Partida Rol por web

- ¡Gracias compa! - le contesto cuando casi me abalanzo por la ropa, aun sin entender que ha dicho pero al menos logrando evitar que tener que hacerlo. Dios, ¿hacía cuanto que no vestía algo que no fuera un vestido?

Cuando termino de ponerme un juego que me quede decente casi lamento la pregunta. Ni cuando iba a dibujar al suelo del Zócalo o cuando terminaba un plantón me veía u olía así. Este chico necesitaba lecciones, una Mercedes a él si le haría bien.

En cuanto a mí... de verdad que me ha cagado.

- Bueno... casi no se cae... - digo mientras me vuelvo a acomodar el pantalon flojo.

Como supuso, Antonia no reacciona, y sus golpes son certeros, los huesos de Javiera crujen ante sus arremetidas,  y un quejido de dolor sale de entre sus rojos labios, Antonia ya no la reconocía, ¿cómo había caído tan rápido en la locura?, bueno, ella pudo haber caído en lo mismo, sólo que tuvo suerte  al ver morir verdaderamente a pobre infeliz de Tiago.

- Basta! - grita, el cuerpo de su amiga no perdía energía, pero pronto el hambre la consumiría, y eso sumado a su furia, la harían completamente incontrolable, plan... simple,  correr hacia el refrigerado,  esperar que Antonia la siga, y dejarle las reservas de sangre, antes de que salte al cuello de ella y la termine de rematar. Sus manos se apoyan en el suelo, y recibe de lleno sus golpes, pero no la ataca con el machete, no puedo herirla, es amiga después de todo. 

Javiera agudiza sus sentido, y su cuerpo se tensa, en busca de esquivarla y correr hacia el refrigerador, quizás viendo esa sangre, se calmaría, por lo menos, recuperaría la sangre perdida. (celeridad)

-Muy bien.- Anuncio al ver que Laura estaba lista. Por mi parte yo me iba a quedar así, ya que para ponerme esa ropa tendría que sacarme la gabardina, y prefería quedármela como estaba. -De todas formas, ya estaba hecha mierda de antes.- Pienso.

-Hora de irnos. Tenemos que llegar a Bs. As. cuanto antes.- Anuncio. -Ojalá nos volvamos a ver, Sire.-

Es difícil decir que duele más, si el golpe o la traición que se siente al recibir el castigo de la Primogénita Brujah, de Antonia tu amiga, en tus carnes.

Los huesos de las costillas falsas sin duda se han roto. Por fortuna no hay nada que una noche de sueño no cure, ni pulmones o entrañas perforadas, pero el sordo dolor es postrante. No resistirás mucho esos puñitos capaces de dar tanto las más tiernas caricias como estos golpes como martillazos.

O te la juega,s o te desmayas y quedas a su merced.

-Ojala...+asiente, aunque en tono poco convencido+... dispue qui esto pase, me ensupongo. Io me guelvo pa laj isla maaj andentro... Eso di ayer no e cosa normal, sabe? So vampiro van a guelver maj preparau. Guen rato pa pasarla bajo tierra.

Adelanta una mano en la oscuridad, y da una humeda palmada al brazo de Sarah.

-Vaya con Dio' m'hija... pero lejo e Guenos Airej. Quie ese ya no antiende aca por un rato. Y lo mismo uste, guena moza. +añade, mirando a Laura+... qui eto no e pa' crio. Si endequiere vivi mucho, aprienda cuando aguanta el apurón... y endecuando dispara.

Tras esto, no hay mucho mas que decir. Las dos emprenden el camino al embarcadero. Son unos 200 metros, pero ya sin la prisa de un felino sanguinario delante, pueden ir caminando con calma por el sendero. Una linterna regalada por el viejo gaucho les ahorra esfuerzos, y con esa ayuda avanzan entre la noche y la lluvia, mojadas más... a salvo.

Solo hay que pensar en como explicarles a los hombres del puesto lo sucedido y como conseguir pasaje a la ciudad. 

Javiera cayó de bruces, el dolor era intenso,  y sintió miedo, pero este la hizo actuar rápido,  intentar moverse, llegar al refrigerador y evitar que Antonia la matara, y con eso, acabara también con su reputación. Debía luchar, no podía atacarla, detenerla, no podía dañarla, era su amiga... sí, eso era demasiado humano y quizás tendría la muerte verdadera por ese pensamiento, pero se arriesgaría, estaba sola,  y debía protegerla ella misma. Tragó saliva, y se movió otra vez, cojeando para llegar al refrigerador con la sangre.

