Partida Rol por web

Tras dormir, reponer fuerzas y recuperarse de sus héridas, los compañeros de esta aventura decidieron volver a verse antes del mediodía en la taberna de la posada de El Cuervo Herido.

Estaba anunciada la actuación de un famoso bardo conocedor de la historia de Krynn, un personaje un tanto especial que despertaba atracciones y rechazos por igual.

La mañana se había despertado gris y gélida. Un frío húmedo que penetraba hasta los huesos y cortaba la respiración paracía ser la nota constante de ese día.

    Los compañeros de la medio orco comprobaron lo mucho que podía cundir un poco de alcohol en un corpachón tan grande. Klurca pasó por todos las fases de la borrachera: Primero comenzó a hablar más de lo que lo había hecho en los días anteriores, después exaltó su amistad con los humanos y el kender, a continuación le sobrevino una llorera cuando volvió a contar como los orcos de su propio poblado asesinaron a sus padres. Finalmente se la llevaron a dormir la mona cuando trató de unirse a una partida de dados de una mesa cercana.

    A la mañana siguiente la grandullona se levantó casi tan fresca como el día, como si nada de aquello hubiera ocurrido.  Klurca entró como un huracán en la habitación de los chicos, que aún estaban vistiéndose y descargó sobre la mesa los objetos que había guardado en su mochila la tarde anterior. La salvaje tomó la cota de malla más grande y dirigió una sonrisa lobuna a sus compañeros, reclamando su parte.

Renovado tras una buena noche de descanso, en una cama cómoda despues de tantos días de dormir al raso en el duro y frio suelo, bajo al salón de la posada, allí fresca como una rosa está nuestra querida Klurca, me siento a su lado - " Buenos dias querida compañera, (estirándome para quitarme las telarañas del sueño), por favor maese posadero, un caldito reconstituyente para empezar el día por favor " - mientras miro al posadero con mi mejor sonrisa.

El dia ha sido largo y sangriento, pero tengo un par de botas nuevas y he comprobado que esos caballeros negros que todos temen no son mas que otros caballeros mas, peligrosos pero mortales como todos.

Mientras negociamos el precio de las habitaciones para pasar la noche con el posadero me preparo para olvidar el cansacion con una buena jarra de cerveza, aunque parece un milagro la noche transcurre sin ninguna pelea o duelo etilico contra algun desconocido. Sin llegar a perder el conocimiento me retiro a descansar a la habitacion alquilada.

A la mañana siguiente Klurka irrumpe en la habitacion cargada de nuestro botin de guerra, sin duda el importe total nos permitiria vivir por un tiempo. Observo que eleva una cota de mallas mientras sonrie demasiado.

-Quedatela por mi amiga, si los demas no tienen inconvenientes claro. Seria malo si alguien te destripara en una refriega. En cuanto al resto, creo que lo mejor seria venderlo por separado, es sospechoso que vendamos armas y armaduras despues de que unos caballeros hayan desaparecido.

Tras pasar una buena noche, y sobretodo reparadora, pues se agradecia dormir en una cama mullida, decidí reunirme con mis compañeros no sin antes ver que la moneda que me habia dado anteriormente Bast habia dejado de brillar y era una misera moneda de cobre. Dado mi hallago bajé las escaleras de esa taberna lo mas rapido que mis pies me permitian.

A medio tramo de escaleras, tuve un traspié y el otro medio tramo lo bajé rodando y gritando -BAST! BAST! la moneda! ha dejado de brillar! Que le ha ocurrido!?-

Mi preocupacion por ese tema era importante, pese a que los ojos de cualquier otro ser fuesen minucias. Cuando conseguí calmarme y tomar el aliento vi el equipo desparramado por la mesa y pensando en que ibamos a hacer con ello. -Si si, estoy de acuerdo pero..y la moneda!?-

- " Déjame verla amigo mío " - Sosteníendola en alto y mirándola a contra luz - " Sean los dioses de la magia, bendecidos mil veces, no te lo vas a creer " - Miro con intensidad al compañero Thass - " Es una moneda mágica con voluntad propia, la cual tiene la propiedad camaleónica de esconder su brillo portentoso, cuando encuentra a su dueño definitivo se vuelve como una moneda normal sin apenas valor, y todo ello lo hace para que nadie la pueda separar de su verdadero dueño, pero que suerte tienes Thass, que suerte, la moneda te ha reconocido como su legítimo dueño " - Le devuelvo la moneda con cautela como si fuese a desaparecer -" Es increible, verdaderamente incríble, que objetos tan maravillosos, increible ..... " -

-...Es sospechoso que vendamos armas y armaduras despues de que unos caballeros hayan desaparecido.-

   Klurca se rascó la ceja pensando en la advertencia de Patric. Tenía toda la razón. -Puez al marzupio- Dijo extendiendo la tela de su jubón y empujando la cota de mallas dentro. -Vender dezpuéz de dezpuéz- El resto de armas las metió de nuevo en su mochila. Finalmente se volvió hacia Alysia que parecía reacia a entrar en la habitación de los chicos. - Zi tú querer algu, hurgar en mi bolza-

La salvaje se quitó el jubón y embutió su cuero tachonado en el improvisado atillo. Después se vistió la cota de malla allí mismo sin pudor alguno y se volvió a echar por encima su capa de colas de zorro.

