Partida Rol por web

Luego de despedirte de Chia, el viaje continúa hasta Mozambique, colonia portugueza desde la que Sandokán y Yañez pueden seguir su vieje independiente hacia su hogar en el lejano oriente. Así, una nueva despedida y pena por la amistad que has entablado con esas personas.

El vieje en el albatros continuó y después de unpar de semanas arriban a París, lo cual te produce una mezcla extraña de recuerdos, unos buenos y otros horribles. Hasta ahí llega el viaje en esa fabulosa nave voladora, pues Robur se quedaría en Francia para trabajar como agente del gobierno.

El vieje continúa para ti acompañada de Karamaneh, Frankenstein y Jack, por lo que viajan en tren hasta Calais y desde ahí cruzar a Dover en Inglaterra. Durante todo el viaje Pendragon ha estado en comunicación con Londres y él te informa que deberán pasar de incognito por el canal. Así que tu te transformas en la señora Cambell, esposa de un noble escocés (Jack) y Karamaneh es us sirviente oriental. A Frankenstein le vendan la cara y lo hacen pasar por un familiar que servía en el ejército en la india al cual han debido traer de vuelta debido a un accidente que le ha desfigurado.

Así estás de vuelta en la gris Londres y sientes en tu estomago el cosquilleo de los nervios pues estás cerca de volver a abrazar a tu pequeño. En la estación de Cross King le toca la despedida a Karamaneh, quien se pierde en las calles de la ciudad para volver al servicio de ese siniestro doctor chino.

Así siguen en coche tú, Jack y Frankenstein, pero no llegan a la casa de Pendragon que conociste la ves anterior, sino a una distinta en otro lugar de Londres. Por otro lado, algo te extraña de la actitud de Jack, pues parece nervioso y en todo momento mira por sobre su hombro como para estar seguro de que no les seguían.

Tanta despedida me había dejado un poco triste, pero era normal pues habían pasado muchas cosas y había tenido que depender de mucha gente a la que sabía que era probable que no volviera a ver, lo que al menos por mi parte, apagaba un poco mi humor.

El viaje de vuelta, como si lo demás no bastase, era tremendamente largo y casi me alegré de ver de nuevo el cielo gris de mi ciudad, pues eso quería decir que pronto vería a mi pequeño, si la cosa no se torcía demasiado claro, porque había bastantes posibilidades de que algo no fuera tan bien como me gustaría. 

Me di cuenta de cómo Jack no paraba de mirar todo el rato a los lados, como si tuviéramos a alguien detrás y al final ya no pude contenerme más.

- Me está poniendo nerviosa Jack. ¿ Sucede algo? - Volvía a recuperar los modales, habiéndome mantenido al margen de toda cercanía desde el momento que le había vuelto a ver aparecer de entre los muertos y parecía haberse molestado por mis gestos más amigables. Llevaba todo el viaje quizás incluso menos comunicativa de lo habitual y de eso, ya hacía bastante tiempo.

Pendragon por un momento parece dudar al momento de respoderte, pero opta por ser tan irritantemente críptico como siempre:

- Es solo que hay que tener cuidado de mantener nuestro estatus de incognito.

Así, bajan en esa casa desconocida. Antes de entrar, Jack te dice:

- Mina, yo sé que usted debe estar deseando ir de inmediato al encuentro de su pequeño, pero le pido que espere unas horas. Aún tengo cosas que hacer y es importante que usted esté presente.

Sabes que algo ocurre y el no te lo está diciendo, pero en verdad te lo pide de una forma cercana al ruego.

Cuando entran se trata de una caza común y corriente, nada especial que notar, como en la anterior que conociste que estaba llena de recuerdos. Pendragon te pide que lo acompañes al segundo piso y ahí se encuentran con una chica vestida de enfermera. Según te la presenta Jack se llama Wendy Moira Darling y se encarga del cuidado de Quatermain. Por lo visto, él no había mejorado ni empeorado. Entran a la habitación y ahí se encuentra el anciano como siempre, en cama y sin conciencia pero con una respiración pausada.

Jack te dice:

- ¿Tiene aún el frasco con el remedio que nos dio Ayesha?.

De hecho lo habías guardado y mantenido muy seguro durante el viaje.

Como bien sabía estaba deseando reunirme con mi pequeño, pero al no comprender demasiado bien a lo que se refería, asentí, diciéndole así que me quedaría lo que hiciera falta, pues a pesar de todo, me había ayudado muchísimo y no pensaba que fuera a dejar de hacerlo ahora, quizás, necesitara todavía hacer alguna cosa.

