Partida Rol por web

Quizás hubiera una expresión de asombro bajo los rasgos del tipo, cuando te das vuelta y apuras el paso todo lo que das para rodearle y volver a por tu sire. O burla. O diversión. No es que en esos rasgos deformes nadie pueda leer claramente.

Mercedes es una muñeca cuando la tomas. Sus piernas responden solo apenas para sostenerse, de modo que tirar de ella se vuelve literalmente un arrastre. Tiene la mirada desencajada, algo que arruina parcialmente su belleza, como si estuviera en algún trance. Probablemente, dentro de este contexto, en una pesadilla.

Así que la criatura ni se molesta en seguirte, en vez de lo cual avanza un par de pasos y se planta en medio de la puerta, bloqueando la salida con su cuerpo. Extiende ambas garras para cubrir toda la doble entrada, aunque el gesto casi pareciera el de quien espera un abrazo.

-Conmovedor… Veni a que te de tu premio a la lealtad, pendejita…+te provoca, abriendo y cerrando las manos, ansioso por apresarte y disfrutar de la ternura de tu carne...

Metros más allá, el juego de la torera y la loca da un nuevo giro, al extender esta sus garras finalmente.

Por más que lo único que tenga al respecto, son las viejas lecciones de Orlando, y apenas un poco de practica en las alcantarillas, dentro de todo es lo único con lo que puede contar ahora. Esas mierdas de garras se supone que si sirven. Ojala que combinadas con sus antiguos conocimientos de artes marciales, alcancen para al menos dejarle chance a escapar.

Así que amaga un puñetazo y en lugar de eso cruza un golpe de canto contra la loca… Por un momento parece que nada, pero las garras extendidas hacen su tarea y le arrancan un trozo del brazo a la chica, quien retrocede furibunda!

Se agazapa en guardia felina, pero tambien mira su brazo, como si no se creyera que la otra pudiera tambien hacer esa clase de daño...

- ¡No!

Esa maldita cosa se nos puso de frente. Mercedes así era más un lastre. ¡Puta madre, al menos pestañea! ¡Muy buena para atacar universitarios, pero no para correr!

Sentía desesperacion. Angustia. Era dificil tener una buena idea. Era tal el esfuerzo para correr, que también se me salieron las lágrimas rojas.

¿Conmovedor?

- A matar a otra, hijo de perra...

Al ver la posición que ponía la loca me di cuenta lo que intentaba. Era como instinto animal, lo había visto en las monstruosidades de las cloacas. Se estaba preparando para esquivar el golpe y contraatacar con todo. Si iba ahora mismo lo más probable era que me comiese cruda.

En lugar de eso le sonreí y empecé a retroceder hasta la puerta del lugar, lo más rápido que pude sin bajar la guardia. Una vez ahí le di la espalda como si quisiese correr y salí a la calle, cerrando la puerta tras de mi. Ahora, no sabía nada de arquitectura, pero la mayoría de las puertas se abren para dentro, por lo que si me quedaba parada al otro lado de la misma, esperando que la mina me siguiese, entonces podría abrirle el pecho mientras estuviese distraida haciendo el movimiento de tirar para atrás.

Tampoco había ventanas, por lo que era imposible que me vea desde aquí. Eso y otras variables hacían que fuese imposible que me sintiese al otro lado de umbral. Si hacía bien esto, mi victoria estaría asegurada. -Y espero que Laura se avive y corra.- Pensé. Con esto le allanaba el camino. De ella dependía el resto.

Por supuesto, también había una chance de que la mina no me siguiese. No le debería tomar más de siete segundos empezar a abrir la puerta, por lo que si no llegaba en ese tiempo, me iría, ya que significaría que abandonó mi caza.

Apenas pasan unos segundos. Ya deberia venir. Entonces, la ois...

-Pam Pam Pam..

Suave, firme y claro. Carne y hueso contra metal. A no dudarlo, viene del otro lado de la puerta que sostienes.

Esta llamando. La jodida esta llamando. Pidiendo que le abras. 

La lluvia que ahora vuelve a caer sobre tu cuerpo, el dolor del costado, todo se vuelve confuso un momento.

