Partida Rol por web

Perdida o no, estaba seguro de que algo le había ocurrido... Rosalía conocía bien Roma. De seguro habría encontrado algún punto de referencia... Y ni siquiera había podido verla en su forma de cuervo. No, tenía que dar con ella de aquel modo. Se concentró y llamó a sus dones para que sus sentidos se afinaran todavía más gracias a la ayuda del auspex. El golpe fue inmenso...

Tantos olores a su alrededor, la mayoría de ellos asquerosos... Pero descubrió que, en aquella forma de lobo, podía concentrarse en esencias concretas de igual modo que, como hombre, podía dirigir su mirada hacia un lugar concreto. Se centró de nuevo en la de Rosalía y comenzó a seguir de nuevo el rastro, intentando reconstruirlo mejor y con cuidado de no toparse con ningún mortal.

A pesar de invocar el don de Caín el resultado fue el mismo. Cuanto más seguía el rastro, más laberíntico le parecía el camino que Rosalía había seguido. No podía determinar cuál era el más fresco, pues se superponían unos con otros. Comenzó a dolerle la cabeza ante el esfuerzo requerido y supo que faltaba poco para la inapelable salida del sol.

Rosalía no pudo evitar un leve gesto de sorpresa.

-¿Conoce el secreto tras el nombre de Christian Adler? ¿Es un aliado? -preguntó tratando de ocultar cierta ansiedad.

-Antes de que os fuerais me aconsejasteis que confiara en él. Con el tiempo se ha convertido en algo así como un informador para nosotros de los asuntos de la Corte... Yo... no sé si hice bien en desvelarle la existencia de esto... Os he echado tanto de menos -confesó mirándola con anhelo.

Miró a la muchacha y se forzó a sonreír. Sería tan fácil creer cuanto decía y confiar en su aparente inocencia... Pero sin un solo recuerdo al que aferrarse, y después de lo que había aprendido, no correría el riesgo de encomendarse a una completa extraña.

-Supongo que hiciste bien -dijo tranquilizadora-. Durante el interrogatorio mencionó algo acerca de ciertos hechos que podrían significar mi inocencia, pero Hugo Darilio le impidió continuar. ¿Sabes a qué se refería?

Chiara bajó la cabeza antes de responder

-Uno de nuestros miembros... Lo envié a buscar a Cayo Marco. Si seguía con "vida" y podíamos demostrarlo podríais regresar aquí... él... Afirmó en una carta que lo había encontrado... No decía nada más, por si alguien la interceptaba... Sin embargo...Solicitó en secreto una Audiencia para exponer al Príncipe lo sucedido. La siguiente noticia que tuve de él fue que había sido asesinado la misma noche que regresó a Roma... Seguramente por un Assamita... Un Malkavian reivindicó la contratación del Assamita. Según dijo, arrastraba una vieja rencilla con él..Ni siquiera... -explicó mientras sus ojos se teñían de carmesí-. ... ni siquiera pude llorarle en público... ni denunciar lo que había descubierto... Sólo el Príncipe y algunos de la Corte sabían de lo que quería hablar... y nunca pudo hacerlo...

Rosalía creyó ver en aquellas lágrimas una pena más honda que ante la pérdida de un compañero. Una pena similar a la que ella sintió cuando la alejaron de Massimo... salvo porque Chiara jamás tendría la oportunidad de recuperarlo. Su actitud cambió, y casi sin darse cuenta extendió los brazos hacia la muchacha para ofrecerle consuelo.

-¿Cómo se llamaba? -le preguntó en un susurro acariciándole el cabello. Tampoco a él lo recordaba. Había muerto para librarla de su condena y no conservaba de él ni un nombre, ni un rostro.

¿Cuántas víctimas más se habían cobrado los Tremere y cuántas se cobrarían aún por su maldita codicia?

Ella se acomodó cálidamenete en el abrazo de Rosalía, como haría una hija con su madre

-Se llamaba Pietro -dijo en un ahogado sollozo.

-¿Te correspondía? Seguro que sí... -continuó susurrando sin dejar de acariciarla-. Óyeme bien, Chiara: si has amado y has sido amada has recibido las dos mayores bendiciones de esta vida. Conserva sus recuerdos como un tesoro, y no sufras. Pietro será vengado.

-Quiero pensar así... pero me siento tan... lo echo tanto de menos... Noche tras noche me torturo imaginando lo que pudo ser y no fue... ¿Por qué tienen las cosas que ser así? -sollozó su Chiquilla apretándose con más fuerza para contener el llanto-. Perdonad... me avergüenza que me vais así...