Al llegar a aquella casa y ver a Quatermain entendí un poco a qué se refería, pero también me sentí un poco culpable por no haberme acordado apenas de él en todo el tiempo que habíamos estado fuera, pues en otro momento de mi vida, todos mis pensamientos iban dirigidos a él, pero aquello se acabó, quedando relegado a algo que simplemente formaría parte de mis recuerdos. De todas formas, verlo mal me seguía haciéndome sentir culpable, o al menos, algo culpable.

- Sí... - busqué entre mis ropas, pues lo había guardado tan bien que no recordaba ni donde lo había hecho y luego se lo tendí a Jack, sabiendo que esperaba que aquello fuera la cura.

A penas le entregas el brebaje a Jack, este llama a la enfermera y le dice que sus servicios no serán necesarios, que están muy contentos de su trabajo, pero que se llevarán al señor Quatermain lejos de Inglaterra. También le entrega una buan cantidad de dinero como compensación.

Luego, cuando ya se encuentran a solas, Pendragon se acerca a Allan y con cuidado vierte el contenido del frasquito en si boca. En un principio no hay reacción, pero luego ves con sorpresa que como sus cabellos grises recuperan poco a poco su color castaño, como sus profundas arrugas desaparecen y dejan una piel tersa y como su cuerpo castigado adquiere nuevamente el vigor de la juventud. Por lo visto, Jack está tan sorprendido como tú, porque en todo momento habían hablado de una remedio al mal estado del anciano, pero no un elixir de juventud.

Al final quien estaba tendido en la cama no era el Quatermain que conociste, sino el héroe de Inglaterra del que leías historias a escondidas y que no eran recomendable para las señoritas. Allan debería tener a penas un poco más de 30 años.

Quatermain abre sus ojos y observa todo lo que le rodea antes de sentarse en la cama y fijar sus ojos en ti. Luego mira sus manos, sin arrugas o manchas de la edad, y dice:

- Mina... ¿En verdad estás aquí?... ¿Cómo es posible esto?.

Me hubiera podido esperar casi cualquier cosa, incluso que aquello no fuera a hacer efecto y se quedara igual que como estaba, pero cuando vi que Quatermain acaba de rejuvenecer tantísimo, tanto que acababa de de volver a tener más o menos mi edad, me quedé con la boca abierta.

- Sí, Allan estoy aquí. - Le dije para luego acercarme a la cama y darle un abrazo. - Y lo primero que pienso hacer es echarme la mayor bronca que te haya echado nadie en tu vida. ¿ Qué es eso de desperdiciar tu vida enganchándome a una mierda? ¿ En qué estabas pensando? El aquí presente señor Pendragon lleva cuidando de ti desde que caíste en coma y me parece que le debes muchísimo más que unas gracias, pues también consiguió el remedio para sanarte, así que ahora haznos el favor de no volver a malgastar tu vida en tonterías o te las tendrás que ver conmigo... - Dicho eso le pellizqué en un brazo, pues la confianza daba asco y luego ya le sonreí y le abracé.

- Sabes que siempre tendrás en mí a una amiga para lo que necesites Allan... - Me separé de él y le sonreí para después levantarme de la cama, algo emocionada.

Pendragon solo sonríe y agrega:

- No me debe nada, señor Quatermain. Ahora solo preocupese de pensar en cómo explicar que de pronto ha vuelto a sus años mozos... bueno, yo les dejo solos. Si desea cambiarse ropa en el closet hay algunas que de seguro son de su talla.

Así Jack les deja a solas para que hablen. Lo primero que te dice Allan es:

- Ese hombre es identico a un maestro que tuve en el colegio Eton, pero no puede ser el mismo ¿Lo llamaste Pendragon? ¿Será su hijo?.

Pero esto eran más que nada cabilaciones y no preguntas en sí, pues no esperó tu respuesta, pues de inmediato te habla de algo de más importancia para él.

- En verdad estoy muy feliz de verte y te pido perdón por el mal rato que te he hecho pasar... soy solo un anciano estúpido... ¿cómo te encuentras tú?.

Eso de "anciano estúpido" sonaba raro, pero de seguro Allan aún no interiorizaba en su mente que había vuelto a recobrar su juventud.

Pendragon no tardó en dejarnos solos, como tenía que haber supuesto que haría, por lo que aunque no lo hubiera pensado antes, tampoco me molestó lo más mínimo que lo hiciera.