Y entonces, un agudo "KIA!" resuena. Las garras de la mina atraviesan la puerta como si fuera de papel, asomando a centimetros de tu cabeza! Luego bajan poco a poco, desgarrando la hoja reforzada. La misma emite un CRII estridente al ser rajada como por una sierra... ¿Ahora entendés como te causo tanto daño.?

-También, nenita... A vos, a todas las de tu clase... y a tu puta princesita... Antes del final de la noche.

Las palabras son graves y resuenan con el eco de una risa contenida, al pensar en la diversión que representa esta cacería de limpieza que están haciendo. No importa comentarle un poquito de lo mismo a alguien que ya está muerto.

Obscenamente se relame. La sangre de estos vampiros de ciudad es sabrosa. Lo único mejor que torturarlos es devorarlos. Pero ya va siendo hora de romper este empate antes de que la loca vuelva y las quiera para ella sola....

Al ver a la mujer asomar el brazo por la puerta de metal hago una mueca, ya que no era lo que tenía planeado. Sin embargo intento aprovechar la oportunidad y lanzo arañazo contra ella, con intención de romperle el brazo de un golpe brutal.

Nada como los nervios para equivocarse.

Tus garras chocan, pero no contra el brazo de la loca, sino contra un trozo de metal saliente que su garrazo va arrancando, doblando dolorosamente hacia atrás en un mal ángulo… suficiente para arrancar un gemido de dolor. A veces la Dama no sonríe nada…

En tanto, la mujer lleva su corte en diagonal hacia la cerradura, pero al toparse con esta se detiene… Unida de otra forma o quizás de distinto metal, no logra cortarla con el envión, por lo que queda un momento más debatiéndose allí para abrir sin molestarse en usarla como es debido, o siquiera intentarlo…

Lanzo un gruñido de dolor al ver que me abro la carne contra la puerta. Me estaba impacientando. Intento una vez más atacar el brazo de la mina, pero esta vez cuidadosamente, para no hacer estupideces. Demasiado cautelosa, sin embargo, ya que fallo el golpe.

Finalmente, con un esfuerzo adicional, las garras de la loca rompen la cerradura. Se escucha el tintineo metálico cuando caen los pedacitos del mecanismo…

La puerta está abierta y del mismo impulso se hace para adentro, revelando a la tensa pelirroja. Al parecer ya ha decidido cuál será su postura en esta lucha, a pesar de tus garras. 

Rendirse no es una opción, para ninguna de las dos...

Al ver que la puerta estaba por fin fuera de mi camino alzo una mano y le doy un zarpaso de lleno a la loca, esperando hacerla mierda ahora sí.

La loca esquiva el garrazo de Sarah, flexionando el cuerpo como una serpiente… Esta vez está más alerta.

Aunque eso no cambia la brutalidad y simpleza de sus métodos. Sin ningún refinar, vuelve a cargar apenas  reacomoda el cuerpo hacia adelante, y esta vez embiste plenamente. Las dos retroceden a la semi-inundada vereda, para debatirse en la misma bajo la lluvia incesante, aunque ella cae por su mismo envión sobre la acera…

Siento el empujón de la mina y un segundo después me doy cuenta que estoy de espaldas al suelo con ella arriba. De un golpe intento sacármela de encima, o al menos usar las manos libres para desgarrar su espalda.

Al fin, sus esfuerzos dan fruto. Las dos ruedan en las baldosas mojadas, como perras rabiosas, solo que ningún animal se compararía a esto.

Enferma de éxtasis y rabia la loca se semi-incorpora con una agilidad animal,  y descarga un manotazo sobre Sarah. Las garras hienden el costado de la vastaga, abriendo sus entrañas dolorosamente… Si estaba complicada la situación, ahora lo está mucho más… Ni tiempo tiene a notar que no hay sangre u órganos asomando por el nuevo corte. Solo el vacío de su cuerpo marchito por dentro…

¡¿Mi clase?!

Esa cosa no puede ser un vampiro. Tiene que ser un monstruo. El coco, alguna chingadera que es mucho peor que unos jaguares amaestrados.

Sarah sigue jugando. No puedo creer que la hubiera traído a este lugar. Apenas me está cayendo el veinte de que el mundo es un lugar mucho más enfermo de lo que creía que era. ¡No he vivido nada!

