta la siesta ajena. Mal, mal... 

Para cuando al bruja insta a comer, yo ya acabé el trozo y tengo todas la comisura de los labios manchada de tarta. 

- Yo también quiero un poco más - extiendo mi brazo con mi plato para que me sirva ,mirando expectante a que la pregunta de Kivo sera contestada. ¿Cómo podíamos sacar de ahí a nuestros amigos?

Me gustaría jugar con la papada de la bruja.... cuan tentadora. Pero no, no de momento...

Tenji ayudó a Kon a subir, que por una razón u otra no lo conseguía. Desde arriba no se veía un alma pero sí el exterior. El foso, las tierras que había alrededor del castillo y del muro. ¡El mundo de los sueños!

—La bajada es mucho más fácil que la subida —señaló las escaleras— ¡Al castillo, sí! —se dirigían al interior. Dastan aprestó su arma, algo temeroso, pero no parecía haber nadie.

—¿Quién crees que vivirá aquí? —se preguntó. 

Detlef se rasca el cogote, pensativo, mientras asimila lo que la bruja les va contando. Aún absorto como está, no se le escapan los detalles de la tarta. Su abuela hacía una muy parecida, estaba igual de esponjosa... esponjosa algo seca. A la mayoría de gente le gustaba cuando estaba muy húmeda, pero a el siempre le había gustado que quedase con un puntito más seco, justo como esta... tiene que contenerse para no tragar a dos carrillos. El sabor también era algo distinto, era más terroso y penentrante. ¿Quizás eran las propias zanahorias?

Elucubrando acerca de la tarta, apenas había captado retazos de la explicación, aunque conocía la teoría general, las teorías acerca de la transformación del pensamiento en energía y el viaje entre dimensiones usando esa energía. Siempre había pensado que era una cosa teórica, pero el ver ahora de primera mano los efectos de un viaje astral prolongado... era algo turbador, aunque ciertamente interesante desde un punto de vista académico.

Lo que me pregunto...- empezó, hablando más para dar voz a sus elucubraciones más que buscando respuestas. Era un hábito de sus días solitarios en la biblioteca, donde no había realmente nadie que escuchase y no había por qué retener tus pensamientos. Es por qué haría Morfeo algo así, y por qué Cronos no... bueno, no ha manifestado algo. Es decir, este estado de cosas es malo para ambos... sin una energía mental que anime los cuerpos físicos, estos quedan inermes y se despuebla el mundo de Cronos... pero eso tampoco beneficia a Morfeo, porque una vez se extingue el soporte físico de la energía, deja de tener anclaje y se dispersa, con lo que al final tampoco le aprovecha nada... me pregunto que tiene Morfeo que ganar reteniendo gente en su reino, o si lo hace por ganar algo o por otro motivo...

Cuando pasea su vista por las miradas de los demás, se pone colorado y se mete un buen sorbo de té para disimular un poco. Eh... lo siento, estaba pensando para mí... es que como yo, eh... bueno, lo hago muchas veces para memorizar y, bueno, eh... perdón. 

Dastan decía cosas muy raras que a Kivo le parecían trabalenguas.

– A lo mejor no tiene nada que ganar y Morfeo solo se ha equivocado. Podríamos preguntarle, como dice Hamo. ¿Podríamos preguntarle? O... no sé, quizá haya que ir a buscar a nuestros amigos. ¿Se puede ir sin dormir?

-Claro que hay una forma de hablar con él y quizás podamos hacer algo- asintió la bruja, sirviendo más trozos de tarta a todo el que quisiera. Así es como de la tarta no quedó nada, porque Rizzo repitió. El cazador no paraba de alabar la tarta de la bruja, diciendo que era la mejor tarta de zanahoria de los Trece Reinos.

Miró a los presentes y sacó un libro polvoriento de un cajón. –Podemos crear un espejo onírico hacia el mundo de los sueños. Sería como una especie de poción en mi marmita, que nos permitiría echar un ojo en el mundo de Morfeo. Mirando dentro de la marmita sería como ver al otro lado- señaló su marmita negra, típica de bruja. Solo faltaba un gato negro, porque la escoba estaba en un rincón aunque llena de telarañas. –Pero para hacer esa poción necesitamos una flor especial. Necesitamos una Gloria Coronada de la Mañana.

Así Kon, Dastan y Tenji subieron la muralla y la bajaron por una de las escaleras al otro lado. Aquello fue mucho más fácil. Quizás luego, si querían salir, podrían buscar el mecanismo que abría la puerta. Sería más simple que descender aquel enorme muro de piedra del otro lado, porque no era lo mismo subir que bajar. A no ser que te dejaras caer, pero ahí la gravedad era amiga de facilitar las cosas.

-No sé quién vivirá aquí, pero debe ser importante- dijo el príncipe boquiabierto y caminando hacia la puerta del castillo.

