Partida Rol por web

Apesar de la herida en su vientre, Invierno se defiende como le he enseñado. En cualquier caso no creo que aguante mucho en un combate tan desigual. - Hay que acabar esto rápido muchachos. Faris echa una mano a Invierno con el Worg. ¡Yo me encargo de los hobgoblins! - para dar peso a mis palabras cojo una flecha del carcaj y apunto a uno de los que hay al lado de Jorr.

Avanzo casi hasta estar al lado suyo tratando de atraer su atención y descargo la flecha a bocajarro atravesando su armadura que se llena de sangre. No es la primera que impacta en los goblinoides y no será la última, igual que Jorr si por mi fuera acabarán como un puercoespín cada uno de ellos.

Al ver caer al minotauro por las flechas del guía, Celgadis baja un momento su espada.

- Lo tenía controlado... pero gracias de todas formas.

Y sin moverse del sitio, confiando en que sus compañeros le cubran, o quizás confiando en su suerte, ignora a sus enemigos durante unos segundos, coge un pequeño frasco de su cinto y se lo bebe de un trago.

- Vaya, estaba sediento. ¿Por donde iba?

Se pregunta, un poco para sí mismo, como tratando de decidir su siguiente objetivo, ¿debería ayudar a sus compañeros a limpiar el patio de hobgoblins? ¿o quizás debería enfrentarse a la mantícora, su enemigo más peligro en la actualidad?

Con un gorgoteo, el hobgoblin al que dispara Silmesh cae abatido, sus heridas demasiado numerosas para seguir aguantando.

Al otro lado, en la entrada de la fortaleza, un rugido de la enrabietada manticora precede otro golpe seco de su cola, de donde se desprenden cuatro pinchos más. Dos son esquivados por el felino bardo, y los otros dos van contra Silmesh. Uno se clava en el suelo a su lado pero la exploradora, de espaldas al ataque, no evita que se le clave el último pincho.

El combate sigue a lo largo de todo el patio.

De pronto, del edificio al suroeste (el mismo del que salieron los hobgoblins y el minotauro), saca la cabeza un bugbear con el pelo atado como una palmera, y algunas joyas en su perruno rostro. Casi todos le veis, aunque su presencia es fugaz. Su rostro evalúa el campo de batalla, y su gesto se torna agrio. Tras unas frases vociferadas en goblin, vuelve a desaparecer al interior de la fortaleza apresuradamente, su gruesa capa ondeando al girarse.
 

Mensaje en goblin del bugbear:

Soldados, mantícora, mantenedles ocupados! Matadles o retrasadles y el Gran Señor os recompensará!

Riva avanza hacia el adversario más cercano, el worg, tras escuchar a Silmesh.

- ¿Os encontrais bien? Me da que vamos a tener compañía adicional en breve. 

Jorr se zafa del combate que ahora lidera Faris contra el maltrecho hobgoblin, recuperando la posibilidad de apuntar y disparar sin represalias. Sus flechas surcan el aire y, casi como si fueran mágicas, esquivan la roca que cubre uno de los hobgoblins parapetados y le hieren.

El worg se revuelve, mordiendo con más saña al verse rodeado. Invierno sufre otra fea herida.

El maltrecho hobgoblin que atacaba a Jorr y que luego se ha visto atacado por Faris, ni corto ni perezoso pese a la sangre que le cubre, intenta matar a Faris, pero este vuelve a bailar a su alrededor. Sin embargo esta vez el contraataque del espadachín no logra ensartar a su enemigo, quien termina moviéndose lateralmente para obstruir a Jorr y sus disparos.

Desde lejos, los dos hobgoblins a cubierto sacan sus cabezas para disparar flechas, concretamente uno a Jorr y el otro a Celgadis, puesto que tienen una línea franca hasta su objetivo. Jorr es alcanzado por una flecha. Los hobgoblin gritan animándose mutuamente.

Riva ya se estaba encargando de ayudar a Invierno con el worg, y como Jorr parecía más interesado en atacar a los hobgoblins arqueros, Faris decidió quedarse con el trasgo que lo molestaba. Empezó a intercambiar golpes con él, pero definitivamente no era su día. Por mucho que intentaba encontrar un agujero en su guardia, no conseguía traspasarla.