Klurca se quedó mirando la moneda con la que Bast embaucaba al pequeño kender. El objeto parecía emitir algún tipo de aura misteriosa, pero la medio-orca prefería su pequeño cráneo de cuervo para hablar con los dioses.

-Tenemoz trabaju- Espetó a ambos dando unas palmadas. -Vamos a ver a ese bardu cuentacuentos-

Termino de vestirme completamente y me cierro el cinto con la espada en torno a la cintura.

-Esperemos que la suerte nos sonria y ese bardo nos sea de utilidad, aunque quizas quiera dinero por sus servicios.. O quizas busque otra cosa, dificil es encontrar a un bardo prestigioso que regale algo valioso.

Dicho esto guardo mis cosas de viaje en un cofre y despues de cerrar la puerta de la habitacion avanzo en direccion a las escaleras que dan al piso inferior. Si nada me lo impide quizas pueda comer algun animal cocinado con especias para variar.

Tras una noche de sueño revitalizadora y un desayuno copioso, el grupo de aventureros estaba listo para acometer su segundo día en Pashin. Klurka había propuesto la venta de parte del botín, a fin de recolectar unas cuantas monedas. La comodidad de una buena cama y el estómago lleno desperto el anhelo de esos pequeños "vicios" que tienen la mayor parte de las criaturas vivientes como son dormir en condiciones y no pasar hambre. En principio, parece que no había compradores para semejante objetos. Pero también es cierto que no había puesto mucho empeño en vender los enseres obtenidos tras las refriegas del día anterior. En la posada, los ojos de lo que parecían dos comerciantes se posaron en la semiorca: ¿sabían a caso que tenía algo que les podía interesar o era simple morbo? Fuera como fuera, el día había despertado y un leve tumultó inhundó la posada. La barra, apenas vacía cuando nuestros amigos bajaron de sus habitaciones, se vio invadida por un ejército de manos que la manoseaban y golpeaban. Fuera del local, la gente se agolpaba en torno a un hombre. El comentario era unánime: "¡Es el Heraldo!", "!Era cierto que vendría!"

El Heraldo era un hombre de avanzada edad que vagaba por las tierras de Krynn narrando historias del pasado. Había quien defendía la idea de que ese personaje que carecia de nombre y al que todos conocían como "El Heraldo", no era otro más que Astinus de Palanthas, el cronista sempiterno encargado de recoger por escrito la historia de Ansalon al detalle. Su objetivo era que las generaciones venideras recibieran una imagen exacta del pasado, a fin, se supone, de no repetir los mismo errores. Tras la Guerra del Caos, Astinus desapareció. Pero ocurrió un hecho extraño y es que, a partir de entonces, comenzó a recorrer las tierras de Ansalon un personaje conocido como El Heraldo, un bardo errante capaz de recordar y contar todas las historias del pasado de Krynn. Hay quien cree que El Heraldo es el mismo Astinus, que sufrió una transformanción. También hay quien mantiene que el bardo es un individuo natural de Solace, conocido como Amo Lor, que cuando era joven fue tocado por Paladine. De cualquier forma, parece ser que las historias que cuenta sobre el pasado ser relacionan con acontecimientos del presente, convirtiéndose en pistas o avisos sobre lo que está por acontecer.

Las voces del exterior llamaron la atención de los aventureros, que salieron prestos de la posada para ver que pasaba.

Y entonces escucharon su voz...

-Queridos habitantes de Pashin, es para mi un placer compartir con vosotros mis recuerdos. Por cierto, nada revitalizaría más mi voz que un caldo calentito que me sirviera para contar lo que quiero transmitir- Y en seguida un par de jóvenes se metieron en la posada en busca de la demanda del sabio orador. Tras acercarle un tazón con sopa caliente y dar unos sorbos, El Heraldo comenzó a hablar: -Se me conoce como El Heraldo. Conozco y comparto los recuerdos de Krynn y en mis sueños he vivido muchas otras vidas. He liderado a hombres en la batalla, tanto del lado del bien como del mal, y he luchado a lomos de un dragon y empuñado una dragonlance. He vivido, amado y muerto un millar de veces. Esta mañana compartiré algunos de mis recuerdos con vosotros.

