Partida Rol por web

Aleixo corre presto por su vida más a pesar de su esfuerzo, sus pobres pies no avanzan lo suficientemente rápido. No es un joven y teme por su vida. Cae al suelo pues la viga lo atrapa, siente una presión en el pecho y apenas puede respirar. Trata de levantar la viga pues el fuego amenaza.  Trata de levantar la viga pero es muy pesada. Traga saliva y trata de respirar hondo para tomar aire en sus doloridos pulmones.

- ¡Socorro! - tragó de gritar pero temía por su vida -  ¡Qué alguien me ayude!

Los gritos de Aleixo, a la vuelta de la esquina (donde lo dejaste), parecen llegar a tus oídos. Pide auxilio desesperadamente...

Iniciativas (ahí van las declaraciones):

Martí: 19
Aldeano1: Ataca y Esquiva
Aldeano2: Ataca y Ataca

Declara dos acciones y eres el primero en actuar.

Martí lucha con llevado por la frenesí del combate mismo, y como tantas otras veces deja de pensar racionalmente. Empuña su hacha una vez más y desde la altura la descarga haciendo un arco en el aire y hendiendo el hierro en el brazo derecho del campesino y sin pausa ni retroceso la libera de las carnes de su agresor para volver a hincarle el hacha en la pierna izquierda.

Apoyado contra la pared, oyendo los alaridos del viejo, el goliardo alzó la vista y susurró para sí: - ¡Oh, deus! - Lo cierto es que la muerte del viejo no le resultaba del todo inoportuna pero una cosa era largarse con su mula y aquello, otra muy distinta. Además recordaba que el viejo, con todo lo avaro que era, debía de guardar en su bolsa Dios sabe cuántas monedas que sería una lástima desaprovechar, o puede que las muchas alabanzas que en su vida hubo cantado a la gloria señor, aunque siempre fueran acompañadas de una mano pedigüeña, habíanle hecho mella en todo lo canalla de su corazón, o simplemente que los efluvios del alcohol no le dejaran discernir el riesgo de la empresa; seguramente que fuera una mezcla de las tres cosas, pero lo cierto es que Calisto, guardó la botella de aguardiente envenenado en el morral, abrió la navaja de barbero que "le regalara" su pare, y con ella oculta en la manga dobló nuevamente la esquina en busca del viejo. 

Dejando atrás el callejón, rápidamente el goliardo de Samos dobló la esquina y se espetó en la misma puerta de la posada donde habíanse de quedar esa noche (si es que no caíase antes fruto de los infaustos ardides que el demonio había esparcido en Monegros, pues todos peleaban a la diestra y siniestra, et había fuegos por allí e violaciones por acá, entre otras muchas fatalidades y pecados). Y en viendo entonces Calisto pedir ayuda a Aleixo (que andaba atrapado bajo una viga que ardía en un extremo y habíasele caído encima) entre los dos empujaron hacia arriba, y ahora no hizo falta trabajar mucho el músculo para alzarla, pues de la propia quema un gran trozo ya candente habíase desprendido y ahoroa pesaba menos...

Calisto ayudó a levantarse a Aleixo, y salieron fuera de la posada, que pareciera que en breves se caería arruinada o quemada, cualquier sabe...

Resumen turno1:

Lanzaste un tremendo hachazo que hizo tambalear y gritar a tu adversario, aquel ahora desgraciado aldeano2.

Daño1: 7 (/2 por brazo) (-1 por Ropa gruesa): 2 puntos de daño.

Daño2: 6 (/2 por pierna) (-1 por Ropa gruesa): 2 puntos de daño.

Acto seguido, el primer aldeano se lanzó contra tí, y pareció acertarte de pleno en el pecho:

Daño1: 6 (Crítico) (-1 por Pelliza de Piel): 5 puntos de daño.