Al de lo que dijo el bugbear, en la sucia lengua de los goblins, hizo que Celgadis se decidiese por fin. Con paso firme se dirigió al hobgoblin más cercano de los que se encontraban en el patio, moviendo la mano libre como si preparase un conjuro. Aunque en realidad eran movimientos nerviosos mientras trataba de decidir si lanzaba un conjuro o sacaba una varita.

Intentaba despejar el patio de arqueros enemigos, o puede que quisiera acercarse al lugar donde se ocultaba el bugbear. Ni siquiera el elfo estaba seguro del todo.

En cualquier caso, la tarea requería acabar con el hobgoblin que tenía delante, así que colocó junto a él y trató de ensartarlo con su estoque.

Atentos todos, ¡ese bugbear es el hechicero!

Sin embargo no podía ir a por él ahora mismo, ya que tenía a una manticora cabreada tirándole puas, por lo que respondió al fuego como pudo.

- Oído Fertel, tenemos que llegar a él!

Silmesh dispara al hobgoblin más alejado y cubierto, confiando en su pericia con el arco. Le deja maltrecho, y mientras tanto, sigue avanzando hacia la estructura suroeste. Si ese bugbear es el cabecilla de esta banda, quiere estar cerca cuando aparezca, para volarle los sesos... se pega a la pared para que el hobgoblin al que acaba de disparar no tenga ángulo de tiro hacia él.

La mantícora ruge ultrajada, al recibir por primera vez una herida, proveniente de un disparo del bardo. Sus púas se dirigen hacia él con rabia, clavándose en línea recta la primera en el suelo cerca, la segunda delante del pie izquierdo, la tercera en el muslo y la cuarta en el brazo!

Al menos, o esa es la esperanza de Fertel, a la bestia no deberían quedarle más púas que disparar...!

¡Aaw!

Una de esas puas había tocado hueso, pero la otra algo más blandito. Mientras se agarraba el costado sacó una varita de la bandolera y la activó. Podría haber sido mejor, pero de momento le sacó del apuro, o eso esperaba.

Miró hacia atrás para ver si podía encontrar algún hueco en el que esconderse.

Riva invoco el poder de Iomedae.

- ¡Nuestra causa es justa! ¡No caeremos!

Un ola de energia positiva salió desde la paladina.

Tras la cálida sensación curativa que emana de Riva, Jorr siente parte de sus heridas curadas.

- Muchas gracias! No vamos a desfallecer, somos más fuertes que cuatro perros y un colibrí con púas!

Dicho lo cual, con energía renovada, Jorr se zafa del cuerpo a cuerpo con el hobgoblin y, aunque se arrincona contra los dos grandes pedrolos cercanos del patio, le masacra a flechazos confiando en abatirle por fin. Pero la suerte no acaba de estar con los combatientes de la mitad norte del patio, y erra todos los disparos!

En la colosal lucha perruna, es el turno del worg de tratar de morder a Invierno. Lo consigue, poco a poco ensangrentando al pobre lobo de Silmesh.

Tras los gritos de Riva y Jorr, y habiendo salido ileso de tres flechas prácticamente a bocajarro, es el turno del hobgoblin de envalentonarse:

- Vuestra causa ser impía, mi diosa salvar mi de las flechas! Larga vida a la Horda!

- Larga vida a la Horda!! - retumba el eco de las voces de los demás hobgoblins supervivientes.

Posicionándose para poder atacar a Silmesh, el maltrecho hobgoblin más al oeste deja de tener cobertura con todos menos con la exploradora, pero desde aquí puede tratar de dispararle. La sangre le nubla un ojo en ese momento, picándole, y la flecha sale muy desviada.

El hobgoblin que se ha visto avasallado por Celgadis, tras un grito de impotencia, da un paso hacia atrás en posición defensiva, cubriendo el edificio, y suelta su arco y desenvaina su espada.

Por último, el fanático y maltrecho hobgoblin que se ha salvado de las flechas de Jorr, avanza un paso hacia el leñador dispuesto a acosarle y mantenerle contra las rocas. De momento tiene éxito, y le causa una pequeña herida. Tendrá razón de que su causa es más fuerte que la vuestra...?