Partida Rol por web

-De acuerdo - dijo el alcalde, con una especie de sensación rara, como de eco, que desechó inmediatamente -. Id y hablad con ella. Yo aseguro que nadie de los míos interfiere. A esta hora, pocos feligreses rondarán, creo yo, y desde luego que nadie más de los aquí presentes va a acompañarles.

La mirad del alcalde, estudiadamente fiera, dejó a todos los espectadores (y espectadoras) quietos como piedras.

Los tres por delante (y nadie tras de ellos) deshicieron lo andado por el pueblo hasta la calle donde asomaban ambas tabernas, o posadas, o como prefirieran llamarse. Muchos morros se asomaron por las ventanas, pero como si hubieran podido escuchar la advertencia del alcalde, nadie hizo por salir del sombrajo de sus casas. Y quienes estaban ya en la calle siguieron a lo suyo. La mirada por un lado pero los pies a sus asuntos.

El tablero "Jente de paz" se movía con una brisa demasiado vaga, como si se hubiera dejado deliberadamente flojo para producir ese efecto de llamada. Los tres entraron. Tal y como sospechaba el alcalde, apenas dos tipos estaban sentados, eso sí, bastante embebidos ya en licores, con ojos entrecerrados y la baba asomando de los labios. Vasili, el tabernero, sonrió al verlos llegar, pero no le duró mucho el gesto en el rostro, como si leyera en el de los clientes que no venían a ponerse tibios...

-Buen día, mis confráteres - el tabernero, la verdad, a pesar de sus esfuerzos, se atrancó varias veces en el intento de pronunciar la palabra -. ¿Qué tan pronto? ¿Aburre el pueblo? O quizá una última antes del camino, o qué sé yo. Pregunto como un alelado. Señores, pasen, por favor. ¿Qué puedo ofrecer?

Por un momento, a Hans le parece haberse equivocado de taberna. ¿Pues no es el tabernero de "Jente de paz" igualito que el de "el buen troll de río"? Pero en todo, incluso en el corte del mostacho, la calva, la mirada ligeramente distraída, bizca, vamos, pero no mucho, con la desviación justa para sugerir pocas luces, pero no completa estulticia.

Dos gotas de agua, que diríamos. O eso, o es el mismo individuo.

El sigmarita se acerca a la barra y saluda al camarero con un asentimiento de cabeza, luego carraspea para quitarse de la garganta el frío de la mañana, y se dispone a hablar. - Buenos días, señor. Buscábamos a su joven ayudante, la muchacha que estaba con usted ayer por la noche. ¿Podría decirnos donde se encuentra, por favor? - Preguntó el padre Krimmer, amablemente.

El estaliano se movió tras el sacerdote, echando un amplio vistazo al local, esperando que la muchacha pelirroja apareciera y facilitara el asunto. - Sí, la joven y no te andes con rodeos buen hombre, tenemos algo de prisa. - comentó secundando las palabras del sacerdote para hacerse notar, había pasado demasiado desapercibido con el hombre pelirrojo.

El tabernero miró al sacerdote y su expresión cambió por completo. En un parpadeo, pasó de ser un hombre de aspecto despreocupado y un poco ingenuo a alguien agobiado por el peso de un terrible dolor. Sus facciones se descolgaron, su mirada se llenó de pena, la impotencia apretó sus dientes, dejó la tela basta con la que limpiaba.

-¿Os envía mi hermano? ¿Alguien del pueblo? Sed sinceros. ¿Buscáis hacer algún daño a mi Syza? Sobre todo tú, extranjero - señaló a Marco con una mirada capaz de atravesar el alma -. ¿Acaso ha sido ella mala contigo?

Nunca creí que se atrevieran a llamar a un sacerdote, quienquiera que haya dado el paso, jamás creí que se atreviera con tanto.

El sigmarita observó la expresión del hombre, y supo que realmente se preocupaba por la muchacha. Relajó su expresión, formando una sonrisa paternal. - Nadie nos envía, mi buen señor, y nengún perjuicio queremos para Syza. Nosotros mismos hemos presenciado las artes de la muchacha, y no nos hizo mal alguno, ni sabemos de que hiciera mal a nadie. Solo queremos hablar con ella sobre lo que es  capaz de hacer. - Respondió el padre, en tono conciliador.