Entoncesa, la multitud congregada comenzó a gritar: -¡Háblanos de Huma, de Raistlin y de la Reina Oscura!, ¡Cuéntanos la caída de Lord Ariakan ante los esbirros del Caos!-

La mirada del bardo acalló a la multitud. Esa noche no hablaría de Huma. -Esta noche tengo preparada una historia especial para vosotros. Os hablaré de una joven, de nombre Mina, que fue capaz de mover ejércitos de espíritus-

     Klurca se sintió observada por los dos tipos con aspecto de comerciantes. La semi-orca trató de suavizar su expresión, recordando su intención de vender el botín. Se volvió hacia sus compañeros que picoteaban algo en la barra y preguntó por el precio que podrían obtener por cada cosa. El guerrero, aunque menos hablador, estaba más acostumbrado a comerciar con armas y armaduras y estimó rápidamente su valor de reventa. Klurca tragó saliva agobiada -¿Ezo zer mucho máz de diez?- Preguntó mirándose los dedos de sus manos. La salvaje tenía serias dificultades para contar más allá de esa cifra...Cuántas veces la habrían engañado al vender las pieles que cazaba en el valle. Con las indicaciones de sus compañeros, Klurca estimó que si podía colocar una moneda en cada dedo y otra en cada ojo, podría aceptar el trato a cambio de su viejo cuero tachonado.

    Entre tanto, el famoso bardo hizo su aparición y comenzó a vocear sus historias. La salvaje no había oído jamás aquellos nombres, pero se abrió paso entre la multitud, cautivada por aquella voz.

-...Ezpírituz- Repitió Klurca acariciando su amuleto de cráneo de cuervo. -Las señales no mentían- murmuró embelesada.

Mi atención está volcada completamente en este narrador de cuentos, con mis ojos percibo cada movimiento de su cuerpo, con mis oídos capto cada matíz de su voz, su narración capta de tal manera la atención de los que le rodean que no puedo reprimir un cierto sentimiento de enfado hacia el, ya que verdaderamente supera mi capacidad de actuación.

El tan famoso heraldo no parecia mas que otro viejo loco que gorroneaba monedas y dinero a cambio de historias enteramente fantasticas, giro la cabeza sin demasiado interes para ver a Klurka contando con sus enormes y grises dedos, aunque era una compañera admirable en la batalla era un poco lenta como todos los de su especie.

-Si amiga mia, es mas de 10. No te impacientes, sacaremos un buen dinero por todo eso a su tiempo.

Tras escuchar los comentarios de Bast acerca de la moneda, al principio me quedé algo extrañado, pero poco a poco se fue vislumbrando una sonrisa en mi rostro, hasta que esa sonrisa se volvió tan amplia que era hasta tétrica.

El heraldo entró por la puerta prometiendo deleitar a su publico con grandes gestas de los heroes actuales y antiguos de toda la tierra. La gente, se aglomeró enseguida tras verlo -Vaya, pues si que debe ser famoso si...Voy a ver!- dije, y gracias a mi estatura, me pude escabullir entre el gentío para llegar lo mas cerca posible de dicho Heraldo. 

"Por lo que puedo ver, es una persona bastante sabia que conoce muchas historias, tal vez sepa algo acerca de la llave que buscamos..."

-Hubo un tiempo en que los dioses protegían a las criaturas de bien, criaturas que luchaban por la supervivencia de los más débiles. Hubo un tiempo en que los dioses luchaban entre sí por hacerse con el control de Krynn. Hubo un tiempo en que la Reina de la Oscuridad estuvo a punto de someter la vida de Ansalon. Pero un grupo de valientes- y, por un instante, parecía que miraba de reojo al grupo de aventureros -empuñaron las dragonlance y expulsó a los dragones de cielo. Se enfrentaron a la diosa Takhisis y la desterraron de la vida. Pero esto esta es una historia que os contaré otro día.... Hubo un tiempo en que los dioses desaparecieron de la tierra y la magia se fue con ellos. Entonces los dragones cromados se hicieron con el poder desde el cielo, comandando ejércitos de secuaces al servicio de la Oscuridad- Estas últimas palabras de El Heraldo comenzaran a incomodar a una parte de su audiencia. Aquel sabio se estaba refiriendo a los Caballeros de Neraka y ellos lo sabía -Fue entonces cuando los descendientes de los héroes de la Guerra de la Lance se convirtieron en protagonistas de nuestra historia. Fue entonces cuando un pequeño kender, de nombre Tasslehoff, se transformó en la criatura más valienta de Ansalon, viajando en el tiempo para liberar al mundo del Caos. Fue entonces cuando Mina comandó un ejército para ofrecerle al Único las almas de los pobladores del mundo, convirtiéndose en mesías de un dios que aglutinaba todo el poder. Fue entonces cuando los minotauros se hiceron fuertes y se impusieron a los Caballeros de Neraka- Y en ese preciso momento, algunos de los presentes (caballeros de Neraka y simpatizantes), comenzaron a abuchear al bardo, creciendo la crispación -Fue entonces cuando los Caballeros de Neraka fueron expulsados por los minotauros de las tierras que iba a conquistar, viéndose obligados a vagar por Ansalon sin rumbo, tierras ni nación- En ese mismo instante, tras hacerse más agudos los silvidos y abucheos, una piedra salió disparada desde la multitud y fue a caer junto a El Heraldo, que apenas se inmutó.

