Partida Rol por web

Mientras se acercaban a la iglesia, Katie escuchó los datos sobre el estilo arquitectónico de la iglesia con interés. Aquello le parecía sumamente curioso, ya que no era habitual encontrar iglesias que mezclasen esos dos estilos. Iba a comentar algo en respuesta a Jhon, cuando Owen mencionó lo del quejido. La mujer frunció el ceño: ella no escuchaba nada. Quizás el viento esté jugándole una mala pasada, ya tiene una edad en la que el oído empieza a fallar, se dijo con una mueca irónica.

Hasta que amanezca no podemos ir al embarcadero en busca del barco que nos trajo aquí. Tenemos que pasar el resto del tiempo escondidos en el bosque para que no nos encuentren, y no estaría mal cobijarnos en algún sitio. Esta iglesia es lo único que nos hemos encontrado. Y quizás haya pistas dentro, igual que el diario que mencionaba a los gallos...

Dado la puerta principal está bloqueada, asumen la idea de entrar por la puerta  lateral a unos 15 metros del sector del templo, es decir, la usada para la sacristía, o vicaria (como gusten llamarla). La puerta de la misma está  en mal estado, entrar en un sector pequeño sin muebles, con hojas y residuos de tierra.  Es una especie de sector de antesala al sector, donde posiblemente en un tiempo habría una secretaria o un recibidor para quienes quisieran hablar con el prelado.

Este pequeño cuarto se conecta con otra habitación más grande, la puerta abierta, curiosamente esta conservada y al fondo se puede ver una especie de librero. Esta todo oscuro.

Dicha habitación está más oscura , tiene las paredes  del fondo en piedra, y una de ellas más amplia en madera pulida.

Hay además del librero, varios muebles en las esquinas.

Cuando entran escuchan todos un quejido agónico: Auxilio….

Todos lo escuchan a pesar de no saber de dónde viene. Es entonces que  alzan la vista y en una esquina de la habitación y ven  un hombre completamente desnudo  que cuelga literalmente del techo, amarrado de pies y manos.

 La cara de sufrimiento del profesor  Arthur J Hopkins es evidente. Para un anciano estar colgado de manera tan cruel es altamente dolorosa. Se nota que su cuerpo desnudo ha recibido algunos golpes.

Ayudenme por favor…

- ¿Acaso no han escuchado que les he dicho que había un quejido? ¿Que diantres les pasa?

Continúo andando algo confundido hacia el edificio. - Ok, cerrada, ¿habrá otra entrada? ¿Siguen sin escucharlo?

Durante el camino voy completamente concentrado en intentar identificar algo más sobre ese sonido, pero a través de los muros parece imposible concretar más. - ¿Más libros?

- ¡¡Dios santo señor Hopkins!! ¡¡Rápido busquemos muebles sobre los que subirnos para bajarle entre varios!!

No puedo evitar sentirme horrorizado ante la imagen durante los momentos que pasamos moviendo muebles.

"Vamos, venga!"

Pobre hombre, a saber el tiempo que lleva ahi. Con su cuerpo anciano debe de ser un milagro que siga con vida.

Busco los bancos, y trato de empujarlos para poder subirnos a ellos para bajar a Hopkins. Tras varios intentos, pido ayuda para empujar (Mi puntuación de fuerza normalmente está reservada para los invertebrados)

Katie contuvo un grito de espanto al ver al profesor desnudo colgando del techo. Sintió que se le formaba un nudo en el estómago al contemplar la grotesca escena, y el inquietante pensamiento de que podría haber allí más miembros de aquel extraño culto la hizo estremecer. Aún así, era primordial bajar al anciano. Aquello era inhumano.

Con la poca fuerza que tenía, la señorita Jenkins comenzó a ayudar a los demás a mover muebles, intentando llegar hasta el profesor Hopkins.

Pero qué demonios, murmuraba para sí misma con el rostro descompuesto, están todos locos, como auténticas cabras. Qué clase de gente retorcida... Sectarios...

