Partida Rol por web

                Año del Oso. Día 1.

                Kent se había levantado junto al primer sol que llenaba el cielo de tonos anaranjados, una hora más tarde saldría el segundo, y los colores se mezclarían con dorados, volviendo al cielo una pintura maravillosa. Era verano, pero este invierno sería crudo, así lo decían los sabios del pueblo que hablaban del Año del Oso, en el cual el frío y algo más, tomarían lugar en la tierra. Pero Kent no tenía tiempo para historias, se tenía que preparar y ver que el trigo estuviera a punto para ser cosechado el día 7, que calculaba era el oportuno para la tarea.

                Así que se quedó unos momentos en la pequeña cocinita de su cabaña, haciéndose el desayuno que más le gustaba, leche con avena y miel fresca de las abejas locales. Mientras, alguna que otra hada volaba por los alrededores. Es que la casa de Kent quedaba cerca del bosque féerico en donde ellas tenían sus reuniones. 

Desde mi pequeña ventana podia ver como algunas hadas pasaban volando a toda velocidad, muchos dias me quedaba embobado mirandolas volar de un lado a oro sin rumbo, siempre me hacia pensar en que seria lo que devatieran en sus bosques y que harian volando de un sitio para otro, algunas veces soñaba con historias de Hadas perdidas en zonas osucras y un principes encantados que tienen que rescatarlas.

Pero el mundo real me llamaba, tenia que encargarme del trigo mientras mi padre se encargaba de los aniamles y cuando terminara de revisarlo tendria que salir a cazar, teniamos suficiente comida para nosotros y la mayor parte de la carne estaba ya en salazon para evitar que se estropease, pero si queria comerciar con la ciudad tendria que apurarme y conseguir algunas buenas piezas.

                Una de las hadas se paró en el alfeizar de la ventana de Ken. Él ya estaba organizando en su cabeza todas las tareas que tenía que hacer durante el día ya que, como granjero, sabía que el sol (o los soles en este caso) no esperaban a nadie y había que tener todo en orden. Pero fue igual muy asombroso ver a la mujer pequeña acercarse a él y hablar.

                -Te traigo noticias del bosque del Este –dijo con una voz como de campanas. Ken no había oído nunca hablar a un hada aunque sabía que lo hacían pero ellas sólo decían algo a los humanos cuando era realmente importante.

                -La invasión de Roshendal comenzará pasado mañana en la noche. Un ejército de orcos vendrá… busca a Tara. Debes buscar a Tara. Ella y tú deben irse de aquí. ¿Entiendes? ¿Comprendes?

Las monedas empezaban a escasear y tenía que hacer algo para encontrar trabajo, desde lo alto de un árbol cogí algunas frutas que empecé a comer, debía cazar algún animal para comer o quizas para vender hasta que encontrase un trabajo. Salté del árbol, entonces escuché las voces de dos hombres, mi instinto hizo que casi sin pensarlo me escondiera tras un árbol, escuché a aquellos hombres hablar. ¿Invasión? ¿Orcos? ¿Mago? Esas palabras se quedaron grabadas en mi cabeza. ¿Tenía delante a enemigos? Mañana en la noche esto se llenaría de esos odiosos orcos, podría atacarles y preguntarles por más, pero estaba yo sola, no sabía si ellos eran solo dos o había más de ellos alrededor, por lo que esperé que se alejaran para correr hacia la ciudad en busca del capitán de la guardia, debían estar preparados para lo que se avecinaba, no creía que me creyeran, pero no podía hacer otra cosa

Repasaba una y otra vez las cosas que tenia que hacer ignorando todo el mundo a mi alrededor, pero entonces aquella pequeña voz llego hasta mis oidos... ¿que era?, sin saber por que me gire hasta ver aquella pequeña hada, nunca habia escuchado hablar a un hada, sabia que era posible y que de echo ellas hablaban, pero con un humano era algo sorprendente, se suponia que no hablaban a menos que no fuera estrictamente necesario, casi parecia que me habia quedado soñando despierto una vez mas.

- No entiendo tu mensaje - respondi con sinceridad- Si un ejercito viene el rey y los guardias son los que tendrian que ser informados yo no soy nadie ni puedo hacer nada y no conozco a nadie cuyo nombre sea Tara -

     Tara decide que debe avisar a la guardia sobre este ataque así que se dirige a los perímetros de la ciudad en donde están apostadas las torres desde donde vigilan los soldados. Mientras hace camino, pensando en todo lo que ha visto, escucha el murmullo de algo a su alrededor. Se da vuelta. No hay nada. A los cinco minutos le vuelve a pasar lo mismo y otra vez la joven se voltea pero nada se halla allí. 

