Partida Rol por web

Al darse la vuelta, Georg ve a la pobre mujer intentando colocar el bolso en el compartimento encima del asiento. Agradeció que se sentase justo delante suya para así no tener que esquivar a la marabunta de pasajeros que se iban acomodando en sus asientos. 

Ayudó a la señora con su equipaje, y esta agradeció bastante el gesto, a lo que Georg respondió:
—Por favor, señora, das ist kein Problem. No ha sido nada.

Efectivamente no había sido nada. Sus padres le habían educado para que los modales básicos fuesen eso: básicos. Tras la Gran Guerra la gente se había vuelto más mezquina en las grandes ciudades, como había podido apreciar mientras estudiaba en Berlín. Algunos se escudaban en máscaras de falsa humildad y caballerosidad, pero la burguesía alemana cada vez se parecía más a como la retrataba George Grosz en sus caricaturas. Y fuera de Alemania donde, como pudo comprobar, la educación era más relajada. Sin embargo aquella mujer le resultaba cada vez más agradable.

Cuando le ofrece la mano, Georg se la estrecha. Adela Simons... ¿de qué me suena ese nombre?

—Mi nombre es Georg, Georg Zimmermann, artista plástico. Encantado.— le responde, mientras intenta recordar dónde había oído antes ese nombre.

Encuentras un asiento vacio en ventanilla, justo detras de un hombre de mediana edad de aspecto formal y  una señora mayor que esta intentando guardar su equipaje sobre el estante de arriba que parece estar pasandolo realmente mal para conseguirlo, como si el bolso pesara muchisimo. El hombre justo delante tuya intenta ayudarla a conseguirlo.

A tu lado, al otro lado del pasillo, un anciano de aspecto malhumorado te lanza una mirada de desprecio antes de sentarse en su asiento junto a un muchacho pequeño que te dirige una mirada de compasión, como disculpandose por el comportamiento del anciano

veo que a mi lado se sienta un caballero de planta estilosa, y yo que pensaba que no iba a tener compañía, que al verle con un cuaderno y su pluma, parecía escritor, así que como el viaje iba a ser largo, cogí posición cómoda, baje el ala de mi sombrero e inicie un intento de iniciar un sueño que no se si llegaría, por el jaleo del vagón y el traqueteo del tren

Os sentais el uno al lado del otro.

Justo delante vuestra se sientan un anciano junto a un muchacho de unos 8 años, que puede ser facilmente su nieto.

El anciano os dirige una mirada de desprecio absoluto a los dos, antes de sentarse justo delante vuestra, el muchacho enarca las cejas con tristeza y os sonrie como disculpandose por el comportamiento del anciano.

Unos minutos mas tarde, un fuerte silbido anuncia la salida del tren. Fuera en los andenes, la gente se apresura a guardar sus equipajes y los ultimos rezagados corren en direccion a las puertas de sus correspondientes vagones. Unos silbidos mas tarde, el tren da una sacudida y entre chirridos metalicos y bufidos de vapor arranca y comienza a salir de la estación.

Unos segundos mas tarde el enorme tren abandona la estación de Montparnasse, saliendo al exterior. La luz otoñal del mediodia se filtra a traves de las ventanas, dejandose ver ocasionalmente entre los nubarrones que cubren el cielo.

Lentamente el tren va ganando velocidad y pronto os encontrais sobrevolando lentamente las calles de Paris por las vias que surcan la ciudad entre edificios victorianos, parques y museos. A lo lejos, la siempre espactular Torre Eiffel corona el horizonte recortandose contra la luz brumosa de una forma majestuosa a la par que ciertamente monstruosa.

Un fuerte silbido anuncia la proximidad de un tunel cercano

Tras presentarse, le desea un buen viaje a Adela y se acomoda en su asiento. Comprueba que su propio equipaje está bien colocado y saca su cuaderno y su estuche. Una vez el tren sale de la estación, con sus característicos silbidos y traqueteos, mira por la ventana cómo se va quedando en la distancia la estación de Montparnasse.

Distraído, garabatea al acomodador, a Adela y a algunos de los pasajeros que lo rodean. Lo hace con discreción pero sin disimular, como solía hacer durante sus años de estudiante en las cafeterías de Berlín. Bajo algunos retratos añade anotaciones acerca de los dibujos.

viendo que no me duermo por el continuo ruido y traqueteo del tren, me recompongo en mi asiento, y saludo a los presentes de mi alrededor (al viejo y joven de enfrente y al caballero de mi derecha)

bonjour messies , je m´apelle James, americano y saco el paquete de chicles que les ofrezco uno al chaval de 8 años y al caballero de mi derecha, todo ello con una encantadora sonrisa

Para James Summers:

El anciano que se sienta delante tuya se gira lentamente frunciendo el ceño, te mira fijamente a los ojos con un desprecio casi visceral que no logras comprender.

El muchacho sonrie ampliamente y hace ademán de coger una de las gomas de mascar que le ofreces, pero casi al instante su mirada se cruza con la del anciano, y en un segundo toda la ilusión se borra de los ojos del muchacho que baja la mirada al suelo y se vuelve a girar hacia delante decaido.

El anciano se gira tambien pero no sin antes dedicar unos segundos a miraros a ti y a tu acompañante de forma descarada y desagradable....

¡¡Vaya!! Si ya decía yo que algo no cuadraba... ¡Claro! Es un profesor de mi universidad....

¿Lumiere?... ¿o eso creo?  tímido fue como le contesté al señor que me invitaba a compartir el vagón seis.

El profesor no pareció escucharme  Quizás deba sentarme a su lado....

Una vez sentados me preguntó si yo era estudiante, entonces no hubo duda en mi sospecha.

Así es, soy estudiante en la universidad de París. Hice una breve pausa para bajar la cabeza en señal de respeto y seguí la conversación.   ¿Usted es profesor, verdad? Mi nombre es Jean Le Brun.  

Georg continúa con uno de sus bocetos. Mientras lo perfila, escucha a los demás pasajeros. Cuando termine, quizás debería preguntarle a la tal Adela qué clase de libros escribe. Lo cierto es que no termina de sonarme, tal vez en Alemania no se vendan sus libros o es de algún género que no suelo leer, piensa. Lo cierto es que aquella escritora le había picado la curiosidad.

cada vez me cae mejor el chavalin de enfrente, solamente por tener que aguantar a este ogro. miro al viajero de mi izquierda  ( Chevalier) y con la misma sonrisa le acerco el paquete de chicles y le digo

Los compañeros de enfrente han rechazado cortesmente el ofrecimiento y usted caballero a falta de cigarrillos o tabaco de mascar, le apetece un chicle americano?

Me Fundo en pensamientos que recorren mi ser (No entiendo como no reconocen mi arte, mi precision, mi perfeccion en el trabajo, una barata escusa fue la que se me impuso, no soy lo que buscaban a la hora de compañerismo... psche!, como si fueran monos de circo, que necesiten que unos les lleven de la mano a los otros...)

Siento el traqueteo del tren, relajante, veo el perfil definido de París por la ventana, sus siluetas, y la torre de metal al fondo, mejor que sea asi, porque el ronroneo de los demas, me esta desquiciando un poco. mejor cierro los ojos y pienso en algo productivo.

Dos silbidos de seguidos anuncian la proximidad del tunel

El vagón en el que os encontrais no esta demasiado bullicioso y solamente habeis llenado entre todos la mitad del coche, dejando la otra mitad vacia.

Lo que a todos os llama la atención en general es el comportamiento de un anciano que se sienta al final del vagón junto a un muchachito de unos 8 años que parece ser su nieto. El anciano no ha dicho una palabra pero aun asi no ha dejado titere con cabeza:

Os ha mirado a todos y cada uno de vosotros, mirandoos con desprecio e incluso odio. El muchacho a su lado yace con la cabeza gacha avergonzado por su comportamiento.

De algun modo se respira cierta tensión dentro del vagón, una energia extraña que os hace sentir incomodos a todos por igual...

Aún ni había comenzado a hablar de tú a tú con el Profesor y ya me empezaba a oler mal algo... no sabía qué, pero había una sensación de densidad en todo ésto... desde el momento en el que subí al tren ha estado ésta sensación.

Miré de reojo tres asientos atrás de mi y recordé

Quizás todo éste mal rollo viene siendo ocasionado por aquél viejete. De verdad que compadezco a ese chavalín que le acompaña.

A media que pasaba el tiempo, sentía como un cuchillo frio cortaba mi alma, un gran yunke que aplastaba mi ser, de tal manera que empiezo a sudar frio, que estaba pasando? de donde venia esa aura tan danina? dios mio... quiero llegar pornto a mi hogar, a un lugar decente y calmado.

Antes de terminar con sus bocetos, Georg cierra deliberadamente el cuaderno. Su mano crispada aferrando uno de sus carboncillos. Lo habría notado quebrarse y deshacerse entre sus dedos de no ser por el escalofrío que le empezaba a recorrer.

Lo notaba detrás, a su derecha, una mirada penetrante. Se preguntó cómo no se había fijado antes, pero cada vez se sentía más y más incómodo. Su curiosidad lo hizo querer devolverle la mirada, por el rabillo del ojo podía ver la desaprobación en el rostro del anciano del asiento 18, pero no quería ser maleducado. ¿Es posible que me haya visto dibujando, ojeando a los otros pasajeros, y no le gusta que intentase retratarlo?, pensó, pero si solo es eso, ¿de dónde sale este desasosiego que me abruma? Esto es muy extraño.

Al fin, cuando pudo reunir el valor suficiente, decidió girarse y mirar directamente a aquel señor con la intención de disculparse. El joven que se sentaba a su lado parecía visiblemente encogido y abochornado. 

Su primer impulso fue disculparse, pero se detuvo al ver que no era el único objetivo de aquellos ojos desaprobadores, sino también el resto de los pasajeros. ¿Qué diablos significa esto?

Este anciano me da cada vez mas mala espina y la puñeteria es que el chaval sigue sus indicaciones y no hace nada que le pueda molestar.

Es una pena por que me gustaría hacer más, ya que me ha caido bien el chico por como lleva la situcion, pero claro todo lo que haga va a sentarle como un  tiro a su "abuelo" y como alargue la mano para coger algo que le ofrezca, veo al anciano sacarel hacha cual verdugo y vamos a tener una desgracia..

Voy a esperar a que por su edad tenga problema de incontinencia urinaria y vaya al servicio, para intercambiar alguna palabra con el chico.

Aun así noto la misma sensación que cuando entramos en la tumba  de algún faraon, se me eriza la nuca....paparuchas, seran imaginaciones mias, puede que el comportamiento uraño del "abuelo" este haciendo volar mi imaginación....

-¡Ya decia yo que tu cara me sonaba!- te dice Loumiere despertandote del extraño ambiente que se respira en el tren

-Loumiere Molineux, filologia Inglesa- te dice dandote un fuerte apretón de manos

-hmmmmmm...no me suenas de mis clases, ¿que estas estudiando?- te pregunta