Partida Rol por web

- Es una gran idea- coincidió-. Si podemos poner varios explosivos distantes unos de otros no sabrán por donde les da el aire y podremos despistarles, consiguiendo un valioso tiempo para que nuestros compañeros entren en el templo.

- Pongámonos manos a la obra- dijo poniéndose en camino.

El corazón de Roderick parecía que se le iba se le iba a salir del pecho, latía tan fuerte que hasta le dolía, y cuanto más avanzaba su latidos se intensificarán, hasta tal punto que llegó a pensar que lo descubriría por eso. Mientras tanto el bueno de Urdish dio varios pasos en falso que hizo que a Roderick estuviera a punto de darle un ataque. Estaba claro que si no moría por culpa de los bichos lo haría por una insuficiencia cardíaca... el caso es que estaba convencido de que de allí no salia. Una parte de él le pidió que se diera la vuelta y se olvidara de todo aquel asunto pero como si de un resorte se tratara volvió a sonar el eco de la rosa femenina en su cabeza... aquella que tantos años venia atormentandolo. Al capellán no le quedó más opción que seguir avanzando aquella risa, aquel grito era mucho peor que jugarse el tipo con aquellos demonios, al menos tenía la esperanza de que si moría haciendo algo bueno sis pecados le fuesen perdonados... se conformaba con no escucharla a ella... sólo con eso...

En aquellas estaba cuando se percató de que habían llegado al lugar indicado, ya solo faltaba que los demás hiciesen su parte del trato, pero no había rastro de los demás.

-¿Donde demonios están?-susurró a Steffan .

La falta de entrenamiento del Profesor Olive les ponía en apuros casi a cada paso que daban. No culpaba al hombre, al menos no se había roto como Claypole, y valoraba mucho que por la amistad que le unía a su amigo fuera capaz de internarse en una ciudad plagada de monstruos.

Agazapados a la espera de la señal que indicaría que los otros habían comenzado la maniobra de distracción, Wood miró a Craven. Al contrario que Matt, Stefffan no consideraba la cobardía de Roderick como algo malo. El miedo marcaba el límite de la prudencia de los seres humanos. A veces la valentía podía rozar la insensatez. Además, al igual que él, Roderick no tenía hijos a los que rescatar y, a veces, a los demás se les olvidaba ese pequeño detalle. Aún sin hijos a los que proteger, Steffan y Roderick estaban allí, hombro con hombro arriesgando sus vidas como los demás.

- Será mejor que no mentes al demonio. Estamos rodeados de cientos de ellos.- Le dijo en tono jocoso.- Sólo podemos esperar y ser pacientes.

Por fin nos habíamos puesto en marcha. Siempre me había gustado permanecer al margen en las discusiones, no me gustaba discutir. Y tampoco me gustaba elaborar planes. Yo era más de ejecutar las órdenes, que alguien más arriba debería haber estudiado con detenimiento. 

Por ello, cuando comenzamos a caminar de repente me encontré de mejor humor. Hasta que el ruido que iba haciendo el profesor amenazó con descubrirnos. Sin saber como no se dieron cuenta, o quizá hicieron como que no se habían enterado, aquellos seres tan extraños, conseguimos llegar a la posición.

- Ni idea. Tampoco los veo. - Respondí a Roderick en voz baja.

MAthew ató dos los trapos tratando de hacer una mecha con ellos y las metió dentro de uno de los botes de gasolina. A continuación, hizo lo mismo con el otro e hizo una señal a Abe para que supiese que había terminado. Más vale que nos demos prisa susurró mientras encendía el explosivo. Vamos,¡¡y qué no nos vean!!

El cabo ni le contestó, simplemente asintió con la cabeza y salió corriendo entre las callejas de esa extraña ciudad intentado pasar lo más desapercibido posible y estar lo más alerta posible.

De improviso, viniendo desde el otro lado de la muralla alcanzáis a oír una explosión. E inmediatamente después, una columna de humo negro asciende hacia el cielo.

Luego, empiezan los gritos de los habitantes de la ciudad, quienes parecen están acudiendo a la zona para investigar lo ocurrido y tratar de apagar los incendios.

En cuanto Matt enciende la mecha, ambos os introducís a la carrera en la ciudad. Guiados por Colt, os movéis de sombra en sombra todo lo deprisa que podéis. No habéis avanzado mucho cuando escucháis la explosión, y una mirada por encima de vuestros hombros os permite ver una columna de humo negro que asciende hacia el cielo.

Sabéis que aún no es momento de pararse y que tenéis que aprovechar los siguientes segundos de desconcierto que intuís se producirán en breve. El cielo comienza llenarse de seres voladores, por suerte, escucháis el zumbido de su vuelo antes de que sobrevuelen vuestra posición y podéis ocultaros de su vista aprovechando un balcón.