- Allan... este Pendragon viene de muy antiguo, puede que fuera hasta tu maestro en verdad, aunque su verdadero nombre es Arturo... - Si sabía que podía confiar en la discreción de alguien sabía que era en la del hombre que tenía delante, a fin de cuentas, habíamos compartido algo más que amistad en su día.

Enarqué una ceja cuando dijo aquello de anciano estúpido y luego sonreí.

- Ahora eres un joven de unos ¿ treinta? Creo que más de una mujer podría considerarte un joven casadero bastante interesante... No creo que debieras ir diciendo por ahí tu edad... Hasta podrías ser tu hijo, puedes llamarte no sé, Quatermain junior... - Bromeé para que se diera cuenta de lo que se veía ahora desde fuera.

Me quedé unos instantes callada, pues no sabía qué decir exactamente.

- Pues acabamos de disolver otra liga y no hemos hecho más que llegar así que ahora mismo estoy cansada y con ganas de ver a mi pequeño Quincy, aunque Jonathan no tiene demasiadas ganas de que siga ejerciendo de madre... - Lógicamente no sabía nada de mi separación por lo que seguro que aquello le sorprendía.

Diciendo aquellas cosas me sentí un poco extraña, pues era como si no supiera parar con un hombre más de unos pocos años, como mucho, y eso, decía quizás demasiado poco a mi favor, aunque estaba por aquellos caminos por querer decirle lo que pensaba, que no tardé mucho tampoco.

- Allan. ¿ el que acabaras así fue culpa mía? - Pregunté pues desde que lo vi en la cama tuve aquella sensación. - Una cosa es que la cosa entre nosotros no siguiera, pero sigo apreciándote y no quiero volver a verte así... ¿ Me prometes que te cuidarás y que seguirás hacia delante? Siempre podemos vernos de vez en cuando para tomar el té.

El tema pone algo triste a Quatermain, pero con enteresa, te dice:

- En el fondo si soy un viejo estúpido y me dejé vencer por la pena. He enviudado dos veces y mi único hijo falleció; tú eras mi ultima oportunidad de robarle algo de felicidad a la vida, Mina.

El se acerca a ti y toma tu mano con delicadeza, luego te dice:

- Yo sé que tú ya no sientes nada por mí, pero yo te digo amando. No te voy a pedir nada, pues no tengo derecho a hacerlo. Solo quiero que sepas que siempre estoy aquí para ti.

No aparté mi mano cuando la cogió pues a pesar de que como él haía dicho ya no sentía nada por él, seguía teniéndole mucho aprecio y no quería verlo como lo había visto nunca.

- Ahora estás hecho un chaval... seguro que con tan buena apariencia no te cuesta encontrar una buena chica de la que volver a divorciarte.

Le di un abrazo para que supiera que a pesar de no aceptar su invitación de quedarme con él, pues era a lo que me habían sonado sus palabras, seguía teniéndolo en una alta estima, no como a Jonathan al que tenía ganas de patear el culo.

- Vamos... - Dije separándome de él y levantándome de la cama. - Te ayudo a levantarte y luego te dejo para que te vistas... pero por favor, no nos vuelvas a dar estos sustos!

Allan entiende lo que le dices, pero no por eso va a dejar de sentir lo que siente. Además, eso de buscar una mujer para divorciarse no era del todo tu mejor ocurrencia, pensando que él había enviudado dos veces. De todas maneras ya estaba.

Cuando sales de la habitación escuchas a Jack y Frankenstein conversando con otras personas. Al bajar Jack te mira con mucha atención, como si tratara de adivinar por tu expresión qué ha ocurrido con Quatermain, lo cual hasta cierto punto era divertido. no obstante, lo que te interesaba era saber quiénes les acompañaban y ves que se trata de una mujer de edad avanzada y de un hombre que habla con Frankenstein y que se encuentra de espaldas a ti. Jack te los presenta como la señora Evelyn Munster y su hijo Charles. Lo sorprendente de ello es que al voltear te das cuenta de que Charles tiene la mismas cicatrices que Frankenstein y su tono de piel, Jack te explica:

- La señora Munster es la última descendiente viva de Viktor Frankenstein y Charles es igual que nuestro amigo, fue creado por el doctor tiempo después. Ellos son la única familia de Frankenstein

Dejé allí vistiéndose a Allan y bajando me di cuenta de que igual me había pasado un poco con eso de los divorvios, pero no había sido ni mucho menos mi intención, puesto que lo de los divorcios y separaciones venían a explixar mi vida, no la suya, pero me conocía lo suficiente como para saberlo de memoria. 

