Partida Rol por web

La Larga Búsqueda: In Vitae Veritas

La Oscuridad de Rosalía

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09/01/2014, 12:15
Sandra Keller

-Cometéis un error. Ella no es de fiar -aseguró.

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09/01/2014, 12:17
Rosalía Caeiro

-Partiré esta misma noche, tienes mi palabra -respondió al Lupino.

Ignorando a Sandra Keller se arrodilló junto al príncipe, con delicadeza lo tomó por la nuca para alzarle la cabeza y se clavó los colmillos en la muñeca para llevarla después hasta los labios de Fernando. Hubiera preferido no tener que perder tanta Vitae, pero quería que el Licántropo quedara satisfecho y se marchara de allí tranquilo, de modo que no la retiró hasta que vio la herida del príncipe del todo cerrada.

Después se levantó y cerró el corte de su muñeca.

-Vámonos -dijo a Thomas.

Notas de juego

Me borro 4 de sangre.

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09/01/2014, 12:33
Thomas Daister

-Sí, Sire -dijo con convencimiento.

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09/01/2014, 12:34
Sandra Keller

-Marchaos, pero esto no quedará así. Ahora mi Clan sabe que habéis vuelto, Rosalía Caeiro -prometió la Tremere.

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09/01/2014, 12:36
Rosalía Caeiro

Ya había comenzado a caminar hacia las puertas cuando Sandra Keller habló.

-Pregúntale a tu Clan -respondió girándose hacia ella-, cuántos siglos más está dispuesto a perder. No obtendréis nada de mí que yo no desee daros, y jamás desearé daros nada más que la muerte.

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09/01/2014, 12:41
Thomas Daister

La Tremere calló y Thomas y Rosalía salieron al exterior. La ciudad había sido embriagada por una densa y húmeda niebla.

-Menuda fiesta -comentó Thomas caminando junto a la Toreador-. Habéis estado muy bien. Os siento más fuerte que antes, pero igual de especial.

Notas de juego

Recuperas 2 puntos de Fuerza de Voluntad.

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09/01/2014, 12:47
Rosalía Caeiro

En cuanto el frío del exterior le acarició el rostro, tomó aire y dejó escapar un largo suspiro que se convirtió en vaho para fundirse con la niebla.

-¿Ahora me tratas de vos? -preguntó al Ventrue con una sonrisa cansada. Después negó con la cabeza-. Hubiera sido mejor partir hacia Toledo en cuanto despertaste... Todo ha salido mal: los Tremere saben que sigo viva, nos hemos involucrado en la guerra con los Anarquistas y he perdido más sangre de la que había recuperado. Estoy cansada...

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09/01/2014, 12:53
Thomas Daister

-Mantenía mi papel de siervo y Chiquillo -respondió Thomas. Después permaneció en silencio. En un momento se giró para comprobar si alguien les seguía, pero algo parecía remorder sus adentros-. Oana dice que tienes demasiada influencia sobre mí -dijo por fin deteniéndose ante las puertas del palacio de Lucita y encarando a Rosalía-.  Que es algo en demasía peligroso y que voy a sufrir a tu lado... Es lo cierto que, de cuantos recuerdos reviví, cautivo de los Giovanni, el más doloroso para mí fue el de tu rechazo en aquel callejón de Buda. Pero también sentí la duda en tus ojos. No creo que tus sentimientos por mí sean tan nimios... Es cierto.Todo lo que te dije entonces es cierto y más allá de la Corona, de esta guerra, de la ciudad o de cualquiera de mis muchas ambiciones, tú haces arder en mi el sentimiento más puro de cuantos he tenido como mortal o inmortal... Sé que separarme de tu lado me destruiría... mas seguir con este tormento me mataría lentamente...

Su voz, más que nunca, oscilaba en un envolvente tono de amor desgarrado y se aproximó a ella.

Notas de juego

Recuperas 1 Punto de Fuerza de Voluntad por el romance.

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09/01/2014, 13:11
Rosalía Caeiro

A diferencia de aquella noche en Buda, esta vez no esperaba semejante declaración, y durante largo rato observó al Ventrue sin saber qué hacer ni qué decir.

Por fin bajó la mirada, aunque aún tardó unos instantes en hablar.

-En aquel callejón dudé, sí, pero creo que tomé la decisión correcta. Me gusta estar contigo, me gusta que me protejas y me atiendas, me atrae tu actitud altiva y desenvuelta y admiro tu belleza, pero no sé si te amo... Y si no lo sé, después de tanto tiempo, ¿no será que no te amo? -alzó la vista para mirarlo a los ojos-. Podría engañarte, decirte que sí y mantenerte a mi lado. Era lo que pretendía en aquel entonces. Pero ya no. No quiero utilizarte ni insultar tus sentimientos. Nunca te haría daño a propósito, pero tal vez Oana tenga razón... Si estar junto a mí te hace sufrir, alejémonos. Marcha con ella a Toledo. Yo estaré bien.