"dígamos algo, profesor ¡Por el amor del cielo! ¡Diganos ALGO!"

Entré no muy seguro de hacerlo siguiendo a Owen, quién al haber oído aquellos quejidos, parecía el más seguro.

Entramos a una especie de antesala, como un recibidor, para luego, entrar a una habitación bastante más oscura.

Cuando nos dio por mirar arriba y ver allí colgado a Athur, quedé un momento paralizado.

-Dioossssss...-Dije chillando por dentro, pero flojo, pues si el estaba ahí, no estábamos solos.

-Si, corred, amontonemos cosas, pero bajad la voz, no creo que estemos solos, no hagamos ruidos. Deben estar por aquí.-Dije todo entre susurros mientras ayudaba a bajarlo de allí, intentando estar a atento por si alguien venía o se oía algo más.

Tras que diga eso, es cuando caigo en la cuenta de una cosa

"K... Katie. Te equivocabas en una cosa. Si el profesor Hopkins está aqui, es que la iglesia no está abandonada"

"Y a ojo de buen cubero, el tiempo que un octogenario puede sobrevivir, colgado y desnudo en una iglesia abandonada y en ruinas, se cuenta en minutos y con suerte"

"Sea quien sea que ha hecho esto ¡SIGUE AQUI!"

Rápidamente, dejo de -intentar- empujar el banco, y me fijo: Me fijo en todos los sitios por los cuales podría esconderse alguien, por todos los sitios por los que podría entrar alguien ¡Y por todos los sitios por donde podemos huir!

Acumulan los muebles y logran liberarle, el hombre esta sudando cantidades.

Cuando bajan al pobre hombre  este inicialmente   los mira confundido y  da unos  pasos torpes   y luego   frontandose las marcas de las ligaduras dice en un tono completamente calmado.

Muchas gracias por liberarme, y ahora que habéis entrado en el lugar del sacrificio por vuestro propio pie y voluntad, puede comenzar la ceremonia.

En ese momento la pared lisa de madera se viene abajo  (haciendo que todos volteen la vista) y  pueden ver  delante de ustedes  a todo el pueblo que armado los espera, mientras  uno de ellos se adelanta dándole a Hopkins una  túnica negra-ribeteada en plata.

La pared de madera  se había convertido en una  rampa por donde subían los sectarios directo a ustedes.   Un sonido seco podría indicar que la puerta por la que entraron podría haberse cerrado.

 Una rápida mirada  daba a entender que  la iglesia solo era una cascara y que la razón por la que no se veía nada de las ventanas era porque el suelo estaba unos cinco metros abajo pues fue escavado.

La vida de todos pasa ante ustedes en pocos segundos..

"Os dije. Seguian aqui"

Dicho eso, demuestro que tengo los títulos de un doctor en historia.
¡Pero el cuerpo de un corredor de primera!

- Hijo de puta.. - Digo con resignación y sorpresa, mas que rabia.

Tendría que estar mas cabreado, o asustado, ¿porque no lo estoy? ¿Me había rendido ya y no era consciente?

Me fijo en mis "compañeros"... - Son demasiado jóvenes para morir aquí... aún toca luchar...

En ese instante recuerdo - La puerta por la que hemos entrado estaba en muy mal estado, aunque esté cerrada a lo mejor podemos romperla. - Según lo pienso comienzo a correr hacia la misma con intención de salir por ella si está abierta o de golpearla si está cerrada.

A Katie no le llevó más de unos segundos en comprender lo que estaba pasando. Su rostro se habría puesto rojo de la indignación de no ser por el miedo que sentía en aquellos momentos. La traición de su amigo de toda la vida le golpeó con fuerza, haciendo que le dirigiese una mirada de incomprensión mezclada con rabia.

