Partida Rol por web

Pueblo de locos!Piensa para sí Martí. No sabe muy bien que demonios esta pasando en la plaza, pero sabe muy bien que es lo que han visto sus ojos en ese oscuro callejón.
Entre cuchilladas y agarrones el bandido se mete de lleno en la pelea para intentar agarrar a uno de los mercenarios de Sao y llevárselo consigo fuera de la plaza. Si es necesario le hincara el cuchillo que guarda en los riñones para que vea que no anda con chiquilladas.

- Madre de Dios Virgen santísima - contempla Aleixo espantado por tanto "jorgorio" y "sangría".

En un acto reflejo Aleixo se persigna más por costumbre que por devoción o fe. Espantado quiere escapar de tanto ajetreo y movimiento. Corre lo más rápido que le permite sus cansadas piernas y trata de refugiarse en el portal de la posada. Todo esto es demasiado para un viejo cansado y dolorido. Piensa apurando el paso, lo último que necesita es que con malas artes se escape una cuchillada que, aunque años les sobra, prisa por pagar sus deudas no tiene.

-¡Dios mío que lugar de locos!.

¡Caaarallo! - El goliardo actúa cómo es lógico cuando uno se ve en medio de tan desquiciados sucesos: poniendo los piés en polvorosa. Aprovecha que ve al viejo alquimista correr hacia la posada, para seguirle por detrás, cubriendo la retaguardia, pero cuando están alcanzando el portal de la posada, al darse la vuelta para ver si alguien más les seguía, reconoce entre la multitud al bandido haciendo Dios sabe qué. - Viejo, haga el favor y esperen por nos aquí, que eu voy a tentar argumentar con Martí para marcharnos de aquí juntos ya mismo! - Dicho lo cual, se puso la capucha, se sacó de la manga un cuchillo largo, y se alejó de nuevo.

Martí, como si fuera alguno de los naturales de Monegros de Urbión, esos habitantes que henchidos de vino y pan, música y jolgorio, habíanse metido para colmo en una tremenda reyerta, me internó en la amalgama de puños, patadas, lanzamientos y cuchilladas. Sin duda que parecía un ferviente afiliado a la pena del campesino Ticio (por lo de su hijo), como por la paranoia (o no) del cura Sao, ambos cuáles ya escoltaban los de un "bando" u otro. Incluso el pequeño Xuxo, ese mudo que al parecer hablaba ahora como por milagro, seguía apilado cual madero junto a lumbre, esperando su turno mientras unos pretendían ya prenderle y otros salvarle (y el muchacho, para lo mudo que había sido, gritaba como un jabalí en celo). Y tal osadía que Calisto y Aleixo, antes de escapar a un refugio provisional (muy cerca de la taberna, mas aún en la plaza), vieron, oteando al bandido en medio de la tropelía.

Aleixo vio cómo el goliardo contaba de buena cordura, et pensó que había que huiro. El Despreciado vio cómo Calisto giraba la esquina, ¿Huía quizá? En medio estaba la turba enfurecida... ¡qué situación!

Nada más girar la esquina de la posada, fuiste derecho a las cuadras. Quizá la mula era el único medio rápido y fiable para escapar. Claro que, justo cuando andabas por allí, víste a un grupo de tres tipos, junto a la entrada de la cuadra, reteniendo a una mujer, una campesina de aspecto muy joven, con las enaguas bien levantadas, mientras que dos la sujetaban y el tercero parecía estar violándola. El griterío se confundía y casi parecía desapercibido con el vociferio de la plaza del pueblo. Habían aprovechado el desconcierto para hacer de las suyas. Los tipos, ciertamente, tenían un aspecto horrible (desarrapados, maleantes y similar).

Cuando Calisto desapareció sin saber tu muy bién a donde iba, unos tipos entraban en la taberna corriendo, como refugiándose (igual que tu), de unas piedras lanzadas. Mientras corrían en el interior, y al incorporarte tu, chocaron irremediablemente contigo, ¡¡PAAAFFF!! Un golpe de hombros que te hizo caer al suelo ipso facto. Claro que, eso no fue lo peor, pues que con gritos de auxilio y rabia de fondo miraste asombrado y temoroso la entrada de la posada, justo en el techo encima del dintel, pues su tejado ardía y se extendía rápido por sus vigas (que eran de madera en parte y bien recuertas de paja), y tu te encontrabas aún recostado justo debajo... ¡¡Una viga comenzó a desprenderse echando chispas sobre sí!! ¡¡LA VIGA PARECÍA CAÉRSETE ENCIMA!!

- ¡Ay Dios Mío que mi vida doy por perdida! - exclama Aleixo.

El pobre viejo apresura el paso y corre buscando una segunda salida pues la entrada principal en llamas está. Por su propio vida corrió el pobre el alquimista. NO correría el riesgo y corrió en sentido contrario, alguna otra salida habría. Y dispuesto a encontrar su pobre mula como objetivo secundario. Su mente no ve más allá, avanza tan rápido como sus pies le permite.

- ¿Por qué demonios vine a parar este lugar infernal? 