     Entonces un rato después, siente nuevamente el murmullo y al girar ve a un hombre de orejas puntiagudas, cabello blanco y ojos refulgentes. No cabe duda de que se trata de un elfo plateado.

      -Tara... los seres del bosque no nos solemos inmiscuir en vuestros asuntos humanos. Pero días oscuros se acercan. Debes saberlo. Las fuerzas del Mal cubrirán la tierra de Roshendal por un tiempo. Ve a la séptima casa que veas, una de tejado rojo. Allí encontrarás un compañero.

      El hombre, por decir "hombre", aunque evidentemente era un ser masculino, hizo una reverencia ante la joven, como si fuese algo más que una simple chica.

      -Pregunta por Ken y di que eres aquella de la que Gladia habló. Debéis ambos iros de Roshendal antes de pasado mañana...

     Gladia retomó vuelo con impresionante facilidad. Iba dejando un polvillo realmente minúsculo mientras lo hacía y luego se posó directamente en la mano de Ken.

     -Ella está por venir. Debes esperarla sentado en la puerta de tu casa.

    Voló de nuevo la hadita, hasta ponerse delante de los ojos de Ken mostrándole que, además de ser muy bonita (las hadas solían serlo), tenía su temperamento.

    -De verdad que sino la esperas en la puerta de tu casa me voy a enfadar contigo!!!! Y tú no quieres un hada enfadada, ¿verdad? A nadie le gusta un hada enfadada. Nosotras tenemos suficiente magia para que no te guste que me enfade. Así que te quedas esperando a Tara. Ella vendrá. ¿Sí?

   El ceño fruncido de Gladia no daba mucho lugar a una negativa, al menos no lo parecía.

Iba andando hacia la cuidad, cuando escuché un ruido a mi espalda, lleve la mano a la empuñadura de mi espada, no había visto animales esa mañana, por lo que mi temor era que aquellos hombres me hubieran visto y quisieran acabar con el "espia". Pero no vi nada, volvi a caminar y nuevamente escuche el ruido, me giré pero nuevamente no vi nada. Hasta que entonces lo vi, un elfo, era facil reconocerlo por sus orejas

- ¿Como sabéis mi nombre? Ese mal del que hablais, ¿Son los orcos? Van a atacar este lugar, no podemos irnos sin más o masacrarán a los aldeanos

Ken, la septima casa, techo rojo, debía acordarme, ¿sería un guerrero? Quizás él podría ayudarme, ¿y si era una trampa? No, no podía serlo, de haberlo sido el elfo podría haberme matado ya si hubiera querido, apenas me di cuenta de su llegada hasta que lo tuve delante, debe ser un aliado, alguien que desea ayudar. ¿¿Pero por qué yo??

No parecia tener muchas alternativas, el Hada me habia ordenado quedarme en mi casa esperando a una tal Tara, esperaba o mas bien suponia que Tara tenia que ser un hada o algun espiritu del bosque, pero seguia sin tener muy claro por que tenia que hacer todo aquello, aun así no seria yo quien desafiara al hada.

- Me quedare esperando como me pides, pero a cambio tu tendras que esperar conmigo -

     El elfo responde a las preguntas de Tara sin dilación alguna. Tampoco parece que quiera ocultar algo, muy por lo contrario es claro en sus palabras.

     -No podéis hacer nada contra el ejército que viene. Excepto encontrar a los otro tres elegidos y entrenar para volver a Roshendal con la suficiente potencia y habilidades para acabar con el mal que asolará la tierra. Los consejos élficos y de hadas se han juntado para hallaros. Fue difícil, y estábamos muy encima del día aciago. Tara, sé que eres una mujer de corazón noble, pero si no buscas a Ken y huís de aquí, todos moriréis. Y lo peor es que así Moloch habrá ganado. Pondrá a su rey en el trono y sumirá a Roshendal en las tinieblas por centurias.

      Iato calló ni bien terminó su frase y se metió en el bosque. Desapareció de la vista de la joven en segundos. Era sabido que los elfos podían mimetizarse con la naturaleza de una forma asombrosa, ser unos con ella. Ahora debía decidir si le haría caso o no.

        Gladia se rio con esa risa cristalina cuando Ken le dijo que se quedaría pero si ella se quedaba junto a él.-Bueno, me quedaré contigo. No hay problema. Vamos a esperar en el escalón de entrada. ¿Tienes algo de miel? Me gusta mucho la miel. Las hadas comemos cosas dulces, y bebemos savia de los árboles. También gotas de rocío. 

      Ken tenía miel en sus alacenas, así que fue por un poco. Sacó un tarro y traspasó un poco de su contenido a un pequeño dedal. Eso se lo dio a la hadita, quién se sentó junto a él, fuera de la casa, bebiendo la miel como si fuera un pequeño vaso el que tenía entre sus manos.