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09/01/2014, 14:07
Thomas Daister

-Si esa es tu decisión... Así sea entonces -dijo adentrándose en el palacio. 

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09/01/2014, 16:04
Rosalía Caeiro

Rosalía no lo siguió al interior. Se dio la vuelta para contemplar la calle oscura y fría y permaneció así largo rato. Le dolía separarse de Thomas cuando hacía tan poco que lo había reencontrado, y una parte de sí la empujaba a buscarlo y pedirle que se quedara a su lado, pero sabía que no podría sentirse a gusto manipulándolo de esa manera.

Observó el medallón de los Lupinos en su palma abierta. Quizás la información que guardaba le permitiría elegir un camino distinto al del Ventrue. Lo acarició con delicadeza, casi como si se tratara de un animal herido, cerró los ojos y se concentró en los recuerdos que contenía.

- Tiradas (1)
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09/01/2014, 17:03
El Narrador

Rosalía concentró su poder sobre el medallón y el don de Caín la transportó a un lugar remoto y un tiempo pretérito.

Se vio a ella al borde de una barandilla derruida, sosteniendo el colgante en su mano como hacía ahora, pero con fuerza desesperada. El medallón pendía entonces del cuello de Audax, quien la miraba con ojos cargados de odio. Sintió el calor, y al mirar hacia abajo pudo ver el patio de la fortaleza en llamas. La cadena del colgante se abría y quedaba en manos de la Toreador. Audax aferraba sus muñecas deteniendo su caída al flamígero vacío, pero no lo hacía para salvarla. Lo hacía para torturarla. El Usurpador miraba entonces hacia la barandilla contigua. Rosalía seguía su mirada para ver en ella Thomas Daister, portando en su mano la Corona de Constantino.

-¡No lo hagas! -ordenó el Ventrue.

-Entonces dámela Daister. Entrégame la Corona o ella arderá para siempre y su belleza morirá en un montón de humeantes cenizas. ¡Dámela!

La consciencia de Rosalía volvió al presente, todavía con la sensación del beso de fuego en sus piernas. Sintió que el medallón todavía tenía secretos que revelar. 

 

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10/01/2014, 11:40
Rosalía Caeiro

Abrió de pronto los ojos a la calle oscura, pero aún tardó unos instantes en recordar dónde y cuándo se hallaba. Con el medallón en su mano observó la neblinosa penumbra dejando que el aire frío le despejara la mente y serenara su ánimo. Estaba siendo una noche muy larga.

¿Aceptó Thomas entregarle a Audax la Corona? Ella no había llegado a caer al fuego o no estaría viva, pero entonces, ¿por qué en aquel recuerdo se vio a sí misma dándole la reliquia al Tremere? ¿Cuántas cosas más habían pasado que ella no recordaba?

Bajó la vista al colgante. Tal vez pudiera darle más respuestas.

- Tiradas (1)
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10/01/2014, 11:51
El Narrador

De nuevo el poder hizo que su mente viajara, a un intenso momento almacenado en la esencia del medallón.

El regalo lupino pendía entonces del cuello de Thomas Daister. Frente a él, una mujer rubia de profundos ojos azules, vestido y un collar de pedrería lo miraba fijamente.

-¿Estás seguro de esto, Thomas? -preguntaba ella con gesto pétreo.

-Sí. Es la única manera. Tengo que olvidarlo todo

-No, todo no...

Y como si se soltara de una quemadura la mente de Rosalía regresó al momento presente, en Zaragoza.

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10/01/2014, 12:02
Rosalía Caeiro

¿Quién era esa mujer y qué era exactamente lo que no había dejado que Thomas olvidase? Sintió que el medallón aún podría decirle algo más y cerrando los ojos se concentró de nuevo en él.

- Tiradas (1)
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10/01/2014, 12:07
El Narrador

Rosalía forzó su poder para discernir una vez más las imágenes del paso a través de la medalla. Así, fue testigo de un momento más reciente. El colgante pendulaba en torno al cuello de Thomas. Un Vampiro fornido de gesto fiero y melena oscura estaba frente a él en una habitación. Con sus garras surcaba el pecho del Ventrue, dibujando sobre él la marca que aún lucía. Thomas caía al suelo y el atacante le iba a dar el golpe de gracia. Todo acontecía en un instante. El ser de las garras vacilaba y Thomas captaba su mirada con los ojos.

-Regresa con tus amos. Diles que Thomas Daister ha muerto a tus manos -le ordenó.