Asiento a don Orlando como si de verdad entendiera una jota de lo que sea que dijo. ¿Dios, tanto que te pedí que no me hablaras, y ahora se dirige directamente a mi? Bueno, al menos no me hizo una pregunta que tuviera que responder... creo... que sea tan amable solo lo hace más humillante. Aunque bueno, podría en realidad estármela rayando.

Conforme salimos, me acerco a Sarah, y cuando creo que no me puede oír.

- Parece buena gente - reviso por encima de mi hombro que no esté cerca - Por cierto... ¿me traduces lo que dijo?

Seguimos caminando. Aun ando vuelta loca. ¿Como mierda se supone que llegaremos?

- A este paso vamos a acabar ofreciendo cuerpo - bromeó, viendo nuestras pocas opciones - en la madre...

¿Me intento comunicar con Mercedes? ¿Busco a alguien a quien robarle el celular? Digo, una mexicanada se me tiene que ocurrir.

- Si encontramos a alguien, ¿hacemos la típica "yo lo distraigo, tú le robas"?

La salvación puede ser o no ser, esa cajita blanca hacia el cual cojeas.

Al abrirlo de golpe ves las rojas bolsas, entremezcladas con botellitas de champaña y refrescos para los invitados mortales… No puedes percibir el aroma, bien refrigeradas y asépticamente cerradas como están. Pero son sustento. Placer embolsado.

Por favor, que las acepte.

Antonia entra detrás de ti, rompiendo parte del marco de la puerta con un manotazo, y se te lanza encima. Te da una violenta patada en el costado que arroja tu cuerpo contra la heladerita, desparramando su contenido por el piso del yate, lo que la hace detenerse y afirmarse para no resbalar.

Ahora o nunca. 

Cayo renuevo de bruces, los golpes eran intolerables, no había alcanzado lo que tanto ansiaba, no pudo salvar a ambas, no volvería a ver a Alfredo,  no volvería a ver a Carlos, no podría salvar a su país. Su cuerpo se paralizó, y sintió los golpes, y una lágrima de sangre se deslizó por sus ojos.  No quería terminar así, pero su vida había terminado 15 años atrás, cuando decidió bajar por esas escaleras y se encontró con su destino. Cerro sus ojos y soltó un quejido más, la sangre estaba tan cercana, sí Antonia la sintiera, si sólo la sintiera... 

- Adiós...- no supo si había logrado hablar, no supo, mientras miraba a Antonia sobre ella, moliéndola a golpes.

Al escuchar a Laura dejo escapar un "ehh..." de mis labios. La verdad era que yo tampoco sabía bien qué dijo Don Orlando en ciertas partes. -Dijo que suerte.- Respondo finalmente, intentando sonar convencida. -Y que tengamos cuidado, que...- Recuerdo la última parte. -Que no debemos quedarnos en Buenos Aires.- No había pensado en ello, pero, ¿por qué? A lo mejor tenía razón. Después de todo, los Gangrel como él eran expertos en saber dónde y cuándo no estar. Yo no había heredado eso.

En eso pensaba cuando Laura comenta sobre robar a los residentes de la isla. -Me gusta como pensás- Le digo sonriendo. -Pero, ¿sabés manejar un bote? No puede ser tan dificil. A lo mejor cuando robemos uno nos enteramos cómo.- No me gustaba mucho la idea. No era una fanática de la cleptomanía, pero teniamos que volver pronto a la ciudad, antes de que las hijas de puta de las Brujah digan que nos habiamos escapado.

Al arrimarse a las estructuras del lugar, notan que son realmente pocas. Un par de edificios de material muy humildes, que mas bien parecen galpones. Una casa de dos pisos, junto al embarcadero, y otra adjunta de uno solo, aunque algo mas iluminada. Hay un par de modestas lanchas de pescador en el muelle, como asi tambien varias piraguas acostadas en la arena. De la mas pequeña de las casitas surge musica, o mas o menos ya que se trata de una cumbia argentina. Pero por el ruido han de ser varias personas adentro.

La muerte definitiva quizás sea más cálida que la no vida. Es como si una luz brillara sobre tus ojos, cegándolos a todo, pero sin lastimarlos realmente. No te invita a ir ni te repele, solo es indiferente. ¿El cielo? Se siente bien de alguna forma, aunque tu cuerpo pesa. El alma dentro pugna en liberarse para alcanzar la luz, pero a su vez no quiere soltar su carga. De pronto un ramalazo de dolor te trae a la realidad.

No es el cielo. Son las luces de una cabina. La pesadez es real, la de tu cuerpo golpeado. Y el dolor que te saca del aturdimiento esta entre tus piernas...