Tenji empujó y empujó y la puerta no se movía. Miro a Kon y Dastan. –Es muy muy pesada, quizás entre los tres podamos moverla, ¿me ayudáis?

Kivo levantó el dedo como si fuera a decir algo. Las flores y las plantas eran lo suyo y antes de acabar de hablar la bruja ya creía saber la respuesta. Pero de pronto se quedó a medias, pensativo, y aprovechó el dedo levantado para rascarse la cabeza. Puso morritos de concentración.

– Pues... creo que no caigo –comentó. Seguramente esa flor se conocía con otro nombre entre su gente, y por eso no sabía identificarla.

Detlef cada vez estaba más intrigado. Lo que la bruja proponía no era moco de pavo. Lo hacía sonar sencillo, con la confianza con la que hablaba, pero al menos por lo que él sabía, uno no podía asomarse a otro mundo así como así, ni siquiera con hechizos. Debía de ser un rito muy singular. O eso o la mujer era muy poderosa, o ambos.

Cuando mencionó el nombre de la flor, Detlef empezó a tocarse la sien, pensativo. Gloria coronada... gloria coronada... hmmm. ¿Dónde he leído yo eso?- dijo, metiendo mano al bolso y cacharreando entre los papeles, pasándolos y mirándolos. Era... hmmmmm. Mi madre me enseñó eso... había una rima para acordarse de las plantas reales, ¿como era...?. Cardo de María, respira noche y día... cardo... carqueja y cedrón,mal hígado y buen amor...- sin advertirlo, Detlef levantó el dedo y empezó a marcar, ausente, el ritmo de la rima con el, como si recitara.  Toronjil morado, vítreo calmado... ruda y saponaria, de sangre contraria... ala de hada, gloria coronada... de la mañana... ala de... ¡eh, sí, aquí está!. Eosydas basileidai. De la familia myosotidae... climas moderados, sombra... crece cerca de nexos dragón... ¿es esta la que necesita?- dijo, sacando al final una hoja con algunos dibujos copiados un poco de cualquier forma de varias plantas, y apuntando a una en concreto en un márgen.

Hamo estaba intranquilo porque su sugerencia hubiera sido una estupidez. Él provenía de un mundo donde la magia y lo místico eran poco más que leyendas, donde lo tangible, era lo importante, y los cuentos eran sólo eso, formas de evadirse de la realidad. Por eso cuando habló de intentar contactar con Morfeo, inmediatamente se arrepintió, y esperó con los puños apretados a que la bruja del bosque le llamara la atención.

¡Pero no sólo eso le dijo que se podía, sino que podía hacerlo ella misma!

El joven artesano se revolvió, contento, en su asiento, y le chispearon los ojos. Empezaba a sentirse útil, borrando levemente la sensación de desasosiego que le embargaba desde su torpeza en el bosque.

- ¡Yo también conozco esa flor! – dijo, sorprendido, al ver el dibujo de Detlef – Es un motivo que se utiliza en las tallas de los capeleros… ya sabéis, los arcos ornamentados y decorados con flores que se usan para las bodas. ¿No los usáis por aquí? Oh… es un gran honor ser elegido para fabricar el capelero de un futuro matrimonio. Todo el mundo ve cómo una nueva pareja se une bajo tu obra… todas las miradas fijas en él… ¡y en los novios, claro, claro!

Hamo carraspeó, incómodo. Las orejas se enrojecieron y agachó levemente la cabeza.

—Si, yo también me preguntó quién vivirá. Pero si esto es un sueño, quizás sea simplemente una ilusión o... no se.

Después de bajar, trató de empujar las puertas con Kon y con Tenji, pero las malditas no se movían. Por más fuerza que hacía. 

—Vaya... ¿Probamos a llamar?

Y volvió otra vez a intentar la forma educada. No había funcionado con las puertas de la muralla, pero quizá sí las del castillo. 

Tanto a Detlef como a Hamo y Sasha aquella flor les sonaba, era bien conocida en leyendas y también difícil de encontrar. Era una flor que bien podía variar sus colores entre blanco, violeta, carmesí o índigo, dependiendo del clima en el que se encontrara. Florecía anualmente y su flor era ciertamente hermosa, aunque rara de ver en cualquier lado. La Gloria Coronada de la Mañana solo crecía en yermos y se usaba para facilitar el sueño.

-Va a ser difícil dar con esta flor, porque crece en yermos. La única forma que hay de encontrarla en el Reino del Peligro, es adentrarse en el gran cementerio de monstruos que se encuentra al norte del bosque- dijo la bruja, con un aura de misterio. –Es un sitio peligroso, viajeros. Debéis estar muy seguros que queréis pisa aquel lugar y ser fuertes de corazón y espíritu. Debéis saber que es por esa zona que se rumorea que habita Vladimir el matadragones.

-Uhhhh… Vladimir el matadragones- Rizzo pegó un brinco en su taburete, que incluso algunas gotas de té cayeron sobre su ropa. –¡Es el príncipe de los príncipes de los monstruos!