Partida Rol por web

Tras la cruenta y vivtoriosa batalla liberada en las mismisimas puertas de la Villa de Aguas Fuertes, da lugar a una reunión del Capitán Hojaflecha por ordenes del viejo Curuvar. Todo el mundo desea también que estén presentes los heróes que ayudaron al Capitán y a sus guardias a derrotar a los enemigos y que esa victoria fuera posible.

- Veamos si deja de sangrar del todo... Y ahora ya podemos coserlo... - hablaba sola en voz alta mientras cuidadosamente desinfectaba y cosía la herida del elfo.

Una vez el orejas picudas estuvo mejor me arrimé a él susurrándole al oído:
- Necesito encontrar a ese tal Curuvar. ¿Sabrías decirme dónde hallarlo?

Hay un templo separado de las tiendas, casas y pisos de Aguas Fuertes por un pequeño seto. Las paredes cubiertas de enredaderas del templo se alzan por encima de las murallas de la villa, y la punta de su espira puede alcanzar los cien pies de altura por encima del suelo. El símbolo de una hoja de roble reluce con su propia luz esmeralda sobre la gran arcada que permite entrar en el templo.

Normalmente este lugar es terreno sagrado y aquí se respira un silencio fuera de peligros y preocupaciones.

El interior de las paredes está pintado para que parezca el cielo, y la plata principal es una amplia zona dominada por una colina cubierta de hierba en torno a la cual una corona de árboles se mece suavemente en una brisa eterna.

Muchos heridos ya están siendo atendidos por los curanderos. Tú decides dar un vistazo a la herida de Hima y hay varias camillas por los alrededores del Templo, por lo que le conduces hasta una de esas camillas y le indicas que se tumbe para examinarle la herida.

Se desabrocha la armadura y la deja apoyada sobre la patilla de la camilla, su torso muestra algunas heridas y moratones de batallas anteriores. Mientras tú divagas por su pierna, el mismo se coloca una venda en diagonal que va del torso a la cintura. Mientras lo hace no deja de asombrarse por la habilidad que atesoras como curandera. -Gracias, no se como agradeceroslo. Ni siquiera se vuestro nombre. Si hay algo que...- Se dispone a ofreceros cualquier cosas para mostrar su gratitud. En ese momento te acercas a su oído para susurrarle el nombre de Curuvar. Hima no es estúpido y no es que desconfíe de ti, pero prefiere que obtengas esa respuesta en el concilio.

Te coge fuertemente por una de tus muñecas, ya han tenido a una traidora bajo los techos de este pueblo y no quiere que se vuelva a repetir la misma hisotira. -Espero que no seas una enviada, una asesina... Mira hacia ambos lados para asegurarse de que nadie os está escuchando atentamente. De lo contrario no serías bienvenida aquí, andate con ojo-

Tras la pequeña advertencia varios guerreros comienzan a salir del Templo. -Vamos, seguidme- Se levanta por si solo, te suelta la muñeca y espera a que le sigas.

Cita:

- Miyanuviel, mi nombre es Miyanuviel.

Tras hacerle las curas pertinentes y preguntarle por quien realmente quería informarme una vez estaba allí en Aguas Fuertes, Hima me agarró fuerte de una muñeca y, aunque no ofrecí resistencia, no me gustó su actitud.
¿Una enviada o asesina? ¿Por quién me ha tomado encima de que me he prestado a salvarle la vida? me pregunto indignada ante la respuesta y mirada del elfo. Enviada sería, tal vez, si tuviera la certeza de que Lhaeo no ha muerto en aquella emboscada y tuviera que robar esa espada para él si no quiero problemas. No estaría de más saberlo, saber si sigue vivo o si aquellos lagartos humanoides acabaron con él.
Yo solo quiero seguir mi camino, encontrar a Curuvar y que me informe de dónde demonios está Óscar.
- No sé qué es lo que ha pasado aquí pero no soy una asesina y de ser una enviada solo puedo serlo de Silvanus y de mí misma. - respondo con cierta frialdad ante su reacción conmigo.

Cita:

Dicho esto, el elfo se levanta como puede y, aunque un poco a regañadientes, le ayudo a ello y ambos salimos del Templo.