Lo primero que vez de ti son tus pechos desnudos. Y al incorporarte levemente, los rubios cabellos de Antonia, cuyos labios y dientes juegan con tu sexo, así como regalándole caricias con la lengua… Esta tendida en la habitación principal del yate, desnuda entera, mientras ella te toma… ¿Qué pasa?

- Bien, parece que hay fiesta - le comento a Sarah dándole un leve codazo. Trato de trivializar la situación, hacer todo el ruido mental para no pensar en el agradable perfume de la ropa y que Mercedes va a querer rebanarme el cuello.

¿De verdad debería volver a ella? Para lo que no me dijo y el nivel en que me chingó la noche pasada y la existencia... ganas de mandarla a la mierda, y si la noche sigue su curso de verdad que la mando a la mierda...

- Creo que allá tenemos nuestro barco pirata - pienso en voz alta. - ¿Crees que podamos robarlo discretamente, o los asustamos con pistolas y colmillos?

En esta me lavo las manos y le paso la papa caliente a Sarah, que más experiencia debe tener en esto. Si todo falla, bien puedo improvisar.

-¿Sabés robar uno?- Le pregunté. -Podemos hacer lo que dijiste, vos los distraés y si vienen para acá usas tus encantos para que no me vean robando el bote. Cuando consiga hacerlo arrancar, te llamo y venís corriendo para donde estoy yo. Si te siguen, los asustamos y nos vamos.- -Si es que puedo hacerlo arrancar.- Pensé para mi mientras observaba las casas, a ver si alguien nos podía ver desde las ventanas.

Realmente pensó que todo había terminado, que Antonia la mataría y que bebería su sangre hasta consumir su alma, perdiendo su humanidad, su prestigio, pensó que no volvería a  ver a su mentor,ni poder hacer lo que la motivaba, sus sueños, porque a pesar de estar  muerta clínicamente, aun se aferraba a costumbres de su antigua vida y que le ayudaban a controlar sus emociones que en su casa eran tan complejas de sortear. Antonia lo  había demostrado.

El dolor se hizo cada vez más imperceptible, era la muerte, pronto su cuerpo se volvería solo huesos y luego, polvo, ¿se volvería polvo como Tiago? No lo sabía, ¿y Antonia? Perfectamente puede decir que la mató el jaguar, y no ella, sí, así podría salvarse... La muerte...

Pero el dolor volvió de golpe, su cuerpo apaleado reaccionaba lentamente de nuevo,  intentó moverse, pero sentía los languatazos en su sexo, abriendo los labios de su intimidad,  era una sensación extraña, hacia tiempo que no la disfrutaba,  intentó incorporarse, y vio a Antoni sobre ella, bebiendo de su entrepierna, y afortunadamente, no era literal, por lo menos de momento.

Javiera soltó un gemido, ¿había caso resistirse?, aunque podía ser la previa antes de morderla, pero de momento, era esa la circunstancia, Antonia le hacía sexo oral, y seguramente se había encargado  de mimar sus pechos, ¿tenía marcas sobre ellos?. No al parecer no.

- Anto. Antonia...- dijo su nombre, débilmente, y alargó su mano a sus rubios cabellos cabellos- Antonia... es delicioso...- murmuró de nuevo, echando su cuello hacia atrás,  dolía el resto de su cuerpo - dame... sangre... dame... sangre...- murmuró de nuevo y buscó con la mirada los frascos de sangre, sin saber si Antonia había bebido o no, y si ella podía beber y recuperar parte de sus heridas, pero se dio cuenta que estaba en una de las habitaciones - Antonia... me.. duele...- murmuró, jadeando.

Un tibio lengüetazo a donde la luz no suele llegar es tu primera respuesta.

-No queda nada.- admite con un ronroneo- salvo lo que estoy lamiendo de tus piernas…

Por lo menos habla y en forma coherente. El frenesí parece haber pasado, siendo reemplazado por un arranque de lujuria. Además notas que estas en la cabina grande, la que está a proa. Alguien debió traerte y solo pudo ser ella.

Lo malo son sus noticias. No hay más reservas. Apoya sus manos en tus muslos, abriéndolos un poco más mientras te mira con ojos feroces a la par que divertidos.

-Te caíste sobre las bolsas, ¿recordar? +continua+ Las rompiste con tu peso… Por suerte para vos, me dedique a vaciarlas antes de pasar al plato fuerte. Deberías estar agradecida… al final no cumpliste tu promesa, y aquí estoy, limpiándote.