El duelista elevó el labio como clara señal de desprecio ante el tono y la pregunta que el lugareño había dirigido hacia su persona. Sin embargo en un alarde de templanza por su parte dejó que el sacerdote de Sigmar respondiera primero para templar algo las aguas y posteriormente sería él, el que hablaría. - No haremos daño a nadie que no haya intentado dañarnos primero y ella por el momento no lo ha intentado. - El tono fue cortante, para marcar las distancias.

Acto seguido el estaliano señaló al hombre y añadió - No obstante cuídate de malas miradas posadero, en mi tierra por menos de eso se clavan dos palmos de acero en el costillar. -

-Pero ahora no estás en tu tierra, ¿no es así? - la rabia contenida del posadero recayó con fuerza en sus palabras -. ¿No dice el sabio que donde estuvieres respeta sus costumbres? Este pueblo no es el Imperio, no es Kislev, pero unos y otros se lo otorgan. Aquí todos creen saber qué nos conviene mejor que nosotros mismos.

La mirada, filtrada por el respeto debido esta vez al hábito, regresó al sacerdote.

-No le creo, fray. Pido su perdón, pero no creo que nadie les haya enviado aquí, de vuelta al lugar donde tan apaciblemente descansaron. Os llevo con ella, pero estaré presente en todo momento, y eso no voy a discutirlo.

Colocándose delante, como guía, el posadero marcó el camino, murmurando muy irritado palabras incomprensibles. Hizo una señal a alguien del servicio, muy serio, y todos salieron de la casa hacia una calle llena de ojos curiosos. En cuanto pisó fuera, el posadero escupió con rencor y salieron del pueblo, a paso vivo, hacia el camino junto al bosque y el río. De vez en cuando, se volvía para asegurarse de que le seguían ellos y nadie más, y volvía a escupir, pero de algún modo se mostraba más relajado. La música de los árboles los envolvió y trajo una mezcolanza de silbidos, susurros y golpecitos. El frescor de la mañana transportó el olor de la vida.

Llegaron a un claro apenas distinguible, porque en realidad simplemente se trataba de un lugar donde tres tocones se agrupaban rodeados de árboles sanos. Los tres troncos eran de roble y habían sido cortados a la altura de un taburete. De alguna forma luchaban por no morir, y pequeñas ramas se erguían en los filos de las heridas.

-Aquí es.

Una brisa anunció la llegada de un rumor. El rumor fue seguido de una risa cantarina, la risa precedió a un cuerpo esbelto, ágil y sano, con la indolencia y la desenvoltura de la juventud. Una joven. Syza.

La chica se detuvo, se apoyó en uno de los últimos árboles. Miró los tocones, sonrió al encontrarse con el posadero, pero no dijo nada.

-Vienen a preguntarte - aclaró él -. Quieren saber de ti. Sabíamos que llegaría este día, mi niña, pero no terminará como tú temes. Por mi vida que no.

Ella amplió la sonrisa.

-Lo sé.

Han se quedó perplejo al observar que ciertamente eran como 2 gotas de agua ambos taberneros , lo cual hizoq ue no le diera tiempo de hablar de manera que el sacerdote tomó la iniciativa .

Con desagrado , el hombre les guió hasta un lugar fuera de la ciudad , cercano al bosque , donde encontraron a la chica que buscaban . Ahora tocaba juzgarla , aunque el sacerdote ya lo había hecho solo debían comprobar sus intenciones y darle las opciones para que elija las cuales era más que seguro que tomaría la de la mayoría a menos que tratara de escapar cosa que no había hecho y de por seguro no haría . 

Hans con unas simples palabras de " Con permiso " como si se tratara de una casa ajena tomó asiento en uno de los tocones observando primero de que no hubiera nada que aplastar o con lo que mancharse . 

Se mostraba relajado físicamente por el buen descanso que había tenido pero no tanto en espiritu pues no había presenciado otra hechicería que la nigromancia en su vida y con suerte algún milagro de sacerdotes . 

Marco tuvo que hacer un profundo esfuerzo para contenerse, se tentó a tirar de acero y derramar la sangre de aquel paleto en el frío suelo de aquel lugar inmundo. Pero se mantuvo quieto y haciendo gala de una madurez que hasta para él le era desconocida se mantuvo callado, limitando su respuesta a un chasqueo de lengua y una mala mirada.