Me di cuenta de Jack trataba de adivinar lo que había pasado en la habitación y aunque no sonreí no pensaba comentar nada en absoluto de aquello, aunque volvía a tener que darle las gracias por todo.

Ante tales presentaciones me acerqué con una sonrisa amigable, pues para mi Frank era una de las mejores personas que había conocido y esperaba que pudiera hacerse sitio en aquella que era su familia, aunque fuera lejana o así.

- Es un placer conocer a la familia de un amigo. - Dije con toda mi cordialidad. - Soy Mina Murray.

Lo lógico era que me presentara, aunque aún se me hiciera un poco raro usar mi apellido de soltera, pues a pesar de que para lo único que quería acercarme a Jonathan era para darle un buen golpe por idiota, me había acostumbrado a llevar su apellido.

Frankenstein parece feliz de estar con gente que le concidera parte de la familia. Incluso él te comenta que la señora Munster tenía un hijo que falleció en la guerra contra el Maadi en África. El joven se llamaba Herman y la señora ha decidido darle ese nombre a Frankenstein, lo cual era emocionante para alguien que ha sido nombrado como engendro o monstruo.

Al final, la señora Munster y sus hijos Herman y Charles se retiran, aunque antes Frankenstein te agradece por todo y te declara su agradecimiento, diciendo que cuando le necesites el siempre estará para ayudarte.

Así, sales junta a Jack a las afueras de la calle a despedirlos y ven juntos como se alejan en su coche. Pero en ese momento otro coche aparece por una de las esquina y te llama la atención que en la puerte lleve la escuadra y el compás de los masones. Al ver esto, Pendragon tira de tu brazo para que entren a la casa y tranc la puerta tras de sí, mientras dice:

- ¡Maldita sea! Me han descubierto más rápido de lo que esperaba.

Me alegró saber que al fin Frank iba a disfrutar de una familia e iba a ser querido como un hijo a pesar de haber sido creado sólo por las locas ideas de un doctor al que debería caerle un rayo en la cabeza ya mismo. No lo podía ni ver.

- Suerte con todo y gracias!! - Dije despidiéndome de aquel grandullón al que sin duda había tomado mucho cariño en aquel tiempo que habíamos compartido. Me parecía una de las mejores personas y más nobles que había conocido.

La reacción de Jack me descolocó, poniéndome alerta al instante y aunque intenté ver de qué se trataba, no pude fijarme demasiado en lo que sucedía, pues en seguida tiró de mi hacia el interior de la casa.

- ¿ Quién le ha descubierto? ¿ Qué sucede Jack?

No sabía si había tiempo para explicaciones, pero... aquella forma de meterme en casa merecía alguna.

Por la expresión de su cara a jack le hubiera gustado no llegar a esa situación y tener que darte explicaciones, pero en vista de lo que ocurre, lo hace de mala gana:

- Se trata del Servicio Secreto. Mientras necesitaban a la liga yo les era útil, pero pasado el peligro ahora soy una molestia para la corona. Imagínese cuánto me teme Victoria, siendo quien soy y teniendo amigos entre los insurgentes de Irlanda y proletarios marxista. Este no es el tiempo para que un inmortal Arturo Pendragon aparezca y reclame la corona de Inglaterra, aunque jamás se me haya pasado por la cabeza. Ya antes estuve 10 años encerrado en la Torre de Londres y no pienso volver.

Mientras comenzaban a sentir golpes en la puerta, Jack buscaba papeles en un estudio y le daba intrucciones a la servidumbre, entregándoles sus finiquitos con bastantes libras extras por las molestias. Luego te mira con frustración y le dice:

- Planeo esto de entrar de incógnito para tener tiempo de arreglar algunas cosas antes de partir, pero ellos se han adelantado. Disculpe que no le haya dicho nada, pero no quería hacerla cómplice de un enemigo del Imperio, en especial si su marido se cuelga de eso para quitarle nuevamente a su hijo. Aunque de seguro ahora usted quedará en entredicho ante sus superiores, pero puede que haya otra solución...

En ese momento Pendragon saca un revolver de un escritorio y Quatermain baja alertado por el ruido. Entonces Jack les informa a ambos con tono tranquilo:

- Lo siento, pero creo que la única forma de que no sean mis complices es que pasen a ser mis rehenes.

Allan no entendía nada de lo que pasaba y por un momento parece que se enfrentará a Jack.