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13/01/2014, 11:37
Lucita de Aragón

Cuando la consciencia de Rosalía fue traída de vuelta, Lucita estaba frente a ella. Vestía una capa de piel y pantalones, se diría que estaba llegando a su refugio, pero la Toreado ignoraba cuanto tiempo llevaba allí.

-No lo dejes así -le dijo-. A Thomas. No lo dejes así... -Eso respondía a la pregunta-. Si lo haces esa herida no sanará nunca y lo retorcerá para siempre. Creeme. Sé de lo hablo. Él y yo.. tú no lo recordarás, pero llegamos a intimar. Es un ser egoista, no ve el mundo en términos normales, más allá de la victoria, la derrota y el beneficio... Y sin embargo te ama y te desea. He tenido muchos amantes entre la Estirpe y el amor para nosotros no es fácil y nunca es eterno -En su expresión Lucita parecía hablar también de ella misma, del amor dolido que sentía por el evanescente Anatole-. Pero el resentimiento sí lo es... Dudo que llegues a encontrar a alguien que te ame ahora como lo hace Thomas, pero si con eso no te basta, si no puedes corresponder a ese sentimiento... al menos satisface su anhelo por tenerte. Deja que vuelva a sentir cómo sabe la victoria... dale una noche que no olvide, porque si no aprenderá a no volver a sentir  y la Bestia lo consumirá para siempre... Si en verdad vais a hacer frente a los Tremere, hacedlo unidos... por favor...o no lo conseguiréis -temió mientras se adentraba en el Palacio-. ¿Sabes por qué lo trato así ahora? -preguntó deteniéndose y ladeando la cabeza para mirar a Rosalía-. En mi lecho... gimió tu nombre -dijo antes de desaparecer tras el pórtico de entrada.

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13/01/2014, 16:16
Rosalía Caeiro

Rosalía escuchó a la Lasombra en silencio y dejó que se marchara antes de responder. Un doloroso peso le atenazaba el pecho. Contempló la pálida bruma con ojos empañados, y durante largos instantes buscó en su interior el valor que necesitaba.

Por fin tomó aire, se dio la vuelta e ingresó en el palacio, y con pasos apresurados, casi corriendo, ascendió hasta la alcoba del Ventrue y abrió sin llamar.

-¿Qué puedo hacer, Thomas? -preguntó casi en un sollozo precipitándose al interior-. No quiero hacerte daño, te manipulé y te engañé, pero ya no quiero... -se confesó cerrando la puerta y apoyando en ella la espalda, como si sintiera miedo-. Sólo deseo que seas feliz pero no puedo obligarme a amarte. Ojalá pudiera. Lo haría, de verdad que lo haría, te debo tanto... -bajó la vista para ocultar el llanto ante el recuerdo de la primera imagen del medallón-. Dime qué hacer, por favor, yo no sé...

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13/01/2014, 16:49
Thomas Daister

Thomas estaba sentado en el escritorio con la pluma en la mano, dibujando sobre un mapa, tratando de centrar su mente en la misión, lejos de Rosalía, lejos del dolor... y entonces ella irrumpió en la habitación.

El Venture se volvió y la miró con el ceño fruncido y notable el dolor en el su rostro se levantó. A sus pies había restos de cerámica, rota en pequeños pedazos, testigo de la rabia del amante no correspondido.

-Me manipulaste, me engañaste... y yo lo permití -dijo deambulando hacia ella con una sonoridad en la voz que ella nunca había escuchado-. Lo di todo. Mil pensamientos hacia a ti guiaron mil actos pero tu corazón ha vivido frío, helado como un glaciar hacia ellos, imperturbable y ajeno a mi afecto... ¿Por qué? ¿Por qué no me das la oportunidad, una sola oportunidad, de demostrar que soy digno de tu amor? ¿Por qué eres capaz de resistir la pasión que yo no he resistido? Una pasión que arde y lo consume todo y me impide que piense en nada más que en tenerte. Por qué no puedo tener tu calidez en mi lecho en esta noche fría, en esta habitación que es ahora un rincón de incertidumbre y desprecio.

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13/01/2014, 17:08
Rosalía Caeiro

Soy yo quien no es digno de un amor así! -replicó todavía con la espalda en la puerta-. ¡No me lo merezco pero no sé cómo liberarte de él! No soy un glaciar, Thomas, yo no... -un sollozo la interrumpió, pero alzó la vista hacia él-. Creí que decirte la verdad y alejarte de mí te haría bien, no intento hacerte más daño, no quiero hacértelo. Por favor, Thomas, no sufras por mí -rompió a llorar y se le echó a los brazos-, por mí no, por favor.