Cuando llegaron frente a la mujer el estaliano mantuvo su pose erguida y con la mirada atenta no se hizo esperar el sonido de su voz - Venimos a hablar de lo que ocurrió en la taberna anoche, de tu magia chica. No nos mientas, no somos unos campesinos asustadizos o crédulos, tenemos cierta experiencia con la magia y nos gustaría saber tu historia en profundidad.-

Casi se sorprendió de su buen tono y sus buenas palabras, quizás el viaje le estuviera cambiando después de todo. Tras eso dejó un poco de tiempo para que la joven pudiera responder tranquila.

El aspecto de la muchacha pasó imperceptiblemente de una ingenua alegría a un desconsolado abatimiento. Sus ojos perdieron el brillo, sus hombros se descolgaron, una honda, antigua pesadumbre, le quitó la ingravidez de su figura para anclarla a la tierra.

-Nunca me acostumbraré a recibir el reproche por mis actos -dijo-. Soy quien os he dicho que soy, pero también soy más, lo confieso. Soy Syza, camarera, y soy Syza, hija de Moryen, antigua matrona de muchos pueblos alrededor. Y mi madre también era más, claro. Era Moryen, matrona, y era Moryen, hija de Sylza, adivinadora y protectora del norte. Todas éramos hijas de alguien hasta la primera de nosotros: Rinnia, a quien no escondía otra ocupación que la que imagino que el sacerdote conocera. Bruja.

El padre Sigmund asintió por toda respuesta.

-Rinnia fue quemada por las envidias de los que no soportaban sus esfuerzos por ayudar indiscriminadamente. Porque, ¿a qué hombre de bien le agrada que se ayude a sus enemigos, aunque también se le ayude a él mismo? Así fue denunciada y la primera de sus hijas tuvo que huir, dejando sola a su madre para que ardiera. A partir de ese momento, todas sus descendientes escondimos nuestra ayuda, acercándonos a los demás para practicar lo que de ella habíamos aprendido. Así, madres a hijas, su legado vive. La dura vida de estos alrededores es más llevadera, y cada una hacemos lo que podemos. No es suficiente, ya lo veo. Por cada defensor -Syza miró a Vasili- hay una manada de furibundos. Y como bien ha dicho mi amigo, nos criamos sabiendo que algún día llegará. Y ese día ha llegado, pero demasiado pronto, por eso mi pena. Aún no he sido capaz de engendrar a alguien que huya en mi nombre.

Han estando sentado en el tocón escuchó la confesión de la chica . Estuvo unos segundos meditando que decir , pero un simple gesto es lo que se le adelantó a sus palabras . Con la mano la invitó a sentarse . 

Conoces las leyes del imperio ¿ verdad ? . Hay una gran diferencia entre una comadrona o sanadora y una bruja . El padre Sigmund me ha confirmado que tienes concimientos mágicos y tu misma los has confesado , pero la decisión de lo que vaya a ocurrir es solamente tuya . Así que dime ¿ que opción quieres ? . 

Las palabras de Hans eran tranquilas y sin resquicio de malicia , solo curiosidad por conocer más al respecto antes de tomar una decisión por las opciones que tenía en mente . 

Marco se mantuvo firme al lado de su compañero mientras escuchaba atento las palabras de la joven, escuchando su historia tranquilamente. Una sonrisa cruzó su rostro cuando la joven habló acerca de su problema para engendrar una sucesora, él sabía como solucionar aquello si las circunstancias fueran otras y no tuvieran ningún tipo de prisa, por desgracia no era el caso.

- No podemos perder mucho tiempo en esto Hans. - le susurró al oído a su compañero, tras eso giró su cabeza para observar al hombre que ella misma había denominado como protector, si las cosas se pusieran feas quizás hubiera que enfrentarse a él, por eso hizo una valoración rápida de las aptitudes del tabernero. Tras eso su mente enlazó un par de ideas y habló en voz alta pero dirigiéndose a la pelirroja.

- A mi hay algo que me interesa más. ¿Has sentido algún tipo de presencia mágica poderosa o al menos llamativa por los alrededores antes de nuestra llegada? -

-Vivir, claro -respondió la chica a Hans-. ¿Qué otra cosa puedo querer? Continuar mi vida en el pueblo o en cualquier otro pueblo, para ayudar, para aliviar, para sanar, lo que siempre hemos hecho, aunque no utilicemos para ello las profesiones dignas. ¿Qué más da lo que se utilice, si sirve para lo mismo? Si estáis de acuerdo conmigo, dejadme ir y no volveré a este pueblo, pero sí iré a otro y en ese otro pueblo ofreceré también mi don. Tened por seguro que no me perderé en la espesura ni me agostaré, ni me enterraré.