La bestia colosal dio paso de nuevo al vampiro Hakan, cuyo ceño hablaba casi a voz en grito de su frustración. La idea era buena, y se había sentido muy cerca de verla llegar a buen puerto. Sin embargo, la proximidad del amanecer le quitaba el tiempo necesario para que culminara. El gasto de sangre de usar sus poderes había sido lo bastante importante como para dejarle casi tal y como había llegado a Roma y, por tanto, la conclusión sólo podía ser una: había sido una mala noche.

-Busquemos un lugar donde pasar el día. No tenemos tiempo para terminar nuestra búsqueda. Rodrigo, harías bien en descansar también y aprovechar lo que puedas del resto de las horas de sol para intentar dar con alguna pista del paradero de Rosalía. Dudo que incluso en mi forma animal y con mis sentidos ampliados pueda dar con ella mañana. Su rastro ya se habrá perdido para entonces, confundido con el marasmo de esencias de la ciudad en plena ebullición.

Enredó los dedos entre el cabello rojo de Astrid, mirando a la mujer con intensidad. Sin embargo, pese a sus repentinos e instintivos deseos, a buen seguro provocados por el mayor contacto con su lado animal, no era ni el momento ni el lugar. Se apartó de ella y fue en busca de un lugar apropiado donde descansar.

Acarició la mejilla de la muchacha y la liberó del abrazo para dejar que se calmara.

-No tengo respuesta para esa pregunta -dijo con amargura-. Pero sé que la culpa es de esas malditas reliquias, y nada podremos hacer para evitar más desgracias a menos que las encontremos y las destruyamos.

Guardó silencio durante largos instantes hasta que su Chiquilla recuperó la serenidad.

-¿Conservas la última carta de Pietro? -le preguntó-. Tal vez aún podamos averiguar el paradero de Cayo Marco.

Rodrigo les indicó que, siguiendo las órdenes de Rosalía, ya había procurado refugio en una posada aledaña. Tras el descanso vino una nueva noche...

-Sí, claro -confirmó la chiquilla antes de ir a buscar una pequeña cajita de madera con bisagras. De su interior extrajo un legajo manuscrito que rezaba: "Buenas noticias. El trato está cerrado. Volveré pronto"-. Sé Pietro viajó hacia el norte, pero eso es toda Europa. Intente leer sus emociones en el papel con mi poder, pero debió de cogerlo poco antes de enviarlo... No he visto nada...

Probablemente Chiara tuviera razón y nada pudiera sacarse ya de aquel pliego, pero era lo único a lo que podía aferrarse en aquellos momentos, y deseaba tanto encontrar a Marco...

Lo tomó con delicadeza y cerrando los ojos acarició la tinta y la tersa superficie del papel.

El contacto con el papel la llevó a dibujó en su mente las emociones que contenía. Pudo ver una mano escribiendo las palabras con emoción, pero la visión fue engullida por la imagen de Chiara aferrando la carta noche tras noche como único recuerdo de su amado. La experiencia estaba cargada de una desazón difícilmente soportable

Hakan recibió con mucha energía la nueva noche. Perdida completamente la anterior, debía ponerse manos a la obra cuanto antes. En primer lugar, necesitaba alimento, y lo necesitaba en abundancia y cuanto antes. Sus reservas estaban al límite, y Jarl precisaría también de algo de su sangre aquella noche.

Rosalía, por su parte, estaba perdida, y el Gangrel dudó sobre cuál debía ser su siguiente movimiento. Era extraño. En el pasado jamás habría pensado en dejar un amigo a su suerte... Pero ahora las circunstancias no podían ser más adversas: si no se apresuraban, Thomas recuperaría el clavo y lo llevaría de vuelta a sus nuevos amos. Y la rueda seguiría girando.

Debía obrar en busca del mal menor. Debía dar con Thomas. Y sabía exactamente cómo hacerlo. En primer lugar, tenía una gran ventaja: él siempre despertaba mucho antes que otros vampiros. Además, conocía a la perfección las costumbres alimenticias de Thomas.

Se puso en pie de un salto y fue en busca de Rodrigo, quien de seguro estaría despierto. Una vez dio con él, le informó de sus planes.

-Voy a la parte Alta de la ciudad, donde los adinerados y acaudalados viven y festejan. Daré con Daister ahí, estoy convencido de ello. Buscadme tan pronto Astrid despierte.

Abrió de nuevo los ojos y devolvió la carta a Chiara como si quemara.

-Lo siento mucho -dijo con una pena del todo sincera-. ¿Quién es el Malkavian que pagó por su muerte?

-Alberto Barelli. Fue exiliado de la ciudad por hacerlo, pero siempre he sospechado que no fue más que una persona interpuesta para matar a Pietro.