Aquello era un lío tremendo. No sólo veías la pelea central en la que estabas inmiscuido, sino que en las proximidades de la plaza veías fuegos quemando tejados de casas, vigas cayéndose, hombres corriendo tras otros y jóvenes y niños gritando... Aquello era una vergüenza. Claro que tu estabas a lo que estabas, y era acuchillar a los "perros" de Sao, aún teniendo preparada en la mano, sentíste una cuchillada cerca de tu oreja (de alguien en la pelea que azotaba a diestro y siniestro); acto seguido, recibiste un puñetazo cerca de los riñones; finalmente (y por si fuera poco) un tipejo te azotó con una jarra de vino que ya estaba rota (seguramente ya la había golpeado contra a alguien), estampándola en pleno abdomen tuyo, y proferiste un enorme grito de dolor.

Daño1 (cuchillo): 1 (x2 en cabeza) (sin protección): 2 puntos de daño.
Daño2 (Pelea): 1 punto de daño (-1 por Pelliza de Piel): sin daño.
Daño3 (Jarra): 4 puntos de daño (-1 por Pelliza de Piel): 3 puntos de daño.

Uno de los tipos que arrastraba al maltrecho Sao, que iba como moribundo y ya de poco se enteraba, vió que querías acuchillarle, y se puso en guardia. También tenía un bonito cuchillo que no dudó en sacar.

Iniciativas:

Martí: 16
Mercenario: 14

Declaramos en órden inverso:
Mercenario Defiende y Ataca con cuchillo

Martí saca su hacha escondida entre los pliegues de su capa e intenta desarmarle.

El de Samos aprovechó algún sucio rincón oscuro para esconderse y permaneció allí unos segundos, atento a cualquiera que le pudiera estar siguiendo. Especialmente no estaba seguro de que el viejo alquimista hubiera tragado el anzuelo, pues si algo había demostrado, es que no sólo era tan amante de lo gratuito como él mismo, sino que también era igual de desconfiado. En esto también esperaba que los asaltantes no tardaran ya mucho tiempo más en "acabar" con lo suyo, aunque tampoco se hizo demasiadas esperanzas con esto. Aunque... quizás pudiera acelerar él las cosas, aunque el riesgo que aquello implicaba era grande... el goliardo confiaba en su habilidad para salirse con la suya llegado el caso. Sacó de su morral un azumbre de aguardiente y, antes de estropearlo vaciando en él las dos onzas de adormidera que guardaba, le dio un largo trago de despedida.

Pese a que sacaste tu hacha e intentaste arrebatarle el cuchillo a aquel tipo, nada pudiste hacer, pues los empujones de uno y otro lado hacían que te desestabilizases. Sin embargo, el tipo bien que te clavó el cuchillo en el brazo derecho:

Daño: 3 (/2 por brazo) (-1 por pelliza de Piel): sin daño.

Aunque más bien te rasgó la vestidura, que ningún daño te hizo.

Acto seguido, el tipo se escabulló entre la gente y fue de nuevo a socorrer a Sao y a transportarlo, con los otros, y en breve instante desaparecieron por las callejuelas de Monegros de Urbión. Tu, por contra, aún te encontrabas en la marisma de gente, pelea y demás fatalidades. Xurxo gritaba (y cualquiera diría que era mudo...) ya que sus pelillos y comenzaban a oler a chamuscado...
 

Un gran estruendo sacudió un lateral de la plaza: una casa, que tenía el tejado en llamas (fíjense la maldad de aquella gente), se había caído parcialmente, y una viga de madera en llamas por un extremo habíase caído justo encima de un tipo, aunque no veías quien era. En realidad no era una casa, era la propia taberna, y el tipo estaba atrapado contra el suelo...

La viga cayó directamente sobre ti, y te aplastó el pecho, con lo que no podías moverte. En uno de los extremos ardía, aunque aún el fuego no llegaba a tocarte, sin embargo el dolor fue importante:

Daño: 1 punto de daño.

La gente corría a tu alrededor (lo veías desde el suelo), entrando y saliendo de la taberna (e incluso alguno te saltaba)... Era una situación realmente desesperada para tí.

Fuera como fuera, no veías a nadie acercarte (aunque no sabías si era por el rápido efecto del aguardiente o porque no había nadie). El caso es que cuando uno "terminó", comenzó a dar paso al otro... Parecía que iba a tardar la cosa. El caso es que, justo cuando estabas esperando en el pequeño hueco oscuro entre dos casas, el techo de la taberna comenzó a arder*, y debido al fuego una viga de madera hizo un tremendo estruendo, cayéndose hacia abajo (el fuego había hecho cede la estructura. Sin duda, si alguien había debajo, lo habría cogido de nuevo... ¿no sería mejor ponerse a pensar a quién dejaste cuando vinieste a por la burra? Sea como fuere, los tres maleantes giraron alertados su cabezas, y pese a que no te vieros, se asustaron sobremanera por el estruendo. A los pocos segundos, continuaron con la faena...

Joder, joder...- habla para si el bandido. Duda entre seguir al maldito rufián o salvar al chico. Dejándose llevar por un impulso, intenta alcanzar al pobre Xuxo y rescatarle de las llamas que para entonces ya lame sus pies.

Armado con su hacha intenta llegar a la pila donde se encuentra amarrado el zagal y lo intenta desatar, con las manos o cortando las ataduras.