Los curanderos del Templo se encuentran exminando las heridas de los escasos guerreros que han salido victoriosos de la batalla. Tanto Querelar como Methgar deciden esperar su turno para que les curen y les den algo de comida, en concreto una insipida ración de pan elfico que entra como si fuera la mejor pieza de buey. Podéis asearos un poco antes de reuniros con la gente más importante del pueblo.

No pasa mucho tiempo cuando sois convocados por el propio Capitán Hojaflecha para un concilio. La reunión se disputará a los primeros rayos del Sol en un lateral escondido del Templo. El lugar se encuentra protegido por numerosos y frondosos árboles además de los cánticos de los pájaros, también os acompañan flores que empiezan a abrir sus pétalos y a expulsar sus evocadores fragancias.

Hay una docena de sillas puesta en línea a proposito para que se vayan sentando los invitados con forme van llegando. Enfrente de estas sillas se encuentra un trono vacío. En breve dará comienzo.

-Pronto obtendrás respuestas- Responde desprocupado por su comportamiento con Miya., el cual no ha sido ni mucho menos ofensivo si tuviera en cuento el comportamiento que tiene la gente por aquí.

Hima se presenta en el punto de reunión, al lado de Miya. Lleva el torso casi desnudo, si no fuera por una venda ancha posicionada en diagonal dsde el cuello hasta la cintura. También tiene vendado la mayor parte de su gemelo izquierdo, aunque este no puede distinguirse tan fácilmente ya que lo oculta su bota. Antes de tomar asiento estudia con la mirada a los posibles presentes. ¿Habrá venido?. Methgar creo recordar que era su nombre..., finalmente se acerca a Miya, a su oído -Olvida lo de antes, ¿quieres?. Puedes llamarme Hima-

Sin más, conduce sus pasos hasta una de los asientos libres.

 Querelar, con varios vendajes en brazos, piernas y torso, va cubierto por su capa, mostrando que lleva tambien el torso descubierto, las piernas van cubiertas por anchos bombachos de tela delicada que muestran los bultos allá donde hay vendajes en las piernas.

 Está silencioso y su rostro revela gran fatiga. Sin palabra alguna, suponiendo que alguna de estas sillas le pueda corresponder avanza para sentarse en una de ellas, con pasto un tanto renqueante.

El hechicero camina sobrio y elegante, su basta experiencia en el trato de gente importante le ha preparado para eventos como este en los cuales se desenvuelve sin mayores dificultades, incluso Argus se comporta a la altura manteniéndose erguido en el hombro de su amo. Vaya, mis padres estarían orgullosos si me vieran ahora jeje... La nostalgia pasa veloz sin detenerse en el corazón del joven e impetuoso clérigo quien toma uno de los asientos del frente, casi frente al trono...

Muchos eran los heridos durante la batalla y bastantes de más consideración que ella, por tanto no le importó cuando le dijeron que tendría que esperar. Mientras estaba sentada esperando, escuchó un lejano ladrido y así recordó al perro que había rescatado. Despacio, para no reabrir las heridas, se levantó de su asiento y salió al exterior para acercarse al animal.

Me echabas de menos? le pregunta mientras le acaricia buen chico.. no te alejes mucho y cuando pueda te daré algo rico que comer..

Un tiempo después debe volver a entrar en el templo y a la realidad de la situación en la que se encuentran. Una vez tiene las heridas limpias y vendadas, se ha aseado y mudado de ropa, se dirige hacia la reunión. Una vez allí, y tras una fugaz mirada a la sala para observar a los presentes se encamina hacia las sillas.

Me alegra ver que al final lo de la pierna no era muy grave comenta educadamente con una sonrisa al pasar junto a Hima de camino a su asiento, junto a sus compañeros.. Caesar, has visto a Racalin? está bien?.. pregunta al sentarse

Caesar se gira para ver a quien se ha dirigido a él... Oh Methgar, que bella, siempre he pensado que eres la que tiene mejor porte de entre nosotros, te imagino con un vestido y.... La mirada de su compañera le regresa pronto de las nubes en que ya comenzaba a perderse su imaginación. Esto, no, no sé donde este, le perdí en medio del caos de la batalla...

Gárret da media vuelta, reptando por el tejado de la choza, y se desliza hacia el firme suelo, donde, una vez allí, se pone la capucha de su capa y se adentra entre la multitud, mezclándose con la gente hasta llegar a la zona del concilio, intentando que los supuesto héroes no le vean, ya que sus intenciones no son del todo puras.