Pero sabéis que ha dejado de ser seguro caminar por la ciudad. Al otro lado de la calle hay un edificio en ruinas, con una de las ventanas a nivel de calle abierta. El sentido de la orientación de Matt le dice que la avenida principal está al otro lado del edificio y en un momento en el que dejan de escucharse los zumbidos cruza la calle a la carrera y salta dentro del edificio en ruinas. Mientras está en el aire se da cuenta que lleva una bomba cogida a su espalda y lanza una silenciosa plegaria al altísimo, que por suerte parece estar hoy de vuestro lado pues el militar no estalla y se convierte en una bola de fuego. Tras Matt, repite la misma operación Abraham.

Comprobáis que el edificio al que habéis entrado está vacío y es entonces cuando os permitís un segundo de descanso para tomar algo de aire.

Bien hermano, ahora tenemos que llegar al templo, para limpiar la entrada y cubrir a nuestros compañeros– dijo Matt con las piernas aún temblando por el salto y mirando la habitación a su alrededor. La habitación no le daba buena espina, y temía que hubiese algún sótano del que pudiesen salir más insectos. Estamos como quien dice al lado. Podemos ir por la principal o por la esquina. Mejor ir por la esquina, si han puesto vigilantes–Matt se asomó para comprobarlo–será mejor que los pillemos por sorpresa, y si no... bueno, si no los han puesto mejor que no nos vean correr por la calle principal y pongan más.

¿Dónde estarán los otros?

Tras la explosión, la señal que estaba esperando el grupo agazapado para no ser vistos, Steffan levantó la mano indicando a sus compañeros que esperasen. Tars unos minutos que se le antojaron eternos y en los que vieron como los peculiares habitantes de aquella ciudad corrían hacia el fuego, Wood hizo el gesto de que avanzaran. Indicó al Profesor Olive que fuera el último. Al igual que en la guerra, Steffan corría agachado, buscando la cobertura de un lugar a otro, vigilando el avance de los demás y los alrededores. Su recortada la llevaba en las manos dispuesto a utilizarla si fuese sólo estrictamente necesario.

El cabo asintió.

- Supongo que la detonación habrá alterado a las avispas de este avispero, con lo que será difícil andar de un lado para otro sea por donde sea- comentó Ab-. De todas formas tenemos que poner la última de las bombas caseras de gasolina, ¿no?, así que mejor ponerla lo más alejado del templo- propuso.

El cabo también asomó la cabeza con mucho cuidado de no ser visto para ver la situación en la que se encontraban sus oponentes y también sus compañeros. Esperaba que hubieran salido y que ya les hubieran adelantado.

Roderick pensó que se le iba a salir el corazón de la boca... aquella explosión fue el detonante de que tenían que seguir adelante con su plan suicida... y todo para qué? ¿Para salvar a unos mocosos que ni siquiera conocía? ¿Para ayudar a su querido amigo Greywood? ¿Cuando había perdido él la cordura para unirse a aquella panda de locos? ¿Cuantas veces llevaba ya preguntándose que, qué hacía allí? Maldita fuera todo... como acto reflejo sacó su revolver y se pegó lo más cerca posible del señor Wood, ese soldado sabía lo que se hacía y hastas podía hacerle de escudo y todo... todo ventajas.

- Vamos...- susurró para sí obligándose a avanzar a pesar del temblor que recorría todo su cuerpo pisando donde pisaba Wood y cubriendose como podía... teniendo en cuenta la considerable estatura que poseía Craven.
 

- Allá vamos.

Aquella explosión era la señal que estábamos esperando. Dejamos pasar un momento para que la gente de aquella extraña ciudad acudiese a apagar el fuego y comenzamos a correr.

Saqué mi revólver y dejé unos metros de distancia con mis compañeros esperando que encontraran en un sitio a cubierto para moverme yo.

Comenzaba a la acción y ahora debía actuar como el policía que era. Olvide los nervios y me concentré en mis movimientos.

¿Me pregunto que esconderán en esa casa? Matthew miró con desconfianza la casa que estaba frente a ellos. Ya lo averiguaremos cuando el monstruito nos liberé de esto. Matthew parecía optimista. Habían conseguido recorrer medio camino sin mayores problemas, y auqello le había dado un montón de peligrosa confianza. La calle principal es muy peligrosa para ello, nos verían y verían al resto si deciden pasearse cerca. Matt comprobó con cidado por una ventana a su derecha, para ver si en las cercanías de las minas seguía habiendo insectos.*

En cuanto comienza el jaleo salís de vuestro escondrijo en el que permanecíais agazapados y comenzáis a correr de la forma que os enseñaron en el ejercito hacía cuatro años, aprovechando todo lo que tenías a vuestra disposición para ocultaros

La zona por la ciudad por la que avanzáis está completamente en ruinas. Las calles por las que circulabais habían vivido su periodo de esplendor hacía más de dos mil años y los actuales moradores de la ciudad habían decidido abandonarla.