Percatándome que esta situación se está volviendo peligrosa y antes de que esta olla a presión explote, lanzo mi hechizo Prestidigitación y mientras avanzo hacia el narrador digo en susurros - " chicos seguidme la corriente " - , a lo que señalo una zona cercana a la chimenea y grito en alto - " ¡ FUEGO, FUEGO, LA POSADA ESTÁ ARDIENDO, RÁPIDO APAGENLA ! " - con el uso de mi hechizo activo creo tres pequeños fuegos ilusorios para crear confusión e intentar sacar al narrador cuanto antes de aquí.

    El fuego asustó la salvaje. Saber que era fruto de un embrujo no hacía sino ponerla más nerviosa. -¡El diablo noz perzigue!- Protestó mirando a Bast. En cuanto encontrase a una buena curandera, le pediría que le quitase el mal de ojo a su amigo.

Estaba claro que tenían que sacar a ese Heraldo de allí, de modo que la gigantona se abrió paso una vez mas entre la multitud como la rueda de un carro al pasar por un charco.

-Quita tu...A un lado...Que voy...¡Zi, zoy orca, ¿Y qué?!- Fue gruñendo a medida que los que apartaba de su camino. Se ajustó la capucha de pieles. Tampoco era cuestión de que media ciudad se quedase con su cara, aunque a estas alturas empezaba a tener sus dudas.

Cuando llegó hasta el orador le espetó: -¡Viejuno: Zi no hay orcoz en tu hiztoria, mi no guzta. Azí que Za-cabó la función!-, Agarró al hombre sin contemplaciones y lo alejó del tumulto.

-Zoy Klurca, hija de un caballero de solamnia.-Se presentó soltando al bardo en cuanto se alejaron un poco.-Eztos zon mis amigoz. Vamoz a refugiarte en casa dun kender- Añadió en voz baja. -Un kender honrado- Quiso aclarar.

La cosa se estaba poniendo violenta. Los simpatizantes de los caballeros de nekara estaban tirandole cosas al heraldo, y, obiamente habia que sacarlo de ahí antes de que las cosas fuesen a peor. 

Bast actuó rapidamente, lanzo su hechizo y simuló que de la posada salía fuego, mientras que klurca cojió a el heraldo como si de un saco de patatas de tratara y salió con el de todo ese tumulto de gentío. Yo seguía a Klurca de cerca, pues era una buena forma de salir de ahí gracias a que ella me abría paso sin problemas. Una vez un poco alejados, heché un ojo hacia atrás para observar que nadie nos siguiese.

-Eztos zon mis amigoz. Vamoz a refugiarte en casa dun kender-

 -Estoy de acuerdo con klurca! mi pariente nos dará cobijo y comida caliente pero, porfavor Klurca, dejame hablar a mi con el antes de que lo asustes de nuevo con el tema de comerte kenders...nos tienes atemorizados- Dije irónicamente

Me encuentro charlando tranquilamente con el posadero cuando nuestro mago empieza otra vez una funcion, mientras me levanto de un salto del robusto taburete donde estaba sentado veo como Klurka parece secuestrar al viejo demente. Algo confuso doy un ultimo y apurado trago a mi jarra y salgo corriendo detras de ellos sin saber muy bien como actuar, cuando los alcanzo les digo:

-Maldita sea, si los guardias salen a nuestro encuentro sera culpa vuestra- Digo nervioso mientras observo rapidamente los alrededores.

El grupo había vuelto a actuar de manera sincronizada: cuando parecía que el tumulto iba a desembocar en una pelea, Klurca había logrado agarrar al Heraldo y, ante la sorpresa de éste, lo había sacado de la línea de "fuego" que se había empezado a crear entre quienes habían resultado descontentos con las palabras del bardo. Bast, con su rapidez, logró distraer la atención del auditorio con ese conjuro quimérico de ilusión, el tiempo necesario para lograr huir de aquel lugar, antes de que la situación fuera a mayores. Siguieron pues la propuesta de Thassantir y se dirigieron a casa del kender Kelmecha. Recordando que les debía un favor, quizás esta era la ocasión para cobrárselo. Antes, bien, tanto Thassantir como Patric avistaron que ningún caballero de Neraka o simpatizante se percataban de su huída.

Camino de la casa de Kelmecha, el Heraldo, volvió a hablarles: