Escuchas un ruido de pasos, alejándose rápidamente...pero todo está muy oscuro.
Se acerca a la puerta y sin mediar palabra la golpea con sus nudillos esperando la pertinente respuesta del otro lado. El ambiente en aquella ciudad parecía enrarecido, sin un alma vagando por sus calles. Demasiado silencio para un lugar tan grande.
Prag toma la iniciativa y llama a la puerta de la posada. Sin embargo, aunque se escuchan unos pasos dentro, nadie parece quitar los cerrojos y abrirles...
edite...no hay voces
Elara se acerca a la puerta luego de que Prag ha golpeado y dice con voz de damisela en peligro:
Abran, somos viajeros que hemos caminado mucho, por favor, estamos buscando un lugar para descansar.
Luego mira al semiorco y le hace una seña para que espere.
No había que entrar precipitadamente, este parecía un lugar con gente muy asustada, vaya a saber por que.
Parecen tener miedo Prag, tratemos de que no se asusten aún mas. Le dijo con voz muy baja.
La posada está cerrada! grita una grave voz desde el interior.
Zenram observa sus alrededores con toda tranquilidad, su actitud es serena mas su mano en la empuñadura de su espadón denotan que su tranquilidad es solo aparente, concentrándose pide el auxilio de Atena...
Oh todopoderosa Atena, muestrame los peligros que se ocultan tras esta niebla...
Detectar el mal...
Elandris espera a que abran ansioso, -Este pueblo triste y apagado necesita un poco de alegría. -Piensa. -Y que mejor persona para darsela que yo?
Si no abren tengo un hechizo de abrir cerraduras
- Cerrada, cómo que cerrada? - Frunce el ceño aumentando su enfado un poco más - Se supone que las posadas están para que la gente pase la noche...
A pesar de no ser extremadamente inteligente, parece obvio que en aquel lugar se escondían de algo. Algo que probablemente, y a juzgar por los pasos que habían escuchado, debía estar cada vez más cerca.
Dejadnos entrar por favor, somos gente de bien, incluso un paladín camina a nuestro lado.
Vuelve a decir Elara en voz un tanto más enérgica.
Tirada: 1d20(+2)
Motivo: Diplomacia
Resultado: 10(+2)=12
De repente, sienten unos pasos que se acercan a la puerta, y momentos más tarde un cerrojo que se abre. Entonces, un hombre de unos cincuenta años entorna la pesada abertura y tras mirarlos un instante les hace señas de que pasen.
Dentro, alcanzan a ver los restos de una hoguera a punto de apagarse. Varias mesas muestran platos y jarras vacias. Es evidente que el lugar ha cerrado hace unas cuantas horas.
Al fondo, a un costado del hogar, unas escaleras de madera ascienden hacia un piso superior. En la escalera, y colgando de las paredes y del techo de la gran barra del fondo, pueden ver abundantes ristras de ajo atadas en forma de grandes collares.
¿Entran?. Dice escuetamente el hombre con una grabe y penetrante voz.
Cruza el umbral de la posada en primer lugar, sin esperar educadamente a que lo hagan los demás. Demasiado hambre como para comportarse adecuadamente. Una vez dentro, gira sobre sus pasos y espera a que los demás vayan entrando, mientras echa un vistazo por los alrededores en busca de algo de comida.
Al ver entrar al enorme semiorco, el hombre ahoga un grito e intenta cerrar la puerta rapidamente!
Al no lograrlo dada la fuerza de Prag, retrocede asustado hacia la barra.
Nnn..No! murmura tanteando algo sobre el mostrador...
- Se puede saber qué te pasa? Prag no va a hacerte daño!
Los gritos del semiorco parecen asustar más al hombre, en lugar de calmarle como es su objetivo. Está acostumbrado a amedrentar a los humanos, siempre juzgando por la primera impresión.
No hay por que asustarse, no somos más que buenas noticias para ti según lo que parece.
Dice Elara mientras entra a la taberna.
Luego, mirando las ristras de ajo en forma de collar.
Y definitivamente, vampiros no somos. Muestra una clara sonrisa.
Sharp entra rápidamente, antes de que el hombre cambie de idea, no están como para desaprovechar la única oportunidad presentada para comer algo y dormir bajo techo. Una vez dentro intenta parecer inofensivo hasta que el paladín pueda convencer al asustadizo dueño de la posada de que no tienen malas intenciones, más bien al contrario, podrían defenderle de cualquier cosa que amenace al pueblo, como parece que ocurre.
El posadero parece calmarse un poco ante las palabras de Elara y del propio Prag. Sin embargo, cuando la maga nombra a los vampiros el hombre se muestra nuevamente inquieto y retrocede aun más hacia unos símbolos de la pared.
No hay nadie en el interior de la posada, y el débil fuego del hogar emite un tímido resplandor con el último estertor de sus llamas.
Al ver que no parecen querer dañarlo, pero sin dejar de mirar al enorme semiorco, el posadero cierra nuevamente la puerta con llave.
Que es lo que desean...? murmura escuetamente.
Al fondo, sumido entre las tinieblas, se vislumbra la sombra de una barra de deslustrada madera de roble. Sobre ella, entre las botellas y garrafas de licores, se pueden ver lo que, a todas luces, parecen cabezas de ajo dispuestas en forma de collares tal como vislumbraron antes. Y no son las únicas de la posada, alrededor de todo el salón, sobre las cerradas ventanas y al otro lado de la puerta principal, hay varios de estos excéntricos collares. Además, repartidos al parecer de forma aleatoria, varios símbolos que parecen religiosos se alinean como atípicas decoraciones.
Tengo habitaciones si quieren pasar la noche...el precio es de cinco lobos de plata...y tal vez quieran cenar algo?...tres lobos de plata.
El hombre juega extrañamente con las llaves...
Elara toma una silla y se sienta.
Que deseamos? Yo nada en particular, pero estoy contenta de haber llegado al lugar correcto.
Comida, una cama, seguridad... Sonríe nuevamente al ver las protecciones del hombre.
Veo que sabes como guardar un lugar, yo se de algunas otras cosas que podrían guardar las entradas. Pero no lo has hecho nada mal.
Ha sido un buen camino hasta aquí compañeros, parece que hay mucho por hacer.
Y creo que tu Duncan, gracias a tus carteles de advertencia, te has ganado buenos aliados.
Esteee, si, es bueno protegerse de los esp...¡UN MOMENTO!!! exclama el posadero mirando a Elara fijamente. Yo nunca dije que me llamara Duncan!
Hay algunas cosas que yo se de antemano Duncan.
Y por supuesto en este caso las presentaciones están de más.
Lo que no estaría de más es que nos expliques a que venían aquellas amenazas en los carteles.
Luego la mujer guardó silencio y se levantó para servirse un trago, no miraba al posadero, y si este le preguntaba algo como "que haces mujer", ella no respondía, simplemente se servía alguna bebida y tomaba un trago, solo decía de vez en cuando:
Si... estamos en camino.