La pregunta de Marco, por cierto, dejó extrañada a la chica, que abandonó su postura digna y se llenó de genuina curiosidad.

-Ya que lo mencionas, puede que sí, extranjero. Puede que sí. Algo sentí en el viento hace media luna, quizá menos, pero no le di importancia. ¡Aquí hay tantos susurros! Pero al preguntarme, sí, ¡sí! Una gris humareda de magia, una oscura guedeja pestilente. Pero muy fina, casi imperceptible, porque el portador se mantuvo discreto y seguramente siguió camino rápidamente, sin detenerse más de...quizá una o dos noches en el pueblo, si es que lo hizo, y desde luego, no en nuestra posada.

-Si os digo la verdad, estoy por permitir que esta chica se vaya a hacer sus cosas a otra parte, siempre que no nos diga dónde -concluyó el sacerdote-. Como ella dice, aquí hay mucha oscuridad ambulantes. Vienen y van males por los caminos, por los pueblos. Para una que tiene tan claro que se quiere dedicar a servir y a ayudar. Los que buscamos nos llevan ya bastante ventaja y no sé cuánto tiempo podemos dedicar a cada imprevisto.

-Mmmmmmm... Sí, dejémosla. ¿Qué dices, cazador? ¿Acordamos dar a esta chica un voto de piedad de Sigmar?

Hans sonrió al ver la expresión de la chica y su contestación , se levantó tranquilo mientras Marco preguntaba y tanto pregunta como respuesta eran buenas . 

Bien , está claro que no vas contra la ley . Pero antes de seguir nuestro camino nos gustaría hacerte algunas preguntas , si no te molesta , claro . 

¿ Cuanta ventaja nos toman aquel que usa magia oscura ? . En la otra posada conocí a Janosh , dijo que podría ayudarnos a cruzar rápido el bosque ¿ es de fiar ? . 

Y por último un par de cosas . Puedes quedarte aquí sin inconveniente ninguno , pero lo mejor es que hables con el alcalde y que acuerdes con el ir a Altdorf , es caro pero tal vez pueda ayudarte a convertirte en una maga colegiada para ayudar no solo a este pueblo , sino a muchos más . La otra cosa es que te acompañemos nosotros , pero sería a la vuelta de nuestra misión para capturar a ese usuario de magia negra ; aunque ahora que lo pienso , el gran Magnus estaba a favor de que la magia fuera una herramienta para erradicar al caos , sería peligroso , y no grarantizamos tu seguridad , pero el cazar a un nigromante hará que los colegios imperiales se te rifen . Pero eres totalmente libre de elegir lo que gustes . 

Hans le había hecho un par de preguntas rápidas y luego le dio el consejo que él creía era lo más conveniente para la chica . Aunque no pudo evitar decir lo que pensaba ya que una maga sería un gran factor para capturar un nigromante , aunque no podía pedirle que lo hiciera desinteresadamente por el bien del imperio de manera que dejó que eligiera . Si era lista iría a hablar con el alcalde , si era aventurera se vendría , y si era más tradicionalista en el santerismo y curandería se quedaría en la aldea sin formar barullo y siguiendo como había estado hasta antes de la llegada de los cazadores del nigromante . 

Marco se mantuvo erguido y atento a las palabras que la joven, cuando esta respondía a su pregunta. Chasqueó la lengua, al parecer no estaba muy lejos su objetivo, pero debían darse prisa en rastrearlo. Tenían que seguir su camino con la mayor celeridad posible. Iba a hablar cuando escuchó el veredicto de Hans, se mantuvo en silencio unos segundos pensativo, reflexionando en las palabras del hombre al que acompañaba y finalmente el estaliano expresó su opinión.

- No tenemos tiempo que perder y tampoco podemos garantizar su seguridad, necesitamos viajar rápido ¿Podrá esta chica seguir nuestro ritmo? No vamos a tratar con unos borrachos de pueblo o a sanar almorranas, lo que vamos a hacer es muy peligroso y no podemos descuidarnos protegiendo a alguien.- tras aquella valoración en tono general se giró hacia la joven y dijo - Si tras eso piensas que puedes acompañarnos, ponte en pie tenemos prisa. -