Partida Rol por web

¿Cuál es el arma más poderosa? Una sonrisa de una mujer bella, por supuesto. Las sonrisas abren puertas, llenan el plato y te dicen qué sitio es el mejor cuando quieres encontrar algo, como un sitio donde va la gente que busca cosas en la ciudad, blancos fáciles...

El Dragón Azul era todo eso y más. Abrió la puerta de la posada y comenzó a echar un vistazo a la gente que había en su interior... ¿Quién sería el blanco más provechoso? Por supuesto que no estaba hecha una mercenaria pero había que ganarse la vida y había una preciosa capa de piel de zorro a la que le tenía echado un ojo...

¿De verdad crees que aquí darán buena cerveza? la ultima vez que nos fiamos de un flacucho nos dieron meados de cabra, y ya sabes que los meados no me gustan, al menos entre las primeras diez cervezas.

El enano que estaba sentado en una de las mesas de la taberna se dirigía a otro de su  raza, el cuál parecía tener algo más de compostura que el que hablaba, aunque parecía que le aguantaba bastante bien su basto vocabulario y su maneras groseras.

¡PUM, PUM! sonó la mesa cuando mis puños la golpearon ¡Dos cervezas por aquí! ¡y otras dos para mi hermano

Como cada primavera Falcongris volvía a estar atestada de mercaderes, ladrones, furcias y gente de lo más variopinta por todas partes. Para la mayoría de los residentes de la urbe era sin duda una molestia estacional de la que quejarse en los encuentros casuales por la calle. Pero para Keravia semejante bullicio sólo podía significar una cosa: dinerito fresco. Ya fuera en forma de empleos temporales o de partidas trucadas con enanos borrachos hasta las cejas, el liviano elfo siempre conseguía sacarse un extra en primavera que, si se lo proponía, casi podía estirar para lo que restaba de año.

El Dragón Azul, en el distrito de los Extranjeros, era una posada tan buena como cualquier otra para pescar un buen contrato. Sin embargo, un tipo gordo... o mejor dicho, la enorme bolsa de monedas que un tipo gordo portaba al cinto había sido la causa principal por la que el pícaro se encontraba hoy en la barra charlando con todo parroquiano que se le arrimaba.

-¿Habés visto a esa que acaba de entrar? ¡Fiuuuuuuuuuu! Si no fuera humana, le iba a yo a explicar un par de cositas. ¡Je, je, je!--comentó con los dos enanos que estaban sentados a su derecha dando golpes en la mesa.

Bien... Parece que ya empezaba a girar alguna cabeza, el comentario no había sido lo suficientemente delicado como para que no lo oyera, pero era un inicio.

Sonrisa...

No parece el tipo de gente que hiciera regalos, pero los admiradores nunca sobraban.

Nunca es buena cerveza, ya lo sabes.-Dijo con una sonrisa de complicidad.

Se acomodó en un taburete demasiado alto para él y dejó a su lado la mochila en la que había enarbolado su escudo de madera que en otro tiempo había sido la tapa de un barril de cerveza. Mientras venían a servirles jugueteó con el simbolo de su dios.

Esta vez intenta no pegar a nadie, no nos quedan muchos sitios donde nos dejen entrar.

De pronto un elfo larguirucho les habló en referencia a una humana que se dejaba ver con agrado. Tras dar un trago a la cerveza y negar con resignación dijo:

¿Si? ¿crees que es atractiva? la veo un poco delagada, la verdad, no creo ni que pueda levantar su propio peso.

No era muy de hablar sobre hembras, pero como le habían preguntado se vió en obligación de contestar.

Uno de los camareros te comenta que su hermano trabaja en uno de los muelles y le ha escuchado comentar que necesitan gente para vigilar por la noche que nadie robe de los almacenes. No pagan bien, pero menos da una piedra.

El lugar es regularejo tirando a malo. No es un sitio de los bajos fondos, pero tampoco es precisamente la mejor posada de la ciudad. Aceptable y punto.

Te das cuenta de más de uno y más de dos no te quita los ojos de encima.

La ciudad de Falcongrís es una metrópolis como ninguna otra. Hay algo aquí para cada aventurero, mercader y héroe por igual. La aventura aguarda a la vuelta de cada esquina y el peligro acecha en cada callejón. Esta mañana la ciudad parece como cualquier otro día: ajetreada. Hoy parece que no es una excepción. Aunque esta parta de la vasta metrópolis parece que no se ha despertado todavía del todo, parece que algunos ya lo han hecho. Al otro lado de la calle ves que un par de matones sucios han comenzado a saquear la tienda de un cerrajero.

La ciudad de Falcongrís es una metrópolis como ninguna otra. Hay algo aquí para cada aventurero, mercader y héroe por igual. La aventura aguarda a la vuelta de cada esquina y el peligro acecha en cada callejón. Esta mañana la ciudad parece como cualquier otro día: ajetreada. Hoy parece que no es una excepción. Aunque esta parta de la vasta metrópolis parece que no se ha despertado todavía del todo, parece que algunos ya lo han hecho. Al otro lado de la calle ves que un par de matones sucios han comenzado a saquear la tienda de un cerrajero.

El camarero, un elfo, ha pasado ya dos veces por vuestro lado sin atenderos. Mientras esperáis, pensáis un poco en lo particular de la ciudad.

La ciudad de Falcongrís es una metrópolis como ninguna otra. Hay algo aquí para cada aventurero, mercader y héroe por igual. La aventura aguarda a la vuelta de cada esquina y el peligro acecha en cada callejón. Esta mañana la ciudad parece como cualquier otro día: ajetreada. Hoy parece que no es una excepción. Aunque esta parta de la vasta metrópolis parece que no se ha despertado todavía del todo, parece que algunos ya lo han hecho. Al otro lado de la calle veis que un par de matones sucios han comenzado a saquear la tienda de un cerrajero.

-¡Eh! ¿Pero qué diantres hace ahí ese par de maleantes?--exclama el elfo que estaba en la barra poniéndose en pie de manera repentina, lo que desparrama parte de la cerveza que estaba ingiriendo uno de los enanos--¡Serán mamones! Lo van a desvalijar...

Sin dudarlo un instante, Keravia desenvaina la espada larga y sale de la posada dispuesto a hacer frente a los dos ladrones.

Interesante comportamiento...

La mujer morena observa al elfo salir del local y lentamente se mueve tras él.

Al oir el alboroto, estiro un poco el cuello antes de agarrar mi cerveza y subirme al taburete para ver lo que pasa más allá de la calle ¿y tú decias que no me metiera en líos? parece que esta pocilga no necesita mi ayuda para eso jejeje digo alargando la mano de la cerveza hacia el tumulto antes de echarle un buen trago.

Cuando veo que el elfo que estaba a nuestro lado sale corriendo hacia allá, Obim, Obim, mira cómo corre el puntiagudo. Eso no podemos perdernoslo ¿no? venga, vayamos a echar un ojo mientras nos acabamos la cerveza digo asintiendo con una sonrisa mientras alzo las cejas interrogativamente