Está loco, como todos los demás. Han perdido el juicio. Sin pensárselo dos veces, la mujer echó a correr como si su vida dependiese de ello, que era en realidad lo que sucedía. Vio que Owen se dirigía a la puerta y le siguió. No quería quedarse sola, pero tampoco esperaría a nadie. Su objetivo era el muelle. Quizás allí habría una barca. Quizás allí encontraría a alguien que la salvara de toda aquella locura.

-¿P-pero qué significa esto Arthur?...

No podía creerlo, ¿que le había pasado? Mi mente me llevaba a pensarlo aun en aquellos momentos ¿Sería aquella gente? ¿La isla?

-¡Vamos, vamos corred!-Dije mientras sacaba el cuchillo por si alguno se acercaba y guardaba distancia con Owen, por si el no podía abrir la puerta ir con carrerilla a intentar tirarla abajo yo.

Katie no malgastó aliento en hablar como sus compañeros. Lo único que había en su mente era huir, huir de allí, alejarse del profesor y de aquella panda de locos. Notaba el corazón latir tan fuerte que resonaba en sus oídos. 

La situación es crítica, los sectarios  son muchos y los tienen atrapados.  Alphonse entonces  corre hacia la puerta y la derriba, ayudado ciertamente por Jhon que parece una gacela en movimiento, básicamente los sobrepasa a todos sin mirar atrás.  Katie corre como puede y cruza la estancia, pero Owen que iba muy cerca de Alphonse es atrapado por un sectario que lo aprisiona. Poco a poco se van acercando más.

Owen se da cuenta que podría luchar para zafarse de él y así huir, a pesar de que los demás se acercan poco a poco. Alphonse puede decidir si ayudarle o abandonarle.

Katie corre y sale de la iglesia siguiendo a Jhon quien va unos metros delante de ella. Sin embargo siente un duro golpe en la espalda, le han lanzado una piedra y ha caído al suelo. Cuando mira atrás ve  a unos hombres acercándose a ella.

Jhon por su parte corre  tanto que deja a todos sus compañeros atrás, pero la mala suerte le acompaña y cuando menos lo espera, siente un crujido en los huesos del pie. Ha pisado una trampa para osos y su pie ha quedado peligrosamente atrapado entre los fierros. Deberá utilizar toda su fuerza para liberarse, y esperar tener suerte para llegar  al puerto.

- Mierda, de aquí no salgo... - Intento forcejear con quien me está reteniendo por la espalda, pero no me quedan fuerzas, ya no tengo edad para estas aventuras.

Intento mirar como se encuentran los demás, si han tenido mas éxito que yo - Al menos parece que John y Katie han conseguido escapar, suerte... amigos. -  Entonces veo a Alphonse, durante un momento siento volver la esperanza, pero al instante me doy cuenta que es un suicidio - ¡¡Alphonse corre, no te pares!! -  Vuelvo a forcejear, simplemente para que crea que aún tengo alguna posibilidad - No quiero que mi último recuerdo de este mundo sea una muerte inútil sobre mi conciencia.

El terror se apoderó de Katie al ver que Owen era apresado por uno de aquellos locos. Sin embargo, era tal su miedo que la mujer no se paró a pensar siquiera en ayudarle. Sentía los ojos llenos de lágrimas mientras corría, corría sin parar, notando que estaba al borde del colapso mental. Aquello era demasiado. Solo quería que aquella pesadilla acabase.

En ese momento notó que perdía la vista durante unos segundos y un intenso dolor la hizo caer al suelo. Una piedra, le habían lanzado una maldita piedra. ¿En serio?, pensó furiosa. Furiosa con aquellos hombres, consigo misma por perder el equilibrio y furiosa con el mundo por ponerla en esa situación. Unos hombres se acercaban a ella.

Temblando, Katie consiguió levantarse y seguir corriendo, tratando de ignorar el dolor. ¡Que os den!, les gritó a los sectarios con muy malos modales. Ahora tenía que alejarse de ellos todo lo que pudiera.