      El día estaba tan bello que daban ganas de quedarse allí, contemplando el cielo y paisaje. Los dioses de Rhosendal habían bendecido a sus gentes con un sitio paradisíaco.

Aquello era cada vez mas extraño, el Hada habia aceptado lo que me dejaba con la extraña impresión de que aquello se parecia mas a un sueño demasiado realista que a algo que estuviera sucediendome de verdad, con cuidado me pegue un pequeño pellizco en el brazo para asegurarme de que estaba despierto, era la unica forma de saber que aquello era real.

- Las Hadas sois criaturas asombrosas aunque nunca habia escuchado que hablaseis con la gente sin mas, es realmente un honor que estes aqui a mi lado -

Las palabras del elfo me desconcertaron, pero sabía que era verdad pues yo misma había escuchado que venía un ejercito, ¿pero los elegidos? ¿Encontrar a tres más? Antes de que me diera cuenta el elfo se había ido perdiendose de vista en los bosques, siendo uno más de ellos, esa habilidad me sería muy útil a la hora de cazar, pero no era momento para eso, ahora tenía que ir a la septima casa, a encontrar a Ken, quizás él supiera algo más. Si debíamos huir debía ser pronto, atacarían al día siguiente, solo esperaba que los guardias de la ciudad pudieran con esa amenaza...

Corrí hacia la casa que me había dicho el elfo y llamé, miré a los lados esperando que nadie se fijara en mi, ¿Seria Ken un fornido guerrero?

     Ken estaba en la puerta de su casa, sentado en el escalón, con una pequeña hadita de unos pocos centímetros de alto junto a él. Vio venir a una chica hermosa, de largo cabello azul. Ésta, luego de haber pasado seis casas, llegó a la número siete y... tal como el elfo le había informado, allí se hallaba el muchacho. No era alto o forzudo como Tara imaginaba. Pero estaba allí, exactamente donde Iato le había dicho.

    La hadita, por su parte, comenzó a volar alrededor del chico diciéndole, con mucha alegría.

    -¡¡Es ella!! ¡¡Ella es!! Ve e invítala a pasar. Tenéis que hablar de algo importante. Volaré al Consejo de las Hadas a avisar que os habéis reunido. Lord Vaenherys se pondrá muy contento.

    Dicha esa frase, sin contestar sobre el comentario anterior de Ken, el hadita salió volando dejando esa estela de minúsculo polvo blanco en el aire. Tara caminó unos pasos hasta la casa, hasta que él y ella estuvieron frente a frente. Todo parecía tan surreal. ¿Realmente ellos dos formaban parte de un futuro grupo de héroes que salvaría esta Tierra de la oscuridad???

   Los seres del bosque así lo habían dicho.

Mi mirada pasaba del Hada a la chica que acababa de llegar una y otra vez, todo aquello tenia cada vez menos sentido pero ya hacia comprobado que no me encontraba en un sueño hacia un segundo y el hada realmente parecia emocionada por la llegada de la chica, no me quedaba mas remedio que cumplir con lo que me habia pedido desafiar a un Hada y su corte no era muy inteligente.

- Hola... yo supongo que... bueno ¿quieres pasar? - no estaba acostumbrado hablar con mujeres ni con nadie en realidad, vivia alejado de la ciudad y de todo el mundo y solo me relacionaba con el bosque.

- ¿Eres Ken?- pregunté al muchacho, me quedé mirandolo de arriba a abajo, había esperado otra cosa, pero a veces las apariencias engañaban. Asentí cuando me propuso pasar. 

Una vez la puerta se cerró a nuestra espaldas miré a Ken

- ¿Sabes de que va esto? Un elfo me dijo que viniera aqui, algo de que nosotros eramos la esperanza y que teníamos que encontrar a tres jovenes más, ¿de que va todo esto?

- Sí, soy Ken y tu eres Tara el Hada me lo acaba de decir - y estaba claro que las hadas no se equivocaban nunca, aunque me parecia que acababa de hablar de una forma algo tosca, realmente no sabia como comportarme con ella.

- El hada me dijo que vendrias por que alguien atacaria la ciudad, no me menciono nada de buscar a otros tres ni nada parecido - claro que podria haberse saltado tantos detalles como quisiera para que Tara y yo nos vieramos obligados a hablar.

- Tenemos que salir ya, es de vital importancia, sobre los otros tres, no sé nada, solo que también eran los "elegidos", no me preguntes de que porque no lo sé. Un elfo me encontró y me dijo que te buscara, al parecer conoce a tu hada. Sea como sea hay que salir ya de aqui, los orcos van a masacrar este lugar- me quede de pie, junto a la puerta, mire por la ventana y después a él- Si tienes que coger algo, es mejor que lo hagas cuanto antes