¡¡¡Y lo peor es que con todo, aun quiero vivir!!!

Me tiemblan las manos. Tengo la cara llena de rojo y no es por Mercedes. Siento que algo se me quiebra por dentro. Sea como sea, ella era mi única amiga en Argentina. Hubiera sido lo que hubiera sido, ella intentó que fuera yo su hija.

Estoy llorando. Estoy mirándola de reojo, sin poder siquiera verla a los ojos una última vez, porque no sé si esto es el final.

Sarah... metí a Sarah en esto. ¡No soy capaz de hacer una sola cosa bien!

Aprieto los puños. "Nenita" se antoja lo más insultante que me ha dicho, pero no tanto como lo que ha hecho. La furia y el dolor son nada comparado.

Mi estómago está abierto, y vuelvo a tener sed. No sé que estoy sintiendo en la carcasa que es mi cuerpo, pero tenso cada músculo, sin siquiera intentar inspirar aire. Solo hay una determinación: salir. Y rogarle a Dios que Sarah venga conmigo, o que yo consiga a Gregorio.

A veces surgen momentos donde toda la rabia, toda la decepción, toda la impotencia de los débiles, estallan. Si es en una sociedad se los conoce como revoluciones, disturbios, o golpes de estado.

Ninguno aplica en este punto, pero la semejanza es evidente. El hecho de que envíes de un violento tiron el cadáver de la chica sobre él, sorprende al monstruo. Es como si hubiera visto rugir a una oveja. No logra esquivarlo y resulta golpeado por los restos la infortunada, rompiendo su guardia solo unos momentos…

Lo justo para que corras a su lado como una coneja poseída, tirando de la inútil Mercedes*, en busca de Sarah y una salida.

El pasillo del bar nunca se sintió tan largo. El camino a la calle… Y encima ni siquiera libre.

Ahora que lo podes enfocar, la puerta está destrozada, cortado el metal como con garras.., y los rugidos de la pelea entre Sarah y la loca se han trasladado a la vereda. La boca de oscuridad no avizora nada bueno. Pero es eso o la muerte que viene a tu espalda.

Llegas y ahí mismo, en la penumbra, ves a las dos mujeres entrelazadas en el suelo, mojadas por la lluvia, asi como por la sangre… Sarah esta abajo y la loca arriba… Abriéndole las entrañas!

¡Estuve entre el tiempo y el espacio!

Sentía aun el peso de la chica muerta en mis brazos y el tirón que hice a Mercedes. La adrenalina, si es que los vampiros aun tenemos adrenalina, me corre aun. Son demasiadas mierdas para un pinche día. ¡Para una pinche noche! ¡No tengo ni veinte años!

Estuve a punto de caer de rodillas al suelo. Jalo aire a mis pulmones, más por recuerdo que por reflejo. Duele. Cada vez intentarlo duele más. No creo volver a hacerlo. Pero lo que más siento es gratitud. La suerte me duró, porque jamás hubiera creído antes poder salir viva de un encuentro con un ser semejante. Seguía sin creer mi suerte. ¡Lo habíamos dejado atrás! Casi me sentía a salvo. Lloré del puro alivio, ahora solo quedaba meter a Mercedes a un coche, pisar el acelerador a fondo y huir, rogando porque esa cosa respetara en algo la mascarada. Si no, al menos tendría el consuelo de que como los “humanos” lo vieron, los vampiros de mayor rango lo despedazarían.

Ya sé, suena demasiado fácil. Pero tras salir viva de aquel cuarto hasta escalar el pinche Himalaya  sonaría chingadamente sencillo.

Todo eso lo pensé en los escasos segundos que tardé de darme cuenta del escándalo y alzar la vista para ver a Sarah.

Ay dios, no…

- ¡Puta madre! – exclamo.  ¡Mierda, la va a matar!

Tengo que hacer algo. Sigo con el estómago abierto, y estoy perdiendo mis fuerzas y no sé si los vampiros nos podemos desangrar pero tengo el presentimiento de que si lo hago no será lindo. ¡A huevo que no puede ser lindo!

Rezando porque los estereotipos por una vez sean ciertos, busco con la mirada algo, cualquier cosa de madera, ¡lo que sea!