Partida Rol por web

Una vez ha caído el escurridizo enemigo, Raymond comenzó a apagarse las llamas. Una cosa era hacer caso omiso durante una pelea, pero cuando esta acaba ya no es necesario.

-Lo mismo tendríamos que echar un vistazo por si hay más saboteadores, o más trampas puestas.-

Luego se acordó de algo y buscó entre las pertenencias del mediano por si encontraba un chal.

-Si no tiene el chal de la nereida tiene que tener algún complice. Pues señaló a "un hombre pequeño". Creo que este tipo encaja con la descripción.-

Vaya lata que ha dado el canijo este... Echemos un vistazo para asegurarnos de que no habrá más sorpresas.

Estáis terminando de registrar al saboteador cuando escucháis (y sentís bajo vuestros pies) una nueva explosión de gran magnitud. Por fortuna, en esta ocasión se trata del artefacto que Harper, el oficial de artillería, desenganchó del casco del Cresta de ola, que debe haber implosionado en el fondo del puerto provocando un ligero maremoto. 

Afortunadamente, en uno de los bolsillos del sujeto encontráis una especie de mapa desgastado. Al estudiarlo entre todos, Raymond reconoce el lugar como un antiguo anfiteatro subterráneo que hay bajo el fuerte. Un lugar que el Veracruz exploró en solitario cuando el resto del grupo se teletransportó de manera involuntaria a varios metros sobre el bosque que hay al otro lado de la bahía. Y, en efecto, más tarde halláis el chal robado a Sefina en esa localización.

Por otro lado, y a pesar de los daños sufridos en el bergantín de Avimar Sorrinash, los Señores Piratas quedan gratamente impresionados tanto con vuestras habilidades sociales como con vuestra pericia marcial y, sobre todo, con la generosa fiesta que habéis organizado. Por todo ello se os otorga un asiento en el Consejo Pirata de Los Grilletes.

Por fin, los integrantes del Grindylow Embrujado tienen un hogar propio, una isla que ahora deben proteger y fortalecer para sobrevivir a las turbulentas corrientes marinas (y políticas) de las islas piratas.