Me quedé un poco estupefacta con las palabras de Jack, sobretodo, porque no me esperaba aquello pero no repliqué, pues entendía el por qué de las cosas y no merecía la pena... yo también hubiera actuado sino igual, de una manera bastante parecida ante una situación así.

Suspiré cuando vi lo que iba a hacer y negué con la cabeza, aunque sólo fuera para que se enterara de que no tenía arreglo.

- Allan quieto. Ahora tenemos que parecer sus rehenes. - No iba a explicarle nada más, al menos por el momento, pero así sabría que estaba conforme con aquello y que todo tendría un motivo. Si algo sabía era que Quatermain iba a acatar aquellas palabras que le había dicho.

- Gracias por todo Jack. - Suponía que aquello sería una despedida también y eso, me apenó bastante más de lo esperado.

Jack muestra cierta pena por lo que le dices, pero antes de que pueda decir cualquier otra cosa, sientes como echan abajo la puerta de la casa y entran en tropel. Ustedes que se encontraban en el estudio de la casa no pueden acer nada cuendo unos agentes de Scotland Yard entran encabezados por un viejo conocido tuyo: el odioso Champion Bond.

- John Pendragon, queda usted arrestado por insurgencia y amenazas a la Corona.

Bond intenta sonar solemne, lo cual le hace parecer un poco ridículo, pero como siempre Jack tiene sus sorpresas. Rápidamente, de uno de los cajones de su escritorio saca un paquete de dinamita atado a un detonador eléctrico. Con mucha sangre fría Pendragon dice:

- No hagan ningún movimiento estúpido. Si alguno de ustedes se acerca apretaré este pequeño botón rojo y volaremos todos por los aires. Seguramente a mi me dolera mucho, pero después de unos meses me volvere a sentir mejor, pero el resto de ustedes no pueden decir lo mismo.

Entonces blande su pistola y le apunta a ustedes, mirándolos como para que entiendan que es parte del show y que colaboren. Allan levanta las manos y pone cara de ofuscado. Entonces Jack dice:

- Me llevare a la señorita Murray y a su compañero, así que si no quieren que les ocurra algo malo, no nos sigan.

Bond clava sus ojos en ti como si ententara saber qué tan en serio hablaba Pendragon.

No podía ser otro que el idiota de Bond el que viniera a buscar a Jack, pero como siempre, estaba curada de espanto, pues lo raro venía siendo que no pasara precisamente nada extraño, por lo que no me costó mantener la compostura lo más mínimo.

Mi rostro se volvió sorprendido cuando vi aquel fajo de dinamita, sin saber si era o no una bomba de verdad, pero cuando hizo mención hacia mí, de que me utilizaría como rehén, intenté mezclar aquel asombro con mucha tristeza, pues no me costaría en aquella situación y sabía que Bond era lo suficientemente capullo como para tragarse aquella triquiñuela. 

Agaché la cabeza y apreté los puños, pero no dije nada, simplemente era la actuación que supuse que requería la situación, pues lo importante era que Jack pudiera salir de allí bien parado y con vida.

Es muy probable que a Bond le hubiera interesado un  carajo que tú fueras la rehen, pero los agentes de Scotland parecen creèrselo todo y no mueven un solo músculo.

Con Jack guiándoles salen, luego el mismo Pendragon obliga a bajar al cochero de los policias y le dice que se ponga a cubierto y le muestra la dinamita qu aún lleva. Entonces se pone al mando del carro y les dice a ustees que se suban antes de que les sigan los policías.

Así parte con rumbo al lado este de la ciudad y a cierta distancia lanza  hacia atrás el paquete de dinamita, apurando a los caballos del carruaje. Entonces hay una explosión bastante grande. Allan todavía sin captar muy bien lo que está ocurriendo, te dice:

- ¿Estas segura de esto?.

Simplemente me dejé llevar por todo aquello, pues Jack me había ayudado muchísimo a mí y ahora, era cuando debía devolverle la misma moneda y Allan también le debía mucho, por lo que era lo menos que podíamos hacer.

- Sí Allan... No nos va a hacer daño, sólo necesita una excusa para ganar tiempo para poder marcharse sin que le atrapen...

Por unos segundos, levanté mi mirada para mirar a Jack, pero no abrí la boca, más que nada porque aunque hubiera querido hablar no tenía ni idea de lo que podía decir...

Tampoco era que pudiera hacer nada, así que lo mejor era mantenerse en silencio y con calma, era la mejor manera de no interrumpir sus planes.