Tras ello, el segundo en cuestión, que bien que pretendía hacer arder al Xurxo, agarró tambien su cuchillo y se lanzó por tí agravante anterior, aún con sus heridas, dándote un par de "cosidas" en el pecho, con tremenda potencia:

Daño1: 4 (-1 por Pelliza de Piel): 3 puntos de daño

Daño2: 5 (-1 por Pelliza de Piel): 4 puntos de daño *

Los dos aldeanos, a pesar de sus heridas tomaron a Xurxo de nuevo, mientras el cuerpo de Martí yacía ya junto a la hoguera; una víctima más de la locura en Monegros de Urbio fruto de aquella pelea y contienda colectiva.

- Agradecido quedo con vos, joven- agradeció una vez en pie con achaques y heridas leves - busquemos una salida y huyamos de este infierno, que por seguro que el techo en cualquier momento caerá.

- Busquemos una forma de salir que achicharrado no pretendo estar que perder la vida por nada tontería es - agarrando el brazo del goliardo lo apremia - ayuda a este pobre viejo que respirar aire puro necesita igual que vos.

- Apresurad, joven vos no quisiésedes perecer bajo este infierno-
Aleixo tira de la manga de su compañero y trata de salir por retrocediendo y alejándose de la puerta de entrada. Debe de haber una puerta cerca o una salida trasera.

Pero, pero... - La vitalidad del anciano, aún después del pesado accidente, pilló totalmente de sorpresa a Calisto, quien se dejó arrastrar por el alquimista dónde fuera que este le estuviera llevando. -

La batalla y pelea formada en la plaza, de grandes dimensiones, tomaba tintes cada vez peores: quemados en la hoguera yo no se distinguían, sino que eran prácticamente restos carbonizados, mientras algunos apresaban a otros (vecinos de un bando y otro) y los querían prender de la misma forma; otros apaleaban a sus congéneres hasta partirles las mandíbulas; y las cuchilladas de los filos que cortaban habitualmente cuerdas, prendas o alimentos, se hundían en las carnes de las gentes, atravesando sus órganos internos y llegando a derramar hasta sus humores. La turba era enorme y Martí seguía allí dentro (o al menos la última vez que lo vísteis).

En tanto que Aleixo tiraba de Calisto de las ropas, corrieron instintivamente por entre las callejuelas de Monegros de Urbión, buscando algún sitio para esconderse o un refugio donde aguantar "la marea". En plena carrera, incluso os tuvísteis que guarecer tras un carro lleno de paja, puesto que varios tipos, en la oscuridad de la callejuela, perseguían a otro, dispuesto a colgarlo o algo peor. Tras pasar corriendo sin que os vieran, avanzásteis un poco "a la aventura", y casualmente, llegásteis a una casa bastante corriente, muy cerca de la iglesia del pueblo.

En la puerta parecía haber bochorno (mucho trasiego veíais a través de la ventana y gente esperando en su entrada), y entonces uno de los apostados en dicha puerta exterior os vió.

¡Eh!, ¿¿qué hacéis ahi?? -dijo un tipo al ver a dos hombres como escondiéndose y huyendo de algo-, ¡Venid desgracia...! ¿¡Eh!? -el tipo, que era uno de los mercenarios de Sao, de los que vigilaban en la puerta y habían echado a correr a las callejas al principio se paró en seco, delante de vosotros y casi despuntando sus armas-. ¡Ah!, sois vosotros... ¿Sao os contrató también, verdad? Está en las últimas: arriba se encuentra en su habitación -todo esto se hablaba delante de la casa, en la calle-. Le han metido dos puñadas que... -y se quedó pensando-, no sé si saldrá de ésta... Nostros, al menos -se refería a los otros hombres como él, el resto de mercenarios-, hemos venido para protegerle hasta sus últimas, pues queremos el buen pago que nos dijo...

Aleixo se temía lo peor. Ay Virgen Santísima, mas mis viejos pies no están para dar carrera y evitar la hoguera o.... El alquimista parpadea perplejo. Las circunstancias habían dado un giro. Ya sea por un milagro o por pura suerte aquel mercenario los reconoció.
- ¡ay joven! - responde con voz de pesar forzado - ¡Temía no volver a ver al Monseñor!
Sus pobladas cejas se enarcan.
- Pues no demoremos y veamos a este malherido que igual pueda yo bien de ayudar a este hombre piadoso, que muerte quieran dar.