De pronto un tras pies le hace empujar a una mujer que a primera hora de la mañana se dirigía a su trabajo, por lo cual su intento de pasar inadvertido fracasa antes de empezar. Al darse cuenta de su error, Gárret camina calle arriba  para acabar entrando al lugar donde durante las últimas horas de noche había descubierto que se daría una especie de concilio, al cual asistiría mucha gente importante del pueblo.

<<¿Dónde demonios tendrán encerrada a la bandida?>> se pregunta el mediano que observa todo a su alrededor, memorizando las caras de la gente que llega, intentando evitar las miradas.

El mediano se apoya en el tronco de un árbol de los muchos que rodean esa zona en la que se habían agrupado una serie de sillas junto a un trono.

Tras el necesitado descanso me levanto de la cama como un muelle.

Hola!Le digo a la dama,está el desayuno preparado??,espero que si pues estoy hambriento...¿por cierto,donde están todos?*

...

En cuanto me aseo y me preparo ,salgo corriendo hacia el concilio.Antes de entrar intento avistar si hay algún tipo de entrada,distinta a la principal.

La señora de grandes pechos dice que es mejor que estes en reposo, pero tu endiablado comportamiento te incita a correr hasta la entrada del concilio. Concilio que tú también has sido invitado. Sin más, entras por la entrada vigilada por dos guardias con lanzas estrechas.

Es la única entrada, por lo tanto decides entrar y coger sitio en una de los asientos que aún quedan libres.

Cuando entras ves a Caesar, y Methgar setados uno al lado del otro. Methgar le pregunta a Caesar:

Cita:

Caesar le responde:

Cita:

Los asientos están puestos a proposito para doce aventureros más un invitado. Por lo que hace un total de trece asientos. Los primeros seis son para los escasos caballeros de la Guarda que han sobrevido a la batalla: Hima, arqueros y guardias. Los otros seis que restan son para: Caesar, Querelar, Methgar, Miyanuviel, Racalín y Gárret. El último es un invitado especial puesto que no saben ni su nombre ni, ni siquiera su procedencia, no se preocupan demasiado por esperarle.

Todos esperáis la presencia del Capitán mientras váis tomando asiento. Sin embargo el trono frente a las trece sillas continúa vacío. Tras unos largos minutos de espera, aparece Grifo acompañado por dos guardias inseparables de sus estrechas lanzas.

El Hermano Grifo muestra un limpia y lujosa armadura, cabello desgreñado y unos andares más bien dignos de un caballero rebelde. Se detiene frente al trono si llegas a tomar asiento y estudia a los presentes con una mirada.

Un silencio, un tanto incómodo si no fuese por los cánticos de algunos pájaros, crece en la zona a la espera de alguna noticia del hermano del Capitán. -Veo que áun faltan cuatro asientos*. Nuestro Hermano Hojaflecha se encuentra muy mal herido, desconozco el porqué, pero creemos que le han envenenado con la misma ponzoña que ha nuestro querido Curuvar. Nuestros clérigos están haciendo todo lo posible para curarle. Yo seré el portador de la voz para este nuevo Concilio-

Un mediano con cara pensativa aparece de entre la maleza despreocupado, mira a los asistentes al concilio detenidamente, agacha lateralmente la cabeza a modo de reverencia y camina hacia su asiento rápidamente pero sin llamar más aún la atención.

Perdón por la tardanza... -Se limita a decir antes de sentarse, dando un pequeño salto hasta situarse en una de las sillas vacías.

Gárret se encontraba ahora rodeado de extraños, intentando reconocer entre la multitud a los guerreros que la noche anterior habían estado defendiendo la ciudad con todo lo que tenían, sembrando de muerte la entrada de la ciudad.

Estoy aquí,le digo a Metghar y Caesar,mientras tomo asiento.No recuerdo que pasó,pero me desperté y estaba en la cama,una señora estaba atendiendo mis heridas,estoy un poco cansado pero no quería perderme esto,¿por qué nos hemos reunido aquí?

El clérigo, cuya armadura resplandece tanto o más hermosa que la de el capitán, responde encogiéndose de hombros. No lo sé, supongo que nos van a pagar, hacer honores y tal...