Aunque algunos engendros aún revuelan de cuando en cuando por encima de vuestras cabezas no tenéis dificultad en esquivarlos, por lo que parece, el plan que habéis trazado está funcionando bastante decentemente pues habéis recorrido la mitad del camino hacia el templo sin encontraros ningún obstáculo.

- Será mejor que pongamos la último bomba en otro de los lugares que están menos habitados. Si no lo más seguro es que nos sigan y o acabamos mal o muy mal- comentó el cabo.

- Sugiero adelantarnos un poco y cambiarnos nuevamente de lado de la calle principal para ir al otro lado que parece menos habitado. ¿Qué te parece?-le pereguntó.

Sólo un poco más...

Ya habían recorrido la mitad del camino hacia el templo casi sin interrupciones. Steffan estaba dispuesto a cargarse unas cuantas de aquellas criaturas pero sólo si no quedaba otro remedio. Para eso estaba el tal Urdish, que si lo que decía era cierto, podría acabar con todas ellas de un plumazo. ¿Cómo lo estarían llevando Matt y Abraham? Ellos estaban en una situación aún más peliaguda que Steffan, sirviendo de cebo o carnaza para que pudieran llegar al templo pasando desapercibidos.

Wood continuó avanzando agazapado y alerta preparado para cualquier eventualidad que pudiera ponérsele delante.

"Roderick... Roooderick... ja,ja,ja,ja..."

La voz, denuevo la oz... le gustaba torturarlo, situarlo al borde de la locura... ¿cuanto tiempo podría aguantar el capellán? él mismo se sorprendía de la capacidad mental que poseía... o tal vez se había terminado de perder. Mientras Roderick caminaba siguiendo a Wood y pisando donde él lo hacía, su particular tormento volvía a atacarlo con fuerza... haciendo que continuase avanzando por aquella ciudad, lo que estaba claro es que la mujer de sus pesadillas ansiaba su muerte quizás para reencontrarse con él y poder hacerle un mayor daño. Su fatigada mente sobrevoló aquel día e incluso vislumbró el rostro femenino que lo atormentaba en sus momentos de debilidad, sólo que en aquel plano le sonreía bañado en luz... imagen que contribuyó a que el dolor que sentía su alma se incrementase aún más.

 El señor Craven se obligó nuevamente a seguir con todo el sigilo del que era capaz, estaba corriendo hacia su destrucción, pero... ¿acaso no había muerto ya?

Todo aquello era impresionante. Donde debía haber ciénagas y lodo, había una ciudad increíble. Ahora se encontraba en ruinas pero aún se podía intuir la importancia que en una pasado lejano habría tenido.

Avanzábamos con decisión entre las ruinas esquivando aquellas… aquellas extrañas criaturas que, de cuando en cuando, nos atacaban sin mucho éxito. De vez en cuando echaba la vista atrás, ya que iba el último, por si alguien nos seguía.

Al final decidisteis colocar el último cockteil mototov dentro del edificio donde estabais, en la pared norte, lo más cerca posible de la zona habitada de la ciudad, para que los habitantes sintieran el peligro cerca de sus viviendas o como quiera que los extraños seres llamarán al lugar donde comían o dormían.

Acumulasteis algunos objetos inflamables que encontrasteis en el edificio con el fin de hacer el fuego lo más grande y vivo posible. Por la longitud del trapo contasteis con que tendríais uno o dos minutos como mucho desde que prendierais la mecha hasta que comenzara a arder el edificio. Cuando ya estaba todo preparado encendisteis el fuego salisteis a la calle dispuestos a cruzar la avenida principal.

En la avenida no había ningún ser, aunque no podía decirse de los cielos. Esperasteis unos segundos que se hicieron eternos a que el grupo de perturbadores seres hubiera pasado y cruzasteis a la carrera, esperando no ser descubiertos.

Al llegar a la otra parte de la ciudad, os escondisteis bajo los restos de una especie de balcón medio en ruinas, deseando que no os hubieran visto. Segundos después escuchasteis el ruido de cristales rotos que indicaba que el incendio había comenzado y en menos de dos minutos las llamas eran tan altas que tanto curiosos como los encargados de la seguridad local se arremolinaban a su alrededor, en ese momento os quedo relativamente claro que nadie os había visto.

Una vez estáis seguros de que no habéis sido descubiertos calculáis que la distancia que os separa del templo no será superior a dos o tres minutos de agotadora carrera.